Historia de la Hipnosis Mesmer Para La Curacion de Enfermedades

Historia de la Hipnosis Mesmer Para La Curacion de Enfermedades

Auténtico tema de controversia, la hipnosis sigue enfrentando a partidarios y detractores.

Durante mucho tiempo la hipnosis, antiguamente explicada como «magnetismo», tuvo fama de ser algo sobrenatural e impresionaba a la gente supersticiosa.

La hipnosis consiste en cambiar el estado de conciencia de un paciente.

¿Hasta qué punto es capaz un hipnotizador hábil de influir en el estado mental y corporal de una persona? ¿Se dan durante la hipnosis procesos psíquicos especiales?.

Sus recientes logros terapéuticos -contra el dolor y el tabaquismo- no impiden que se la siga tomando con reservas.

LA SUGESTIÓN DE LA MENTE:

Hace unos 200 años que la hipnosis se somete a exhaustivas investigaciones científicas, y fue a mediados del siglo XIX cuando el médico inglés James Braid (1795-1860) introdujo el concepto.

Pero el estudio científico decisivo de este fenómeno, es decir, de la forma de predisponer a la persona en cuestión o paciente a determinadas influencias, se desarrolló entre los años 1850 y 1980.

Entre esas influencias se cuentan la concentración y recuerdo limitado, la sugestión de determinadas ideas, reacciones y sensaciones, así como también cambios corporales.

HISTORIA: 

La historia de la hipnosis se inicia desde los primeros tiempos de la civilización.

En los tiempos antiguos, la gente lo utilizaba con fines curativos, especialmente en las ceremonias religiosas.

Por ejemplo, los chamanes lograban un fuerte control de sus pacientes y tal sugestión podía curar a la persona enferma.

El médico austriaco Franz Anton Mesmer (1733-1815), quien es reconocido como el "padre de la hipnosis" se inició una teoría del "magnetismo animal".

En febrero de 1778, un alemán de 43 años, diplomado en medicina y amigo de Mozart -fue en su casa de Viena donde se compuso la ópera Bastien et Bastienne-, llegaba a París.

Estaba completamente decidido a conquistar la capital con su nueva teoría: el magnetismo animal.

Según Franz Antón Mesmer, el Universo está bañado por un fluido sutil que rodea y penetra todos los cuerpos.

Cada individuo es un imán cuyo polo norte es la cabeza y el polo sur son los pies; la enfermedad es consecuencia de una mala distribución del fluido en el cuerpo, y su tratamiento logra restablecer el equilibrio, frotando suavemente los polos, o el ecuador, alrededor del hipocondrio.

Tras La Fayette y Marat, todo París se apasionaría por el fabuloso descubrimiento.

En los salones de su hotel de Coigny, Mesmer instaló cubetas de madera de roble, que contenían agua, vidrio triturado y limaduras de hierro.

Nada estaba electrizado ni imantado.

La tapa de cada cubeta tenía unos orificios por los cuales salían unas varillas de hierro dobladas en ángulo.

Cada enfermo, formando fila alrededor de la cubeta, sostenía una de esas varillas, y se tocaba con ella la parte enferma.

Para formar una larga cadena para que pasara el fluido, los enfermos quedaban unidos unos a otros por medio de una cuerda que les rodeaba el cuerpo, o bien, se tomaban entre sí con los dedos pulgar e índice.

Los magnetizadores, que sostenían en la mano una barra de hierro, inmovilizaban a los pacientes utilizando la mirada, paseando sobre ellos la barra o la mano y tocando las zonas enfermas.

Los enfermos caían en trance, tenían convulsiones y algunos se extasiaban, mientras que otros "veían" el interior de su cuerpo...

Al terminar la sesión, declaraban que se sentían mejor.

La primera controversia

Llegado el éxito, Mesmer despertó oposiciones y se ganó enemigos.

Ante esta práctica que se extendía como un reguero de pólvora y que fue percibida como una amenaza para el orden moral y político, Luis XVI pidió a una comisión de sabios de la Real Academia de Ciencias, que verificara la validez del fenómeno.

Una segunda comisión, compuesta por cinco miembros de la Real Sociedad de Medicina, también se dio de lleno a la tarea de analizar el problema.

