La Educación Militar:Valores, Principios y Doctrina Nacionalista

La Educación Militar Valores, Principios y Doctrina Nacionalista

Las raíces de la conflictiva relación entre los militares y la democracia  probablemente se encuentran en la educación recibida a lo largo de su carrera, que va moldeando los rasgos profundos de sus personalidades, definiendo sus opiniones, sus actitudes básicas, sus valores.

¿Hasta qué punto ellos son compatibles con su adaptación a un sistema democrático?

Las tres últimas décadas han visto en América Latina excepcionales progresos en lo que refiere a relaciones cívico-militares. 

El fin de las dictaduras  militares durante la década de 1970 y los años 1980, y la llegada (o retorno) de la democracia, ha sido considerado como uno de los momentos más  importantes para el progreso de la región desde su  independencia.

La democracia se ha convertido en  un objetivo, al menos declarado, de toda la región, e incluso los gobiernos más autoritarios han tenido  que encontrar maneras de hacer sobrevivir procesos democráticos como elemento central de su vida política.

En medio de toda esta actividad positiva que se ha producido casi de forma generalizada, aunque con importantes excepciones, se dio la concreta subordinación de las Fuerzas Armadas al poder civil y constitucional.

Esas mismas  Fuerzas Armadas, sin embargo, cuando se trata de la reforma de sus sistemas universitarios militares, han estado menos ansiosas por avanzar rápidamente hacia el cambio y reforzar la democracia a través de la preparación de los  futuros oficiales. (Ver Un Apunte)

• La formación de los jóvenes:

Lo más importante de la formación militar se realiza en el Colegio Militar, en la Escuela Naval o en sus equivalentes.

Los jóvenes cadetes entran allí en la edad en que más permeables son a las influencias, con su personalidad aún no totalmente definida.

El aislamiento del medio civil, con el cual los contactos se reducen al mínimo, ayuda en esa intensa tarea de moldeamiento de la personalidad, de adaptación a las exigencias de la vida militar, de adecuación a sus pautas y valores.

Colegio Militar

Hasta ahora la educación de los militares argentinos no ha enfatizado en las ventajas de la democracia.

No es de extrañar entonces que las actitudes básicas de muchos de los oficiales de las fuerzas armadas presenten alguna incompatibilidad con el régimen democrático.

En esta educación —y debido a una tradición muy arraigada en nuestro Ejército—tienen una gran importancia los aspectos formales; saludos, fórmulas y ceremonial, todo lo que constituye la etiqueta militar y define los rasgos institucionales, recibe particular atención, en tanto se relaciona con una concepción rígidamente jerárquica y hasta estamental del servicio.

Tienen una gran importancia los aspectos formales, saludos, fórmulas y ceremonial

El resto de la enseñanza está básicamente orientada a la formación del combatiente, de modo que la educación general, la que contribuye a la formación integral de la persona, que podría atenuar al rigor de la formación profesional, es particularmente débil.

No hay, ciertamente, una preocupación mayor por las humanidades y por la adquisición de ideas y valores universales, que trasciendan lo castrense.

La Historia, —la "maestra de la vida" de los antiguos— "será considerada con la mayor amplitud demostrándose cómo la Argentina ha llegado al puesto que ocupa entre las naciones de América, examinando su situación política, y la acción de los grandes hombres", dice un texto militar de 1918, que cita Alain Rouquié.

En esta historia que se quiere tan donaría.

• Doctrina Política.

De él, Rouquié ha extractado un párrafo revelador. Luego de denunciar la violación del "orden natural por el liberalismo, antecámara del bolcheviquismo", Genta aboga por una "educación cristianocéntrica, patriótica, tradicionalista y jerárquica" y se pronuncia por una dictadura militar, "necesidad absoluta para salvar al país del sufragio universal... elección inorgánica, niveladora y anónima... prostitución universal".

También están los profesores civiles de los institutos militares, generalmente reclutados en los ateneos, círculos o sociedades ultranacionalistas, constituidos precisamente para hacer llegar ese mensaje a las fuerzas armadas.

