Biografía de Maria Teresa de Austria: Gobierno de la Reina de Hungria

Biografía de María Teresa de Austria
Reina de Hungría

María Teresa, hija de Carlos VI, emperador del Sacro Imperio Romano, sucedió a su padre en Austria, Bohemia y Hungría. Nació en 1717, fue archiduquesa de Austria y reina de Hungría y Bohemia (1740-1780), que consolidó y unificó la monarquía austriaca en el siglo XVIII.

Dedicó la mayor parte de los 40 años de su reinado a defender la legitimidad de su trono, debido a que muchos monarcas europeos no reconocieron su derecho a la sucesión. Murió en 1780.

Maria Teresa de Austria

Los esfuerzos de Carlos VI por garantizar la sucesión de María Teresa, como gobernante de los dominios de los Habsburgo desencadenaron la Guerra de Sucesión Austriaca.

La guerra le supuso a María Teresa la pérdida de la Silesia austriaca, pero pudo conservar sus otros dominios, y en 1745 le consiguió a su marido el título de emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.

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Allá en la Edad Media, a partir del siglo XIII —es decir, desde el momento en que Rodolfo de Habsburgo elevó el prestigio de su dinastía por encima de todas las otras en Europa—, Austria e Imperio se convirtieron en nombres sinónimos; aun después de la muerte de Carlos V, el soberano que había reunido bajo su cetro el mayor imperio del mundo, la corona de Carlomagno había permanecido sobre la cabeza de un Habsburgo.

La pérdida de las posesiones de España, el afianzamiento de la monarquía francesa en Occidente y el poderío e independencia crecientes cada vez más de los principados alemanes, entre los cuales se destaca el del elector de Brandeburgo, obligaron a Austria a orientar hacia el sur y el este europeos sus afanes expansionistas y su influencia.

Por otra parte, en el este la amenaza del poderío turco era inminente y su presión se acentuaba, mientras que las vanguardias de sus ejércitos avanzaban por el valle del Danubio.

Las diferentes coaliciones a las cuales Austria se vio obligada a adherir, las innumerables guerras o conflictos menores en donde estuvieron comprometidos los ejércitos imperiales durante el siglo XVII, fueron solamente una parte de las preocupaciones de los Habsburgo; era en los Balcanes e Italia que sus fuerzas políticas y militares ejercían la mayor actividad.

La victoria de Zenta, obtenida en 1697 gracias también al príncipe Filiberto de Saboya, quebró para siempre el empuje de los turcos, quienes catorce años antes habían llegado hasta las murallas de Viena.

Los tratados de Utrecht y de Rastatt concedieron al Imperio y por lo tanto a los Habsburgo, los Países Bajos e Italia meridional, que por otra parte iban a perderlos de nuevo algunos años más tarde.

Sin embargo, Austria mantenía todavía en la península italiana la Lombardía y el Véneto, ejerciendo un control efectivo sobre la Toscana, bajo la corona de Habsburgo-Lorena.

El nombre de Habsburgo-Lorena nos recuerda a una mujer que fue tal vez el más grande personaje que ocupó el trono de Austria durante esos últimos siglos; una mujer que supo gobernar con vigor verdaderamente viril un Imperio constituido por un mosaico de pueblos heterogéneos.

Ella supo imponer esa cohesión y unidad de objetivos que habían de convertirlo en uno de los más grandes Estados de la época moderna.

Carlos VI, último emperador de la dinastía de los Habsburgo, murió en 1740 sin heredero varón; cuando murió su hijo mayor, Leopoldo, había redactado aquella Pragmática Sanction, que dio derechos iguales en la sucesión de la corona de Austria a la descendencia femenina y que había de motivar intrincados conflictos diplomáticos y bélicos.

En virtud de este nuevo estatuto, María Teresa subió al trono; había casado algunos años antes con Francisco Esteban de Lorena, y éste, poco después de su matrimonio, se convirtió en gran duque de Toscana, a causa de la extinción de los Médicis y a pesar de su breve permanencia en Italia.

