El Poder Militar Ruso Antes de la Caida del Comunismo

El Poder Ruso Antes de la Caida del Comunismo

Estoy a bordo de un MIG-29, uno de los aviones de combate más modernos producidos por la industria de la extinta Unión Soviética.

Hace tan sólo cinco años, desde estas mismas páginas, lo bautizamos casi proféticamente como la última estrella roja y era casi un secreto.

Ahora, en su afán por conseguir liquidez monetaria en divisas, las autoridades rusas esperan exportar este aparato y otros muchos en un intento casi desesperado por rentabilizar una tecnología conseguida a costa de la derrota en la guerra tría.

Para empezar, sin embargo, se enfrentan con el fuerte lastre mental de sus posibles compradores occidentales; la idea fija de que los productos soviéticos—ahora rusos— son fuertes y resistentes, pero anticuados.

Las continuas derrotas en el campo de batalla de los países equipados con este material, a manos de aliados o de los propios occidentales, eran la prueba más evidente.

Y cuando los hechos parecen demostrar lo contrario, se afirma que, aunque cumplen su cometido, ni su acabado ni su tecnología están a la altura de lo que se produce en occidente.

No importa que los soviéticos hayan sido capaces de fabricar los mejores tanques de guerra de la Segunda Guerra Mundial, ni los mejores subfusiles y fusiles de asalto.

el poder militar ruso

Nadie parece acordarse de que el primer caza monoplano con tren de aterrizaje retráctil y cabina cerrada que funcionó en el mundo era soviético. Se ignora conscientemente lo que sucedió en Corea o en Vietnam, donde los MIG-15, MIG-17 y MIG-21 hicieron las cosas tan difíciles a los americanos que tuvieron que cambiar sus tácticas y sus métodos de entrenamiento para salir del paso.

El recuerdo del derribo del U-2 de Gary Powers —y de otros muchos similares sobre Cuba y China— ha pasado a mejor vida.

Pero los cambios en el Este trajeron indicios de que la verdad era muy diferente.

Los aviadores de la República Federal de Alemania pudieron atisbar la realidad al incorporar a su fuerza aérea unos cuantos MIG-29.

Antes de la guerra del golfo Pérsico, algunos pilotos de caza occidentales —norteamericanos y europeos— tuvieron la oportunidad de volar estos aparatos con la intención de comprobar sus virtudes y defectos, a fin de poder enfrentarse con éxito a los que poseía Irak.

Los holandeses afirmaron con rotundidad que el caza de Mikoyan era soberbio y, en algunos aspectos, «supedor al McDonnell F-1SC».

Algo que resulta bastante singular, puesto que el aparato norteamericano es de superioridad aérea y el MIG-29 se parece más, en tamaño y misiones, al ligero F-16.

Pero más sorprendente es aún que lo que impresionó a los pilotos occidentales no fue sólo el excelente comportamiento y maniobrabilidad del Fulcrum —apodo que la OTAN asignó al MIG-29—, sino la eficacia de sus sistemas de armas y sensores.

De todas formas, el MIG-29 no es el único representante de la tecnología militar rusa que ahora maravilla a Occidente.

Expuesto públicamente por primera vez en el Salón de París de 1989, el Sukhoi Su-27 es un caza de superioridad aérea similar al F-15 norteamericano.

Sus vuelos de demostración en aquella exhibición dejaron literalmente boquiabiertos a los expertos occidentales que los contemplaban.

No sólo era capaz de realizar las caídas de cola del MIG-29, una maniobra que consiste en trepar en vertical, invertir el flujo de los motores y caer un trecho hacia atrás en pérdida abatiendo la trompa, para recuperar la horizontal y salir en vuelo nivelado.

Incluso llegó a volar en actitud completamente encabritada, de forma parecida a la de una serpiente cobra en posición de ataque.

De ahí su bautizo como cobra de Pugachev, por el nombre del piloto de pruebas que realizaba la exhibición.

Una maniobra que resulta prácticamente imposible para cualquier caza occidental.

Igual que en el caso del MIG-29, los sistemas de armas y sensores del Su-27 son extraordinarios.

En ambos, el piloto dispone de visores de puntería en el casco que siguen sus ojos y atrapan el blanco al que miran. Una mirada mortal.

Su alcance, sin depósitos auxiliares ni reabastecimiento en vuelo, es de 4.000 Km. —unas cinco horas de travesía—, prácticamente el mismo que el del F-15 con depósitos.

El coronel Bokach, por el interfono, me saca de mi ensimismamiento para avisarme de que hemos llegado al rendez-vous con nuestro modelo fotográfico.