Pero, ¿cómo había que proceder?.

Para los magnetizadores, era evidente que había que observar a los enfermos; para los expertos, por el contrario, era el fenómeno mismo lo que había que examinar, ya que "la naturaleza sola, y sin tratamiento alguno, cura a muchos enfermos".

El químico Lavoisier se encargó de programar los experimentos y procuró separar la imaginación de los pacientes de la supuesta acción del fluido.

Las teorías que él propuso para explicar sus tratamientos no resistieron al examen, e incluso en su propia época Franz A. Mesmer fue considerado un fraude por la profesión médica. Sin embargo, la terapia magnética ha encontrado nuevos seguidores recientemente entre los médicos de «medicina alternativa».

Los experimentos fracasaron: los pacientes caían en trance sin que el magnetizador efectuara los pases, y aun sin que estuviera presente.

El veredicto de los  expertos fue: si el fluido actúa cuando no puede pasar, es que no existe.La imaginación es la verdadera causa de los efectos atribuidos al magnetismo.

Mesmer salió de París para refugiarse  en Bélgica.

Pero sus partidarios no se dieron por vencidos, y las sesiones continuaron, en especial en la casa del marqués de Puysegur, quien imprimió una nueva dirección al magnetismo sumiendo a sus pacientes en un extrañísimo sueño en el que, paradójicamente, parecían más conscientes que en su estado de vigilia.

El "sonambulismo" despertó un gran entusiasmo en toda Europa.

Hipnosis en el hospital:

El debate evolucionó cuando entraron en escena los psiquiatras y los psicólogos, y con la invención del término "hipnotismo" por el inglés James Braid en 1843.

Menos preocupados por la física, se interesaban más en el efecto terapéutico de los trances que en su causa.

Por otra parte , ya no hablaban de un fluido, sino de la influencia de una persona sobre otra persona , lo que dió origen a un nuevo debate.

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Un cirujano escocés James Braid (795-1860) dio al mesmerismo una explicación científica. Él encontró que algunos sujetos experimentales podría entrar en trance si simplemente fijaban  sus ojos en un objeto brillante. Él creía que el mesmerismo es un "sueño nervioso" y acuñó el término hipnosis, derivado de la palabra griega hypnos que significa sueño.

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En Francia, la hipnosis fue dada a conocer por Jean Martin Charcot.

El gran psiquiatra de la Salpétriére descubrió las virtudes de la hipnosis en 1878 y logró curar a histéricos ciegos o paralíticos.

Hizo demostraciones públicas en el hospital, en las cuales sus pacientes catalépticos veían serpientes inesistentes y caían de espaldas, rígidos como troncos y sin poder mover su brazo pegado a la pared...

Según Charcot, la hipnosis es una neurosis histérica artificial, pero esta teoría era opuesta a la que proclamaba la escuela de Nancy, dirigida por Hippolyte Bernheim, quien la consideraba como un fenómeno psicológico normal.

Los debates fueron acalorados.

El mismo Sigmund Freud, después de haber asistido a las sesiones del hospital de la Salpétriére, utilizó la hipnosis durante algún tiempo.

Pero ante el carácter aleatorio y temporal de los resultados, abandonó esa técnica en favor del psicoanálisis, pues quería "lograr que los efectos de la sugestión fueran bastante duraderos como para curar definitivamente".

"En todos los casos graves", dijo, "he visto cómo la sugestión que se les aplicaba se reducía a cero y resurgía el mismo problema u otro diferente."

Aceptada y rechazada , la hipnosis es un tema del que se ocupan las ciencias humanas y médicas.

Por temporadas, apasiona a los investigadores y es materia de coloquios; después, pasado el primer entusiasmo, se hace caso omiso de ella.

Así, cuando en 1953 el francés León Chertok publicó su estudio A propos d'une amnésie hystérique traitée par Phypnose, habían pasado ya 60 años desde que el tema cayera en el olvido. Para los científicos, la hipnosis es una farsa.

En su momento, Freud la condenó -¿y quién se atrevería a contradecirlo?-.

