El Gobierno de Batlle y Ordoñez Reformas y Caracteristicas
El 1º de marzo de 1903, los uruguayos van a votar en un clima de violencia política. La necesidad de adaptarse a nuevas formas de producción económica es la causa de luchas entre blancos y colorados. Estas elecciones presidenciales deciden el futuro del país.
El líder del partido colorado, José Batlle y Ordóñez, nacido en Montevideo en 1856, gobernó el país durante dos periodos, entre 1903 y 1907, y entre 1911 y 1915. Está considerado como el primer estadista uruguayo del siglo XX.
José Batlle y Ordóñez (21-05-1856-20-10-1929), político uruguayo, de un peso indiscutible en el Partido Colorado.
Se consagró presidente de la República en dos oportunidades entre 1903 y 1915, se convirtió en un hito ideológico y logró dar expresión a la sociedad de clases medias que estaba naciendo en su país al amparo de la prosperidad económica y la facilidad del ascenso social.
En el batllismo la educación tuvo un papel principal. Se promovió la creación de cientos de liceos en el interior del país y se instituyó la libertad de enseñanza. Apoyó la creación de leyes de divorcio y de sufragio femenino, así como el descanso semanal y la jornada laboral de ocho horas. Sus reformas constituyeron los cimientos de la consolidación de la República.
Durante la primera década del siglo XX, y con el propósito de impulsar el desarrollo capitalista de la economía uruguaya, el gobierno del presidente José Batlle y Ordóñez comenzó a implementar un conjunto de reformas económicas y sociales.
Los principios democráticos: Durante su primer periodo presidencial, antes de poder poner en práctica sus planes de reforma social, política y económica, Batlle tuvo que afrontar, a los pocos meses de iniciado su gobierno, el alzamiento armado del caudillo blanco Aparicio Saravia, que sería la última guerra civil entre blancos y colorados.
En la batalla de Masoller, en septiembre de 1904, Saravia fue herido de gravedad y murió. Antes de un mes se firmó un armisticio con el que se puso fin a la contienda.
De esta manera Batlle pudo llevar a la práctica su concepción del Estado como representante de toda la sociedad, responsable de disminuir las diferencias sociales y de amparar a los más débiles.
Varios de sus proyectos de cambio, iniciados en su primer periodo presidencial, sólo fueron sancionados en el segundo.
Se crearon una serie de empresas estatales en sectores clave de la economía, que tradicionalmente eran controlados por empresas extranjeras (ferrocarriles, teléfonos, seguros); el Banco de la República y el Banco Hipotecario fueron convertidos en estatales; se dictaron leyes aduaneras de carácter proteccionista y se inició la construcción de carreteras con el objetivo de eliminar el monopolio que tenían las compañías inglesas sobre el transporte.
Por otra parte, el Estado asumió un papel mediador en los conflictos entre obreros y empresarios.
En este sentido, se dictaron leyes que establecieron la jornada laboral de ocho horas para los trabajadores urbanos, el reconocimiento de los sindicatos, el derecho a jubilación, etc.
Estas reformas no modificaron las condiciones de trabajo en los grandes latifundios dedicados a la producción ganadera, de la que provenían los principales recursos del país. Los propietarios de grandes extensiones de tierras continuaron ejerciendo su poder sobre el conjunto de la sociedad.
Tampoco el capital inglés perdió su influencia en la política y en la economía uruguayas.
Por último, el gobierno buscó reducir la influencia de la Iglesia y separarla del Estado; a las leyes que ya existían sobre Registro Civil y Matrimonio Civil, se sumó en 1907 la Ley de Divorcio. Asimismo, se ampliaron los beneficios de la educación, a través de la creación de nuevas escuelas y del establecimiento de la enseñanza secundaria y la superior gratuitas.
Entre 1919 y 1923, muchas de las leyes sociales sancionadas por el gobierno de Batlle y Ordóñez estuvieron destinadas a garantizar ios derechos de tos trabajadores rurales. £ntre elias. tas principales establecieron: el salario mínimo, la prohibición del trabajo para menores de 14 años y la protección de la mujer.
Fuente Consultada: ¿Sabes Quien…? Editorial Océano Entrada José Batlle y Ordóñez Curso de Historia Colonial Americana Editorial Estrada – J.M. Saenz Valiente Enciclopedia ENCARTA – Microsoft
Primeras Escuelas en Buenos Aires Colonial Educación Pública
Saber leer y escribir era en la época colonial un privilegio del que gozaba una pequeña minoría de la población, ya que había muy pocos colegios, la enseñanza se pagaba y las familias de recursos suficientes como para contratar un maestro particular tampoco abundaban.
La primera escuela que conoció Buenos Aires fue fundada en 1605 por Francisco de Vitoria, que recibió el apoyo de Hernandarias de Saavedra y la anuencia de las autoridades, Don Francisco cobraba dos pesos mensuales por enseñar a escribir y un peso por iniciar a sus alumnos en los senderos de la lectura.
A pesar de que con posterioridad el Cabildo autorizó a varias personas a impartir enseñanza fijándoles la suma que debían cobrar por sus servicios, el primer colegio estable que tuvo la ciudad fue el que fundó en 1622 la Compañía de Jesús en el convento de San Ignacio.
En realidad, casi todas las escuelas importantes de esa época fueron obra de los jesuítas, y a ello se debió que la enseñanza se perjudicara cuando la Corona expulsó de España y sus colonias a la Compañía en 1767.
Cuatro años y algunos meses después de la expulsión, el entonces gobernador Vértiz consultó a los cabildos eclesiástico y seculai sobre el destino que se daría al dinero y a los edificios confiscados, a la orden jesuítica.
Asimismo, inquiría acerca de «los medios do establecer escuelas y estudio, generales para la enseñanza y educación de la juventud».
Se le respondió que debían crearse un internado y una universidad, proyecto que desde entonces ocupó a don Manuel de Basavilbaso, procurador general de la ciudad, quien debía formular el plan de estudios, estimar el costo anual de las tan educativas y otros pormenores relacionados con la proyectada universidad.
Según su parecer, era necesario nombrar un preceptor de gramática, otro de «mínimos» (alumnos principiantes de gramática) y dos maestros de filosofía, y establecer cátedras de teología escolástica, teología dogmática, teologia moral, derecho canónico, de recho civil y derecho de Castilla, entre otras.
En la nómina brillaban por su ausencia las ciencias exactas, pero es bastante comprensible; ya que programas, materias y presupuestos debían ser aprobados por la Corona española, y si algo caracterizaba la educación en la península ibérica era el énfasis dado a las disciplinas teologales y la escasa atención dispensada a las tiendas naturales.
De todos modos, había clara conciencia de la necesidad de difundir los conocimientos científicos, y esto se trasluce en el informe elevado al gobernador: se recalcaba en él la conveniencia de que los hijos de Buenos Aires y otras comarcas del futuro virreinato tuvieran oportunidad de aprender al menos rudimentos de matemática, geometría « náutica, «ciencias que prescriben al hombre reglas para arribar al grado de ser útil en los combates y para vencer con el arte las resistencias de la naturaleza».
Pero la aspiración porteña de temer una universidad quedó trunca; a pesar de que en 1778 se dictó una real orden que disponía su creación, el marqués de Loreto, sucesor de Vértiz, no la cumplió y el proyecto quedó paralizado.
El principal establecimiento educativo de la ciudad siguió siendo por argos años el Real Colegio de San Carlos, fundado el 3 de noviembre de 1783 merced al apoyo entusiasta del virrey Vértiz.