Efectivamente, ahí está. Magnífico, con su color gris claro apenas recortando su agresiva silueta sobre el cielo: es un MIG-31 Foxhound de la Defensa Aérea.

Un birreactor de interceptación desarrollado a partir del conocido MIG-25, cuyos sistemas electrónicos todavía desconciertan a quienes hasta hace muy poco se atrevían a decir que la electrónica era el terreno más deficiente de la tecnología militar soviética.

Su gran radar Zaslon es el único de antena múltiple de elementos en fase montado en un aparato de caza, y el área de vigilancia que domina es de 200 km en modo normal y de 120 km en exploración hacia abajo.

Este radar es capaz de detectar y seguir 10 blancos a la vez, fijándose sobre cuatro de ellos al mismo tiempo. Incluso puede hacerlo con los que estén situados por detrás.

Tampoco sus misiles parecen tener mucho que envidiar a los occidentales de su tipo.

Desde una altura de unos 6.000 metros, los AA-9 guiados por radar logran alcanzar blancos que vuelen a 60 m sobre el terreno, una de las situaciones más difíciles en que puede encontrarse un interceptador. Como todos los cazas recientes de la antigua Unión Soviética, los MIG-29 y Su -27, el Foxhound dispone de un sensor-seguidor infrarrojo para explorar y guiar los misiles térmicos AA-6 (R-40T) y AA-8 (R UOT).

Este censor es especialmente útil en ambientes de guerra electrónica, ya que es inmune a las contra-medidas.

El complemento tradicional es un cañón fijo AO-9 bitubo de 23 mm con una cadencia de 8.000 disparos por minuto.

Un arma que en tiempos de paz es más apropiada que los misiles para sus misiones de guardián de fronteras.

Ahora, este temible guerrero que es capaz incluso de encontrar a sus enemigos en las inmensidades polares —donde la navegación es extremadamente difícil— posa dócilmente para la cámara.

Por el objetivo veo a sus pilotos, el coronel Vladimir Gurkin y el mayor Mijail Garbunov, acostumbrados a acercarse a los posibles intrusos para identificarlos y a dominar el vuelo en formación.

La unidad básica de estos aviones en combate es de cuatro aparatos separados entre sí unos 200 km y conectados mediante enlaces digitales de datos, de forma que el área de exploración cubierta abarque de 800 a 900 km.

El jefe de la formación recibe todos los datos y mantiene además un cordón umbilical automático con tierra.

Sin titubeos, para que pueda fotografiarlo desde todos los ángulos, el MlG-31 hace un tonel volado y muestra su parte inferior.

Varios virajes y cambios de posición completan la sesión.

No parece molestarles volar a velocidades tan bajas, el MIG puede alcanzar los 3.000 km/h, pero una vez acabados los carretes se despiden con otra voltereta y encienden la poscombustión para alejarse.

Es hora de volver a Kubinka.

Con un viraje pronunciado, el MIG-29 da la vuelta sobre el ala y se dirige de inmediato hacia tierra.

Pinchamos las nubes y otra vez estamos sobre las inmensas extensiones arboladas que rodean la base.

Nos colocamos en la posición de aterrizaje y, sin corregir, el avión golpea de nuevo con suavidad el asfalto de la pista. Una corta carrera y noto abrirse los paraf renos, el aparato casi se inmoviliza.

Rodando ya con suavidad, nos dirigimos al estacionamiento donde nos aguardan sonrientes quienes han tenido la mala suerte de quedarse esta vez en tierra.

Saludos, enhorabuenas.

Todo es acogedor entre estos hombres, hasta hace muy poco nuestros feroces enemigos.

Seguirán exhibiciones de otros muchos aviones. Las Fuerzas Aéreas rusas preparan para dentro de unos días una presentación ante las autoridades y el público. Necesitan fondos, como todos en este inmenso país.

La industria aeronáutica, en vías de privatización, también precisa dinero; no sólo para continuar existiendo, sino también para mantener el nivel tecnológico alcanzado.

Algunos de los antiguos equipos de diseño se ofrecen para colaborar con la industria aeroespacial occidental. Y abundan las propuestas concretas. Sukhoi, por poner un ejemplo, ha ofertado el S-80 (un transporte bimotor civil parecido en dimensiones al conocido Aviocar español, con una extraña configuración biplana en tándem) y el birreactor ejecutivo supersónico S-51, que también está disponible en las mesas de dibujo y los ordenadores de Sukhoi.

El 8-51 es un doble delta sin cola, capaz de transportar 51 pasajeros a dos veces la velocidad del sonido y con un alcance del orden de los 8.400 km.

La industria aeroespacial rusa dispone en estos momentos de aviones y helicópteros que podrían quitar el sueño a los departamentos de marketing de muchas firmas occidentales que, a veces, pretenden sacar tajada del árbol caído.

