El Decameron de Bocaccio:Retrato de la Época de Peste y Miseria

El Decameron de Bocaccio:Retrato de la Época de Peste y Miseria

En el año 1330, la peste bubónica (también llamada Peste Negra, transmitido por la pulga) se expandió desde Asia por el norte de África, Europa y Oriente Medio.

Estaba causada por una bacteria conocida con el nombre de Yersina pestis.

Este microbio normalmente infecta a las ratas y pasa de las ratas a otros animales a través de las pulgas, que también pican a los humanos.

Es posible que las malas cosechas de China dieran pie al brote epidémico.

Las ratas abandonaron los campos para buscar comida en los lugares que habitaban los humanos y con ellas vinieron las pulgas.

Las pulgas picaron al huésped humano, que caía enfermo y contagiaba la enfermedad al toser y expulsar esputo infectado.

Cuando la peste bubónica llegaba, la víctima sufría un aumento de temperatura.

El ritmo cardíaco se aceleraba y empezaban los dolores de cabeza y musculares.

Entonces, los nódulos linfáticos se inflamaban.

Lo siguiente eran las hemorragias subcutáneas, que eran las que mostraban esos puntos negros por los que se le puso el terrible nombre de la Peste Negra.

La víctima acababa desarrollado una neumonía.

Durante un periodo de veinte años, desde 1330 hasta 1350, la peste bubónica mató a un tercio de la población europea.

Biografia de Boccaccio Giovanni Escritor Humanista – BIOGRAFÍAS e HISTORIA UNIVERSAL,ARGENTINA y de la CIENCIA

LA PESTE NEGRA:

Los europeos del siglo catorce contemplaban el mundo con nuevos ojos y consideraban las tierras lejanas deseables, dignas de conocer y acaso de adquirir.

Con todo, antes de que los europeos salieran realmente y comenzaran a conquistar ese mundo, debían tener en casa suficiente bienestar personal para construir un mercado descentralizado de artículos de lujo foráneos.

Pero, cosa extraña, fue necesaria una enfermedad terrible y la muerte en gran escala para que dicho mercado encontrara una base firme.

La peste negra, devastadora epidemia de peste bubónica y sus variedades, se originó probablemente en las estribaciones de la cordillera asiática del Himalaya, pero en el siglo catorce algo, tal vez el crecimiento del mercado, provocó su diseminación.

Los agentes portadores eran las pulgas de las ratas.

A donde la gente viaja, y en especial si lleva comida allá van las ratas y sus parásitos.

Al morir una rata, sus pulgas pasaban a otra.

Y si no había otra rata a mano, las pulgas ensayaban un huésped menos apetecible.

Cuando los huéspedes eran seres humanos, enfermaban terriblemente y morían con rapidez en su mayoría.

Las manchas negruzcas que aparecían bajo la piel eran llamadas bubones, y por eso la enfermedad fue denominada peste bubónica. Una epidemia de neumonía, variedad todavía más peligrosa de la enfermedad, se propagaba de una persona a otra a través del aire.

La plaga mató a miles de chinos en 1333, y se extendió hacia el occidente.

Hacia 1347 llegó a Constantinopla y desde allí llegó a Europa.

La muerte negra fue una de las calamidades naturales más  terroríficas de toda la Edad Media.

Se ha calculado que del 25 al 50 por ciento de la población murió conforme la plaga se extendía por toda Europa, entre los años 1347 y 1351.

Esta descripción contemporánea de la gran plaga está tomada del prefacio a la obra El Decamerón, del autor italiano del siglo XIV, Giovanni Boccaccio.

Boccaccio Escribe El Decameron Retrato de la Época Peste Negra

Giovanni Boccaccio, El Decamerón

En el año de nuestro Señor de 1348, la plaga mortífera irrumpió en la gran ciudad de Florencia, la más bella de las ciudades italianas.

Ya sea por la intervención de los cuerpos celestes o debido a nuestras propias iniquidades, que la justa ira de Dios buscó enmendar, la plaga surgió en el este algunos años antes, provocando la muerte de incontables seres humanos.

Se difundió sin freno de un lugar a otro, hasta que —desafortunadamente— se precipitó sobre el oeste.

Ningún conocimiento, ni previsión humana alguna fueron de provecho en contra de ella, a pesar de que se escogieron funcionarios en activo para que limpiaran la ciudad de mucha suciedad, y de que a los enfermos se les prohibió la entrada, al tiempo que se difundían consejos para la preservación de la salud.

Tampoco sirvieron las humildes súplicas.

