Historia de los Longobardos:Origen Religion Costumbres

Historia de los Longobardos
Origen ,Religión y Costumbres

Germanos es una palabra celta cuyo significado es: "hombres que lanzan el grito de guerra" y fue utilizada por los romanos para designar a todas las poblaciones que tenían su residencia en la margen derecha del Rin, y, en general, al este de ese río.

Los germanos habitaban en la Europa Central: a lo largo de la ribera derecha del Rin, y en ambas riberas de los ríos Elba, Oder, Danubio y Vístula.

A partir del siglo II de nuestra era, algunos pueblos germánicos (también llamados "bárbaros" por los romanos, que denominaban así a todo lo que no era romano) comenzaron a hacer irrupciones a través de las fronteras del imperio.

Hacia el fin del siglo VI, casi todos los pueblos germánicos no sólo habían entrado en contacto con la civilización romana, sino que, en muchas invasiones, habían evidenciado tener una aplastante superioridad militar sobre el decadente y debilitado imperio de los romanos.

Por otra parte, el prolongado contacto con muchas instituciones romanas les había inducido a adoptarlas, y llegaron así a adquirir un grado de civilización bastante elevado.

Uno de los pocos pueblos que todavía conservaba las instituciones tradicionales de las tribus germánicas de allende el Rin, en razón del poquísimo contacto tenido con las poblaciones sometidas a la autoridad imperial, era el de los llamados longobardos.

Vestidos del Pueblo Longobardo

POR QUÉ SE LLAMABAN  LONGOBARDOS

El origen de los longobardos es un tanto oscuro; sin embargo, en la actualidad se considera como su más probable lugar de origen la península escandinava.

De haber sido así, los estudiosos estiman probable que su migración hacia el continente se haya verificado hacia el siglo I antes de Cristo.

Primeramente habrían poblado la parte inferior del curso del Elba, donde instalaron moradas permanentes, hasta que, en el siglo VI, consiguieron penetrar hacia el centro de Europa, y exactamente en la región occidental de la llanura húngara.

Parece ser que antiguamente las gentes de este pueblo eran llamadas vinilos (nombre derivado de la palabra escandinava vina, combatir), que significa "guerreros", y que sólo cuando se instalaron definitivamente en el territorio de la Alemania actual cambiaron su nombre por el de longobardos.

Y como en Escandinavia se llamaba "longobardiz" (guerreros que atraviesan el mar) a todos los soldados mercenarios que dejaban su patria para ir en busca de una fortuna mejor, se presume que los "vinilos" tomaron para sí tal nombre cuando abandonaron para siempre su tierra.

Otros creen que los longobardos comenzaron a ser llamados así porque usaban barba larga ("langbarte"), y no faltan los que afirman que el origen del nombre reside en que combatían usando una larga lanza, la cual, en lengua alemana, es llamada "hallbard"   (alabarda).

• SUS CREENCIAS Y COSTUMBRES

El dios supremo de los pueblos germanos era Odín, símbolo de la tempestad.

Se lo representaba con vestiduras de guerrero, con un yelmo de oro en la cabeza y la terrible alabarda en la mano.

Odín era, sobre todo, el dios de los guerreros; tomaba parte en la batalla, daba la victoria a quien quería y decidía quién debía morir en el combate.

Los longobardos creían que los guerreros muertos con honor en el combate eran conducidos por el mismo Odín al Walhalle (la morada de los muertos), una especie de paraíso en el cual los héroes habrían de gozar de una gloria eterna.

Y en razón de hallarse convencidos de ser el pueblo más belicoso de entre las tribus germánicas, los longobardos se consideraban los predilectos de Odín.

Sustentaban la creencia de que Odín, para hacerlos invencibles durante las batallas, enviaba en su ayuda a los cinocéfalos (del griego "kinos", perro y "kefalé", cabeza; o sea, hombres con cabeza de perro), los cuales, con su terrible aspecto, esparcían el terror entre las filas adversarias.

Los longobardos habitaban cabañas de madera con techo de paja, detrás de las cuales solía haber una parcela rodeada por un seto vivo o un vallado.

Los utensilios de uso diario se limitaban a lo estrictamente necesario: un molino portátil para moler el grano, algunas ollas de cobre o de barro, cuernos de buey indistintamente usados para conservar el aceite o para beber, y algunas pieles sobre las cuales dormían.

Los más bravos guerreros colgaban, de las paredes de sus cabañas, cráneos de enemigos muertos por ellos.

El año 568, guiados por su joven rey Albuino, abandonaron la llanura húngara y se dirigieron hacia la península italiana: sumaban tal vez 250.000 personas, entre hombres, mujeres y niños.

La parte que ocuparon tomó el nombre de Longobardia (tal como Andalucía lo tomó de otros invasores bárbaros, los vándalos, que la llamaron "Vandalucía").

De aquel nombre deriva el actual de Lombardía, dado a una extensa región septentrional de la península italiana.

Las tropas de este pueblo conquistador no se hallaban totalmente integradas por los longobardos, sino que formaban parte de las mismas el pueblo de los gépidós (a cuyo rey había matado Albuino algunos años atrás), así como también numerosos aventureros sármatas, búlgaros, bávaros y sajones, atraídos todos ellos por las perspectivas de combate y pillaje.