Estas llegan a proponer incluso que, por citar un caso, el ejército británico adopte como su futuro helicóptero de combate al muy capaz Mil Mi 28 Havoc, convenientemente motorizado con plantas británicas y dotado de una aviónica más moderna.

Algo que resulta cuando menos contradictorio: el Mi-28 dispone de sensores térmicos, de televisión y laséricos similares a los del ahora famoso Apache norteamericano.

La experiencia en gigantes como los bombarderos TU-95 y 142, dotados de turbohélices de 15.000 hp (caballos de potencia), ha permitido a los rusos construir los dos aviones más grandes del mundo: los Antonov An-124 y An- 225, sobradamente conocidos.

No deja de ser irónico que, al menos en el sector aeronáutico, la URSS perdiera la carrera de armamentos cuando ya se encontraba en el podio de los vencedores.

ARMAMENTO RUSO Y ATÓMICO MUNDIAL EN LA GUERRA FRÍA

EL ARMAMENTO ATÓMICO EN EL MUNDO: La orientación de las investigaciones, después de la segunda guerra mundial, ha dado preferencia al armamento atómico sobre los medios bacteriológicos o químicos cuyos efectos podrían ser análogos.

Actualmente, el armamento nuclear comprende necesariamente bombas A (atómicas), y accesoriamente bombos H (hidrógeno).

Son dispositivos complejos, y los primeros utilizan la fisión del uranio o del plutonio; los segundos, la fusión del hidrógeno provocada por una bomba A que sirve de detonador.

La bomba A puede ser probada en ensayos subterráneos, mientras que la bomba H debe ser ensayada, necesariamente, al aire libre.

Además, este tipo de armamento comprende un medio de transporte que puede ser un avión bombardero (vulnerable, a causa de su pequeña velocidad y necesidad de pistas de despegue; ésta es la solución provisional adoptada por Francia e Inglaterra); o bien, cohetes intercontinentales de alcance variable: ICBM (Inter Continennental Balístic Missile), IRBM (Intermédiate Range Balistic Missile), que pueden lanzarse desde submarinos (Polaris) a desde bases terrestres (Minuteman).

Estos cohetes son actualmente casi invulnerables en vuelo, y tienen una gran precisión (2 Km. a 10.000 Km. para los ICBM, o a 4.600 Km. para los IRBM).

Solamente los poseen los EE.UU. y la URSS.Para interpretar estas cifras, debe tenerse en cuenta que, durante la guerra 1939-1945, se lanzaron sobre Alemania 5 millones de toneladas de explosivos clásicos.

Este armamento se completa con una red de alerta (radar, satélites de reconocimiento).

Los depósitos de bombas en el mundo parecen ser los siguientes:

NúmeroPotencia Media
de Cada Bomba en ton. de explosivos
clásicos
EE.UU.40.000de 5 a 20 millones
URSS5.000de 5 a 20 millones
Francia1050.000
InglaterraNo hay datosSin datos

Se estima que los Estados Unidos poseen unos 1.000 cohetes de varios miles de kilómetros de alcance, y la Unión Soviética, una cantidad equivalente.

Uno de estos cohetes, lanzado desde una base subterránea o un submarino, alcanza su máxima elevación en órbita, en 10 minutos, a 100 Km. de altura, con una velocidad de 24.000 Km. por hora.

Un objetivo situado a 10.000 Km. es alcanzado en 30 minutos.

Una bomba de 10 megatones tiene, al explotar, un radio de destrucción total de unos 2,5 Km., si la explosión es al nivel del suelo.

La misma bomba, explotando a 6 Km. de altura, destruiría totalmente una zona de 20 Km. de radio, y devastaría una zona de 32 Km. de radio.

El efecto directo (onda de calor) en el caso de empleo contra una zona urbana causaría 100.000 muertos por megatón.

Una sola bomba sobre Roma destruiría por completo la ciudad (daños mortales, hasta Ostia).

Naturalmente, este esfuerzo en la producción de armamento se traduce en gastos considerables:

Gastos anuales de defensa por habitante, en dólares:

Estados Unidos .............. 289,6
URSS............................146,5
Inglaterra .................... 108,2
Francia ....................... 95,7
Rep. Federal Alemana .... 92,7
Italia...........................24,4

Estas cifras contrastan con las de la producción bruta por habitante, en dólares, de algunos países:

República del Congo.............62
Nigeria ..............................67
India................................. 68
Túnez.............................. 157
República Sudafricana ........ 299

submarino atomico

La Ciencia Rusa Post Guerra

Fuente: Nota Extraída de: Muy Interesante Nro:86
Enviado Especial a Rusia

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