No una, sino muchas veces, se ordenaron en forma de procesiones y de otros modos, con el fin de que los creyentes apaciguaran a Dios; pero, a pesar de todo, cerca de la primavera de ese año la plaga comenzó a mostrar sus estragos...

No se manifestó como en el este, donde, si un hombre sangraba por la nariz, era un aviso seguro de su inevitable muerte.

En el comienzo de la enfermedad los hombres y las mujeres se veían afligidos por una especie de hinchazón en la ingle o debajo de las axilas que, a veces, alcanzaba el tamaño de una manzana o un huevo.

Algunas de estas inflamaciones eran más grandes, otras más pequeñas, y se les llamaba comúnmente forúnculos.

Desde esos dos puntos de partida, los forúnculos comenzaban poco a poco a esparcirse y aparecer, en general, por todo el cuerpo.

Después, la manifestación de la enfermedad cambiaba a puntos negros o lívidos en los brazos, los muslos y en toda la persona.

Muchas de estas manchas eran grandes y estaban separadas, otras eran pequeñas y se apiñaban.

Al igual que los forúnculos —que eran y seguían siendo una segura indicación de la muerte próxima— estas manchas tenían el mismo significado para cualquier persona en que hubieran aparecido.

Ni el consejo de los médicos, ni la virtud de medicina ninguna parecían ayudar o beneficiar a la curación de esas enfermedades.

De hecho,... no sólo muy pocos se recuperaban, sino casi todos morían a los tres días de la aparición de los signos; algunos más pronto, otros más tarde...

La virulencia de la plaga fue máxima, ya que los enfermos la transmitían a los sanos mediante el contacto, de manera no distinta a como se propaga el fuego cuando se le acercan cosas secas o grasosas.

Pero el mal era todavía peor.

No sólo la conversación y la familiaridad con los enfermos extendía la enfermedad e, incluso, causaba la muerte, sino que, al parecer, el simple contacto con la ropa o con cualquier objeto que el enfermo hubiera tocado o usado transmitía la pestilencia...

Más lastimosas eran las circunstancias de la gente común y, en gran parte, de la clase media, ya que estaba confinada a sus casas con la esperanza de estar seguros, u obligados por la pobreza; y restringidos a sus propias secciones, diariamente caían enfermos por miles.

Allí, privados de ayuda o de cuidados, morían sin salvación.

Muchos exhalaron su último suspiro en las calles, de día o de noche; gran cantidad murió en sus casas, y era sólo por el hedor de sus cuerpos putrefactos como anunciaban su muerte a sus vecinos. Por todas partes la ciudad estaba llena de cadáveres...

Se llevaba tal cantidad de cuerpos a las iglesias cada día, que el suelo consagrado no resultaba suficiente para albergarlos, en particular, de acuerdo con la antigua costumbre de dar a cada cuerpo su lugar individual.

Se cavaron grandes zanjas en los atestados atrios, y los cadáveres recién llegados se apilaban adentro, capa sobre capa, como la mercancía en la bodega de una nave.

Se cubrían con un poco de tierra los cuerpos de cada estrato, y se procedía así hasta que la zanja se llenara hasta arriba.

LA RATA: TIPOS Y ANTECEDENTES HISTÓRICOS

la rata

Se supone que la rata negra procede de los desiertos de Arabia, en donde llevaba una vida libre.

Parece que se asoció al hombre, aproximadamente, en el siglo VII, y que su difusión principal por Europa se debió a los Cruzados, aunque, por otra parte, hay pruebas de que la conocían los griegos y romanos; porque se han conservado representaciones artísticas de ella.

La rata gris, originaria de Asia Central, invade Europa, y poco después América, en el siglo XVIII, a través de la flota rusa que visitaba los puertos escandinavos; también hay testimonios del cruce directo del Volga, a nado, de grandes conjuntos de ratas, probablemente en busca de alimento.

Sin embargo, existe controversia en este punto, puesto que las mismas emigraciones masivas las refleja; Aelian en su trabajo "De Natura Animalium", escrito en el siglo II.

Sea cual fuere la época de llegada de la rata gris a Europa, es incuestionable que su difusión sólo pudo llegar a ser importante cuando encontró un ambiente adecuado, es decir, con la existencia de la gran urbe provista de un alcantarillado complejo, y propicio para la proliferación de estos roedores; tal situación se dio, aproximadamente, a partir del siglo XVIII.

El ratón es conocido desde los tiempos históricos más remotos, pues aparece en el arte y la literatura de los griegos y de los romanos, e incluso puede que su nombre latino (Mus) sea una derivación del vocablo sánscrito musha. Se asigna su procedencia al Asia Central.

tipos de ratas

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