Biografia de Sebastian Elcano,Marino Que Circunnavegó la Tierra

Biografia de Sebastian Elcano- Historia Primera Vuelta al Mundo

Elcano Sebatián Juan (1476-1526): Navegante español, nacido en Guetaria. Como maestre de la nave Concepción tomó parte en la expedición de cinco navíos que al mando de Magallanes partió de Sevilla el 20 de Septiembre de 1519 para buscar el estrecho que permitiera ir a la India por Occidente, empeño que le valió a Elcano ser el primero en dar la vuelta a la Tierra.

Después de haber corrido grandes peligros, llegaron a las costas de la Patagonia, y en el puerto de San Julián refugiaron sus naves en busca de descanso.

Pero el ocio, la atracción de la aventura y el deseo de encontrar el camino buscado sublevaron a la tripulación para quitar el mando a Magallanes, quien logró dominarla y encadenar a los principales promotores, entre los que se encontraba Elcano.

Biografia de Sebastian Elcano

Sofocada la rebelión, continuó la travesía y penetraron en el Océano Pacífico después de cruzar el estrecho, conocido luego con el nombre de Magallanes, a costa de la pérdida de todas las embarcaciones, excepto la Trinidad y la Victoria, con las que descubrieron las Marianas y otras islas, y llegaron a las Filipinas, donde murió Magallanes en un combate con los indígenas.

Posteriormente, estas dos naves llegaron a Borneo, las Molucas y las islas de Tidore y Ternate, donde establecieron pactos con ios reyezuelos indígenas y cargaron las naves con especias.

Al emprender el viaje de regreso, como sólo la Victoria estaba en condiciones de navegar, Elcano, al mando de la nave, salió en ella por la ruta del Cabo de Buena Esperanza, frente al que estuvo nueve semanas a merced de las olas, hasta que lo dobló el 19 de mayo de 1522.

Los extenuados marinos llegaron a Cabo Verde, y los portugueses, que hasta entonces lo habían perseguido sañudamente para impedirles la llegada a España a fin de que esta nación no se aprovechara de los beneficios, les fingieron cordial acogida, pero Elcano, no engañado por ello, huyó durante una noche borrascosa con una nave que hacía agua por todas partes y con la tripulación diezmada por el hambre, las enfermedades y la muerte.

Nadie se explica cómo en estas condiciones pudo atracar la Victoria en el puerto de Sanlúcar de Barrameda, con sólo 18 tripulantes, a los tres años de haber salido de él (septiembre 6 de 1522).

Algún tiempo después, el gobierno español organizó otra expedición para consolidar el predominio de España sobre las islas de Tidore y Ternate y continuar el tráfico de especias, y Elcano tomó parte en ella aportando algunas naves que armó y equipó por su cuenta.

Desde las Canarias tomaron rumbo al estrecho de Magallanes, y buscándolo, descubrieron el :abo de Hornos, que aquellos marinos consideraban como el "acabamiento de la Tierra".

Pasaron finalmente el estrecho y murió el jefe de la expedición, siendo sustituido por Elcano, que unos días después también falleció.

Sus contemporáneos recompensaron parcamente tan grandes servicios. Se le señaló una pensión, que al parecer nunca cobró, y Carlos V le dio por divisa un globo terrestre con el lema: Primus circundedisti me (Tú fuiste el primero que me rodeaste).

Recibimiento que se hizo a del Cano en la Corte.
Mercedes que se le concedieron

Juan Sebastián Elcano, también escrito Juan Sebastián del Cano o Juan Sebastián de El Cano (Guetaria, Guipúzcoa, España, 1476 – Océano Pacífico, 4 de agosto de 1526), fue un marino español que participó en la primera vuelta al mundo, quedando al frente de la expedición tras la muerte de Fernando de Magallanes.

"Desde San Lúcar tenía escrito Elcano al Emperador participándole su llegada. El Monarca desde Valladolid, donde residía la Corte, le contestó a Sevilla, mandándole que fuese a darle cuenta de su viage, acompañado de dos de sus camaradas los que a él le pareciesen mas cuerdos y de mejor explicación.

Estaban en situación tan desastrada, que el mismo Emperador tuvo que dar orden a los oficiales de la Casa de Contratación, para que a todos tres los vistieran y auxiliaran.

Llegado Juan Sebastian a Valladolid, se presentó al Emperador con algunos indios que habían quedado vivos; con los regalos de los reyes de Molucas, y con las muestras de la especería.

