Biografia de Federico II de Alemania,Historia de su Reinado

Biografia de Federico II Barbarroja de Alemania - Historia de su Reinado

ANTECEDENTES DE LA ÉPOCA: El hijo de Barbarroja, Enrique VI (1190-1197), fue tan poderoso como su padre en Alemania, y por su matrimonio ocupó el reino de Sicilia; es decir, se hizo dueño de toda la Italia Meridional. Pero murió, no dejando más que un hijo muy pequeño.

Entonces empezó de nuevo en Alemania la guerra civil entre las dos grandes familias, los Hohenstaufen y los Welf, y hubo dos reyes a la vez. El Papa aprovechó la ocasión para reclamar el derecho de decidir quién era el rey legítimo.

Más tarde el Papa hizo reconocer rey en Alemania al joven hijo de Enrique VI, Federico, que era ya rey de Sicilia (1213).

BIOGRAFIA E HISTORIA DE FEDERICO II

FEDERICO II DE ALEMANIA: Hijo de Enrique VI y de la princesa italiana Constanza de Altavilla, Federico II nació el 26 de septiembre de 1194 en lesi, en la marca de Ancona. Falleció en Torremaggiore (Italia) el 13 de diciembre de 1250.

Fue criado en Italia, y siempre mas feliz en ese país que en Alemania. Su juventud fue un poco conflictiva.

A los tres años de edad perdió a su padre y a los cuatro a su madre, de modo que el reino de Sicilia cayó en poder de una turba de nobles, legados y aventureros que se disputaron ávidamente el gobierno y las riquezas del Estado.

Sólo después de varios años de lucha durísima, Inocencio III, a quien Constanza había confiado la tutela de su hijo, logró restablecer la autoridad de su pupilo y la de la Iglesia en la Italia meridional.

En 1208, y por consejo del papa, Federico se proclamó mayor de edad. Tenía entonces catorce años, pero su desarrollo físico y moral era muy precoz.

Rey Federico II de alemania

Federico II de Hohenstaufen, llamado «stupor mundi».Fue rey de Sicilia y Jerusalén, y emperador del Sacro Imperio Romano Germánico

Federico Barbarroja no había logrado restablecer por completo la autoridad imperial en Italia. Pero ahora Federico II nieto de Barbarroja recoge su herencia e intentará , por última vez, restaurar la potencia del Imperio en Italia y Alemania. Al servicio de esta política puso todo lo que tenía: inteligencia, actividad, energía, atrevimiento, despreocupación e, incluso, cinismo. Al fracasar en el empeño, se derrumbaba para siempre el poder del Sacro Imperio romano de la nación germánica

Sus enemigos le censuraban aún el haber aprendido en Sicilia las costumbres de los musulmanes. Tenía astrólogos y médicos de esta religión.

Llevaba a la guerra un elefante que trasportaba una torre cuadrada con el estandarte del Imperio, y camellos que conducían en palanquines a las mujeres de su séquito.

Tenía una colección de animales raros, leones, panteras, leopardos, hienas. Tenía también una tropa de soldados sarracenos que combatían con el arco, y les dejaba practicar la religión musulmana.

Había prometido no conservar el reino de Sicilia e ir a la Cruzada. Como no cumplía sus promesas, acabó por indisponerse con los Papas.

Entonces empezó una larga guerra (1230-1250) entre el emperador, dueño de Alemania y la Italia meridional, y el Papa, apoyado por la mayor parte de las ciudades lombardas.

El emperador fue durante mucho tiempo el más fuerte, y destruyó el ejército de los lombardos.

El Papa, no viéndose seguro, huyó a Lyon (1245), y allí reunió un Concilio. La guerra fue entonces a muerte.

El Papa excomulgó a Federico y declaró a todos sus subditos desligados del juramento de fidelidad. Los obispos de Alemania se sublevaron y eligieron otros reyes.

Como Federico hubiera muerto (1250), el Papa se negó a reconocer a su hijo Conrado, y manifestó que había que exterminar aquella raza de víboras. Conrado IV murió pronto (1254), no dejando más que un hijo de dos años. Entonces ya no hubo rey en Alemania.

Algunos príncipes extranjeros, tentados por este título de rey, trataron de que se lo dieran los príncipes alemanes.

Se estableció en Alemania la costumbre de que algunos de los obispos y los príncipes tuvieran el derecho de designar el rey. Estos electores daban sus votos al que los pagaba.

Eligieron a Ricardo, hermano del rey de Inglaterra, que los pagaba con los tributos que imponía a los ingleses; luego al rey de Castilla Alfonso X, que ni siquiera se fue a Alemania.

Hasta 1273 ningún rey fue reconocido por todos. Se ha llamado a este período el largo interregno.

Entonces, a falta de un rey, cada príncipe fue enteramente dueño en su terreno, y cada territorio vino a ser un pequeño Estado independiente, como en Francia en tiempo de los primeros Capeto.

Pero el fraccionamiento fue mucho más grande en Alemania. Los condados eran más pequeños que en Francia, y hubo un número mucho mayor de ellos. En cuanto un conde dividía su territorio entre sus hijos, cada uno de ellos era conde, y hubo así más de 300 condados.

Además, en los ducados de Occidente, muchos caballeros ya no obedecían anadie y hacían la guerra por su cuenta.

Establecidos en sus castillos en las montañas que dominan los ríos, sobre todo el Rhin, bajaban al camino, detenían a los mercaderes, robaban sus barcas y se apoderaban de sus bagajes, los conducían prisioneros y los encerraban en prisiones subterráneas para obligarles a pagar rescate.

Se les llamó caballeros-bandidos.

Las ciudades que habían dependido del emperador ya no tenían quien las gobernara y protegiese. Se hicieron ciudades libres, es decir, pequeñas repúblicas.

Los príncipes, los condes, los caballeros, las ciudades se hacían la guerra entre sí. Los alemanes echaban de menos el tiempo en que el emperador era bastante fuerte para mantener la paz y se consolaban con una leyenda.

En las montañas del Harz, en una cumbre aislada, el Kiffhaüser, se alza una vieja torre, resto de un castillo del emperador.

En el interior de la montaña está encerrado el emperador Federico. No ha muerto, está dormido. Cada cien años se despierta. Luego vuelve a dormirse, esperando que le llegue su hora.

Un pastor, conducido por enanos, ha llegado a este retiro. Ha visto al emperador sentado delante de una mesa. Su barba al crecer había atravesado la tabla.

El emperador se ha despertado y le ha dicho: "¿Los cuerpos rondan todavía la montaña? ". —Sí, dijo el pastor, —entonces no ha llegado todavía mi hora". Y ha vuelto a dormirse.

Cuando la hora haya llegado (se dice que entonces la barba habrá dado tres veces vuelta a su mesa) el emperador se levantará, irá a colgar su escudo de un peral seco y restablecerá el orden en Alemania.

El emperador de esta leyenda era en un principio Federico II. Más tarde se ha creído que se trataba de Federico Barbarroja.

fuentes


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