Lisandro, Jefe Espartano y la Guerra de Decelia Contra Atenas

Lisandro, Jefe Espartano y la Guerra de Decelia Contra Atenas

La ocasión inmediata de la Guerra del Peloponeso fue la ayuda que prestó Atenas a la ciudad de Corcira sublevada contra su metrópoli, Corinto.

Esta presentó su protesta ante la Liga del Peloponeso, la cual exigió a los atenienses que retiraran su protección a Corcira y permitieran el libre comercio a la ciudad de Megara. Atenas se negó.

Esta lucha —narrada magistralmente por el historiador Tucidides— comprende tres períodos:

1)   Guerra de los diez años (431-421 a. C.) que se inicia con la invasión del Ática por los espartanos y se prolonga hasta la paz de Nicias.

2)    Un periodo de siete años (421-414 a. C.)  de aparente calma,  en  el cual se destaca la expedición a Sicilia.

3)   La Guerra de Decelia,  que termina con la victoria de Esparta y el agotamiento general de toda Grecia.

Tercer período: guerra de Decelia

En el año 413 (a. C.) los espartanos desembarcaron nuevamente en el Ática y se establecieron en Decelia, a 24 kilómetros de Atenas.

Allí construyeron una fortaleza y dejaron una fuerte guarnición encargada de obstaculizar el comercio de su enemigo y devastar los alrededores.

Los espartanos se aliaron con los persas y confiaron sus fuerzas a un hábil guerrero y buen diplomático llamado Lisandro.

Los atenienses triunfaron en la batalla naval de las islas Arginusas, pero Lisandro —con ayuda de los persas— venció totalmente en Egospótamos (cerca de Helesponto).

Esta victoria decidió la guerra; los espartanos sitiaron a Atenas que, sin flota, no pudo resistir: finalmente, aceptaron las duras condiciones de paz propuestas por Lisandro (404 a. C).

guerra de decelia

Lisandro fue almirante y político espartano. En los últimos años de la guerra del Peloponeso entre las ciudades griegas de Atenas y Esparta mandó la flota espartana.

Su suerte se recuperó como resultado de la amistad que entabló con el príncipe persa Ciro el Joven, quien le apoyó económicamente, lo que le permitió derrotar a la flota ateniense cerca de la costa de Asia Menor en el 407 a.C. Falleció en -395.

LISANDRO Y LA DERROTA DE ATENAS (404 a. de J. C.)

En estos momentos decisivos, los espartanos tuvierpn la suerte de encontrar un jefe excepcional, astuto y brutal a la vez, Lisandro.

Este se apoyó resueltamente en Persia, pues era amigo de Ciro el Joven, uno de los hijos de Darío II, sátrapa de Jonia.

El oro persa le permitió formar una buena flota, que venció a la marina ateniense (407 a. de J. C). Alcibíades se exilió de nuevo. Su carrera terminaba con un fracaso.

Finalmente, el año 405 antes de J. C, Lisandro destruyó por completo la flota de Atenas, cerca de las costas tracías, en Egos-pótamos.

Después, marchó a bloquear El Pireo; Atenas, entre tanto, había sido asediada por tierra.

Lo único que quedaba era capitular. Corínto y Tebas querían arrasar la ciudad.

Pero Esparta, previendo futuros conflictos con sus aliados, y queriendo establecer un equilibrio en el que ella dominara, se opuso. Atenas perdía su Imperio, y la Liga de Delos era disuelta.

Las Murallas Largas debían ser demolidas; la flota era reducida a nueve unidades.

Se suprimían las cleruquias, y los colonos eran repatriados al Ática.

Alcibíades, que se había refugiado de nuevo en Persia, era aún considerado peligroso por los espartanos; por ello, se envió una tropa para asesinarlo.

Su prestigio era todavía tan grande, que atemorizaba a los soldados; éstos no se atrevieron a atacarlo   de   frente,   y   Alcibíades   pereció atravesado  por  flechas   y  venablos:   tenía   47 años.

