El Viento Foehn o Chinook Causas y Efectos Para la Agricultura

El Viento Foenh de los Alpes

La montaña es un mundo en sí misma. La altura trae consigo grandes diferencias en cuanto a temperatura y precipitaciones, variaciones que influyen poderosamente sobre la vegetación espontánea.

Según la altura y la región en la que se halla el macizo montañoso, distinguimos varias zonas de vegetación.

El viento tiene también un papel importante en la montaña. El foehn es un viento típico de los Alpes.

En las montañas Rocosas sopla uno de parecidas características al que llaman chinook.

viento foehn

El viento foehn o föhn (nombre alemán tomado de un característico viento del norte de los Alpes) se produce en relieves montañosos cuando una masa de aire cálido y húmedo es forzada a ascender para salvar ese obstáculo.

Las grandes diferencias de altura hacen que uno encuentre varios tipos de climas en un país montañoso.

Puede darse el caso de que haga calor en los valles y un frío agudo en las alturas.

En ciertas regiones, y debido a la altura, están presentes todos los climas, desde el tropical hasta el verdadero frío ártico con vientos helados y nieves y hielo eternos.

La temperatura disminuye con la altura, y esta disminución puede establecerse en unos 0,5 a 0,7° por cada cien metros.

Por ello, a cierta altura, la temperatura desciende por debajo de 0° C.

Esta disminución de la temperatura modifica las condiciones e incluso las formas de vida.

La variación de la temperatura no es uniforme y difiere en los diferentes flancos de una misma montaña.

Es fácil comprender que la vertiente expuesta al sol será menos fría que la que esté orientada hacia el norte.

Esta característica recibe un nombre especial en cada uno de aquellos países en los que puede observarse.

Así, en Francia dicen adret o endroit para referirse a la solana; en Alemania, Sonnenseite, y en Italia, adritto o indritto.

También el lado norte tiene su denominación: ubac o envers, en francés; Schattenseite, en alemán, y opaco o inverso, en italiano.

No es sólo el clima lo que difiere según la orientación, sino también la vegetación: pueblos y campos en la parte soleada y bosques en la otra vertiente.

El viento desempeña igualmente un papel que es preciso tener en cuenta en el clima de la montaña.

Durante el día el aire sube desde los valles en dirección a los altos picos fuertemente calentados por el sol: es el viento de los valles.

Cuando cae la noche y empieza a hacer más frío en la cumbre que en el valle, el aire frío, más pesado, desciende.

Sopla entonces el viento de las alturas y no es raro que una espesa niebla invada todo el valle. Esta ascensión y descenso del aire se realizan, por lo general, de un modo progresivo.

Pero cuando el aire cae rápidamente a lo largo de una pendiente abrupta hablamos de un viento descendente.

El foehn es uno de estos vientos descendentes cálidos.

El foehn nace en las regiones mediterráneas, en donde reinan generalmente zonas de altas presiones, atraviesa los Alpes y se dirige a las regiones de bajas presiones de Europa central.

El viento, al principio húmedo y cálido, va perdiendo su calor y su humedad a medida que sube.

Cuando ha alcanzado las cumbres de los Alpes se ha convertido en un viento frío y seco; pero se recalienta rápidamente, hasta el punto de adquirir una temperatura más elevada que la del lugar al que llega.

Esto le convierte en un viento peligroso, pues cuando sopla en primavera puede secarlo todo y aumentar notablemente el peligro de incendio en las regiones boscosas de Austria y Suiza.

Ésta es la razón de que podamos leer, en la linde de los bosques, avisos como el siguiente: «Queda rigurosamente prohibido fumar cuando sopla el foehn».

También en primavera el foehn funde la nieve y provoca avalanchas e inundaciones que causan gran número de víctimas en los valles, pues el cauce de los ríos no basta para absorber la gran cantidad de agua que resulta de la fusión de la nieve.