Contaba con cátedras de latinidad, filosofía y eología, y aunque el nivel de la enseñanza era excelente, para obtener un doctorado en derecho o para ordenarse sacerdote era preciso viajar a Santiago de Chile, charcas —en lo que es hoy Bolina— o Córdoba, en cuya universidad se autorizó la enseñanza del Berecho sólo en 1796.
La de Buenos Aires, por su parte, durmió en-fcarpetada en los despachos del gobierno hasta mayo de 1819, cuando Juan Martín de Pueyrredón envió al Congreso Constituyente un proyecto de creación de la universidad, que fue aprobado de inmediato.
Como por esos días las tempestades políticas barrían el país de un extremo al otro, y la inestabilidad de las autoridades dificultaba todas las tareas, el nacimiento de la institución demoró casi dos años más. Se concretó recién el 14 de febrero de 1821, cuando el presbítero Antonio Sáenz comunicó a las autoridades que, en virtud de los poderes conferidos a su persona en 1816, había negociado un concordato con el obispado para la creación de esa casa de altos estudios.
Sáenz —cuya gestión fructificó muy pronto— acompañaba su notificación con un reglamento universitario provisional.
El gobierno lo autorizó a formar la «corporar ción» de acuerdo con esas reglas y a encarar la creación de los distintos departamentos universitarios.
En el plan de Sáenz se proyectaban los departamentos (luego llamados facultades) de ciencias sagradas, jurisprudencia, medicina, matemáticas y estudios preparatorios.
Su capacidad y el esfuerzo que desplegó en todo momento le valieron ser nombrado rector del flamante establecimiento, inaugurado el 12 de agosto de 1821 con un acto celebrado en el templo de San Ignacio.
La crónica de la ceremonia fue relatada prolijamente por el periódico Argos, que en su edición del 18 de agosto dijo:
«El pueblo se hallaba verdaderamente exaltado de alegría, y ha dado a conocer hasta qué grado es entusiasta por las letras». Se concretaron así una aspiración en la que el sacerdote había estado, curiosamente, acompañado por un político liberal: Bernardino Rivadavia.
Fuente Consultada: Hombres y Hechos de la República Argentina Editorial Abril
A mediados del siglo pasado la desolada Patagonia austral era un vasto páramo que sólo el tehuelche conocía a la perfección. Sin embargo, los escasos poblados blancos, encaramados a duras penas sobre la costa, no vivían pendientes de los ataques indígenas, como en otros puntos del país.
Por el contrario, las relaciones con los aborígenes solían ser extremadamente cordiales, a tal punto que algunos de sus jefes se convirtieron en verdaderos aliados de los cristianos. Es el caso de Casimiro Biguá, descripto con prolijidad por el viajero y explorador británico George Musters en su conocida obra Vida con los Patagones, publicada en Londres en 1871 y escrita luego de haber recorrido durante un año el país tehuelche.
Musters anotó que el cacique medía más de un metro ochenta de estatura y poseía la agilidad propia de un jovencito, aunque ya frisaba por entonces los sesenta años. Aún no había canas en su abundante melena, y en sus ojos brillaba la luz de una inteligencia inquieta que se manifestaba, por ejemplo, en su hablar colorido y pintoresco.
Era un hombre aseado que vestía a la usanza gaucha y lucía a veces chaqueta militar, quizá para destacar su condición de jefe. A pesar de que el gusto desmedido por la bebida ya era común entre sus hombres, Biguá no lo compartía; por lo contrario, durante las celebraciones procura ba mantenerse sobrio.
Hay, desde luego, muchas lagunas que impiden conocer los pormenores de su vida y las circunstancias que lo llevaron a con vertirse en jefe. Se sabe que cuando Casimiro era apenas un niño su padre pereció en el valle del río Senguerr, en el transcurso do una batalla muy cruenta contra los indios araucanos.
Su madre huyó luego hacia Carmen de Patagones, donde por ese tiempo residía, coa vertido en estanciero, el marino francés Francisco Fourmatin, que durante la guerra contra el Brasil había obtenido patente de corso otorgada por el gobierno argentino.
Refiere la tradición —más que la historia— que Casimiro pasó a ser propiedad de Fourmatin a cambio de un barril de ron; el ex corsario, cuyo segundo apellido era Bigois (Biguá, según la pronunciación francesa), bautizó al indiecito llamándolo Casimiro Biguá.
La esclavitud, sin embargo, no era el destino inevitable del joven tehuelche, que al cabo de algún tiempo huyó al desierto iniciando una trayectoria que lo convirtió en líder de una numerosa tribu. En la ciudad chilena de Punta Arenas obtuvo grado, sueldo y raciones de capitán, pero pronto abandonó el territorio transandino para no verse comprometido en un motín de presidiarios.
Tiempo después el comandante Luis Piedrabuena —que hacía viajes entre Punta Arenas y las islas Malvinas— proveyó a la tribu de Casimiro de víveres y otros elementos, lo que impulsó al cacique a levantar sus toldos cerca del actual puerto de Santa Cruz. La actitud de Piedrabuena no era antojadiza: en momentos en que la soberanía nacional en la Patagonia era seriamente cuestionada por Chile, el valiente marino consideró necesario ganar a Biguá para la causa argentina.
Por eso lo condujo en su nave hasta Buenos Aires, donde el jefe aborigen fue recibido por el presidente Mitre, que le extendió el despacho de teniente coronel con asiento en la bahía Gregorio. Desde entonces la bandera nacional flameó sobre los toldos de Casimiro, y la tribu comenzó a vigilar la frontera.
Uno de los caciques que respondía a la autoridad de Biguá era el célebre Orkeke, que también se singularizó por su lealtad al gobierno de Buenos Aires. Piedrabuena, Francisco Moreno, Carlos María Moyano, Ramón Lista y otros exploradores de la región dejaron abundantes testimonios de la solidaridad del jefe indígena, que los ayudó en varias oportunidades.
Juan Andrés Cuello Freyre anota que Orkeke acaudillaba una tribu cuya área de dispersión se extendía desde el estrecho de Magallanes hasta el río Deseado, la que cambiaba periódicamente de residencia siguiendo a los animales que cazaban. Además, el cacique viajaba con frecuencia a Punta Arenas para vender pieles de guanaco, plumas de ñandú, mantas y btros productos; allá rechazó repetidamente las ofertas de los gobernadores de la provincia chilena de Magallanes, que intentaron ganarlo como aliado.
Su posición en ese sentido era tan firme que cuando Papón —sucesor de Casimiro Biguá— aceptó recibir raciones del gobierno chileno, se negó a reconocer su autoridad y continuó enar-bolando el pabellón argentino sobre sus toldos. A pesar de esas y otras actitudes, al promediar el año 1883 Orkeke fue hecho prisionero junto con su tribu, ya menguada, por orden del coronel Lorenzo Vintter, encargado de dirigir las últimas operaciones contra las tribus que aún vagaban libremente por el desierto.
Era una afrenta que Orkeke no merecía y que no tardó en ser reparada por orden del presidente Roca: cuando el cacique llegó a Buenos Aires fue puesto inmediatamente en libertad y homenajeado con banquetes, funciones de teatro y otros agasajos.
Por desgracia, no faltaba mucho para que lo sorprendiera el final: una terrible pulmonía lo atacó durante su estadía en la capital y ocasionó su muerte el 13 de septiembre de 1883 en una sala del Hospital Militar. Según relata La Nación del 14 de septiembre de 1883, el cacique, abatido, se preguntaba: «Si me muero, ¿qué dirá el gobierno?». Las autoridades, en realidad, lamentaron su deceso. Orkeke era un buen argentino.
