Origen del Estado Liberal y las Conquistas de la Burguesía en 1848

Origen del Estado Liberal
Conquistas de la Burguesía en 1848

ANTECEDENTES DEL ESTADO LIBERAL:

Después de la derrota definitiva de Napoleón, los monarcas absolutos del continente europeo mediante el Congreso de Viena, buscaron regresar a la etapa anterior a la Revolución Francesa, conocida como el Antiguo Régimen, lo que significó la supresión de las medidas sociales, políticas y económicas dictadas por los ideales revolucionarios del siglo XVIII.

Principalmente ideas referentes a las constituciones y al postulado de la soberanían acional, para dar paso otra vez al poder ilimitado de los reyes, devolver a la nobleza y al clero sus privilegios, reconstruir el mapa de Europa que había sido desfigurado por las conquistas y anexiones ocasionadas por la guerra, y replantear la vida internacional con base en un sistema de seguridad conjunta y equilibrada que no permitiera más revoluciones ni intentos de cualquier país por lograr la hegemonía continental.

Como respuesta al movimiento que apoyaba la Restauración monárquica, se produjeron en las más importantes naciones europeas una serie de procesos revolucionarios en su contra, en los que la burguesía luchó por su derecho a crear gobiernos constitucionales adecuados a sus intereses y mentalidad liberal.

Aun cuando entre los liberales hubo ruptura, pues la alta burguesía (industriales, banqueros, grandes comerciantes, etc.) proponía reformas moderadas con la instauración de monarquías parlamentarias y constitucionalistas, mientras que la baja burguesía (artesanos, profesionales, pequeños comerciantes) y las clases obreras, con base en ideas democráticas, aspiraban a instauración de repúblicas, en las cuales abrir las posibilidades de participación en la esfera política para conseguir mejores condiciones de trabajo.

Aunado a esto apareció, aunque de manera limitada, una nueva ideología, el socialismo que pretendía una reforma más radical de la sociedad en beneficio de las clases trabajadoras.

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El periodo histórico que en Europa abarcó los años posteriores al Congreso de Viena recibió el nombre de restauración, porque la dinastía   de orbón fue restaurada en el trono de rancia, y también recuperaron sus tronos todos  los  monarcas que habían   sido   desposeídos   por Napoleón y restablecieron la monarquía absoluta.

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1848: Revolución Burguesa en Francia:

Una desastrosa cosecha de trigo y de patata dio origen, en 1846, a disturbios en el campo   francés;   bandas   hambrientas   recorrían Jos caminos reales, saqueando castillos y panaderías,  sembrando el terror en los pueblos.

La enorme alza de precios que siguió, alcanzó a todas las capas de la sociedad, que tuvieron que reducir sus compras, lo que favoreció, así, la crisis, los despidos y el paro en la industria.

A esta gravísima crisis económica se unió una serie de escándalos,  de asesinatos, de corrupción, de tráfico de empleos, que envolvió a los personajes más destacados del régimen.

La oposición aprovechó el desafecto general hacia el Gobierno, para reclamar una reforma electoral que redujese el censo a cien francos, y una reforma parlamentaria que disminuyera el número de diputados y funcionarios, siempre  dispuestos  a sostener  al  régimen....esta situación dió lugar a que en febrero 1848 se inicie un violento movimiento en defensa de los principios liberales mas básicos, como la defensa de la propiedad privada, la soberanía popular, la división de poderes en legislativo, ejecutivo y judicial y el establecimiento de una Constitución liberal que defiendan los derechos de la alta y baja burguesía. (Ver: Revoluciones Burguesas)

Orígenes del liberalismo político y liberalismo económico:

Las revoluciones burguesas en Europa, al destruir el Antiguo Régimen, dieron lugar a un nuevo tipo de Estado que los historiadores denominaron Estado liberal, y la ideología que sustentaba estos regímenes burgueses es lo que se ha dado en llamar liberalismo, liberalismo que en el siglo XIX poseía un doble aspecto, claramente diferenciado en la mayor parte de los países: liberalismo político y liberalismo económico.

cuadro Movimientos Rvolucionarios de 1848
Movimientos Rvolucionarios de 1848

Liberalismo político significaba respeto a las libertades ciudadanas e individuales (libertad de expresión, de asociación, de reunión); existencia de una Constitución inviolable que determinase los derechos y deberes de ciudadanos y gobernantes; separación de poderes —legislativo, ejecutivo y judicial— para evitar cualquier tiranía; y derecho al voto, bien en forma de sufragio censitario, bien como sufragio universal, aunque en este último caso más que de liberalismo político habría que hablar de democracia.