La llegada al trono de María Teresa había provocado, como se ha visto, la reacción inmediata de los príncipes  europeos,  a  cuya cabeza estaba Federico II de Prusia.

En la hora de mayor peligro la reina solicitó el apoyo de la nobleza húngara, cuya lealtad y valor eran legendarios, y ciñendo después de una dieta  solemne la corona de San Esteban, consiguió hacer su aliado al pueblo húngaro, en espíritu y armas.

Hemos hablado ya, a propósito de Federico II, de la guerra de Silesia (que costó a Austria la provincia que rodeaba al Estado prusiano) y de la guerra de siete años, que había desmembrado la mitad de las tropas de Europa.

Es oportuno hablar aquí de la obra legislativa de María Teresa, que hizo de Austria un Estado moderno en el sentido más amplio de la palabra; esto es más importante que su política extranjera o las campañas militares emprendidas por sus generales.

Dicho modernismo se refiere únicamente al aspecto legislativo, militar y financiero.

María Teresa estaba por cierto bastante ligada a las concepciones feudales de su dinastía como para admitir ciertas formas de igualdad que la Revolución Francesa no llegaría a imponer sino con gran trabajo; la servidumbre de la plebe, inconcebible secuela de principios de la Edad Media, permanecía en casi todos los países de Europa, con excepción de Italia.

a soberana consiguió imponer bajo su cetro un sistema legislativo único a pueblos tan diferentes en idiomas y costumbres; fundó las bases de una política económica honesta y bien reglamentada; de esta política algunas regiones de Europa le deben todavía su prosperidad actual; creó la enseñanza técnica y las grandes industrias, liberando la producción de los bienes de consumo de las trabas corporativas y de la estructura artesanal que pesaban sobre ella desde siglos atrás.

En materia de religión, María Teresa demostró concepciones nada liberales. Si bien echó a los jesuítas como consecuencia de circunstancias políticas, fue católica ferviente y combatió a los protestantes; sin embargo, intentó darle al clero austríaco menos prominencia y neutralizar la ingerencia del Papa en las cuestiones de su país.

En 1780, cuando murió María Teresa, Austria era sin duda el Estado más sólido y mejor organizado de toda la Europa continental.

Esteban de Lorena Francisco I

Francisco Esteban de Lorena  contrajo matrimonio en 1736 con María Teresa, heredera del emperador Carlos VI. Su esposa logró que en 1745 fuera coronado, como Francisco I, titular del Sacro Imperio Romano Germánico.

Guerra de sucesión austríaca.

Al morir el emperador Carlos VI de Austria, en 1740, todos sus dominios hereditarios (el archiducado de Austria, Bohemia, Hungría y otros territorios) pasaron a su hija María Teresa, titulada entonces reina de Hungría.

Mientras se decidía le elección de nuevo emperador, Prusia, Baviera, Francia y España acometieron a Austria, a la que ayudaron Inglaterra y Holanda, promoviendo la llamada Guerra de Sucesión Austríaca.

El rey prusiano Federico II se apoderó de Silesia, que incorporó a su reino al firmarse la paz en 1745, derrotó a los austríacos en varios encuentros y reconoció luego al marido de María Teresa, Francisco de Lorena, como emperador electo.

Debido a esta circunstancia se conoce a María Teresa como la emperatriz-reina por su calidad de esposa del emperador, simultaneada con la de reina de Hungría.

Durante los once años de paz que siguieron, se dedicó Federico al mejoramiento interno de su reino y a perfeccionar su ejército a fin de afrontar la lucha que preveía contra la joven monarquía prusiana.

En 1780, cuando murió María Teresa, Austria era sin duda el Estado más sólido y mejor organizado de toda la Europa continental.

Fuente Consultada:
LO SE TODO Tomo IV Editorial Larousse - Historia: Maria Teresa de Habsburgo -
Enciclopedia Electrónica ENCARTA Microsoft -
Historia Universal de la Civilización  Editorial Ramón Sopena Tomo II del Renacimiento a la Era Atómica

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Enlace Externo:• La madre de sus pueblos, María Teresa de Habsburgo


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