Biografia de Carlos II de España:Reinado y Conflictos con Francia

Biografia de Carlos II de España Reinado y Gobierno Conflictos con Francia

BIOGRAFIA: Hijo de Felipe IV y de Mariana de Austria, de tío y sobrina, respectivamente, Carlos II nació en Madrid el 6 de noviembre de 1661, cuando, después de la muerte de los príncipes Fernando (1659) y Felipe (1.° de noviembre de 1161), la corte esperaba con angustia el sexto parto de la reina.

Pero la alegría primera se convirtió en temor por la vida de aquel mísero cuerpo, temor que había de durar hasta su muerte.

Raquítico y endeble, el recién nacido requirió todos los cuidados para poder crecer. Su lactancia duró más de tres años. Más tarde un esfuerzo le producía fiebre, y la exposición al aire, flucción a los ojos.

A los nueve años no sabía leer ni escribir, ni tampoco gustaba del estudio. En este mismo año una grave enfermedad estuvo a punto de poner fin a sus días.

Rey de España desde la muerte de su padre el 17 de septiembre de 1665, tomó posesión de sus estados el 6 de noviembre de 1675, al llegar a la mayoría de edad.

La regencia la había desempeñado su madre, doña Mariana, ora auxiliada por el padre Nithard ora por el privado Valenzuela. Bajo este gobierno las cosas habían ido de mal en peor.

Aconsejado por su confesor y varios nobles, el rey-niño intentó confiar el poder a Juan José de Austria, en quien muchos depositaban grandes esperanzas. Pero su madre le arrancó la continuación de la privanza de Valenzuela.

El golpe de estado del bastardo en 1677 provocó la caída del «Duende de Palacio» y su elevación al cargo de ministro universal. Pero la situación internacional no mejoró. Por la paz de Nimega (1678), la monarquía perdió nuevos florones de su corona.

La muerte de Juan José de Austria y el matrimonio del monarca con María Luisa de Orleáns (1679), iniciaron las intrigas sobre la sucesión que habían de perseguir al pobre Carlos con sus signos de odios, cabalas y supercherías.

Carlos II de España

REINADO: En 1665, Carlos II reemplazó a su padre Felipe IV en el trono español. Débil y enfermizo, dejó el gobierno en manos de ambiciosos y favoritos que terminaron de arruinar al país.

Bancarrotas, venalidad, corrupción e indolencia de los funcionarios, miseria de la población, todo acrecentó el desorden y la decadencia.

Como Carlos II no tenía hijos, las potencias europeas pronto empezaron a especular con su muerte y a programar el reparto de sus territorios.

Las rivalidades por la herencia motivaron la guerra de Sucesión española.

Por su parte, Portugal, ya independizado, entraba en la órbita de influencia británica e iniciaba una amistad que se confirmaría con el tratado de Methuen (1703).

carlos II de España

Carlos II de España: rey de España desde 1665 hasta 1700, fue el último soberano de su país perteneciente a la Casa de Habsburgo.

A la muerte de su padre en 1665, el pequeño Carlos no tenía más que cuatro años; su madre María Ana de Austria, católica, muy afecta al partido austríaco, confió el poder a su confesor el jesuíta alemán Nithard, que se atribuyó además la función de inquisidor general.

Aparte de sus hijos legítimos, Felipe IV había tenido una treintena de bastardos de los cuales uno solo había sido reconocido y se había distinguido por múltiples hazañas militares: don Juan de Austria.

Este no ocultaba sus simpatías a la monarquía francesa y, bajo pretexto de combatir la influencia perniciosa de Nithard, tomó las armas contra el partido habsburgués que reinaba en Madrid; Nithard huyó ante la amenaza de sus ejércitos.

Juan José de Austria (1629-1679), político y general español, hijo natural de Felipe IV. Conocido en su época como don Juan.  Fruto de las relaciones del rey con la actriz María Calderón, desempeñó importantes misiones políticas y militares. Dirigiendo un gran ejército hizo que su hemanastro Carlos II lo nombrara primer ministro.

Pero don Juan no pudo conseguir sus aspiraciones a la sucesión, pues la regente había encontrado un nuevo favorito, Fernando de Valenzuela, que debía ser el nuevo amo de España hasta 1675.

Pero amplios sectores de la opinión se revolvieron contra el valido, hasta que fue desterrado a Filipinas, mientras que la regente era obligada a retirarse a un monasterio de Toledo.

Aun habiendo alcanzado la mayoría de edad, Carlos II era incapaz de gobernar y don Juan volvió a tener una influencia preponderante durante el último año de su vida. Para estrechar la alianza con Francia, casó a Carlos II con una sobrina de Luis XIV, María Luisa de Órleans.

La muerte de don Juan en 1679, favoreció la vuelta de la reina madre que condujo en adelante los destinos de España. Ella jamás ocultó su hostilidad a la nueva soberana, que murió algunos años más tarde en condiciones misteriosas, se supone envenenada, cuando tenía 27 años.

La reina madre negoció enseguida el matrimonio de su hijo con una princesa alemana, María Ana de Neoburgo.