Fuente Consultada: Hombres y Hechos en la Historia Argentina Editorial Abril
Mister Robertson en Argentina Su Experiencia Junto a San Martín
Como muchos subditos ingleses arribados después de la Revolución de Mayo, el joven John Parish Robertson recorría el país estableciendo vínculos comerciales, vendiendo mercaderías y satisfaciendo pedidos de su clientela dispersa por el país. Entonces—enero de 1813— viajaba con destino al Paraguay con varios encargos para las autoridades.
Al quiínto día de su partida de Buenos Aires, el inglés llegó a la posta de San Lorenzo, donde se enteró de que no podía proseguir viaje porque todos los caballos habían sido requisados y el enemigo español merodeaba por el río.
«Todo lo que pude convenir con el maestro de postas —anotó en su libro Letters on Paraguay— fue que si los marinos desembarcaban en la costa, yo tendría caballos para mí y mi sirviente estaría en libertad de emigrar al interior con su familia.»
Este convenio dio cierta tranquilidad al joven comerciante, que decidió dormir un poco procurando despreocuparse de los temores que lo embargaban.
Es que Robertson era uno de los ingleses que habían burlado el bloqueo decretado por la corona es pañola contra sus dominios insur gentes y sabía que si los español les le echaban mano no las pasa ría muy bien. Por eso dio un respingo cuando fue despertado por un «tropel de caballos, ruido de sables y rudas voces de mando a inmediaciones de la posta».
Su ca rruaje fue flanqueado por un par de soldados y uno de ellos desce rrajó un imperativo «¿Quién está ahí?», a lo que el inglés, dándose por prisionero de los españoles respondió: «Un viajero», tratando de disimular su acento inglés «Apúrese y salga», lo conminaron En eso estaba cuando se acercó una persona que dijo a los soldados: «No sean groseros; no es enemigo». Robertson sintió entonces que la tranquilidad le volvía al cuerpo.
Era la voz del teniente coronel José de San Martín.
Una vez presentados, Robertson supo por boca del jefe militar que «el Gobierno tenía noticias soguras de que los marinos españoles intentarían desembarcar esa mis ma mañana, para saquear el país circunvecino». Por eso estaba San Martín allí, al frente de 150 granaderos a caballo que había traído desde Buenos Aires en marchas nocturnas para no ser observado desde el río.
Después de las primeras palabras el inglés metió manos en los baúles y convidó a los presentes con un vaso de vino; luego solicitó a San Martín que le permitiera acompañarlo hasta el convento cercano. El jefe de Hos granaderos accedió, no sin antes darle varios consejos: «‘Recuerde solamente que no es su deber ni oficio pelear. Le daré un buen caballo y si ve que el día se pronuncia contra nosotros, aléjese lo más ligero posible. Usted sabe que los marineros no son de a caballo».
Cuando llegaron, el 3 de febrero comenzaba a amanecer, y las brumas del Paraná se iban disipando lentamente. La calma que reinaba en los tres lados del convento visibles desde el río indicaba a los infantes de la marina española que el edificio había sido abandonado, pero en la parte posterior Has cosas eran muy distintas.
Por el portón que daba entrada, al amplio patio trasero desfilaron con sigilo los granaderos, divididos en dos escuadrones. Su comandante subió luego a la torre del convento acompañado de dos o tres oficiales y del inglés y «con ayuda de un anteojo de noche y a través de una ventana trasera trató de darse cuenta de la fuerza y movimientos del enemigo». Los siete barcos españoles estaban a la vista.
Al pie de la barranca, aprestándose a subir, pudieron contarse unos trescientos veinte infantes que debían escalar un angosto sendero. Era evidente que no tenían la menor idea de que los acechaban, y se movían con la mayor despreocupación. En las filas patriotas la tensión crecía con cada minuto que pasaba. Mientras los españoles trepaban la barranca, San Martín y sus oficiales bajaron a ponerse al frente de los escuadrones, ocultos tras las aüas del edificio.
Cuando todo estuvo listo, San Martín subió una vez más a la torre, regresó corriendo y alcanzó a decir: «Ahora, en dos minutos más estaremos sobre ellos, sable en mano». Sobrevino entonces una espera impaciente, pues la tropa tenía orden de no disparar un solo tiro y el enemigo se aproximaba con banderas desplegadas mientras «sus tambores y pitos tocaban marcha redoblada».
Cuando la tensión amenazaba hacer estallar el pecho de los granaderos, se oyó bien clara !la orden esperada: «¡A la carga!». Los escuadrones salieron como rayos de su escondite, flanquearon al enemigo por ambas alas y comenzaron a aniquilarlo, en medio de un remolino de sables.
Completamente sorprendidos, los españoles atinaron a hacer una descarga de fusilería que Robertson calificó de «desatinada» por lo poco exitosa. Todo lo demás fue derrota, estrago y espanto entre aquel desdichado cuerpo», escribió el inglés, y agregaba que «en un cuarto de hora el terreno estaba cubierto de muertos y heridos; según su testimonio de todos los que desembarcaron volvieron a sus barcos apenas cincuenta».
Las bajas de los patriotas fueron ocho, y míster Robertson suplicó al vencedor que en obsequio de los heridos aceptara «mi vino y mis provisiones».
Se dieron luego un abrazo y el inglés se alejó, impresionado aún por la excitante experiencia.
En la segunda mitad del siglo dieciocho llegó a Tucumán un nativo de La Coruña que había «cruzado el charco» hasta el Plata, junto con dos hermanos, y se había afincado en el noroeste. Seguramente Manuel Posse no se imaginaba por entonces que con el andar del tiempo se convertiría en patriarca de una familia que brilló durante varios decenios sobre el horizonte provincial.
José Posse
Don Manuel se desempeñó como funcionario del Cabildo colonial, y su habilidad para el comercio le permitió amasar una de las mayores fortunas de Tucumán, a tal punto que —según la información volcada por Carlos Páez de la Torre en un artículo de divulgación histórica— sus negocios llegaron a abarcar los principales ramos de la economía local.
Al morir, quedó al frente del emporio su hijo Felipe, nacido en 1806, quien a su vez acrecentó considerablemente la fortuna familiar. Al igual que su padre, Felipe Posse también intervino en los asuntos públicos: participó en una conspiración contra el caudillo federal Alejandro Heredia, que al ser descubierta le habría costado la vida de no ser por la oportuna mediación de Juan Bautista Alberdi, Gracias a esto pudo seguir actuando tanto en negocios como en política: contribuyó al erario en varias oportunidades en que el respaldo de los Posse fue decisivo, y en 1870 fundó el ingenio San Felipe.
Entre las personalidades des tacadas que frecuentaron su lujóse mansión —la primera pintada «al óleo» en la capital provincial— figuró Paul Groussac, que conoció muy de cerca a la familia y dejó escritas interesantes observado nes sobre algunos de sus miembros. Con respecto a José Posse (nieto de don Manuel y sobrino de Felipe), Groussac no dudó en afirmar que era «una inteligencia de primer orden», a la que atribuía escasa erudición pero sobrado talento literario.
Es que José Posse fue uno de los periodistas más polémicos de su época e intervino asiduamente en la política provincial. Amigo de Sarmiento y antirrosista acendrado, fue legislador de su provincia en tiempos de la Liga del Norte y tuvo que emigrar a Chile en 1841, de donde volvió tres años después, amparado por la tolerancia del gobernador federal Celedonio Gutiérrez.
Más adelante, cuando eran otros los aires que soplaban en la República, ejerció varios ministerios e interinatos como gobernador: inclusive llegó a ser titular del Poder Ejecutivo provincial entre 1864 y 1866. Dueño de una pluma en extremo cáustica, publicó decenas de artículos casi siempre polémicos en periódicos de Tucumán y de Buenos Aires y sostuvo infinidad de encontronazos verbales con sus adversarios.
