Origen e Historia del Caucho:Arbol Hevea,Extraccion y Produccion

Origen e Historia del Caucho:Arbol Hevea,Extraccion y Produccion

El árbol prodigioso que produce el “oro blanco” sería aún desconocido sin la perseverancia de Carlos María de La Condamine (1701-1774), quien se aventuró en peligrosas regiones plagadas  de fieras para descubrir plantaciones legendarias.

Los mayas, pobladores indígenas de América Central, conocían desde mucho antes las fascinantes propiedades de la goma natural.

PRIMERAS EXPERIENCIAS:

Diecisiete siglos antes de nuestra era, los egipcios extraían de las acacias, que crecían en las orillas del Nilo, un líquido corte de un arbol para sacar caucho naturalviscoso de propiedades medicamentosas.

Era la goma, llamada más adelante arábiga y empleada todavía hoy en algunos productos como pastillas y jarabes contra la tos.

No conocían ninguna otra propiedad de ese producto.

Mucho más tarde, después del descubrimiento de América, los españoles conocieron en el Brasil esa sustancia que servía para hacer pelotas de juego.

Los indios hacían incisiones en el tronco grisáceo, alto y liso de ciertos árboles llamados Hevea que de ellos manaba una sustancia elástica (látex).

La recogían con cuidado y la arrollaban con precaución hasta darle forma de pelota.

Intrigados los conquistadores les preguntaron qué hacían.

La contestación fue una demostración práctica: se pusieron a jugar con esas pelotas que rebotaban sobre el suelo.

Empleaban asimismo esa sustancia para otros usos: conocían su impermeabilidad y su inflamabilidad, y untaban con ella sus ropas para protegerse de la lluvia, o hacían proyectiles que arrojaban encendidos sobre los toldos enemigos.

Los árboles productores de goma abundan en todo el bosque tropical-sudamericano (la Amazonia), pero, en aquella época, la falta de conocimientos técnicos adecuados impidió que su explotación prosperara.

Ese producto era considerado, simplemente, como una sustancia curiosa, al igual que otras halladas en el Nuevo Continente.

LA PERSEVERANCIA DE UN EXPLORADOR FRANCÉS:

Mucho más tarde un explorador francés, Carlos María de La Condamine, tuvo por casualidad en sus manos una muestra de látex en estado natural.

Lo analizó y comprendió los excepcionales servicios que ese producto podría prestar.

En el año 1735, de La Condamine salió de Francia, llegó al Perú y se internó en regiones casi inaccesibles con la esperanza de encontrar el árbol maravilloso del látex.

Pero recorrió inútilmente la cuenca del Amazonas; en vano desafió los peligros, las serpientes, las fieras, los salvajes: contra su voluntad tuvo que regresar a Francia.

Pero no abandonó jamás sus proyectos.

Preparó una segunda expedición y en la estación favorable se embarcó para la Guayana Francesa.

En cuanto llegó tuvo noticias del árbol codiciado.

Se las proporcionaron unos indios que huían de las autoridades portuguesas.

Ellos le hicieron unos dibujos del árbol y de sus hojas,y de La Condamine encargó a sus hombres la misión de buscarlo.

Pocos meses después supo que estos árboles crecían, en abundancia, en muchas regiones tropicales americanas.

Desde ese momento, la Hevea (planta productora del caucho) despertó gran interés en Europa. Los diarios de esa época afirman que la onza de látex se vendió a una guinea, suma muy considerable en aquel tiempo.

La primera utilización práctica del jugo lechoso de la Hevea fue un traje de caucho, que lució el rey de Portugal en 1759.

 EL CAUCHO CONQUISTA AL MUNDO CIVILIZADO:

En 1770, gracias al inglés Nairne, el caucho entró en el campo industrial. Nairne tuvo la idea de mezclar al látex ciertas sustancias granulosas que se empleaban para limpiar metales: la piedra pómez y el esmeril.

Con el producto obtenido de esa mezcla modelé un pequeño prisma que frotó sobre un papel manchado: las manchas desaparecieron inmediatamente. Las primeras gomas de borrar se vendieron al precio fabuloso de cinco chelines.

En la misma época otro sabio inglés Priestley, experimentó con el látex buscando aplicaciones industriales más importantes.

En 1785, el físico Alejandro Charles diluyó goma en trementina y con esa solución untó el tafetán que sería la envoltura de su aeróstato.