De esos círculos provienen luego los técnicos, los asesores, los consejeros.

Su discurso tiene tres o cuatro rasgos básicos, cuya machacona repetición termina siendo eficaz.

En primer lugar, el anticomunismo radical, que se une a la apelación a las fuerzas armadas como escudo contra su avance.

Luego el elitismo, la reivindicación de los valores de las auténticas minorías dirigentes, contra la ignorancia de las masas.

A esto se unen el hispanismo, el catolicismo integrista y preconciliar, y hasta la apelación a una concepción heroica de la vida, que encuentra en la muerte sus más altos valores.

Todo esto constituye el mensaje antiguo y tradicional; el moderno, en cambio, suele adoptar el lenguaje de la geopolítica, denuncia el avance del imperialismo y legitima la búsqueda del "espacio vital" para la comunidad nacional.

Las actitudes básicas:

El oficial, en su carrera de joven cadete a maduro jefe superior, es acosado y bombardeado con todo tipo de mensajes que, aunque difieren en sus orígenes, coinciden en su mayoría ,en la opinión negativa sobre la organización democrática de la sociedad civil.

No es de extrañar entonces que las actitudes básicas de muchos de los oficiales de las fuerzas armadas presenten alguna incompatibilidad con el régimen democrático.

En primer lugar, el espíritu de cuerpo, que la institución se encarga tan celosamente de arraigar, deriva en una acendrada convicción acerca de la superioridad de la institución militar sobre la sociedad civil, en términos de eficacia y coherencia.

Desde esa perspectiva, es notoria la poca capacidad de los militares para comprender plenamente la heterogeneidad de la sociedad, su carácter intrínsecamente conflictivo y su transformación permanente.

Tales rasgos suelen ser considerados, ya como signos de anarquía, ya como testimonios de una nefasta subversión.

Acostumbrados a la uniformidad y jerarquía de la institución, el pluralismo democrático suscita en muchos de ellos el reclamo de la unidad y la eliminación de las disidencias, mientras que el descubrimiento de la evolución de la sociedad —tanto sea en sus aspectos básicos como en otros tan superficiales como una moda capilar— origina un rechazo, la exigencia del quietismo y la conservación de unos valores que acostumbran a identificar —sin que esté claro por qué— con lo que llaman "nuestra tradición occidental y cristiana".

No extraña que los militares con real  capacidad política puedan ser contados con los dedos de las manos.

Si les cuesta comprender cómo funciona la sociedad, más difícil les resulta entender su comportamiento político.

Todo el funcionamiento de las fuerzas armadas se apoya en el principio de la subordinación, en la existencia de quien manda y quien obedece, en el principio de que la comprensión general de las situaciones sólo reside en el nivel más alto de la decisión.

Por otra parte, la concepción militar, inculcada en las escuelas profesionales y poco balanceada con una adecuada formación general, acostumbra a dividir a los actores políticos, igual que en la guerra, en dos sectores inconciliables: amigos y enemigos.

A partir de estas premisas, es difícil entender la política, que es el arte del diálogo, la negociación y la transacción, el ámbito de los medios tonos y los grises.

Menos aún, es posible admitir que el de la política sea el mundo de la participación, la discusión igualitaria y la elaboración del consenso a partir del disenso.

No extraña, entonces, que reiteradamente las primeras medidas de los gobiernos militares apunten a suprimir por decreto el mundo de la política.

No extraña, tampoco, que los militares con real  capacidad política puedan ser contados con los dedos de las manos.

Tales son las raíces del mesianismo militar, y de una política que, reiteradamente, tiende a romper el juego democrático.

Quizás haya llegado la hora en la que el mundo de la democracia imponga sus propios principios en el ámbito de la formación militar.

Fuente Consultada:
Formación Política Para La Democracia Editorial Biblioteca de Redacción Tomo II - Los Militares y La Democracia - Educación Militar -

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