Enrique IV Borbón Biografía y Gobierno Como Rey de Francia

Enrique IV Borbón: Biografía y Gobierno Como Rey de Francia

Después de las sangrientas guerras de religión qué se sostuvieron durante el reinado de los Valois, Enrique IV aportó a Francia una era de prosperidad. En colaboración con Sully, se dedicó a sanear la hacienda pública. También concedió mucha importancia a la agricultura y la industria. Al mismo tiempo, Francia estableció las bases de su imperio de ultramar. Enrique IV fue asesinado en 1610.

Enrique IV de Borbón

Enrique IV (de Francia) (1553-1610), rey de Francia (1589-1610), que restauró la estabilidad tras las guerras de Religión del siglo XVI. Fue el primer rey Borbón de Francia y también rey de Navarra, con el nombre de Enrique III (1562-1610). Enrique nació en Pau (entonces Navarra) el 13 de diciembre de 1553. Su padre, Antonio de Borbón, duque de Vendôme y rey de Navarra, era descendiente, en novena generación, del rey de Francia del siglo XIII, Luis IX. Su madre, Juana de Albret, era reina de Navarra y sobrina del rey Francisco I de Francia.

Durante el siglo XIII, Francia vivió un período de prosperidad durante la época de los grandes Capetos, Felipe Augusto, Luis IX (san Luis) y Felipe el Hermoso. Seguidamente estalló la Guerra de los Cien Años, que llevó al país al borde de la ruina, pero que, gracias a la enérgica intervención de Juana de Arco, finalizó con la victoria de Francia.

Después, el poder pasó a manos de los Valois, llamados los «reyes malditos», entre ellos Carlos VII, Luis XII, Francisco I, el enemigo jurado del emperador Carlos I de España, y por último Enrique II y sus tres hijos: Francisco II, Carlos IX y Enrique III. Durante el reinado de estos tres últimos, Francia estuvo ensangrentada por crueles guerras de religión (1560-1590). Enrique III murió  asesinado,  y así se dio fin a la casa de los Valois.

Enrique de Borbón, jefe de los hugonotes (calvinistas franceses), que ya era rey de Navarra, subió al trono de Francia con el nombre de Enrique IV. Tras largas tergiversaciones, decidió convertirse al catolicismo. En julio de 1593 fue bautizado en la catedral de Saint-Denis, cerca de París.

Al año siguiente, París, que era profundamente católico y estaba en manos de la fanática Liga Santa, abrió sus puertas al nuevo rey. La famosa frase «París bien vale una misa» se ha atribuido a Enrique IV, pero probablemente su autor fue su ministro Sully, que después de esto se hizo famoso.

casamiento de enrique IV Borbón

Casamiento de Enrique IV Borbón con María de Medicis

Al poco tiempo de haber entrado en París, Enrique IV declaró la guerra a España. La lucha finalizó en 1598 con la paz de Vervins. De este mismo año data el Edicto de Nantes, por el que se autorizó a los hugonotes a practicar libremente su culto, pero sólo en ciudades en las que ya se hubieran celebrado anteriormente oficios protestantes.

Además, se concedieron a los hugonotes «plazas de seguridad» como garantía de que el Estado respetaría las cláusulas del Edicto de Nantes. También desde ese momento pudieron desempeñar cargos oficiales. «Sólo los católicos y los hugonotes se considerarán buenos franceses», fue la máxima del programa de Enrique IV, la base de su obra maestra.

A pesar de su carácter poco enérgico, este rey se distinguió por una sólida dosis de buen sentido, y sus objetivos fueron fundamentalmente buenos. Quería hacer a la realeza independiente de la Iglesia, de las supervivencias del feudalismo, de las asambleas de clases y del Parlamento de París. Pero, ante todo, deseaba sanear la situación económica del Estado. El duque de Sully fue su brazo derecho en esta delicada tarea.

Maximiliano de Béthume, baron de Rosny, a quien Enrique IV había concedido el título de duque de Sully, formaba parte de la corte desde los once años, y fue el amigo íntimo del rey. A pesar de que era esencialmente hombre de guerra, también reveló grandes aptitudes para los negocios. En 1598, Enrique IV le concedió los cargos de superintendente de Hacienda, gran veedor y gran maestre de Artillería (es decir, ministro de Hacienda, de Trabajo y de Guerra).

