Ser Coherente en la Vida:La Coherencia Como Valor o Virtud Humana

Ser Coherente en la Vida:La Coherencia Como Valor o Virtud Humana

► Coherencia: 

Una persona debe llevar una conducta correcta en todo momento, basada en los principios familiares, sociales y religiosos aprendidos en el transcurso de su vida.

Si vivimos bajo este valor, somos capaces de cumplir con mayor eficacia nuestras responsabilidades, ya que somos honestos y responsables; en nuestras relaciones personales es indispensable ser sinceros, confiables y ejercer un liderazgo positivo.

A su vez, este valor es un medio para fortalecer nuestro carácter y desarrollar la prudencia con un comportamiento auténtico.

En primer lugar, el problema de vivir este valor es que somos muy susceptibles a la influencia de las personas y lugares a los que asistimos; por temor callamos, evitamos contradecir la opinión equivocada, o hacemos lo posible por comportarnos según el ambiente para no quedar mal ante nadie.

No es posible formar nuestro criterio y carácter, si no somos capaces de defender los principios que rigen nuestra vida.

Lo mejor es mantenerse firme, aún a costa del cargo, opinión o amistad que aparentemente está en juego.

Observemos esto en un pequeño relato: una madre con varios hijos a los que adora y estando felizmente casada, se encontraba en la reunión de los miércoles con sus amigas, cada sorbo de café se acompañaba de comentarios a favor de la familia pequeña (matrimonio, con un hijo o sin él).

valor humano

Nunca en su vida se había visto tan incómoda y avergonzada...

¿Por qué callar?.

¿Por qué no defender sus convicciones y lo que representa la razón de su vida?

No se trata aquí de discutir sobre el motivo del diálogo, sino de la actitud, de la pasividad con que enfrentamos los temas álgidos, los importantes y los superfluos.

¿De cuántas cosas nos avergonzamos sabiendo que son correctas?

Situaciones similares se atraviesan en el clima universitario, cuando callamos ante nuestros compañeros y sus aventuras riesgosas; al disimular ante los negocios poco transparentes; ante las infidelidades de nuestras amistades o su pareja... ello señala que debemos ser mas cuidadosos y valientes para superar el temor a ser señalados como extraños, anticuados o retrógradas, porque un carácter débil inspira poco respeto y jamás lograremos demostrar la importancia de vivir de acuerdo a ciertos principios y valores.

Podemos suponer que actuando en base a nuestras propias convicciones basta para ser coherentes, sin embargo, la coherencia exige esa firmeza y postura, pero se necesita un criterio bien formado para no caer en la obstinación.

Algunas veces exigimos coherencia en los demás, sin tener en cuenta si este valor existe en nuestra conducta: requerimos colaboración de nuestros compañeros de trabajo, que nos procuren atenciones en casa, así como la lealtad y ayuda de los amigos.

Pero esto debe llevarnos a reflexionar si trabajamos con intensidad y en equipo, si correspondemos con creces a los cuidados que recibimos en casa, si somos leales y verdaderos amigos de nuestros amigos.

Ahora bien, debemos ser conscientes de que la coherencia hasta cierto punto es flexible.

Por una parte es aprender a callar y ceder en las cosas sin importancia; pero en circunstancias en las que el prestigio y la seguridad de las personas, la unidad familiar o la estabilidad social están en juego, se tiene la obligación de enfrentar la situación para evitar un daño a los derechos de los demás.

Este es el motivo por el cual, el ejercicio de la prudencia es determinante, para saber actuar acertadamente en cualquier circunstancia.

Ahora bien, ¿Qué necesitamos para ser coherentes?... ¿voluntad o conocimiento de los valores? .

En realidad necesitamos de ambos: por una parte, la voluntad para poder superar nuestro temor a ser “diferentes”, deseando mejorar día a día y ayudar a los demás a formar los valores en su vida.

Por otra parte, a través del conocimiento, hacemos más firmes nuestros principios, descubriendo su verdadero sentido y finalidad, lo que necesariamente nos lleva a ejercitarnos en los valores y vivirlos de manera natural.

Para la práctica y vivencia de este valor puedes considerar:

- Examina si tus actitudes y palabras no cambian radicalmente según el lugar y las personas con quien estés. Que en todo lugar se tenga la misma imagen y opinión sobre tus actos y persona.

- Piensa en la coherencia que exiges de los demás y si tu actúas y correspondes, al menos, en la misma proporción

- Evita hacer trampa o cumplir con tus obligaciones a medias. Aunque sea lo más fácil y nadie se percate de ello por el momento.

- Procura no ser necio. Considera que algunas veces puedes estar equivocado, escucha, reflexiona, infórmate y corrige si es necesario.

- Evita discusiones y enfrentamientos por cosas sin importancia. Si hay algo que defender o aclarar, no pierdas la cordura. Serenidad, cortesía y comprensión

Si nuestro comportamiento se rige a través de la coherencia, vivimos con mayor tranquilidad y nuestras decisiones son más firmes, nuestro carácter adquiere integridad.

Por este motivo, la unidad de vida aumenta nuestro prestigio personal, profesional y moral, lo cual garantiza incondicionalmente la estima, el respeto y la confianza de los demás.

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