La Ballesta: Historia de la Arqueria Medieval

La Ballesta: Historia de la Arquería Medieval

Es posible que la ballesta haya sido conocida desde tiempos muy remotos.

Tal vez los asirios y los caldeos la usaban ya en sus luchas aunque no existen pruebas valederas que así lo confirmen.

Con mayor seguridad, en cambio, se puede afirmar que esta arma era empleada por los romanos del bajo imperio.

El obispo de Jerusalén, GUILLERMO DE TIRO, en su obra Historia de las Cruzadas y del Reino de Jerusalén habla de este medio ofensivo y defensivo.

Durante el segundo concilio de Letrán fue publicada una disposición por la cual se prohibía severamente el uso de la ballesta entre adversarios cristianos; sin embargo, seguía permitiéndose a éstos servirse de ella contra los infieles.

Tal prohibición fue voluntariamente ignorada por Ricardo Corazón de León quien equipó con la ballesta a su ejército en 1198, contraviniendo también el breve, acta pontifical de Inocencio III, que mantenía la prevención, calificando de mortífera el arma en cuestión.

La Ballesta Historia de la Arquería Medieval

A-Ballesta de Rueda Dentada
B-Ballesta-Pistola
C-Aparato Listo Para El Disparo
D-Aparato Luego del Disparo

En un documento que sella la alianza entre Génova y Alejandría, fechado el 21 de febrero de 1180, se menciona ya la ballesta.

Los pueblos bárbaros ignoraban la existencia de esta arma y, precisamente durante la Segunda Cruzada, la infantería llegó a ser un cuerpo de primerísimo orden; los combatientes estaban armados con ballestas, corazas y escudos cubiertos de cuero para protegerse de la lluvia mortal de las saetas sarracenas.

Al regreso de la Tierra Santa, el uso de la ballesta sigue en vigor en los ejércitos franceses, y se conservará hasta la invención de las armas de fuego.

Pasemos ahora a considerar la estructura de la ballesta.

Sus partes esenciales son: el “arco”, generalmente de acero, a veces de madera o de asta; el “palo”, también llamado “cureña”, casi siempre de madera pero algunas veces de hierro forjado o acero en las ballestas de menores proporciones; la nuez o pequeño disco para sujetar la cuerda tensa hasta que el arma esté cargada y lista para disparar; la “llave” o manija que hace la función de gatillo de la ballesta y acciona sobre la cuerda llegado el momento.

El palo tiene un canal por el cual, al deslizarse la flecha, toma la dirección precisa.

El arma consta, además, de una especie de culata que el ballestero apoya en el hombro cuando torna puntería, y en la extremidad opuesta un estribo o gancho para sujetar la ballesta a la montura o a la cintura a fin de facilitar la carga del arma.

La ballesta de mano
Ejemplo de Ballesta

El tamaño de la ballesta varía según el uso a que se la destine.

Las manuables o portátiles que eran cargadas por un hombre solo, a pie o a caballo, se distinguen de aquéllas de posición fija que eran colocadas sobre bancos o caballetes para la defensa de los muros o para ser llevadas a los campos de batalla.

Ejemplo típico de las ballestas de posición fija son los carros-ballestas.

Naturalmente, cada ballesta era cargada de manera diferente.

La ballesta de mano, que es la más chica, es también la más sencilla; la ballesta de gancho se caracterizaba, como su nombre lo indica, por tener un gancho que colgaba de la muñeca del ballestero y le permitía extender la cuerda hasta sujetarla al taco de la nuez.

La ballesta de “martinete” constaba de dos elementos: un sistema de rueda dentada con un gancho y una rueda de engranaje separada de la ballesta propiamente dicha y que constituía un mecanismo aparte que se aplicaba a la ballesta por medio de un anillo de cuerda, y se fijaba a cualquiera de los dos extremos de la caja; gracias al martinete se podía ejercer, sin mucho esfuerzo, una fuerte tracción sobre la cuerda. Tenía una especie de culata que el arquero apoyaba en su hombro cuando efectuaba el tiro

Los proyectiles lanzados por la ballesta eran darlos comunes, pero más a menudo se trataba de flechas cuyas puntas estaban forjadas en forma de pirámide, y a veces también saetas incendiarias untadas con substancias bituminosas y encendidas antes de ser lanzadas.

Recordaremos también un tipo más complejo y perfeccionado de esta arma: la ballesta-pistola, de tri1e uso, adaptable para arrojar flechas, para lanzar luego y para la lucha con arma blanca, pues estaba muñida de un espontón ,hasta de hierro forjado que termina en punta.

En la armería contigua al arsenal le Venecia se encuentra expuesto un ejemplar de ballesta-pistola.

Fuente Consultada: Lo Se Todo Tomo III


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