La historia del reinado de Carlos II se confunde estrechamente con la de las guerras que enfrentaron a Francia y España; Luis XIV, que estaba entonces en el apogeo de su reinado, no ocultaba sus ambiciones territoriales; aprovechando el estado de extrema debilidad en que se encontraba España, exigió que ésta le cediera los Países Bajos españoles para indemnizarle de la dote de María Teresa, prometida por el tratado de los Pirineos y no pagada jamás.

En 1667, sus ejércitos invadieron Flandes y el Franco Condado, pero Europa inquieta por la pujanza francesa se levantó en seguida contra ella.

Una coalición que reagrupaba a Inglaterra, Holanda y Suecia, hizo presión sobre Luis XIV, que renunció a sus miras momentáneamente.

La guerra de devolución tuvo fin en el tratado de Aquisgrán: Luis XIV devolvía el Franco Condado, pero se anexionaba una decena de ciudades flamencas.

Pero cuatro años más tarde, se lanzó a una nueva guerra de la que salió victorioso, obligando a los coligados a la Paz de Nimega en 1678 y a cederle el Franco Condado, Valenciennes, Cambray y Maubeuge, reduciendo progresivamente a la nada la antigua herencia borgoñona de España.

Con la esperanza de recobrar sus posesiones, Carlos II participó en 1686 en la constitución de la Liga de Augsburgo que reagrupaba entonces al emperador de Austria, Suecia, a la cual vinieron en seguida a unirse Inglaterra, Holanda y Saboya, resueltas a romper las ambiciones de Luis XIV.

La guerra duró diez años y agotó a los adversarios; sin embargo, la paz de Ryswick de 1697 fue un éxito para la Liga, que obligó al rey de Francia a restituir todos los territorios ocupados por él después del tratado de Nimega; España, que no había tenido prácticamente ningún papel en estos combates, recuperó Luxemburgo y Cataluña, ocupada por  el  ejército  francés  después  de   1689.

Apenas había sido firmado el tratado de Ryswick cuando una nueva cuestión iba a inquietar a Europa: ¿quién sucedería a Carlos II? Este no tenía hijos y su mala salud dejaba presagiar una próxima muerte.

Los soberanos pretendían con los mismos títulos, la sucesión: el emperador de Austria Leopoldo I y el rey de Francia Luis XIV, los dos nietos del rey Felipe III por su madre, y cuñados de Carlos II.

Cada uno, consciente de la imposibilidad de solicitar la corona española para sí mismo, tenía su candidato: Luis XIV su nieto, Felipe de Anjou; y Leopoldo su segundo hijo, Carlos. Luis XIV soñaba con un reparto, las posesiones italianas volverían a Francia y España a los Habsburgo.

Pero Carlos II se opuso a tal desmembramiento, nombrando en su testamento al duque de Anjou su único heredero.

La fracción francesa de la corte, dirigida por el cardenal Portocarrero, le había separado del partido habsburgués de la reina madre. Un mes más tarde, en noviembre de 1700, Carlos II se extinguía. Luis XIV aceptó su testamento y el duque de Anjou vino a ser rey de España bajo el nombre de Felipe V.

Todos los soberanos le reconocieron, salvo Leopoldo I. Luis XIV se había mostrado hasta entonces conciliador y hábil; Europa había aceptado esta elección a condición de que España quedara independiente. Entonces, el rey de Francia debía demostrar muy pronto las ventajas que esperaba obtener de esta sucesión y reducir a España al papel de satélite.

Esto no podía aceptarlo ningún país en nombre del equilibrio político europeo. Por no haberlo comprendido, Luis XIV y Felipe V arrastrarían a su país a una larga y extenuadora guerra.

ESPAÑA A LA MUERTE DE CARLOS II
En el alba del siglo XVIII, la situación económica era horrorosa: la agricultura no suministraba lo necesario para alimentar a la población y las importaciones de trigo se llevaban hacia el exterior una gran parte de las reservas de oro, con todo, siempre insuficientes y España conoció terribles escaseces.

La industria y el comercio vegetaban totalmente a consecuencia de la inflación, que impedía toda competición en el mercado internacional.

En Madrid, el comercio y la industria estaban en manos de franceses que se decían «flamencos» o «borgoñones» para escapar a las tasas que gravaban a los extranjeros.

La corrupción hacía más estragos que nunca;  parados, soldados licenciados, forman una plebe ociosa en las ciudades, mendigando o dedicándose al bandidaje.

Según una obra contemporánea de Alonso Núñez de Castro, las rentas anuales de la Corona subían a quince millones de ducados; la mitad estaba comprometida de antemano como garantía de las deudas.

Los Estados suministraban dos millones de ducados. La renta de las colonias (un tercio de los metales preciosos extraídos): 1.500.000. Las rentas de las iglesias sólo en Castilla se elevaban entonces a doce millones de ducados.

Clases parásitas, emigración hacia América y despoblación, burocracia corrompida, fatuidad y pereza de los «hidalgos» fueron los factores principales de una decadencia que, en el siglo siguiente, se iba a intentar contener, no sin éxito.

Fuente Consultada:
Enciclopedia de Historia Universal HISTORAMA Tomo VI La Gran Aventura del Hombre


La Historia del Mundo en Imágenes


Entradas Relacionadas Al Tema

Subir

Usamos cookies para darte una mejor experiencia de navegación. Si continuas navegando, aceptas el uso de las cookies Más información...