El Monarca lo recibió muy bien, congratulándole con donaire por ser el primer hombre que hubiese rodeado nuestro globo por el Océano, como el Sol por su eclíptica, é hizo merced, á él y a sus compañeros, de la cuarta parte de la veintena que a Su Magestad pertenecía de todo lo que traian en sus cajas, incluyendo en la merced a los prisioneros hechos en Cabo Verde, los cuales ya habían sido remitidos a Lisboa en una nave llegada de Calicut, y fueron reclamados vivamente por el Emperador al rey de Portugal.

Concedió además a El Cano privilegio de introducción, y un escudo de armas, en cuya primera mitad, en lo alto, pusiese un castillo dorado en campo rojo, y en la otra mitad un campo dorado, sembrado de especería con dos palos de canela, tres nueces moscadas en aspa y dos clavos de especia, encima un yelmo cerrado y por cimera un globo con esta inscripción: Prirnus circunzdediste me. ¡Magnífico emblema, y sorprendente siglo aquel, en que la historia contemporánea, podía ofrecer tales imágenes para alentar el espíritu caballeresco y emprendedor!

En Valladolid, sin embargo, no todo fue placemes y satisfacciones para El Cano.

La tripulación de la nao San Antonio, que sublevada por el piloto Esteban Gómez contra su Capitán Álvaro de Mezquita, había dado la vuelta a España antes de atravesar el Estrecho, para cohonestar su desobediencia y rebelión, acriminó a Magallanes por las ejecuciones hechas, y dio muchas quejas de lo mal dirigida que iba la expedición.

Esteban Gómez entregó a los oficiales de la Casa de contratación a Alvaro de Mezquita, que lo traía aherrojado, y cuyos bienes fueron embargados, mientras se le formaba proceso.

Declararon cincuenta y cinco personas que venían en la nave; como no todas eran enemigas de Mezquita, ni habían aprobado lo hecho, las declaraciones fueron confusas y contradictorias.

Lo único que se sacó en limpio fue, que la conducta de Esteban Gómez no era del todo laudable, y a él y a cinco de sus principales compañeros se les metió también en la cárcel, mandándose depositar la nave y sus efectos.

Pronto salió de la prisión Esteban Gómez y obtuvo el mando de una Escuadra contra los corsarios que infestaban las Indias, mientras el infeliz Mezquita, víctima de la insubordinación de Gómez seguía preso como un malhechor y desposeído de sus bienes.

Cuando llegó la nao Victoria quiso el Emperador que se hiciese una información sobre la conducta de Magallanes y de los sucesos de su expedición, acerca de todo lo cual los tripulantes de la San Antonio habían hecho formar ideas muy oscuras.

En Valladolid, pues, fue requerido El Cano con sus dos compañeros Francisco de Albo, piloto de la Victoria y Fernando de Bustamante, su barbero ó cirujano.

La declaración de El Cano fue dura, culpando a Magallanes de falta de consideración hacia sus compañeros; de ene miga hacia los castellanos; de irreverencia hacia las órdenes del Rey; de dilapidación de su hacienda, interpretando como una de las causas del rigor que empleó contra los Capitanes que justició en el puerto de San Julián, el deseo de entregar el mando de las naves a los portugueses, sus parientes y amigos, como se vió en los cargos que dio a Álvaro de Mezquita y a Duarte de Barbosa.

Todas las respuestas con que satisfizo a las preguntas que se le hicieron, demuestran la ruda franqueza de un marino.

Debieran parecer poco generosas, tratándose de un hombre ilustre que fue su Caudillo, y que acabó sus días con una muerte gloriosa en la empresa; sino pudiera reconocerse en ellas el deseo de volver por la reputación de los que fueron justiciados, librando sus nombres de la nota de traidores, que se les impuso.

Nada encubrió de la parte que había tomado en aquel momento, en que de orden de Quesada se encargó del mando de la nave San Antonio y asestó sus cañones.

Que el Emperador quedó satisfecho de la declaración de El Cano, á pesar de esta confesión, lo indica el que poco después (el 23 enero de 1532) le hizo merced de una pensión vitalicia de quinientos ducados al año, asentados en la Casa de Contratación, de la especería establecida por aquel tiempo en la Coruña; y si bien no pudo cobrarla por el mal estado del Real Tesoro, su concesión es un testimonio de la benevolencia del Monarca hacia él."

Fuente: Es parte del cap. IX de la Historia de del Cano, por Navarrete (E.) — Páginas 107 a 114

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