La iglesia Y El Feudalismo:La Iglesia Medieval y su Influencia Social

La Iglesia Medieval y El Feudalismo:

INTRODUCCIÓN: Una de las características principales de estos tiempos es el gran poder que tiene la Iglesia.

Desde la caída del Imperio Romano, quedó como el único centro unificador en Europa y se consideró asimisma como la heredera directa de Roma.

Pero no le fue sencillo llegar a hacer efectivo ese dominio.

Necesitaba territorio y un brazo armado.

Todo cambió cuando Carlomagno se erigió en rey de los francos: la Iglesia, entonces, no solo consiguió tierras donde gobernar en forma directa -los Estados Pontificios- sino que contó con las fuerzas del emperador de su parte.

Sin embargo, la relación entre los sucesivos emperadores y los papas no fue siempre muy armoniosa.

Unos y otros mantuvieron una pulseada permanente para ver cuál de los dos tenía más poder.

Ahora bien, ¿cuáles eran las argumentos de unos y otros?.

El emperador, por supuesto, contaba con sus  ejércitos

. ¿Y el Papa?...Nada menos que con la "excomunión", el recurso por el cual podía declarar al emperador fuera de la Iglesia o acusarlo de anti cristiano o de hereje.

En forma paralela a esos acontecimientos, la Iglesia alentó el monaquisino: la vida de los monjes en los monasterios.

Primero, aceptando la regla de San Benito para todos los territorios francos.

Y después (siglos X y XI), avalando al movimiento cluniacense (por la ciudad de Cluny, en Francia), donde se propugnaba la reforma de la economía y de la administración monástica, bajo la protección exclusiva del Papa.

Es decir, sacando a los monasterios de la órbita de los señores feudales.

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► LA IGLESIA Y EL FEUDALISMO:

 La Iglesia ocupó un lugar destacado en las instituciones de la Edad Media.

Fue la guía espiritual de la época.

A pesar de su importancia, no pudo mantenerse al margen del sistema vigente: ella también se “feudalizó, proceso que le originó diversos dificultades.

Sus altas jerarquías recibían feudos de manos de los señores nobles o del emperador.

Esto implicaba que debían rendir juramento de fidelidad y convertirse en vasallos de personas ajenas a la Iglesia.

Era corriente entonces que el emperador o los señores feudales nombraran obispos y párrocos, y les otorgaran los bienes temporales tanto como los espirituales.

Esto originó una descentralización eclesiástica.

A estos problemas internos se sumó una serie de conflictos y controversias con el alto clero de Bizancio.

La Iglesia de Oriente tomó el nombre de Ortodoxa y desconoció la autoridad del Papa.

Estos hechos sellaron la ruptura, es decir el Cisma de Oriente, la separación definitiva de la Iglesia de Bizancio y la Iglesia romana.

Del seno de la Iglesia Católica surgió entonces un movimiento reformador que tuvo como objetivos principales poner fin a la intromisión del poder laico en los asuntos religiosos y mejorar el clima espiritual del momento.

Las reformas fueron impulsadas por el Papado y por el clero regular.

El vigor de las órdenes monásticas:

En el siglo X surgieron con gran vigor nuevos órdenes monásticas, que intentaron luchar contra los males que aquejaban a la Iglesia.

Desde los monasterios se predicaba el renunciamiento a las vanidades del mundo como una de las condiciones para salvar el alma.

La reforma de los conventos partió de Francia.

►El Monasterio de Cluny

El 11 de noviembre del año 910, el duque de Aquitania, conocido como Guillermo el Piadoso, fundó un monasterio en la localidad de Cluny y lo puso bajo la protección directa del Papa, sustrayéndola de la autoridad del obispo local.

Se formó entonces una orden religiosa, la cluniacense, que observaba con mucho cuidado a regla de San Benito:

la combinación del trabajo manual con la oración, la recitación de los Salmos, el respeto por el silencio y la confesión pública de los pecados.

La orden cluniacense comenzó a condenar en forma sistemática la vinculación entre Iglesia-Estado; especialmente en referencia a la situación en Alemania, donde los obispos eran “semifuncionarios” del emperador.

Para los monjes de Cluny, la función más importante que tenía que cumplir la Iglesia en la Tierra era la salvación del alma y para ello necesitaba estar libre de la intromisión estatal.

Se debía terminar con la compraventa de cargos eclesiásticos.

Desde Cluny surgió entonces la idea de que el poder laico debía estar subordinado al poder moral de los eclesiásticos.

La actividad que esta orden desarrolló rehabilito el espíritu religioso en la opinión pública.

De esta orden surgieron muchos clérigos notables, como Hlldebrando que luego se convirtió en el papa Gregorio VII.

En el siglo XI surgió otro movimiento reformista en Cister, bosque de Francia, en donde el abad Roberto con algunos de sus religiosos se instalaron para fundar un monasterio.

Aplicaron también con respeto las reglas de San Benito.

Desde allí se desarrolló una orden religiosa de tal magnitud que no tardó en hacerse célebre.

Los monjes cístercenses tomaron el nombre de bernardos, en honor de uno de sus clérigos más destacados, San Bernardo.

La influencia de Cister y Cluny no se limité al ámbito religioso; también fueron los creadores de estilos arquitectónicos propios.

El movimiento monástico no se detuvo. En los siglos posteriores surgieron nuevas órdenes, como los franciscanos y los dominicos.

A comienzos del siglo XIII un religioso italiano, San Francisco de Asís, fundó la orden de los Frailes Menores, luego llamada franciscanos.

Predicó dos virtudes primordiales: la fe y la caridad, a través del ejemplo de una vida humilde, y con la renuncia a las riquezas que le brindaba su familia.

La orden franciscana fue muy popular y se convirtió en una de las más fecundas instituciones del catolicismo.

En el mismo siglo Santo Domingo de Guzmán fundó la orden de los Predicadores, considerada como una de las más importantes órdenes mendicantes.

El objetivo de Santo Domingo fue la necesidad de combatir la herejía (desviación de la interpretación del dogma católico, no sólo con la palabra sino con la conducta y las obras.

Los dominicos renunciaban a los bienes terrenales, concebían el estudio como una forma esencial para concretar sus aspiraciones religiosas: sus claustros fueron verdaderos aulas de ciencias.

Los monasterios se convirtieron de esta manera en centros importantísimos de la vida en esa época.

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