Junto a este liberalismo político, el Estado burgués del siglo XIX estaba también asentado en el liberalismo económico: un conjunto de teorías y  de prácticas al servicio de la alta burguesía dominante y que, en gran medida, eran consecuencia de la Revolución Industrial.

Desde el punto de vista de la práctica, el liberalismo económico significó la no intervención del Estado en las cuestiones sociales, financieras y empresariales.

A nivel técnico supuso, además, un intento de explicar racionalmente y justificar el fenómeno de la industrialización y sus más inmediatas consecuencias: el gran capitalismo y la miseria de la clase trabajadora.

La alta burguesía europea, cada día más poderosa y rica, con el poder político ya firmemente asido, veía con inquietud cómo alrededor de las ciudades industriales iba surgiendo una masa proletaria. también cada día más espantosamente pobre.

Necesitaba, por tanto, una doctrina que explicase este hecho como inevitable y, en consecuencia, sirviese para tranquilizar su propia inquietud.

Tal doctrina la encontró en dos pensadores ingleses, Adam Smith (1723-1790) y Thomas R. Malthus (1766-1834), que pasaron así a ser los pilares ideológicos del liberalismo económico.

Smith pensaba que todo el sistema económico debía estar basado en la ley de la oferta y la demanda. Para que un país prosperase, los gobiernos debían abstenerse de intervenir en el funcionamiento de esa ley: los precios y los salarios se fijarían por sí solos, sin necesidad de intervención alguna del Estado.

Y ello, entendía, no podía ser de otro modo, por cuanto si se deseaba una absoluta libertad económica, cada hombre, al actuar buscando su propio beneficio, provocaba el enriquecimiento de la sociedad.

Malthus partía del supuesto de que, mientras el aumento creciente de población seguía una proporción geométrica, la generación de riquezas y alimentos sólo crecía aritméticamente.

Resultaba por ello inevitable que, de no ponerse remedio, el mundo se hundiría en la pobreza.

Ese remedio no podía ser otro que el control de natalidad en los obreros, y que estos puedan ser abandonados a su suerte, para que así su número disminuyese.

En resumen, tanto Malthus como Smith lo que estaban pidiendo era la inhibición de los gobernantes en cuestiones sociales y económicas.

Y eso fue lo que ocurrió: el Estado burgués europeo del siglo XIX se limitó a garantizar el orden público en el interior de sus fronteras, renunciando a cualquier tipo de política social, de justicia redistributiva y de intervención en la economía.

Nada mejor para los grandes capitalistas, que quedaron con las manos libres para enriquecerse al máximo.

La riqueza se convirtió en una virtud, y los clérigos, desde el púlpito, presentaban la pobreza como una consecuencia del vilo y el pecado, con lo cual estaban testificando de hecho su existencia.

Frente a este Estado liberal y en la sociedad burguesa, el proletariado se encontró indefenso.

Por ello, su lucha por la vida y por los derechos que se les negaban tenía que convertirse necesariamente en una lucha contra el liberalismo económico y la burguesía capitalista.

El Proletario y el Proletariado:

«El cambio fundamental que ha sobrevenido en la sociedad, en el seno de la lucha universal creada por la concurrencia y como resultado inmediato de su lucha, es la introducción, entre las condiciones humanas, del proletario, cuyo nombre, tomado de los romanos, es antiguo, pero cuya existencia es completamente nueva.

Los proletarios eran, en la República romana, los hombres sin bienes que no pagaban el censo y que no estaban vinculados a la patria más que por la progenitura (proles) que e daban; al igual que nosotros, los romanos habían observado que son quienes no poseen nada los que tienen familias más numerosas, ya que no les produce ninguna inquietud criarlas.

Además, el proletariado romano no trabajaba, puesto que, en una sociedad que admite la esclavitud, el trabajo es deshonroso para los hombres libres; vivían casi por completo a costa de la sociedad, de la distribución de víveres que hacía la República.

Casi podría decirse que la sociedad moderna vive a costa del proletario, de la parte que le quita de la recompensa del trabajo.

En efecto, según el orden que tiende a implantar la crematística, debe cargarse al proletario con todo el trabajo de la sociedad, permaneciendo ajeno a toda propiedad, viviendo sólo de su salario.»

(SISMONDI: Estudios sobre Economía Política, 1836.)

Fuente Consultada: Revoluciones del Mundo Moderno Alfonso Lazo Aula Abierta Salvat

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