Luego, la representación que el público se formaría de ella -la de un fenómeno un tanto mágico- resultaría incómoda: entre los charlatanes, los hipnotizadores de feria y los médicos, el profano se confundía y la comunidad científica también.

Como resultado, los pocos investigadores que la estudian lo hacen marginalmente.

Aún hoy, cuando se trata de otorgar a la hipnosis un lugar en la investigación científica, se siguen suscitando ásperas discusiones.

A pesar de que sus logros terapéuticos han inspirado un renovado interés, especialmente en el tratamiento del dolor y en la lucha contra el tabaquismo, la hipnosis sigue siendo para muchos un tema tabú.

¿Verdadero o falso?

Las «órdenes posthipnóticas» son aquellos mandatos dados durante la hipnosis que fluirán desde el inconsciente para hacer que el paciente los obedezca cuando se haya despertado.

La persona cree estar actuando por iniciativa propia.

Es totalmente erróneo suponer que durante la hipnosis transcurran procesos psíquicos especiales: la hipnosis es una forma extrema de sugestión.

Con el descubrimiento de las conexiones entre el sistema nervioso y el inmunológico y de su importancia para la salud, la hipnosis ha alcanzado una nueva dimensión en el tratamiento de ciertas enfermedades y dependencias (de la nicotina, las drogas, el alcohol).

Pero la investigación clásica de la hipnosis demuestra que diferentes individuos reaccionan de manera distinta a la hipnosis.

Hay gente que incluso no reacciona de ninguna manera.

En estado hipnótico, el individuo se somete voluntariamente al poder del hipnotizador, lo cual asegura un cierto éxito terapéutico a la hipnosis cuando ésta se utiliza en el momento oportuno, en los tratamientos contra el dolor, el tabaquismo, el alcoholismo, la bulimia, incluso las fobias...

Pero no por eso la hipnosis es una panacea ni permite que el hipnotizador pueda obligar al hipnotizado a hacer cualquier clase de cosas.

Por supuesto, en ocasiones las experiencias son fabulosas: un buen paciente puede "ver" una silla que no existe, temblar de frío en plena canícula, olvidar temporalmente el número 5 (y contar con los dedos 1, 2, 3, 4, 6, 7, 8...).

Pero en ningún caso actuará contra su sentido moral, por ejemplo, matando a su vecino.

La hipnosis también se emplea mucho para recuperar recuerdos perdidos, sólo que entonces la imaginación no tiene freno y la reminiscencia suele no ser más real que un sueño, lo que con demasiada frecuencia olvidan quienes, bajo hipnosis, recuerdan haber sido, en otra vida anterior, la servidora de Nefertiti o Hernán Cortés...

MÉTODOS UTILIZADOS:

Existen diferentes métodos para alcanzar el estado hipnótico.

Tres de los más frecuentes son el de la «fascinación», en el que la persona que va a ser hipnotizada mira un objeto luminoso, como un péndulo o la luz que refleja.

En el método que consiste en ir contando, el hipnotizador dice previamente al paciente: «Ahora contaré hasta diez y, cuando acabe, estará usted hipnotizado».

En el método de «fijación», el hipnotizador mira fijamente a los ojos del cliente y le dice que está cansado, hasta que acaba por cerrar los ojos.

En estos tiempos, la hipnosis se practica sobre todo para atenuar el estrés y aliviar algunos dolores.
causa.

Por otra parte, ya no hablaban de un fluido, sino de la influencia de una persona sobre otra, lo que dio origen a un nuevo debate.

Aplicación de la hipnosis como terapia médica

• Perder de peso
• Dejar de fumar
• Superar dependencias, como de drogas o alcohol
• Relajarse, prevenir el estrés
• Mejorar la concentración
• Superar fobias
• Superar el miedo a los aviones
• Incrementar el factor éxito

Freud a pesar que originalmente estaba en contra de esta técnica, luego fue un fuerte defensor de la hipnoterapia y viajó a Francia para estudiar con dos maestros renombrados.

Escribió varios artículos sobre hipnoterapia y traducido dos libros del francés al alemán sobre el tema.

Él utilizó la hipnoterapia en algunos de sus clientes en la década de 1800, pero a principios del nuevo siglo, se había trasladado a usar su "asociación libre" o la técnica de "hablar".

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