Su espíritu inquieto y combativo no se ablandó con los años. Su forma de ser lo llevó a intervenir en episodios que ¡lustran sobradamente el carácter que gastaba. Anciano ya, con la vista casi anulada por una ceguera progresiva, quiso la mala suerte que sufriera una caída en plena calle.
Lo ayudó a reincorporarse alguien que luego lo guió hasta su domicilio; cuando don Pepe preguntó a quién debía agradecer la atención y se enteró de que se trataba de un viejo adversario político suyo, exclamó ante la sorpresa del comedido: «¡Qué desgracia, Señor! ¡Ser viejo, ciego y enfermo, caerse en la calle y que venga cualquier sinvergüenza a socorrerlo!».
Otro de los miembros de la familia que se hizo famoso fue Wenceslao Posse. Decidido opositor de Rosas, participó en la revolución de los «Libres del Sur» y en la Liga del Norte, y —como su primo José— regresó a su provincia bajo el gobierno de Celedonio Gutiérrez. En 1845 instaló el ingenio Esperanza, que con el correr delt tiempo se convirtió en un riquísimo emporio y le sirvió para sustentar un enorme poderío político y social.
En 1866 sucedió en la gobernación a José Posse, y, aunque fue derrocado por una revolución, su influencia no disminuyó, puesto que su fabuloso patrimonio personal le permitió prestar auxilio financiero incluso al gobierno nacional. Su hermano Juan siguió el destino familiar —el azúcar— y en 1870 fundó el ingenio San Juan, a pocos kilómetros de la capital provincial.
Dieciséis años después llegó a ser gobernador de la provincia y hubo de afrontar la devastadora epidemia de cólera que azotó a Tucumán entre 1886 y 1887, ocasionando más de cinco mil víctimas. Fue derrocado por un alzamiento alentado por el gobierno nacional de Juárez Celman (el unicato), que por otra parte era apoyado por otro miembro de la familia: Benjamín, quien ejercía el periodismo en Buenos Aires y se trabó en tormentosas polémicas con varios personajes de la época. También entreverado en política anduvo Emigdio Posse, hermano de Juan y Wenceslao y fundador del ingenio La Reducción.
Distinta fue la trayectoria de otro Posse célebre: David, que si bien no soslayó las aguas de la política y de la actividad cañera, se destacó principalmente como médico, desarrollando una actividad rayana en el heroísmo cuando el cólera se abatió con toda su furia sobre Tucumán. En realidad, desde que aquel inmigrante español fundó la familia hasta la primera década del siglo actual no hubo en todo Tucumán quien igualara el predicamento y poderío económico de los Posse, durante decenios amos virtuales de la provincia.
Ese formidable poder, sin embargo, no les sirvió para recuperarse del tremendo golpe que en su momento significó la muerte de Wenceslao, Juan y Pepe. Con ellos se cerró una etapa de la vida tucumana.
Resumen: Historia De La Independencia De La Banda Oriental
Ocupado desde 1816 por un ejército brasileño que había acudido para luchar contra José Gervasio de Artigas, lo que hoy es Uruguay quedó convertido en dependencia portuguesa en julio de 1821, cuando un grupo de diputados reunidos bajo la tutela de las armas imperiales decidió incomporar el territorio al Reino Unido de Portugal, Brasil y Algarves.
En reacción a esa situación, en septiembre de 1823 varios orientales iniciaron un alzamiento que fue aplastado por las fuerzas de ocupación, y poco después se organizó la llamada Provincia Cisplatina.
Sin embargo, la paz no sería duradera. En abril de 1852 un grupo de 33 orientales desembarcó en La Agraciada.
Luego de la batalla de Ayacucho, Lavalleja reunir una fuerza expedicionaria que se dirigiría a la Banda Oriental para liberarla del dominio brasileño.
La empresa fue exitosa ya que el 19 de abril de 1825 los treinta y tres orientales estaban poniendo sus pies en la Playa de la Agraciada.
Bien pertrechados y con abundantes recursos suministrados por algunos estancieros bonaerenses, entre ellos Juan Manuel de Rosas, los insurrectos no tardaron en conseguir el apoyo masivo de la población.
Con excepción de Montevideo, Colonia y Mercedes —defendidas por la escuadra brasileña—, en pocas semanas los célebres Treinta y Tres recuperaron el control de la Banda Oriental y despertaron una oleada de entu siasmo en las Provincias Unidas.
Como desde Santa Fe y Entre Ríos cruzaban constantemente partidas gauchas que se incorporaban a las fuerzas de Lavalleja, el gobierno brasileño, que ya antes había pro testado por la expedición de los Treinta y Tres, elevó una nueva queja a las autoridades argentinas.
Estas dispusieron entonces armar un Ejército de Observación, destinado sobre la ribera del río Uruguay.
Mientras se organizaba esa fuer za, el 25 de agosto de 1825 los patriotas orientales celebraron un congreso en la localidad de La Florida y declararon nula su dependencia del Brasil y proclamaron su decisión de permanecer unidos a las restantes provincias argentinas.
Después de diversos trámites y vacilaciones, el Congreso Constituyente reunido por entonces en Buenos Aires aceptó la incorporación de los diputados orientales y reconoció a la Banda Oriental como parte de las Provincias Unidas, acto que precipitó la declaración de guerra por parte del Brasil.
Bajo el mando supremo del ge-neral Carlos de Alvear y capitaneado por oficiales fogueados en las luchas de la Independencia —Paz, Lavalle, Pacheco, Brandsen, Olavarría y otros—, el Ejército de Observación cruzó el río Uruguay y penetró en territorio oriental, donde obtuvo una serie de triunfos que culminaron con las resonantes victorias de Bacacay, Ituzaingó, Camacuá y Yerbal, libradas entre febrero y abril de 1827.
Entre tanto, al mando del almirante Guillermo Brown, las fuerzas navales argentinas —netamente inferiores en número y potencia de fuego— también infligieron graves reveses a los brasileños derrotándolos en repetidas oportunidades.
Guillermo Brown
Pero mientras los sucesos bélicos se desarrollaban favorablemente, la trama de la lucha diplomática se complicaba.
Inglaterra, interesada en asegurar la libre navegación del río de la Plata para extender su comercio, no veía con buenos ojos la posibilidad de que el estuario quedara bajo el dominio de una sola nación y comenzó a vigilar atentamente el desarrollo del conflicto.
Movilizando sus influencias en el Brasil y la Argentina, la diplomacia británica planteó la conveniencia de hacer de la Banda Oriental un Estado independiente.
En septiembre de 1826 llegó a Buenos Aires el alto diplomático inglés lord Ponsonby, que en un arranque de sinceridad confesó al argentino José María Roxas y Patrón:
«La Europa no consentirá jamás que sólo dos Estados, el Brasil y la Argentina, sean dueños exclusivos de las costas orientales de la América del Sur desde más allá del Ecuador hasta el Cabo de Hornos».
Resultado de las sugerencias y presiones británicas fue la misión del cónsul argentino Manuel José García, quien el 24 de mayo de 1827 firmó con represenr tantes brasileños un tratado preliminar por el cual la República Argentina renunciaba a todo derecho sobre la
«Provincia Cisplatina», se disponía a indemnizar al Brasil por los daños ocasionados por la guerra de corso y pedía a Inglaterra «la garantía de la libre navegación del Plata» por quince años: todo lo ganado en los campos de batalla se perdía en la mesa de negociaciones.