Pero el foehn tiene también su lado bueno, y su calor ayuda a las cosechas a madurar; especialmente las vides que crecen en los valles y en los flancos de las montañas.

Por otra parte, a los pastos de altura los libra rápidamente de la nieve que los cubre. Hay un proverbio que afirma que «dos días de foehn valen más que quince días de sol».

En las montañas Rocosas, en Norteamérica, sopla un viento de características parecidas al que llaman chinook, mientras, en la India existe el bohorok.

El agua tiene también una participación importante en los fenómenos climáticos de los Alpes. Las precipitaciones son, por lo general, abundantes, principalmente en las vertientes dirigidas hacia los vientos húmedos.

Estas vertientes reciben de dos a tres veces más lluvia que la llanura.

Paradójicamente, encontramos en países montañosos regiones en las que, prácticamente, nunca llueve porque las protegen las altas cumbres. Son verdaderas regiones desérticas.

El agua que cae sobre las vertientes expuestas alimenta numerosos torrentes, lagos y manantiales.

En nuestra época el hombre utiliza esta agua para diversos fines; entre ellos, la producción de energía.

Es evidente que la vegetación varía según la altura, la temperatura y las precipitaciones. P

rácticamente se puede dividir la vegetación espontánea en diversos niveles o pisos.

La línea de demarcación entre cada una de estas zonas de vegetación depende, naturalmente, de la región y de si se halla situada sobre la vertiente sur o norte.

Al pie de la montaña y hasta una altura de varios cientos de metros encontramos principalmente asociaciones de plantas propias de la región.

En el Congo, por ejemplo, o sea en el ecuador, es la selva ecuatorial.

En las regiones templadas, bosques de árboles de hoja caduca.

En regiones muy pobladas, los cultivos y los pastos ocupan las pendientes inferiores y el hombre ha hecho desaparecer la vegetación espontánea. Más arriba vienen las fajas de asociaciones de plantas totalmente diferentes.

En el ecuador, y después de la selva virgen, encontramos asociaciones típicamente tropicales como la sabana y la estepa, y a continuación una zona de transición hacia las plantas de las regiones templadas.

No encontramos las nieves eternas hasta rebasar los 4.000 m de altura.

Las zonas de vegetación difieren, naturalmente, en gran manera, según las regiones.

En lo tocante a esto son típicas las fajas sucesivas de las mesetas y de las regiones montañosas de América central.

Hasta los 1.200 m encontramos las «tierras calientes»: regiones cálidas y al mismo tiempo muy húmedas pobladas de densas selvas. La atmósfera, parecida a la de un baño turco, hace que la permanencia en aquellos lugares sea para el hombre malsana y muy penosa.

Vienen a continuación las «tierras templadas», que van hasta los 2.000 m.

Las lluvias son allí menos abundantes y la selva se convierte progresivamente en una sabana boscosa y una sabana herbosa que en determinados lugares tiene las características de una estepa o de un desierto.

Más arriba hallamos las «tierras frías», a las que por su clima y vegetación podemos clasificar entre las regiones templadas.

Pero en los flancos de los montes Virunga y Kivu, en el Congo, sucede de otro modo.

En el Ruwenzori, por ejemplo, encontramos sabanas boscosas hasta los 2.000 m, aproximadamente; luego vienen los bambúes, y a partir de los 2.700 m encontramos plantas como los brezos, que nos hacen pensar en un clima más septentrional.

Más arriba todavía, los pastos húmedos están salpicados de cruciferas y lobeliáceas que suben hasta los 4.000 metros.

En las regiones templadas las pendientes de las montañas, hasta los 800 m de altura, son zonas de cultivo a las que sigue la zona de los bosques: primero los robles, a los que siguen las hayas y luego los espinosos junto con los abetos y abedules.

Una vez alcanzado el límite superior del cinturón forestal empiezan los pastos de altura (hasta 3.000 m); luego sigue la roca desnuda y finalmente la zona de las nieves eternas.

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