Para superar las dificultades financieras de Francia, Sully introdujo un nuevo impuesto que se recaudaba una vez al año. Este impuesto recaía sobre los miembros del Cuerpo de Justicia y de Hacienda. A cambio, en lo sucesivo podían legar su cargo a sus herederos. En realidad, sólo fue un reconocimiento oficial de la herencia de estos cargos u oficios,. Este derecho fue dado en arriendo a Charles Paulet; por este motivo, el nuevo impuesto no tardó en recibir el sobrenombre de «Paulette», nombre que conservó hasta la Revolución francesa.

Gracias a la hábil gestión financiera de Sully, Francia logró liquidar sus deudas y al mismo tiempo reducir los impuestos. De este modo se cumplió la voluntad del rey, que deseaba que cada campesino pudiera tener, los domingos, una gallina en la cazuela.

Después de haber saneado la hacienda, el rey y su ministro se preocuparon por mejorar la situación económica. Sully insistió sobre la importancia de la agricultura y la cría de ganado: «Labranza y pasturaje —decía—, son las dos ubres de Francia».

Con esta idea, hizo secar pantanos a fin de que los campesinos tuvieran más tierras de labrantío. Podríamos preguntarnos de dónde le venía a Enrique IV esta notable predilección por el labrador. ¿Se debió a que pasó toda su juventud entre campesinos de Bearne, o a que los consideraba las fuerzas vivas del Estado, al que daban los mejores soldados?.

Fuera como fuere, se dispusieron numerosas medidas en su favor: se redujeron sus impuestos; se prohibió a los agentes del fisco que se incautaran del ganado o material agrícola en caso de retraso en el pago de los impuestos; por otra parte, se prohibió a los nobles que cazaran en los campos de trigo y en los viñedos ; asimismo, fueron severamente castigados los soldados que saqueaban los campos o devastaban las cosechas.

Enrique IV también se preocupó mucho de las industrias. En este campo su principal consejero fue el economista Laffemas, a quien en 1602 nombró Contrdleur general (ministro) de Comercio.

Creó nuevas industrias de lujo y favoreció las ya existentes manufacturas de tapices, las cristalerías, curtidurías y los tejidos de fina tela de lino. También hizo plantar morales en toda Francia, indispensables para la cría del gusano de seda.
Se trazaron muchas carreteras nuevas y se construyeron canales. Sully tenía grandes planes, cuyo objetivo era unir el mar Mediterráneo al océano Atlántico. Estableció acuerdos comerciales con Inglaterra y Turquía y favoreció la
creación de una compañía para el comercio con las Indias.

Durante el reinado de Enrique IV, Francia estableció las bases de su imperio colonial de ultramar. El explorador Samuel de Champlain fue enviado a América del Norte con la misión de fundar una colonia francesa. La ciudad de Quebec, situada en la desembocadura del río San Lorenzo, se convirtió en el centro de dicha colonia.

En lo concerniente a la política internacional, Enrique IV pretendía acabar con el poder de los Habsburgo. Con tal intención, en 1610 concluyó una alianza con los príncipes protestantes de Alemania. Sully apoyó esta política. Este plan, conocido con el nombre de «gran designio», fue en cierto modo un primer proyecto de Estados Unidos de Europa. Aunque nunca se llevó a cabo, contribuyó poderosamente a extender la idea de que la paz debe apoyarse en una reorganización política de Europa.

La Liga Santa nunca perdonó a Enrique IV que tolerara a los hugonotes en el Estado, ni que antes hubiera sido uno de ellos. Incluso se dijo que tenía la intención de declarar la guerra al papa. Excitado por estas habladurías y por otros muchos chismes, Ravaillac concibió el plan de asesinar al rey. El 14 de mayo de 1610, en una callejuela estrecha, la calle de la Ferronerie, fue asesinado Enrique IV, cuando se dirigía a ver a Sully.

-París, Bien Vale Una Misa -


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