La indignación que el acuerdo suscitó en Buenos Aires precipitó la caída del primer presidente argentino, Bernardino Rivadavia, y su definitivo ocaso político.
Tras un breve interinato a cargo de Vicente López, asumió el poder Manuel Dorrego, en carácter de gobernador de Buenos Aires.
El Congreso Constituyente le confió la dirección de las relaciones exteriores.
La pesada herencia jaqueó permanentemente a Dorrego, sometido a presiones de todo tipo por parte de los ingleses y los intereses ligados a éstos.
Su renuencia a aceptar un arreglo que separase la Banda Oriental del resto del país disgustó sobremanera a Ponsonby.
El 20 de agosto de 1828 Dorrego comunicó al encargado de negocios argentino en Londres que había decidido «resistir la idea de la independencia de la Banda Oriental».
Su intención era proponer una autonomía temporaria, un período de ensayo sujeto a una decisión posterior que adoptarían los orientales, pero no pudo llevarla a cabo.
Cercado políticamente, hubo de ceder, y el 27 de agosto se firmó una convención preliminar de paz que establecía en su punto primero la renuncia del Brasil y de las Provincias Unidas a la Banda Oriental.
Fuente Consultada: Hombres y Hechos en la Historia Argentina Editorial Abril
Luis María Drago (1859-1921), jurista, político y escritor argentino. Nació en Buenos Aires y estudió la carrera de Derecho. Entre 1902 y 1903 fue ministro de Relaciones Exteriores de su país, y más tarde pasó a ser miembro del Tribunal Permanente de Arbitraje de La Haya (Países Bajos). Drago es principalmente conocido como autor de la denominada Doctrina Drago, cuyo propósito era servir de corolario a la Doctrina Monroe de 1823.
A principios de siglo Venezuela le halló ante la imposibilidad de saldar las deudas contraídas tiempo atrás con las principales potencias europeas; por este motivo fue seriamente advertida por Inglaterra, Italia y Alemania en 1902: si no pagaba, se exponía a graves represalias.
En realidad, la intervención Estaba prácticamente en marcha, pues antes de lanzar sus a menazas, Alemania e Inglaterra consul-taron la opinión de los Estados Unidos, que fue resumida en un memorándum dirigido a Alemania por el secretario de Estado, Hay, el 16 de diciembre de 1901: «No garantizamos a ningún Estado contra la represión que su mala conducta pudiera acarrearle…».
En los últimos días de 1902 el ministro argentino en Washington, García Merou, comunicó a su gobierno la agresión que se estaba urdiendo contra Venezuela, y el Ministro de Relaciones Exteriores argentino, Luis María Drago, fijó entonces una posición clara.
Luego de una serie de consideraciones icerca de las relaciones entre prestamistas y prestatario, afirmó que nuestro gobierno se había sentido alarmado «al saber que la falta de pago de los servicios de la deuda pública de Venezuela se indica como una de las causas determinantes del apresamiento de su flota, del bombardeo de uno de sus puertos y del bloqueo de guerra rigurosamente establecido para sus costas. Si estos procedimientos fueran definitivamente adoptados, establecerían un precedente peligroso para la seguridad y la paz de las naciones de esta parte de América. El cobro militar de los empréstitos supone la ocupación territorial para hacerlo efectivo, y la ocupación territorial significa la supresión o subordinación de los gobiernos locales en los países a que se extiende».
Las consideraciones de Drago cayeron como un baldazo de agua fría sobre los acreedores de Venezuela, y su tesis fue debatida en todos los círculos diplomáticos. Cuatro años más tarde el derecho internacional la consagraba en La Haya como un precepto que debía regir las relaciones entre todos los pueblos de la Tierra.
Fuente Consultada: Hombres y Hechos de la República Argentina Editorial Abril
Incidente Con Italia Por No Reconocer la Independencia de Argentina
INCIDENTE ENTRE ITALIA Y LA ARGENTINA:A mediados de 1834 Buenos Aires recibió la visita de varios oficiales de la fragata de guerra sarda Ammiraglio de Geneys, que había conducido a Río de Janeiro al representante diplomático del reino de Cerdeña, uno de los estados más importantes del entonces fraccionado territorio italiano.
Los viajeros fueron muy bien recibidos, y su presencia alentó las inquietudes tendientes a incentivar el intercambio entre Cerdeña y las Provincias Unidas, Ante el pedido de algunos vecinos y comerciantes, el embajador sardo en Brasil, conde Palma, nombró agente consular a don Pedro Plomer, un fuerte comerciante de plaza.
Sin embargo, una medida dictada por el gobernador Manuel Vicente Maza malogró el intento diplomático, puesto que un decreto firmado por él en octubre de 1834 estableció que no se admitiría «cónsul alguno general, ni particular, ni ninguna otra clase de Agente de Comercio, de cualesquiera de los Estados o Naciones que no hayan reconocido la independencia de la República».
Las relaciones diplomáticas formales se establecerían recién dos años más tarde, cuando llegó a Buenos Aires el barón Enrique Picolet d’Hermillon, enviado del rey de Cerdeña, quien no tardó en firmar un protocolo por el cual Su Majestad reconocía la independencia argentina.
El documento, firmado el 12 de mayo de 1836 y ratificado el 18 de septiembre, hizo de Cerdeña el primer Estado italiano que estableció relaciones oficiales con nuestro país y el quinto que reconoció su independencia. Nombrado cónsul general de Cerdeña en el Plata, el barón Picolet d’Hermillon entabló muy cordiales relaciones con las autoridades, pero hacia 1840-45, cuando se cernía el bloqueo anglo-francés sobre el país, tomó posición en favor de la agresión europea.
Para peor los navíos sardos intervinieron en la expedición franco-inglesa que remontó el Paraná, y un subdito del reino —José Garibaldi— saqueó la ciudad de Gualeguaychú.
Obviamente, por ese tiempo las funciones del barón sufrieron una brusca interrupción —Rosas lo tildó de «enemigo perverso y sanguinario», pero una vez pasada la tormenta volvió a su tarea diplomática. El 11 de agosto de 1848 anunció al ministro argentino de Relaciones Exteriores, Felipe Arana, que el rey Carlos Alberto había abrazado la causa de la unidad italiana, y que a partir de entonces la nueva bandera de su reino sería la tricolor.
Arana respondió de inmediato comunicándole que no bien la goleta de guerra Fama enarbolara el nuevo símbolo, éste sería saludado con los 21 cañonazos de estilo. De esta manera Buenos Aires vio flamear por primera vez la bandera tricolor de Italia el 13 de agosto de 1848, y los sardos que vivían en la ciudad celebraron con júbilo el acontecimiento.
Sin embargo, pocos días después un entredicho derivado precisamente de esos festejos tuvo serias consecuencias: Picolet increpó en público al jefe de policía porteño por no haber permitido que los subditos sardos colocaran la bandera en sus casas sin autorización del gobierno —como entonces prescribían las reglamentaciones— a causa del incidente, el diplomático fue expulsado del país. Dos años más tarde Víctor Manuel II procedió a designar un nuevo representante, que fue reconocido en 1850.
Fuente Consultada: Hombres y Hechos de la República Argentina Editorial Abril
Zabala Juan Maratonista Argentino Medalla de Oro Juegos Olímpicos de Londres
El maratonista rosarino Juan Carlos Zabala brilló en los Juegos Olímpicos por su hazaña atlética.Fue tan agotadora que debió estar los siguientes dos días sin apoyar los pies y postrado en una cama durante 24 horas,. El atleta estadounidense, Jesse Owens, lo invitó a la ciudad del cine americano y le presentó a la famosa actriz Ginger Rogers. Aunque su corazón estaba guardado para alguien más.
