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El Hornero: Nido, Huevos y Alimentación

Es el ave nacional de la República Argentina.

No se trata precisamente de un ave vistosa, como los pájaros que representan a la mayoría de los países.

Pero tiene a cambio una gran cualidad: es un trabajador nato sabio previsor de los embates del tiempo.

Es un verdadero artesano del barro, con el que llega a moldear una construcción tan sólida y formidable como posiblemente no exista en todo el reino de las aves.

HORNERO: Fumatius rufus

Recibe distintos nombres según las regiones uno muy difundido es el de Casero; en Santiago del Estero le dicen Caserita; los correntinos Alonso o Alonsito. Largo 19 cm.

DESCRIPCIÓN:

Dorsal pardo con tono castaño. Garganta blanca. Ventral gris ocráceo. Alas pardas con banda canela. Cola castaña.

COSTUMBRES:

el canto lo hacen a dúo los integrantes de una pareja. Canta fuerte, tanto de día como de noche. (Ver mas abajo:”La física subyacente en el dueto más popular “). Se alimenta de insectos, arácnidos, semillas y a veces pan.

Construye el nido con barro y pajitas entremezcladas.

A veces también estiércol. Tiene forma redondeada, con entrada ovalada, corto túnel y la cámara.

En esta suele colocar algunas pajitas y cerdas. Lo ubica en postes, ramas de árboles, molinos, tranqueras, edificios, también en el suelo o dentro de recipientes.

En oportunidades nidos superpuestos, uno arriba de otro, hasta cuatro.

A veces nidos anómalos, con la boca hacia arriba, con dos bocas, con bocas clausuradas o deformes.

Se reproduce desde setiembre a diciembre.

Pone 4 huevos, ovoidales, blancos. Los huevos son puestos en días alternos.

El periodo de incubación es de 16-17 días. Los pichones permanecen en el nido 23-24 días.

Los dos miembros de la pareja participan en la elaboración del nido, trabajando muy duro, hasta dar con el material más apropiado para su construcción.

Usan su pico como única herramienta y con él forman una bolita de barro, con pajitas, raíces y estiércol o crin de caballo, como si fueran los pequeños ladrillitos de su rancho.

Con decenas de viajes para depositar esos pedacitos de adobe construyen su nido, casi siempre, sobre un sitio visible, como ramas gruesas de árboles, techos, postes de luz o alambrado y monumentos o cornisas de edificios.

El interior está dividido en dos zonas por un tabique. Así, podemos distinguir una "sala" mayor, donde se instalará la cámara de cría y una anterior, más pequeña, que es una "galería" que da continuación a la entrada.

Esta formidable estructura, es construida entre seis y ocho días, si las condiciones son favorables. Pesa unos 4 o 5 kilos y es capaz de soportar un peso de hasta 100 Kg.

HÁBITAT:

áreas rurales, praderas, sabanas, montes, parques y jardines en áreas urbanas.

DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA:

vive en todo el norte del país hasta Río Negro.

La física subyacente en el dueto más popular

Escuchar el canto de una pareja de horneros es una experiencia cotidiana, que uno puede disfrutar espontáneamente, aún en las ciudades.

Lo que en general no apreciamos es que ese dueto es perfectamente coordinado y exhibe características únicas en el reino animal.

Claro que, aún para los especialistas, descifrar las leyes que hay detrás del canto de los horneros requiere mucho trabajo y dedicación.

De todas maneras, para no sentirnos privados de ese conocimiento, trataremos de interpretar algunos aspectos generales, sobre la base de los trabajos de Mindlin y colaboradores (Physical Review Letters, 91, 258104, 2003; Physical Review E, 72, 031905, 2005).

Cuando un hornero macho comienza su canto produce unas seis notas por segundo, y luego gradualmente aumenta el número de notas al mismo tiempo que éstas se acortan, hasta concluir luego de varios segundos.

Por su parte, la hembra se suma casi instantáneamente, emitiendo un número menor de notas por segundo y de tono más alto. Si bien ella parece perder coordinación en el apuro, sus notas están perfectamente acopladas a las de su compañero.

En efecto, los registros indican que las notas de la hembra coinciden de una manera compleja con la puntuación del macho, mostrando relaciones bien definidas, tales como una nota de la hembra por cada tres del macho, una cada cuatro, dos cada cinco, y otras posibles.

El estudio detallado del patrón de frecuencias muestra un comportamiento que es propio de los sistemas físicos conocidos como “osciladores no lineales forzados”.

Para descifrar esta denominación comencemos diciendo que un oscilador lineal es, por ejemplo, el péndulo de un reloj, que se mueve periódicamente en torno a una posición de equilibrio.