En 1793, el inglés Samuel Peal patentó un procedimiento para la impermeabilización de tejidos tratados con una solución de goma en trementina.

El norteamericano Goodyear descubrió mucho más tarde el secreto de la vulcanización. Sus trabajos fueron lentos y tenaces.

A pesar de las dificultades, que parecían invencibles, conservaba su inquebrantable confianza.

Se proponía perfeccionar la pasta de látex volviéndola menos pegajosa y más elástica y resistente.

► Otra Vez Serendipia

La casualidad desempeñó un papel decisivo.

Estaba Goodyear completamente arruinado y se creía en un callejón sin salida.

Un día dejó caer sobre un hornillo —uno de los pocos instrumentos de su laboratorio— un pedazo de caucho mezclado con azufre.

Según la leyenda, parece que se trataba de una bolsa de caucho destinada al transporte de correspondencia, que la administración del Correo le había encargado y luego devuelto por inservible (ya que por efectos del calor se tomaba pegajosa).

Esa bolsa se incendió y Goodyear la tiró por la ventana.

Al día siguiente la encontró metamorfoseada en el caucho que hoy usamos.

La verdad es otra. La mezcla de látex y azufre se transformó durante la noche por la acción del calor del hornillo.

Al día siguiente Goodyear pudo comprobar que la goma, por efecto del azufre, había adquirido una resistencia inesperada y perdido su rigidez.

Se sabe que la vulcanización (tratamiento del látex por el azufre) confiere al caucho una elasticidad uniforme, sea cual fuere la temperatura ambiente.

En efecto, el caucho virgen se vuelve fácilmente pastoso con el calor; es además pegajoso, y muy sensible a diversos agentes químicos.

El caucho vulcanizado no adolece de estos defectos.

La técnica de la vulcanización ha progresado mucho, y hoy se obtienen en pocos minutos y a bajas temperaturas los más variados tipos de caucho.

Pero en lo esencial consiste aún —como hace cien años— en asociar íntimamente el azufre a la goma virgen.

El producto obtenido es tanto más duro cuanto más azufre contiene, hasta llegar a la ebonita, hermoso material negro brillante.

En la actualidad, mucha gente se ocupa en recoger la preciosa savia de la Hevea.

Solamente en Asia se dedican a ello más de dos millones y medio de obreros.

También en América hay grandes plantaciones.

RECOLECCIÓN DEL LATEX:

Periódicamente se practica una incisión con un hacha en los troncos de los árboles, desde el suelo hasta la altura de un hombre, más o menos 1,80 m.

Al mismo tiempo se encienden unos fuegos, que se tapan con chimeneas de palastros (chapas de hierro) de forma cónica, a fin de producir humo.

Los braceros mojan en el látex, recogido en unos recipientes de vidrio o de arcilla fina, unas varas pasadas previamente por arena.

Al exponer esas varas al humo, el látex se seca formando una capa.

Inmediatamente se procede a una nueva inmersión y a un nuevo secado. Y así sucesivamente hasta que las capas de látex formen una gruesa pelota en la extremidad de la vara.

Con un certero golpe de hacha, la pelota se parte en dos y la vara queda disponible para empezar de nuevo.

Corte de un arbol para extraer su jugo

Muestra de corte de un árbol para extraer su jugo

DESDE LAS SELVAS VÍRGENES HASTA LA ESPUMA DE GOMA:

El látex se despacha después a las fábricas donde se lo arroja en grandes cubas de madera y se tamiza para quitarle los cuerpos extraños.

Luego, con el agregado de ácido acético se inicia la coagulación.

Ahora es una masa blanca homogénea que, después de reposar veinticuatro horas, se lavará abundantemente antes de pasar por ciertas máquinas que la reducirán a hojas de algunos centímetros de espesor.

Cuando el caucho necesita coloración, antes de la coagulación se le mezclan sustancias minerales u orgánicas del tono que se desee.

La elaboración de los objetos de caucho aumenta día a día: artículos de laboratorio, juguetes, neumáticos para autos y bicicletas, correas de transmisión, cintas elásticas, vestimentas, etc.

La espuma de goma es la más reciente transformación del caucho.

El látex se reduce a ese estado de espuma sólida conservando toda su flexibilidad y su poco peso. Con ella se hacen colchones, almohadones, alfombras, etc.

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El caucho sintético A pesar de las bondades de todo los descubrimientos en torno al caucho natural, por si solo, nunca habría logrado la importancia que tiene en nuestros tiempos. Cuando la industria química tomó cartas en el asunto y logró producir un caucho sintético, el panorama mundial empezó a cambiar.