El ejército cruzó la cordillera alpina por el paso de Predil (hacia el norte de Venecia) y avanzó rápidamente por la llanura del Po, siempre en marcha hacia el sur.

Tras algunos combates, de los cuales salió victorioso, ocupó la región de Venecia (donde fundó el ducado de Friule), tomó Milán en setiembre de 569, y toda la cuenca del Po, la Emilia y Toscana (570), el ducado de Benevento y la ciudad de Pavía, donde constituyó la capital de su nuevo reino.

Este reino habría de durar hasta 774, fecha en que fue conquistado por Carlomagno e incorporado al imperio de Occidente.

Los territorios conquistados fueron divididos en 36 ducados, cuyos poseedores elegían al nuevo rey, pues no existía un régimen de sucesión hereditaria.

A la muerte de Albuino (572) los duques implantaron un gobierno colectivo, pero al año siguiente volvieron al régimen monárquico, designando como soberano a Clefis, quien apenas logró gobernar algo más de un año.

LA CONVERSIÓN AL CRISTIANISMO

Rústicos, inciviles, y sólo interesados por el saqueo, los longobardos no manifestaron interés por aceptar ninguna de las limitaciones que las leyes romanas imponían a los pueblos extranjeros, y, naturalmente, no apreciaron instituciones que, como la esclavitud, eran fundamentales dentro de la vida romana.

Durante el primer período de su invasión, igualmente, se manifestaron irrespetuosos hacia el cristianismo y su jerarquía, habiendo sido señalados como enemigos encarnizados de la fe cristiana.

En su obra de saqueo, entonces, no hallaron motivo alguno para excluir las iglesias, de cuyos bienes se apropiaron sin escrúpulos de conciencia, ni vacilaron tampoco, cuando lo consideraron conveniente, en asesinar a los sacerdotes y dignatarios eclesiásticos de todas las categorías.

Cuando arrasaban una ciudad, las iglesias sufrían la misma suerte de los restantes edificios que en ella había.

Pero, a comienzos del siglo VII, se produjo un acontecimiento de importancia que cambió por completo su modo de vivir.

En 591, la reina Teodolinda (viuda de Autario, rey de los longobardos) contrajo nuevas nupcias con el rey longobardo Agilulfo, y, desde entonces, con ayuda del papa Gregorio Magno, se consagró a la tarea de lograr que su pueblo se convirtiese al cristianismo.

Su obra fue coronada por el éxito: hacia el fin del siglo VII, casi todos los longobardos habían abrazado la religión de Cristo.

Y de este modo se volvieron menos feroces y comenzaron a apreciar los valores de la civilización romana, europea y occidental.

Los longobardos hicieron construir muchos edificios en Italia: la basílica de San Pedro en Cielo de Oro, de Pavía, y la catedral de Monza, se hallan entre los más famosos.

Este último fue levantado en 602 por la reina Teodolinda. Además de los sepulcros de esta reina y de su esposo Agilulfo, en la catedral de Monza se custodian muchos tesoros de los reyes longobardos.

Uno de los más famosos es la "corona de hierro", así llamada porque en su parte interior lleva un aro de ese metal, confeccionado, según lá leyenda, con el hierro de uno de los clavos de la cruz de Cristo.

Esta corona fue usada para la ceremonia de coronación de varios soberanos, el último de los cuales fue Napoleón.

• LAS LEYES DE ROTARIO:

Asi como otros pueblos que no han alcanzado un cierto grado de civilización, los longobardos consideraban la venganza como una forma natural de la justicia.

Cuando un longobardo era asesinado, todos sus parientes tenían el derecho de vengarlo matando al asesino o a su familia.

Ésta y otras sanguinarias disposiciones fueron abandonadas cuando se convirtieron al cristianismo, adoptando, en este orden, las prácticas que son comunes a todos los pueblos cristianos.

Un rey que se preocupó por hacer más humanas las leyes que regulaban la vida de su pueblo fue Rotario.

Éste, en 643, promulgó en lengua latina un edicto según el cual la venganza fue sustituida por el "guidrigildo" o sea la compensación monetaria por el daño causado.

He aquí algunas de sus leyes.

"Si alguno provocara tumulto en la iglesia pagará una multa de 40 sueldos en beneficio del venerable lugar.

Y los 40 sueldos de dicha multa serán depositados sobre el sagrado altar donde la ofensa hubiese sido cometida.

Si alguno hubiera apaleado a otro hasta el punto de romperle los huesos, por cada hueso quebrantado pagará la suma de 12 sueldos.

Si un hombre hubiera matado a otro pagará a los deudos una indemnización compensatoria de la pérdida ocasionada.

Si alguno hubiera cortado la mano a otro, pagará la mitad del precio que sería fijado para el caso de haberío muerto."

Cuando en 774 los francos arrollaron a los longobardos en la península italiana, éstos constituían ya un pueblo civilizado que fue poco a poco fundiéndose con el resto de la población peninsular.

Fuente Consultada:
Enciclopedia Ilustrada del Estudiante Tomo IV  - Historia de los Longobardos -

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