La oscilación del péndulo se vuelve no lineal cuando éste describe trayectorias más amplias.

A su vez, una oscilación es forzada cuando una fuerza externa modifica el movimiento natural del péndulo, imponiéndole un ritmo diferente.

Estas consideraciones son necesarias para comprender la analogía: el santo del hornero macho actúa como una fuerza externa que induce, y de alguna manera controla, el canto de la hembra.

Así el ritmo de emisión de notas de ella queda ligado al de él, y no puede tomar cualquier valor sino sólo los que son característicos del sistema acoplado.

El resultado es que entonan melodías diferentes, pero conjugadas de una manera precisa.

Este tipo de estructuración en el canto no había sido observado antes en la naturaleza.

Y lo interesante del modelo físico es que permite inferir el enorme grado de sofisticación que presenta el sistema neurológico de los horneros para coordinar todos los órganos involucrados en la producción del canto (oído, cerebro, siringe. pulmones, sacos aéreos).

Es preciso notar que aún para los músicos más avezados. una ejecución similar es virtualmente imposible.

Entonces, con entrada libre y gratuita, disfrutemos del dueto más exquisito y auténticamente nacional.

Dr. Claudio Berli
INTEC (CONICET-UNL) y Dpto. Física, FBCB, UNL

LEYENDAS DEL HORNERO

Félix Coluccio en su Diccionario Folklórico Argentino dice:

"que Jahé, el hijo de un indio anciano, era la única compañía de éste. Cierto día en que perseguía a un Carpincho, rendido por el cansancio, se tendió a descansar a la orilla de un río.

Al despertar vio que de las aguas surgía una joven de extraordinaria belleza, quién, dirigiéndose a su choza con ligero paso, dejó encendido su corazón de amor.

Para aspirar a su mano, Jahé y otros indios fueron envueltos en cueros frescos de animales de la selva.

A medida que el sol los contraía, iban abandonando varios de los pretendientes, hasta que sólo quedaron dos: Aguará y Jahé.

Cuando Aguará pidió que lo sacaran de la terrible prisión, todos se prestaron para hacerlo, pero olvidaron por poco tiempo a Jahé.

Al volver para aclamarlo vencedor, vieron que de la enrollada piel que había contenido su cuerpo escapaba una avecilla que fue a posarse en un árbol cercano. Era Jahé, a quien los sufrimientos lo habían transformado en un ave.

Un ave que hizo su nido con ayuda de paja y barro, y al cual no debe destruirse porque ese hecho acarrea una tormenta.

Al comenzar su trabajo vio que otra ave parecida a él comenzaba a ayudarlo. Era la muchacha de la cual se había enamorado y que, también convertida en pájaro, se unió a él, para siempre, en el amor y en el trabajo”.

Una versión de origen histórico refiere que:

Juan Hornero, capitán español de las huestes que llegaron con Gaboto y que fueron las primeras en descubrir el maravilloso Paraná, se enamoró de una joven india. Pero su amor era imposible, pues el cacique se negaba a dar su consentimiento.

Para amarse eternamente fundieron sus cuerpos en una hoguera y de allí surgieron transformados en dos órganaitigs (nombre guaraní del Hornero).

El, ingenioso como era, en la horqueta de un árbol construyó su nido de barro y paja, con dos compartimientos.

En el más protegido, La hembra se dedica amorosamente a la cría.

De origen humano, según la leyenda los horneros conservan no solo su aptitud para fabricar un nido tan ingenioso, sino que parecen gustar de la compañía del hombre; y así, junto a la vivienda de los labradores, se ve siempre uno de esos primorosos nidos, amalgamados fuertemente a la rama.

Y en su puerta, uno de estos pajaritos, alegrando las horas de trabajo con la cascada maravillosa de sus trinos.

CREENCIAS

Carlos Villafuerte, en su libro Aves Argentinas y sus leyendas dice:

* Es creencia general que el Hornero no trabaja los domingos, y cuando lo hace, se considera que habrá un invierno lluvioso.

 * La noche en que nacen los polluelos, el macho alumbra el nido con luciérnagas.

 * Cuando construye el nido sobre la cumbrera de un rancho, éste se halla protegido de rayos y de centellas.

 * Cuando hace su nido en los árboles, cerca de las casas es de excelente augurio para el agricultor, pues la tierra dará abundantes frutos.

 * Sus gritos delatan la proximidad de reptiles y de animales dañinos.

Fuente Consultada: Revista ECOLÓGICA Naturaleza-Conservación y Sociedad  Nro. 4 Año 4 - Autor: Martín de la Peña

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