El apodo se lo puso un periodista del diario porteño Crítica, que como todo el periodismo de la década del treinta comenzó a relatar con entusiasmo los resonantes triunfos que obtenía Juan Carlos Zabala en las pistas del Viejo Mundo.
En realidad, la campaña europea del maratonista rosarino había sido precedida por una sucesión de victorias locales que culminaron cuando ganó el campeonato sudamericano correspondiente a los diez mil metros llanos.
Prestigiado por esas victorias, a mediados de 1931 partió a Francia junto con el entrenador Alejandro Stirling, y poco después corrió en Berlín una carrera con el finlandés Paavo Nurmi, que era entonces la estrella máxima en pruebas de largo aliento.
De físico esmirriado y baja estatura, Zabala fue pronto objeto de chanzas e ironías para los cronistas deportivos germanos, pero su actuación pronto las trocó en admiración: llegó segundo, apenas unos metros detrás del gran Nurmi, que lo pasó en los últimos tramos.
Desde entonces todo el mundo siguió con interés su campaña: de 36 carreras sólo perdió dos y empató una, y además tuvo la satisfacción de batir el récord mundial de los treinta kilómetros. Estas actuaciones lo conviritieron en una firme esperanza argentina en los juegos olímpicos de Los Angeles, adonde partió a mediados de 1932.
El 7 de agosto los 75.000 espectadores que colmaban el estadio olímpico de esa ciudad contemplaron con escepticismo a ese delgado muchacho de veinte años que llevaba puesta una gorra blanca y que encabezó el pelotón a la salida del estadio. Dos horas, 31 minutos y 36 segundos más tarde el argentino regresaba primero al punto de partida luego de pasar en el último tramo al inglés Wright.
En la Argentina de 1932, agobiada por una aguda depresión económica, el triunfo de Zabala fue una de las noticias más festejadas del año, y el «Ñandú» criollo pasó a integrar la galería de grandes valores del deporte nacional.
En 1931 en os Juegos Olímpicos de Los Ángeles , Juan Carlos Zabala rompió con la tradición en que siempre las maratones eran ganadas por los europeos y lo hizo en un tiempo único:2h 31′ 36”. Siendo muy joven , con apenas 20 años y arrancando por delante de sus rivales, el «ñandú» argentino llegó con una ventaja de 20” sobre el británico Samuel Ferris y obtuvo el oro.
Antes de los siguientes Juegos Olípicos de 1936 a realizarse en Berlín, debió dejar de correr debido a una lesión física, se casó con una dinamarqués radicada en Buenos Aires llamda Elsa, se traslandan a Alemania donde trabajó como profesor de educación física, pero siempre con su corazón en la amada Argentina.
Falleción el 24 de enero de 1984, sus incansables piernas dejaron de correr para siempre, pero ssus pasos quedaron marcados en la eternidad del atletismo argentino.
Guillermo Hudson nació en Quilmes , el 4 de agosto de 1841 ( fallece en 1922), hijo de padres norteamericanos. Fue escritor y un destacado naturalista argentino que vivió en Inglaterra, gran amante de la naturaleza. Realizó extensos viajes, en los cuales pudo estudiar el interior de Argentina, Uruguay y Brasil. En 1874 viajó a Inglaterra, donde luego residiría. Allí se casó con Emily Wingrave.
Los padres de Hudson eran norteamericanos: Daniel Hudson, nació en Massachusetts y Carolina Augusta Kimble, en Maine. Como las familias de ambos no querían autorizar el noviazgo, los jóvenes se marcharon a Boston, donde se casaron y, desde allí, seis años después, emprendieron viaje hacia América del Sur.
El Río de la Plata los atrajo y, con el pequeño capital que tenían, compraron ovejas y un terreno, en el partido de Quilines, provincia de Buenos Aires, República Argentina. Una pequeña estancia, llamada «Veinticinco ombúes» -hoy museo-, fue el lugar donde nació, el 4 de agosto de 1841, Guillermo Enrique Hudson.
Hijo de aquellos puritanos emigrados, que hicieron suya la historia de capuletos y mónteseos, el niño fue creciendo junto a otros cinco hermanos (tres varones y dos mujeres), en medio de una vida libre y natural..
Más adelante, la familia se trasladó a Chascomús, donde el padre, junto a las tareas del campo, para aumentar sus magros ingresos, atendía también un comercio. La madre, mientras tanto, seguía educando a los hijos y les inculcaba su amor por los pájaros y las flores, por los árboles y las plantas. Se detenía con ellos, muchas veces, para contemplar la belleza de un paisaje o, simplemente, la clara limpidez del cielo.
Cuando Guillermo, apenas adolescente, cayó gravemente enfermo, este acercamiento con su madre se acentuó. Ella lo atendía y lo cuidaba; dialogaban a toda hora y, en tales conversaciones, prevalecía siempre un tema: el de la Naturaleza. Carolina Augusta Kimble murió cuando Guillermo ya tenía 31 años.
Fue, para él, una pérdida irreparable. La familia volvió a «Veinticinco ombúes» y Guillermo Enrique Hudson -un hombre con alma de adolescente- se alistó en el ejército, como soldado de caballería. Pero su vocación, su firme, su indeclinable vocación, era la de naturalista: zoólogo, ornitólogo, botánico. ..
Trató de organizar un museo de pájaros y, tras estudiarlos con todo detalle, se puso en contacto con Burmeister, que dirigía el Museo de Historia Natural, en Buenos Aires. Este destacado investigador lo orientó en su afición y, al poco tiempo, ya enviaba trabajos y colecciones al Instituto Smithsoniano de Washington y a la Sociedad Zoológica de Londres.
Viajero infatigable, Hudson recorrió el Uruguay y el Brasil, el Chaco y la Patagonia, lugares donde recogió abundantísimo material que luego utilizaría en sus futuros trabajos. Estos pueden ser clasificados en dos categorías: Io) los libros literarios, como «Allá lejos y hace tiempo» (recuerdos de su primera infancia), «La tierra purpúrea» (maravillosa novela descriptiva sobre el Uruguay) y «El ombú (estampa del campo argentino donde se incluye un cuento perfecto: el del overo); 2o) los libros científicos, como «Pájaros de Río Negro, en la Patagonia» (su primera publicación, realizada, en inglés, por la Sociedad Zoológica de Londres), los dos tomos de «Ornitología argentina», «El libro de un naturalista» y «Pájaros del Plata», por no citar sino algunos, entre sus múltiples aportes.
Todos ellos fueron editados en Inglaterra, país al cual Hudson se trasladó a los 46 años, ya formado, y donde, al año siguiente, se casó con Emily Wingrave, fueña de la pensión donde vivía y que, pese a ser mayor que él, lo acompañó durante toda su vida y lo admiró y comprendió como nadie.
Ella murió en marzo de 1921 y Hudson, a los 81 años, el 18 de agosto de 1922.
Nuestras especies de pájaros, que absorvieron el interes científico de Hudson.
VIDA, ACCIONES Y EJECUCIÓN DEL ANARQUISTA SEVERINO DI GIOVANNI
En el año 1919, a pocos meses de la triste recordada Semana Trágica comenzaron diversos asaltos de grupos anarquistas con la finalidad de conseguir fondo económicos para costear los gastos de sus «aventuras sangrientas», apoyar el funcionamiento de los sindicatos, mantener las familias de los presos políticos y financiar propaganda y periódicos políticos para difundir sus ideas anarquistas que habían aprendido en Europa y que deseaban implantar en Argentina.
