Biografia de Isabel Sarli: El Cine Erotico Argentino-Obras Cinematograficas

Biografía de Isabel Sarli: Cine Erótico Argentino Notables Artistas

Isabel Sarli: La inocencia y voluptuosidad al servicio del cine

Su exuberancia y sensualidad, sumada a una belleza que representaba lo que muchos llaman la “morocha argentina”, fueron los principales atributos que le abrieron las puertas de la fama a Isabel Sarli, conocida por todos como La Coca.

Isabel Sarli

Fue sin lugar a dudas el ícono sexual del cine argentino de las décadas del sesenta y setenta, y muchos aún recuerdan las largas filas que se producían en las salas ante el estreno de un nuevo filme protagonizado por ella.

Isabel había nacido un 9 de julio del año 1935 en la ciudad de Concordia, Entre Ríos, y desde muy pequeña fue notable su belleza, que con el paso de los años la convirtió en una joven que captaba las miradas de todos los hombres que se cruzaban en su camino; sin embargo, ella era extremadamente tímida.

Sus dotes físicas la llevaron a comenzar una carrera en el mundo del modelaje, lo que en 1955 le permitió participar y ganar el concurso de Miss Argentina, consagrándose definitivamente como la más hermosa.

Y aquella fue la vidriera ideal para que distintos productores de cine del momento se fijaran en esta jovencita que embelesaba las miradas masculinas.

No obstante, a pesar de recibir distintas propuestas, Isabel decidió su futuro inmediatamente, cuando conoció a Armando Bo, el director de cine que fue el único y gran amor de su vida.

Incluso, años después ella misma diría: “Mi relación con Armando se caracteriza así: fue el padre que no tuve, el hermano que perdí porque murió siendo chico, el compañero, el amante… Todo”.

Se conocieron en 1956 y a partir de allí no se separaron jamás, y vivieron una historia de amor como pocas.

Juntos comenzaron el camino de la creación de un nuevo tipo de cine erótico en la Argentina, que fue también furor fuera del país.

Armando dirigía las películas y la Coca las protagonizaba y las producía, y de esta manera, convirtiéndose en un binomio perfecto, llegaron a rodar un total de 29 películas que en cierto modo puede observárselas como un resumen de la historia de amor que vivían.

Para la pareja, sus películas eran sus hijos.

El primer largometraje que hicieron juntos fue “El trueno entre las hojas”, protagonizada por la pareja, y donde Isabel realizó su primer desnudo ante las cámaras, iniciando además una de las escenas que se repetirían a lo largo de todos sus filmes, donde la actriz aparecía nadando en el agua.

“Me habían bautizado ‘la higiénica’ porque siempre aparecía bañándome”, confesó en varias oportunidades.

El éxito obtenido con aquella primera película hizo que Isabel Sarli saltara al estrellato inmediatamente, convirtiéndose en el objeto de deseo de todos los hombres argentinos de aquella época, y convirtiéndola así en un símbolo sexual de su generación.

A partir de allí, la pareja no se detuvo y comenzó a realizar una producción constantes de filmes, cuyas particularidades eróticas también los llevaron a triunfar fuera del país.

Con argumentos similares en cada una de las películas, lo que en realidad buscaba el público al asistir a las salas de cine a “ver una de la coca” no era otra cosa que entregarse a las fantasías sexuales que despertaba la actriz.

Allí llegaron películas que hoy son consideradas clásicos del cine erótico internacional, y pioneras en el cine argentino de su estilo, como “La diosa impura”, “La mujer del zapatero”, “La mujer de mi padre”, “Carne”, “Fuego”, “Desnuda en la arena”, “Embrujada”, “Fiebre”, “Intimidades de una cualquiera”, “Último amor en Tierra del Fuego”, entre otras, culminado con la última realización de Armando Bo titulada “Una viuda descocada”, estrenada en 1980 y en la que La Coca comparte el protagónico junto al gran José Marrone.

La muerte de su gran amor en 1981, provocó una fuerte depresión en la actriz, quien durante un largo período decidió recluirse, retirándose de la escena pública por 15 años, volviendo a brillar en 1996 en el filme “La dama regresa” de Jorge Polaco, largometraje que significó un homenaje a la pareja de Bo.

