Paseos Por La Ciudad de Buenos Aires en el Virreinato

Paseos por la Ciudad de Buenos Aires en el Virreinato del Río de la Plata

LA ALAMEDA DE CÓRDOBA (1825) 

La Alameda está en un extremo de la ciudad.

Es paseo agradabilísimo, el mejor que he visto en Sud América.

Su forma es cuadrada, con avenidas regulares de árboles y bancos de piedra entre ellos.

Hay un lindo lago en el centro, y también un templete o pabellón al que con frecuencia van grupos de gente para hacer paseos de campo.

Además de las numerosas damas preciosas y caballeros que allí se pasean, en las tardes deliciosas de aquella clara latitud, hay un fondo de entretenimiento para el extranjero curioso, mirando los grupos de mujeres que desde los suburbios acuden allí por agua.

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Buenos Aires Colonial: La Aduana

Allí crujen sus bromas y dan gusto a la murmuración, y luego se alejan con grandes cántaros en la cabeza, de formas elegantes y hechos con arcilla del país.

Aunque llenos hasta el borde se manejan para que jamás se derrame una gota...

Una observación común de los viajeros en ninguna parte se manifiesta mejor que en Córdoba: ésta es que los movimientos graciosos y la flexibilidad del cuerpo humano siempre guardan proporción con la exuberancia del clima.

Los individuos del grupo abigarrado que visitan la Alameda poseen una simetría que las damas de nuestro clima boreal bien podrían envidiar y eso sin la molestia de ajustarse.

Su porte y maneras concuerdan con la elegancia de su formas, y nunca están constreñidas, siendo estrictamente naturales.

Practican el anticuado ejercicio del abanico con tanta perfección como sus vecinas las porteñas, teniendo mucho mejor teatro en la Alameda para desplegar su aprovechamiento de él.

La banda del gobernador toca en la explanada desde las cuatro hasta el oscurecer, durante lo que puede llamarse aquí estación de moda, cuando las veredas están siempre muy concurridas y los bancos presentan el aspecto de palcos de opera vestidos de gala...

Nunca se ve sombrero o bonete sobre la cabeza de una dama, excepto cuando viste de amazona, en que siempre aparecen para mayor desventaja zafias y rústicas.

Un par de petimetres porteños llegó a Córdoba durante mi estada y mucho contribuyeron para alegrar la ciudad.

Una serie de bailes y tertulias diéronles oportunidad de distribuir sus Favores con liberalidad que asombró a los cordobeses.

José Andrews. Marino inglés que llegó a Buenos Aires en 1825 por asunto relacionados con las minas de Famatina.

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