Entre los dirigientes mas destacados de este movimiento de protesta, existió un inmigrante que llegó escapando del fascismo italiano, y que es recordado hasta nuestro días por lo salvaje de sus acciones, llamado Severino Di Giovanni, quien representa el segmento probablemente más idealista y radicalizado del anarquismo argentino. Debido a sus posiciones intransigentes con el orden capitalista, encuentra enconados adversarios no sólo en el régimen político sino en las propias filas anarquistas.
Semana Trágica:El 7 de enero de 1919 hubo una manifestación de obreros en huelga frente a la fábrica Vasena; fueron atacados por la custodia de la empresa y por la policía, con saldo de varios muertos. El día 9, en el sepelio, la policía reprimió a la multitud y se entabló una lucha entre ambos bandos que dejó un saldo aproximado de 65 muertos y 130 heridos, entre los huelguistas, y de 4 muertos y 9 heridos, entre los policías.
Di Giovanni, se lo recuerda como un anarquista expropiador que tuvo en jaque a la policía argentina durante seis años con sus asaltos y atentados.
ANTECEDENTES:los miles de inmigrantes que fueron llegando a Bs.As. con la idea de «hacerse la América», veían muchas injusticias sociales y laborales, por lo que decidieron luchar por sus derechos, como la jornada laboral de ocho horas, leyes sanitarias, limitación del trabajo de los menores y fundamentalmente por un salario digno y su participación en política.
Como respuestas a sus reclamos obtuvieron por parte del estado una represión salvaje , violencia y la aplicación de la Ley de Residencia, donde eran expulasados de Argentina, y enviados a su país de origen. Como consecuncia se declararon violentas huelgas que siempre culminaban con la intervención y la represión policial. Fue éste el punto de inflexión respecto de la cuestión de la tolerancia hacia los inmigrantes. No sólo se expulsaba a los extranjeros, también se prohibieron las huelgas, se comenzó a reprimir y reglamentó la actividad sindical.
A fines del siglo XIX habían llegado a la Argentina contingentes de anarquistas españoles e italianos, entre los cuales estaban el catalán Diego Abad de Santillán y el italiano Enrico Malatesta, impulsores del movimiento anarquista en la Argentina. Malatesta, que residió en el país entre 1885 y 1889, publicó en Buenos Aires, en español e italiano, La Questione Sociale, precursor del periódico La Protesta, el diario ácrata más importante y permanente del siglo XX.
DI GIOVANNI SEVERINO: Poco después de la «Marcha sobre Roma»(1922) de Benito Mussolini, llegó a la Argentina Severino Di Giovanni, un obrero tipógrafo, que sería el más conocido de los anarquistas «vengadores» o individualistas de la Argentina.
Nacido en Italia el 17 de marzo de 1901, en Chieti en la región de los Abruzos, a unos 180 kilómetros de Roma, era un adolescente cuando se impregnó de las ideas libertarias.Estudió el magisterio y antes de graduarse comenzó a enseñar en una escuela de su aldea. En 1922 debió dejar la Italia fascista refugiándose en nuestro país, donde se desempeña como obrero tipógrafo entre otros trabajos.
Es un ávido lector, y aunque realizó estudios en su país natal, fue sobre todo la afición letrada la que lo convirtió en un erudito conocedor del pensamiento libertario. Durante algún tiempo editó el periódico Culmine, cuyo objetivo mayor es despertar la conciencia de los oprimidos y llamar a la destrucción del orden económico-jurídico.
En sus horas libres aprendió el oficio de tipógrafo y leyó todos los libros que llegaron a sus manos, entre ellos, las obras de los teóricos anarquistas Proudhon, Bakunin, Malatesta y Reclús.
Y ahora, cuando promedia la década de 1920, lleva adelante, con un grupo sin duda menguado de seguidores, una serie de acciones apropiadoras con creciente despliegue de violencia, lo que incomoda al grupo anarquista del conocido periódico libertario La Protesta, de gran predicamento entre los sectores obreros.
En 1922 se casó con Teresa Masciulli, una muchacha de su pueblo, con quien tiene tres hijos. La muerte de sus padres y la llegada al poder del fascismo lo decidieron a abandonar Italia y a partir junto a su esposa rumbo a la Argentina. Llegó a Buenos Aires en mayo de 1923 y de inmediato entró en contacto con los círculos anarquistas y antifascistas. Consiguió trabajo como obrero gráfico, se instaló en Morón (Bs.As.) y concurrió diariamente a reuniones para planear actos de agitación contra Mussolini y sus simpatizantes italianos residentes en la Argentina.
Refugiados en la casa de la familia Scarfó, ejerció una poderosa influencia sobre los hermanos Alejandro y Paulino Scarfó, a quienes convirtió al credo libertario. También se enamoró con singular pasión de Josefa América, hermana de aquéllos, a la sazón de 15 años. Pero todo indica que Severino sólo convivió con la joven después de haberse separado de Teresa. Josefa América sigue con devoción la arriesgada militancia de su compañero. El grupo de Di Giovanni es conocido como el de los anarquistas expropiadores, y muy a menudo cruza tiroteos con la policía movilizada tras sus huellas.
ALGUNAS DE SUS ACCIONES
Explica la periodista e historiadora María Seoane en su libro ARGENTINA El siglo del progreso y de la oscuridad (2003):
«En 1925, Di Giovanni escandalizó a la oligarquía argentina cuando irrumpió en el Teatro Colón en medio de una presentación artística organizada por la Embajada de Italia con motivo del vigésimo quinto aniversario de la llegada al trono de Víctor Manuel III. Se trataba de un acto protocolar, del cual participaban el entonces presidente argentino Marcelo Torcuato de Alvear —que gobernó entre 1922 y 1928—, la primera dama, los integrantes del gabinete de ministros, autoridades consulares y miembros de la más distinguida aristocracia.
La velada había comenzado con la entonación del Himno Nacional Argentino y, luego, con la Marcha Real Italiana. Súbitamente, desde la platea popular comenzaron a escucharse gritos: «¡Ladril ¡Assassini! ¡Viva l’anarchia!», mientras una lluvia de panfletos que denunciaban la opresión en Italia caía a la platea a los pies del embajador.
Di Giovanni continuó su actividad política organizando atentados contra bancos y hasta contra el consulado italiano en Buenos Aires, que causó 9 muertos y 34 heridos. Sus acciones dividieron al movimiento anarquista. Finalmente, fue declarado «enemigo público número uno» por el gobierno militar del general José Félix Uriburu y fusilado en la Penitenciaría Nacional el 10 de febrero de 1931. «
ARGENTINA El siglo del progreso y de la oscuridad
Severino y sus compañeros con sus atentados antinorteamericanos. El 24 de diciembre de 1927 vuelan las casas centrales del Citi Bank y el Banco de Boston, con el lamentable saldo de dos muertos y 23 heridos. Las víctimas son trabajadores del banco, transeúntes y clientes.
A comienzos de 1928 el diario liberal de la colectividad italiana de Buenos Aires, L’Italia del Popólo, denuncia que el cónsul italiano, ítalo Capani, trabaja para la sección Orden Social de la Policía Federal, brindándole información sobre ciudadanos italianos antifascistas. Severino tiene información de que el cónsul visitará el nuevo edificio del consulado en la calle Quintana 475, junto al nuevo embajador italiano Martin Franklin. A las 11.42 del 23 de mayo de 1928 estalló una terrible bomba que destruyó casi completamente el consulado con un saldo de nueve muertos y 34 heridos. Era el atentado más grave cometido en la Argentina hasta ese momento.
