Reinado de Felipe III de España Biografía Vida y Obra de Gobierno

RESUMEN DEL GOBIERNO DE FELIPE III DE ESPAÑA

Mientras Felipe II se extinguía en El Escorial (1598), España entraba en un largo período de decadencia. La ruina de la agricultura y del comercio, la disminución de la población y las derrotas infligidas por los ingleses eran las señales precursoras. Felipe II, como todos los soberanos españoles, veía la grandeza de su reinado, en un Estado muy centralizado y con una ortodoxia católica extremadamente rígida.

El triunfo de esta concepción significó una preeminencia total de la Iglesia sobre la sociedad y una proliferación de las órdenes religiosas, y por otra parte una burocracia pletórica, que venía a sumarse a las tradicionales castas parasitarias; viviendo todos del producto de los impuestos más o menos pesados que abruman a la población. El menosprecio para el espíritu de producción, la repulsa o la incapacidad de adaptarse al capitalismo entorpecieron el desarrollo de una burguesía.

Todos estos signos de debilidad eran visibles a finales del siglo XVI; sin embargo, España, que vivía de sus conquistas, conservaba un prestigio inmenso en el mundo. Pero la suerte iba a encarnizarse contra ella, a todo lo largo del siglo siguiente, dándole soberanos mediocres e incapaces, frecuentemente degenerados a consecuencia de matrimonios celebrados entre muy próximos  parientes   durante  generaciones.

La lenta decadencia seguía su curso y todas las tentativas emprendidas para detenerla resultaron ineficaces; en un siglo, España perdió Portugal y sus colonias, las Provincias Unidas, sus posesiones en Francia y su hegemonía en Italia. A principios del siglo XVIII, la que había sido la primera potencia del mundo no era ya más que un estado de segundo rango en la Europa moderna que tomaba cuerpo.

Felipe III de España
Felipe III de España

Felipe III, nació en Madrid el 14 de abril de 1578 y fue el último hijo varón sobreviviente del rey Felipe II, habido en su cuarto y último matrimonio, contraído con Ana de Austria, hija del emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Maximiliano II. Fue rey de España y Portugal (1598-1621), su reinado supuso el paso del gobierno personalista al de valimiento (en el que una figura política, el valido, pasaba a desempeñar los principales cargos), a la vez que el comienzo de la decadencia de la hegemonía de laMonarquía Hispánica en Europa.

EL REINADO DE FELIPE III

Con Felipe III se inicia la serie de los llamados «Austrias menores», monarcas de la Casa de Habsburgo en el siglo xvn, bajo los cuales se produjo la decadencia del poderío español en Europa. Los inicios del reinado

Apenas llegado al trono (1598), el nuevo soberano dio pruebas de su total incapacidad, dejando el poder en manos de su favorito el duque de Lerma, que, durante veinte años, iba a dirigir los destinos de España. El nuevo ministro se mostró no solo incapaz sino pródigo y corrompido.

Todo el dinero extraído al pueblo por los funcionarios era engullido inmediatamente por los gastos suntuarios de la corte, y los regalos llovían sobre los que tenían amistad con el valido. Nepotismo y corrupción fueron las dos constantes de este reinado: el tío de Lerma fue nombrado arzobispo de Toledo y Gran Inquisidor, mientras que su cuñado era nombrado virrey de Napóles. Aunque el producto de los impuestos había aumentado, no bastaba a cubrir los gastos: de los 400.000 ducados bajo Felipe II, al año, se había pasado a 1.300.000 bajo el reinado de su hijo.

Hubo que recurrir entonces a la venta de los títulos y los cargos. De esta manera, aumentó el número de los improductivos y se produjo la desvalorizáción de la moneda, que perdió. la mitad de su valor; la mala moneda expulsaba la buena y, en algunos años, se vieron desaparecer las monedas de plata, quedando en circulación sólo las piezas de vellón. El traslado de la Corte a Valladolid y el inmediato regreso a Madrid pueden considerarse como simples operaciones financieras.

En el plano religioso, Lerma reanudó la política unitaria de Felipe II y emprendió la lucha contra los moriscos. Aunque éstos se habían convertido al catolicismo seguían apegados al Islam y la Iglesia había fracasado en sus tentativas de asimilación. En el terreno económico, constituían una mano de obra agrícola notable, concentrada esencialmente en las magníficas explotaciones de la región de Valencia y Murcia, en Andalucía, y el mismo Aragón.

Desdeñando estas ventajas, Lerma hizo publicar entre 1609 y 1614, varios decretos cuyo resultado fue la deportación de 500.000 moriscos a África del Norte. El alcance de tales actos se iba a hacer sentir rápidamente, pues implicaban la ruina lenta de una agricultura hasta entonces rentable, y una pérdida material grave para el país.
En el aspecto exterior, España fue incapaz de adoptar una política de envergadura.

Continuando su viejo sueño de vencer a Inglaterra, organizó varias expediciones navales que fracasaron todas; en 1599, la flota fue dispersada por una tempestad antes de haber trabado combate; dos años más tarde, el ejército español era expulsado de Irlanda, dejando 2.000 muertos sobre el terreno. Estas tentativas fueron canceladas por un tratado de paz firmado en 1604 con el nuevo rey de Inglaterra Jacobo I.

No habiendo podido vencer a las Provincias Unidas, España tuvo que firmar con ellas, en 1609, una tregua de doce años y de reconocerles la libertad de comercio. Solamente mejoraron las relaciones con Francia gracias a la regente María de Médicis, que deseaba la unión entre las dos naciones católicas y la consagró por el matrimonio de su hijo, el joven Luis XIII, con la infanta Ana de Austria, y los esponsales del futuro Felipe IV con una de sus hijas.

En España misma, la situación tomaba un aspecto catastrófico; las cortes de Castilla, reunidas en 1618, presentaron al rey un informe desastroso sobre la ruina económica y social y la despoblación que devastaba el país. La miseria se extendía a toda España, pues el dinero sólo llegaba del Nuevo Mundo; pero la Marina de Guerra no estaba en condiciones de proteger los convoyes de metales preciosos contra los ataques multiplicados de los corsarios.

Para apaciguar a los descontentos, Felipe III destituyó a Lerma; en el momento de su desgracia el antiguo valido había acumulado una fortuna que se elevaba a varias decenas de millones de ducados. Por otra parte, su hijo, el duque de Uceda, que le sucedió, iba a continuar con los abusos, sin que la muerte del rey, en 1621, acabara con ellos. El final del reinado sucedió en medio de graves enfrentamientos con las Cortes, acaecidos por el control ejercido por éstas en las concesiones de servicios. Felipe III falleció en 1621.

Fuente Consultada:
Enciclopedia de Historia Universal HISTORAMA Tomo VI La Gran Aventura del Hombre


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