Había nacido con la democracia  ateniense.   Su   muerte,   como   su   nombre, son sinónimos de la decadencia de Atenas.

Sin embargo, no hay que hacer responsable a Alcibíades de todas las derrotas de Atenas, pues sí, a pesar de sus faltas tan visibles,  pudo   imponerse   en   Atenas,   fue porque los ciudadanos,  perdiendo  el  sentido de la moderación, lo eligieron como jefe. Los atenienses, por lo tanto, fueron también   culpables.

Encontramos   aquí   el canto de la tragedia griega: el destino quiere que los que se entregan a la desmesura paguen el precio de su error.

AMPLIACION DEL TEMA:

TOMA DE ATENAS: Una de las naves que habían podido escapar llegó de noche al Pireo.

Inmediatamente la noticia del desastre pasó de boca en boca hasta llegar a Atenas.

Al día siguiente se reunió la Asamblea y decidió prepararse para sufrir un sitio.

Pero Lisandro no quería sitiar a Atenas, prefería rendirla por hambre.

Recorría las costas del Helesponto y enviaba a Atenas a cuantos atenienses encontraba, a fin de aumentar el número de personas que era preciso alimentar.

Por último se presentó delante del Pireo con 200 naves.

El rey de Esparta, con el ejército de los pelopOnesios, había acampado ya frente a Atenas, en los Jardines de Academus.

No contando ya los atenienses con aliados, ni con barcos, ni con víveres, enviaron a pedir la paz a Esparta. Los espartanos exigían en primer lugar que Atenas demoliera sus Largos Muros.

La Asamblea se negó y decretó la prohibición de deliberar acerca de dicha propuesta.

Uno de los jefes del partido aristocrático, Teramenes, pidió ser enviado a Lisandro.

Partió como embajador y permaneció tres meses, esperando que los atenienses, bloqueados por todas partes, hubieran agotado sus víveres.

Cuando volvió, el hambre había decidido al pueblo a ceder.

Una embajada de diez individuos, entre ellos Teramenes, fue encargada de ir a Esparta con plenos poderes para concertar la paz.

Los espartanos reunieron a los representantes de sus aliados para deliberar acerca de las condiciones que se impondrían a Atenas. Los corintios y los tebanos, mortales enemigos de los atenienses, sus vecinos, dijeron que no había que tratar con Atenas, sino demolerla.

Los espartanos respondieron que no querían reducir a esclavitud a una ciudad que en otro tiempo había salvado a Grecia.

Presentaron las siguientes condiciones: los atenienses demolerían la muralla del Pireo y los Largos Muros, entregarían sus barcos de guerra, abrirían sus puertos a los desterrados, renunciarían a toda posesión fuera del Ática y entrarían en la alianza de Esparta.

En Atenas morían a diario de hambre muchos habitanes.

Cuando volvieron los enviados, la multitud les rodeó con ansiedad.

Al día siguiente dijeron las condiciones y la Asamblea las aceptó. Se entregaron a Lisandro todas las naves del Pireo, excepto doce. Las mandó quemar y luego ordenó la demolición de las murallas.

Se contó que Lisandro había declarado al principio roto el convenio y había reunido un Consejo para deliberar acerca de lo que había de hacerse con Atenas.

En aquel Consejo, se dice, un tebano propuso vender a los atenienses como esclavos, arrasar la ciudad y hacer del territorio campo donde pastaran los ganados.

Luego los generales se pusieron a la mesa.

En tanto circulaban las copas de vino, uno de los músicos encargados de cantar para distraer a los convidados,, entonó el coro de una tragedia de Eurípides: "Hija de Agamenón, he venido a tu rústica morada".

Los asistentes se conmovieron y se decidió que sería horrible destruir una ciudad que había producido tan grandes hombres.

Fuente Consultada:
HISTORAMA La Gran Aventura del Hombre Tomo II Los Griegos Edit. CODEX


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