La goma obtenida en retortas hace muchísimo tiempo que ha superado en importancia a su competidor sangrado del tronco de los árboles. De los 16 millones redondos de toneladas de goma que se consumen anualmente en todo el mundo, sólo 30 por ciento proceden de la naturaleza, mientras que el voluminoso resto lo suministra la industria química.

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EXPLOTACIÓN DEL CAUCHO EN UNA DE LAS PLANTA DE MICHELIN DE BRASIL

• ALGO MAS SOBRE EL TEMA...

LA GUTAPERCHA:

Hasta mediados del siglo XIX extensos bosques de altos árboles corona dos de hojas grandes de color verde vivo y dispuestas simulando las palmas, cubrían muchos lugares de la Península de Malaca.

Hoy quedan muy pocos de estos árboles y se teme que se lleguen a extinguir.

Se trata del árbol de la gutapercha, nombre que, según los indígenas, significa árbol de la goma. Del mismo se extrae un látex que los nativos emplean para fabricar mangos o empuñaduras de machetes, cuchillos, bastones y suelas de calzado.

Este látex es semejante al que se obtiene del caucho, pero tiene propiedades algo distintas y se prepara de diferente manera.

Se deja en reposo hasta que alcance la superficie una sustancia cremosa y pegajosa; entonces se recoge dicha sustancia y se hacen con ella láminas o tortas que se pasan a grandes máquinas para moldearlas groseramente.

Se exporta en forma de bloques de color gris rojizo, de dos a cuatro kgs. de peso. En las fábricas de los países importadores se ablanda con agua caliente y se moldea según el tamaño y forma deseados.

Lo mismo que el caucho, la gutapercha no es afectada por el agua y se puede vulcanizar con azufre, pero carece de la elasticidad característica del caucho.

Caliente se puede convertir en hilos muy finos, que suelen emplearse para cubrir alambres eléctricos, o se pueden hacer con ella pelotas, mangos de bastón, tubos, chanclos, etc.

La gutapercha es especialmente útil como aislador eléctrico y con este objeto se ha utilizado mucho en la construcción de cables subacuáticos.

Al descubrirse el valor de la gutapercha los nativos se dedicaron a su extracción cortando los árboles.

Posteriormente, este procedimiento se sustituyó por el sangrado de los árboles en pie, pero ya para entonces la mayor parte de los bosques habían sido destruidos.

Por esta razón la gutapercha se ha hecho costosa y va siendo sustituida por otros materiales similares.

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CRONOLOGÍA DE LA HISTORIA DEL CAUCHO:

1493. Cristóbal Colón, en su segundo viaje por América, presenció un juego de los indígenas hecho con extrañas pelotas que tenían la "sorprendente" propiedad de rebotar muchas veces en el suelo.

Eran de hule (del azteca Ulli u Ollin), provisto por el Castillo  elástica y por el Manihot dicptona, árboles del hule mexicanos.

1521. Los exploradores españoles, durante la ocupación de México, descubrieron que los indígenas utilizaban la misma sustancia elástica en numerosas actividades de su vida primitiva. Llegaron a Europa otras noticias fragmentarias.

Se descubrió, por ejemplo, que los indígenas pegaban sobre su cuerpo decorativas plumas de color, con una especie de leche blancuzca extraída de una planta (el látex de la hevea).

Otro uso que se le daba consistía en colar el látex sobre los pies de modo que, al secarse, formara una especie de rústico y primitivo calzado.

1601. El español Antonio Tordesillas usó por primera vez, en un libro del que era autor, la palabra "goma" (en el sentido de secreción vegetal) para indicar el látex resinoso.

1735. El francés Carlos de La Condamine penetró en el territorio de Amazonia para hallar la planta de la goma, que ningún europeo había podido ver.

Esta planta era llamada por los indígenas "hevé" y también "cao chu", que quiere decir "árbol de la lágrima", término del que ha derivado el nombre "caucho" dado a esa goma.

Después de un viaje lleno de peripecias, a través de zonas aún inexploradas, La Condamine encontró finalmente la hevea, y envió a su gobierno una descripción detallada de la planta, junto con algunos objetos fabricados por él mismo con el látex extraído mediante incisiones en la corteza del árbol.

La misteriosa sustancia fue atentamente analizada y estudiada.

