Comercio Marítimo en la Edad Media, Tecnicas y los Tipos de Barcos

Comercio Marítimo en la Edad Media  y Tipos de Barcos

LA APERTURA DE LOS MARES SEPTENTRIONALES

A partir del siglo XII, el comercio en los mares Báltico y del Norte se había desarrollado considerabemente, gracias a la actividad de la Hansa.

Esta, en la época de su apogeo, agrupaba más de ciento cincuenta ciudades marítimas o continentales situadas entre el golfo de Finlandia y el Zuiderzee.

Unión comercial primero, la Hansa teutónica, aprovechando la carencia de una autoridad imperial, demasiado debilitada por las guerras italianas y las luchas contra el Papado, no tardó en convertirse en una potencia política.

Sin embargo, todas estas ciudades continuaban bajo la dependencia del emperador o de sus respectivos señores. Nunca hubo fusión orgánica ni de personalidad jurídica: la Hansa no poseía ni marina ni ejército permanente.

Las ciudades sólo tenían una asamblea irregular, la Hansetag.

Sin embargo, a pesar de la falta de una estructura que, por referencia al Mercado Común, podríamos llamar supranacional, la identificación de los intereses comerciales bastó, durante cuatro siglos, para hacer de ella una potencia económica y política raramente igualada.

Los habitantes de Brujas estaban celosos de los de la Hansa y querían retirarles las ventajas que les habían concedido.

Este conflicto provocó una transformación de la Hansa, que se convirtió en una alianza de ciudades, y se hizo suficientemente fuerte como para prohibir traficar a sus miembros con Brujas.

Este boicot resultó eficaz: los flamencos tuvieron que someterse, confirmar las ventajas anteriores, mejorándolas, y pagar una fuerte indemnización a las ciudades hanseáticas por los perjuicios sufridos.

Seguidamente, los escandinavos quisieron, a su vez, liberarse del yugo del imperio hanseático.

Negándose a entregarles el trigo o la sal indispensable para la salazón de los arenques, los de la Hansa forzaron a sus adversarios a pedir excusas.

En 1388, una coalición de ingleses, flamencos y rusos no consiguió mejores resultados.

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Comercio Marítimo en la Edad Media

TÉCNICA DEL COMERCIO

El siglo xiv presenció el apogeo de la Hansa.

Este poderío se debió en gran parte a la utilización de un nuevo tipo de navio, la Cogghe.

Hasta entonces, los mares septentrionales eran recorridos por dos tipos de naves: la barca de los vikingos, a remo y a vela, rápida y de poco calado, y la nave occidental, de forma redondeada, más larga y estable, que sólo navegaba a vela.

Estos dos tipos de navios tenían una capacidad de transporte muy limitada: 30 toneladas.

Pero el transporte de los cruzados a Tierra Santa exigió el uso de navios más grandes, de los que el comercio se serviría después.

La Cogghe apareció a fines del siglo XII. Medía unos treinta metros de largo por siete de ancho.

Provista de una sola vela, manejable y rápida, podía transportar 300 toneladas, o sea, diez veces más que los navios precedentes.

Estas naves pertenecían raramente a un solo mercader o armador.

De diez a veinte personas se asociaban para cada viaje, y arriesgaban así una parte del valor del navio y de las mercaderías.

Los asociados se repartían, como es de suponer, los beneficios.

Esta práctica no significaba, forzosamente, que las ciudades de la Hansa no dispusieran de personajes lo suficientemente ricos como para hacerse cargo individualmente de los gastos de una operación, sino que los riesgos eran tales (una tercera parte de las naves desaparecía) que los burgueses preferían repartir los riesgos y beneficios en varias empresas.

Los barcos navegaban, generalmente, en convoy, para evitar los riesgos de piratería; esta práctica no sólo aumentaba los peligros de colisión sino que, además, tenía el inconveniente de obligar a los navios procedentes de ciudades diversas a buscar un punto de concentración.

Sin contar las citas a las que faltaban algunos, esta obligación provocaba una pérdida de tiempo, y los mercaderes, deseosos de recibir sus beneficios, se impacientaban.

Otro riesgo serio era la «huida» del capitán, que, al llegar al extranjero, podía, con toda facilidad, vender su cargamento y desaparecer.

Para evitar esto, el capitán debía estar casado obligatoriamente y ser padre de familia: los asociados podían, así, guardar a su mujer y a sus hijos como rehenes.

De esta forma, la Hansa, con su flota y sus poderosos mercaderes, era una muestra, como Italia, del esplendor de la civilización urbana, fundada en el comercio y el dinero.

Fuente Consultada:
Enciclopedia de Historia Universal HISTORAMA Tomo IV La Gran Aventura del Hombre

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