Campaña de Tamerlán a la India:Curioso Ataque con Camellos

Campaña de Tamerlán a la India

Luego de terminar su campaña en Rusia contra la Horda de Oro, a la que acabó definitivamente, Tamerlán regresó a Samarcanda, distante más de 4.000 kilómetros, siendo recibido en julio de 1396 como el mayor héroe de la humanidad.

El mundo asiático sólo iba a disfrutar de dos años de paz.

A la edad de sesenta y dos años, Tamerlán encontró una nueva víctima, un nuevo pueblo al que marcar con el hierro al rojo de su crueldad: los hindues

Tamerlán, líder mongol, conquista la India
Tamerlán, líder mongol, conquista la India

El ejército se infiltró por los desfiladeros  de las  montañas  de Afganistán,  acortando   terreno   a   través   del   HinduKush, epopeya que supera el paso de los Alpes por Aníbal o por Napoleón.

Durante seis meses, las hordas turco-mongolas escalaron cumbres,  atravesaron desiertos,  marcharon por la nieve y se defendieron, con encarnizamiento, de las acciones de guerrillas de las tribus afganas, especialmente los «Trajes Negros»,  los  más  fieros guerreros del reino de Kabul.

Por último, el 24 de septiembre   de   1398,   Tamerlán   franqueó   el Indo y avanzó a través del Punjab; el país fue  devastado  y  su  población   reducida   a esclavitud.

Delhi  estaba  defendida  por  el sultán  Mahmud y por  su ministro  Mallu Ikbal, que había reunido un ejército, formado por  10.000 jinetes, 40.000  infantes y   tropas   de   choque,   y   120   elefantes   de guerra, en las orillas del Jumma.

El choque   se   produjo,   el   17   de   diciembre   de 1398. Los elefantes abrieron brecha en el ejército  invasor,  sembrando  el pánico  entres  los  mongoles.

Al  día  siguiente,  prosiguió la lucha; Tamerlán hizo colocar delante de  sus  tropas  camellos  cargados  de paja, a la que hizo prender fuego, empujando  a los  animales  contra los  elefantes hindúes.

Los   paquidermos,   enloquecidos por las  llamas, huyeron,  aplastando  a los infantes   del   sultán   Mahmud.

Delhi   caía en  su  poder:   los  asaltantes  forzaron  las puertas   de  los   suburbios,   donde   estaban acantonados, y se precipitaron en la capital, para apoderarse de sus riquezas fabulosas.

El saqueo duró tres días.

Cada soldado  recibió  veinte  esclavos,  por  lo  menos;  millares de artesanos fueron llevados a Samarcanda.

Con los cráneos de los ejecutados se edificaron altas pirámides, mientras las aves de presa devoraban los cadáveres.

Cuando Tamerlán regresó al Turquestán, la India del Norte era presa del hambre y la anarquía.

Durante la ausencia del conquistador, el sultán de Egipto se había apoderado de Siria y los turcos otomanos se aprestaban a hacerle la guerra.

Los georgianos pasaban a cuchillo las guarniciones mongolas y el Farsistán y Vihorassán se habían  rebelado.

ANKARA: TAMERLÁN CONCEDE UNA TREGUA A BIZANCIO:

Tamerlán estaba impaciente por llegar a Samarcanda y caer sobre el enemigo.

Desgraciadamente, su ejército, entorpecido por los esclavos y cargado con un botín enorme, no podía recorrer más que siete kilómetros al día.

Por fin, a mediados del verano de 1400, Tamerlán estaba de retorno en su capital y lamentaba no haber aceptado, unos años antes, la alianza con Manuel Paleólogo, que le había pedido unirse a él para aplastar el poderío de los otomanos.

Tamerlán había rechazado esta proposición, temeroso de perder el apoyo de las   autoridades   religiosas   del   Islam.

Al frente de 800.000 hombres, invadió, de nuevo, el Asia Menor.

Los mamelucos de Egipto, temiendo que Tamerlán aplastara a los turcos y, siguiendo su impulso, invadiera Siria, para atacar después el valle del Nilo, se aliaron con los otomanos e intentaron cercar por el sur a los ejércitos del conquistador.

Fueron derrotados en Alepo y Damasco, y abandonaron la lucha, dejando que Tamerlán se enfrentara con Bayaceto.

La batalla se desarrolló el 20 de septiembre de 1402, en la llanura de Ankara; los dos ejércitos se entregaron, «luíanle más de catorce horas, a un furioso cómbate que acabó, ya de noche, con la derrota de  Bayaceto, que fue hecho prisionero y murió en cautividad.

El primer Imperio otomano se hundía así, concediendo a Bizancio una tregua de medio siglo.

El porvenir de los turcos quedó a salvo, gracias a la desparición de Tamerlán, que después de la batalla de Ankara, marchó a su capital Samarcanda, y, en 1404, salió en campaña contra China; la muerte le sorprendió en enero de 1405, y su inmenso Imperio se fragmentó rápidamente.

Los cuatro hijos de Bayaceto habían recuperado parte del dominio paterno y se enfrentaron en luchas fratricidas, hasta que Mohamed I desposeyó a sus competidores y restableció la unidad.

Su sucesor, Amurates II (1421-1451) reconstruyó el Imperio.

Guerreó duramente en Europa, en las fronteras de Hungría, con Juan Huniades, y en Servia, con el héroe nacional albanés Scanderbeg.

En vísperas de su muerte, Amurates se había convertido en señor de la península balcánica.

Fuente Consultada:
Enciclopedia de Historia Universal HISTORAMA Tomo V La Gran Aventura del Hombre

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