Hoy, a sus 76 años, Isabel lucha por su salud mientras rememora aquellos años felices junto a su amado Armando, con quien logró tocar el cielo con las manos.

Mientras tanto, sus filmes se han convertido en películas de culto en todo el mundo, y muchos jóvenes que no vivieron la época de esplendor de La Coca, se han vuelto fervorosos fanáticos suyos. “Recuerdo que Armando decía que mis películas seguirían viéndose aunque pasaran 100 años”, dijo en una ocasión Sarli, y no se equivoca.

Anécdota: La presencia cercana de Armando Bo no intimidaba al fervor que provocaba la tremenda belleza de Isabel. Francisco Paco Rabal, quien filmó con ella Setenta veces siete, le pedía al maquillador de la morocha que le entregara cartas perfumadas en las que el español proponía encuentros fuera del set.

El Presidente de Panamá, Ornar Torrijos, le agarraba la mano y decía: "Ay, Isabelita, yo te quiero mucho".

Entonces Armando cortó por lo sano: "No vamos más a Panamá, porque ése está tan bobo con vos que cualquier día me achura".

También estaba ese japonés, presidente del Nippon Credit Bank, al que conoció en un avión y la pretendía.

O el cartero que atendía la casa en Martínez que Isabel todavía habita: "Comentó que yo salía desnuda a recibirle las cartas".

Pero lo más grave fue lo que ocurrió en México, durante la filmación de La diosa impura, con la dirección y proximidad de Armando Bo.

Isabel tenía 28 años y era tan linda que producía dolor mirarla.

Tiene la palabra ella: "Había una toma en que Julio Alemán, el galán más famoso de ellos. tenía que darme un beso.

Llegado el momento, puse la cara para fingir ese beso, y él me metió la lengua en la boca.

Por supuesto, no me la aguanté y le crucé la cara de un cachetazo.

Fue un sinvergüenza y poco profesional".

Ampliación del Tema:

Explica "Gogo" Safigueroa en su libro "Secretos y Anécdotas del Cine Argentino y Sus Protagonistas":

"Una de las personas más amables que he conocido entre las mujeres del ambiente artístico es la señora Isabel Sarli.

Educadísima, a pesar de que muchas veces recibió críticas muy duras y algunas un tanto agresivas, podría haber adoptado algunas actitudes de diva, tal como lo fue por muchos años, y lo sigue siendo, a pesar de la poca actividad que hoy día desarrolla.

Fue y es una mujer de una sencillez incuestionable e incapaz de un exabrupto.

Realmente la admiro y la respeto. Pero tengo que confesar, sin embargo, que nunca vi una película completa de la dupla Sarli-Bo, ni aún en momentos de apogeo y teniendo en cuenta la profusión de sus incontables trabajos, con excepción de una, que se llamó Carne.

Era un filme que tenía la particularidad, además del protagonismo de Isabel Sarli, de que participaban actores relevantes del género cómico como Juan Carlos Altavista y Vicente Rubino.

Como la mayor parte de las películas de Armando Bo, la víctima siempre era Isabel, a partir de sus encantos, y las reacciones que éstos provocaban en los hombres.

Fui a ver esta película en estreno al cine Iguazú (hoy convertido en un recinto religioso). Llego a la sala, y en ese momento los periodistas que cubríamos cine éramos conocidos por casi todos los acomodadores, así es que casi no pasábamos por boletería.

Cuando llego, un rato antes del inicio, un amable acomodador me saluda y me lleva a elegir el lugar desde donde vería la película. Me acomodo en la anteúltima fila y dejo un asiento libre, la 'punta de banco' (como se le llama en la jerga cinematográfica a la primera butaca).

Al rato de comenzar la película un hombre de sobretodo con el cuello levantado se sienta a mi lado, en la butaca que había quedado vacía. Lo miré de solaz pero no registré quién era.

Seguí unos minutos más mirando, digamos unos fotogramas (pues ni siquiera fueron muchas secuencias), cuando me decidí a levantarme para irme, pues tenía ya una imagen formada de la película. Pero al girar mi cabeza para pedirle permiso para salir, cuál no fue mi sorpresa: esa persona sentada a mi lado era Armando Bo.

Sentí que le iba a hacer un desaire si dejaba la sala en ese momento, así es que me quedé hasta finalizar. Esa fue la única película que vi completa."

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