1763. Algunos químicos franceses lograron disolver el caucho sumergiéndolo en aceite de trementina y en éter.

1793. El inglés Peal obtuvo la patente para la impermeabilización de los tejidos, tratándolos con una solución de caucho en trementina. Puede decirse que con esto se inició el empleo comercial del caucho.

1823. El escocés Mac Intosh inventó el impermeable, y fundó la primera fábrica de objetos de caucho (en los países anglosajones, los impermeables se llaman aún hoy "macintosh").

La gran demanda por parte de los mercados europeos indujo a los brasileños a aumentar la producción de caucho, que se elabora en el Estado de Para y de allí es exportado.

El nombre de "para", que todavía se le da a una calidad de caucho, deriva de ese Estado brasileño. Los primeros objetos de caucho confeccionados en Europa revelaban, sin embargo, algunos graves defectos.

En primer término, se gastaban rápidamente. Además, en la estación calurosa se ablandaban, mientras que con el frío se endurecían, perdiendo buena parte de su elasticidad.

1839. Por casualidad, el norteamericano Carlos Goodyear realizó un importante descubrimiento: la vulcanización, que consiste en calentar el caucho y mezclarlo con azufre.

Este tratamiento lo vuelve más elástico, no pegajoso e inalterable a la temperatura. Después de este descubrimiento, la demanda del caucho fue cada Vez mayor y sus aplicaciones siempre más numerosas.

Su precio aumentó considerablemente.

Numerosos comerciantes se internaban en las selvas brasileñas, las únicas donde crecía el árbol del caucho, y allí obligaban a los indígenas a Recoger el precioso látex.

Luego establecieron que cada indígena debía recoger una determinada cantidad de materia prima; el que traía menos era azotado ,y hasta se le dejaba morir de hambre.

Con este bárbaro sistema, la producción anual subió de 40 a 350 toneladas.

Entretanto, se difundía en Europa y en América el uso del caucho; éste se utilizaba ya para la fabricación de las cubiertas de las ruedas, por lo que resultó más solicitado y mejor pagado.

Puede decirse que nació entonces una "fiebre del caucho", como la hubo del oro.

Por la posesión de zonas forestales ricas en hevea, estalló un conflicto armado entre Brasil y Bolivia, que duró 30 años.

1885. Se descubrió en África, en la zona recorrida por el río Congo, una planta que produce un látex de caucho: el "ficus elástica". En pocos años, la producción alcanzó las 4.000 toneladas anuales.

1907. Se difundió entre los comerciantes brasileños y africanos una noticia alarmante: habían sido ofrecidas en el mercado 6.000 toneladas de caucho producido en plantaciones de la Malasia Inglesa. ¿Qué había pasado?.

Con gran sigilo, desde hacía algunos decenios, el gobierno inglés había estado estudiando la posibilidad de crear plantaciones de hevea.

Si esta planta crecía espontáneamente en las regiones tropicales americanas, era posible trasplantarla y hacerla crecer en algunos territorios coloniales ingleses con igual clima.

En 1876, un joven industrial inglés, residente en Brasil, Enrique Wickham, había logrado eludir la rigurosa vigilancia de la aduana brasileña y sacar de Brasil 70.000 semillas de hevea.

El precioso material, llegado a Inglaterra, fue objeto de extraordinarios cuidados por parte de los botánicos, que sembraron las pequeñas semillas en invernaderos. Solamente unas 3.000 semillas germinaron, pero fueron suficientes.

Las plantitas fueron enviadas a la isla de Ceilán, pero allí crecieron muy pocas. Se decidió, entonces, trasplantarlas a la Malasia, y el resultado fue óptimo.

Alentados, los cultivadores ingleses sustituyeron las plantaciones de café por las del árbol del caucho. Así fue como la Malasia se convirtió en la segunda patria de la hevea.

A las plantaciones inglesas pronto siguieron las holandesas en Indonesia, las estadounidenses en Liberia (África) y en Brasil, y las francesas en Indochina.

Por otra parte, los estudios y cuidados particulares que tuvieron lugar en las plantaciones, ya sea sobre el cultivo de la planta, como sobre la forma más rendidora de extraer el látex, hicieron que la producción del caucho de plantación fuera mejor y más abundante que la natural.

Fuente Consultada:
Lo Se Todo Tomo I
Enciclopedia BARSA Tomo 8
Enciclopedia Estudiantil Tomo III CODEX El Caucho

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