Ese mismo día Severino se dirige a La Boca. Su objetivo era volar la farmacia de Benjamín Mastronardi, presidente del Comité Fascista de la Boca, en Almirante Brown 899. Deja en el lugar un poderoso artefacto oculto en un maletín. La bomba será casualmente desactivada por el pequeño Dante Mastronardi, hijo del farmacéutico, al que le llamó la atención el maletín, le quitó la manija y con ella el detonador.
EJECUCIÓN DEL ANARQUISTA EXPROPIADOR: NOTA DEL HISTORIADOR OSVALDO BAYER PERIÓDICO EL BICENTENARIO FASC. N°7 PERÍODO 1930-1949 EL ÚLTIMO ANARQUISTA
Fue un crimen de la dictadura de Uriburu. El fusilamiento del anarquista más buscado de la Argentina: Severino Di Giovanni. La prensa lo pintaba como el asesino serial más cruel de nuestra historia.
La realidad era muy otra. Di Giovanni fue un luchador por el ideal anarquista: llegar al socialismo pero en libertad, no mediante una dictadura del proletariado. Era un maestro italiano, perseguido por el fascismo. Debió exiliarse con su familia y al llegar a Buenos Aires tomó contacto con los anarquistas.
Este movimiento estaba dividido entre los que creían llegar a la revolución social mediante sus publicaciones, asambleas y la fuerza sindical, y los que decían que había que combatir la violencia de arriba con la violencia de abajo. No bien llegado a Buenos Aires, comenzó a editar una revista en italiano, Culmine, donde propagaba sus ideas.
Para financiarla organizó asaltos a bancos y otras entidades. La primera vez que Di Giovanni salió en los diarios fue cuando en el Teatro Colón, el presidente Alvear le hizo una fiesta al embajador de Italia porque se cumplía un cuarto de siglo de la asunción del rey Víctor Manuel. Di Giovanni arrojó, desde el «paraíso» a la platea, volantes contra Mussolini y el rey, y gritó vivas al anarquismo. Y fue detenido.
Ya en libertad siguió trabajando como tipógrafo. Estaba casado con Teresina y tenía cuatro hijos. El dinero que ganaba lo dedicaba a su familia y a la edición de su periódico. Cuando en EE.UU. fueron ejecutados los anarquistas Sacco y Vanzetti, Di Giovanni hizo atentados de bomba: contra el monumento a Washington y contra el Citi Bank. En este último murieron dos inocentes; allí se equivocó. Pero siguió su línea de violencia.
Ayudado por dos hermanos jóvenes, Alejandro y Paulino Scarfó, Severino se enamoró de la joven Josefina América Scarfó, de 17 años. En enero último, Di Giovanni fue apresado y se le hizo un juicio militar sumario. Insólitamente, el oficial nombrado como defensor del reo hizo una defensa valiente del acusado. Pero el anarquista fue condenado a ser fusilado. Al día siguiente fue fusilado Paulino Scarfó.
La dictadura no tenía ningún derecho a hacer esto ya que la pena de muerte había sido anulada por el presidente Yrigoyen. Fueron muertes valientes las de los dos. Severino, antes de recibir los balazos mortales de los soldados, grito: «¡Vívala anarquía!».
Al conocer su muerte, la poetisa italiana Virgilia d’Andrea escribió: «De rosas, la sangre ese bello cuerpo cubre./ Mientras en los ojos ha naufragado el cielo/ un ruiseñor dulcemente canta/ y el alba se disuelve en tenue velo…».
POR OSVALDO BAYER Historiador y ensayista
Fuente Consulatadas: LOS MITOS DE LA HISTORIA ARGENTINA Tomo 3 Felipe Pigna ARGENTINA EL Siglo del Progreso y de la Oscuridad María Seoane Periódico EL BICENTENARIO N° 6 y 7 Períodos 1910-1929 y 1930-1949 Nota de Osvaldo Bayer
RESUMEN HISTORIA DE LA INDEPENDENCIA DE VENEZUELA Y NUEVA GRANADA
ANTECEDENTES: A comienzos de 1810, la situación militar y política de la península ibérica se tornó sombría.Napoleón encomendó apurar las operaciones en el sur de España, y el 31 de enero de ese año se apoderó de Sevilla, para cuatro días más tarde poner sitio a Cádiz.
Estos rápidos y efectivos movimientos hicieron que la Junta Central se disolviera y el poder lo asumiera una Regencia con discutidas facultades, que fue cuestionada desde su mismo origen.
España se hallaba, sin duda, en una situación extremadamente angustiosa, tanto en lo militar como en lo político, y todo hacía prever un fracaso inmediato, con la definitiva subordinación a Napoleón.
La llegada de estas noticias a América tuvo honda repercusión.
Las provincias americanas debían recurrir, pues, a sus propios arbitrios para organizarse políticamente, por lo menos mientras subsistiera tal estado de cosas.
La oportunidad era brillante para los patricios, es decir, los criollos, a quienes las circunstancias brindaban la ocasión de constituir juntas locales para salvar en ultramar los derechos del legítimo soberano.
Caracas dio el ejemplo cuando un cabildo extraordinario asumió la autoridad gubernativa de la Capitanía general venezolana, bajo juramento de fidelidad a Fernando VII (19 de abril).
Situaciones similares se produjeron en Cartagena (14 de junio) y Santa Fe de Bogotá (20 de julio); en México, el cura de Dolores, Miguel Hidalgo, encabezó la rebelión contra el mal gobierno colonial, con vivas al rey (16 de septiembre), dos días antes de que el Cabildo de Santiago de Chile eligiera también una Junta Gubernativa en nombre de Fernando VII.
Así, en el término de cinco meses, la América española, con excepción del virreinato peruano y de la Nueva España, quedó en manos de dirigentes criollos.
VENEZUELA: LA CAPITANÍA GENERAL DE VENEZUELA La Capitanía General de Venezuela estaba gobernada por el capitán general Vicente Emparán. Su capital era la ciudad de Caracas, en la provincia del mismo nombre.
Todo empezó el Jueves Santo del año 1810 (18 de abril) en Caracas, patria de Miranda y de Bolívar. A continuación de un motín, una «Junta suprema conservadora de los derechos de Fernando VII» se constituyó y depuso al gobernador español Emparán. El 27 de abril, la Junta lanzó un llamamiento a todos los cabildos sudamericanos para la formación de una confederación.
En agosto, la Junta tomó medidas radicales en lo concerniente al territorio de la Capitanía General de Caracas: a) supresión de las aduanas reales, b) del tributo de las Indias, c) de la importación de esclavos, d) proclamación de los Estados Unidos de Venezuela.
Los revolucionarlos enviaron Simón Bolívar como embajador a Londres, quien no logró conseguir el apoyo ni el compromiso inglés con la Independencia de Venezuela, pues España era, en ese momento, una aliada que Inglaterra debía conservar contra Napoleón.
Igualmente, en julio de 1811, un Congreso General formado por los representantes de las provincias rebeldes declaró la independencia de los Estados Unidos de Venezuela. Y en diciembre de ese mismo año se redactó una Constitución Federal.
Simón Bolívar
Desde un principio, Bolívar se había puesto a disposición de la Junta, con su enorme fortuna. Tenía entonces 27 años. Hijo de un gran plantador de la costa, educado según el «Emilio», por un preceptor discípulo de Rousseau, había vivido y viajado por España, Europa y Estados Unidos, desde 1800 a 1807, año en que volvió a su país. Brillante, inteligente, ambicioso, sus viajes le habían formado. La Junta de Caracas le envió oficialmente a Inglaterra, donde volvió a encontrar a Miranda, el cual le afilió a la francmasonería.
Pero los revolucionarios no pudieron evitar las acciones contrarrevolucionarias, que no eran llevadas a cabo sólo por españoles. También se levantaron contra la Junta de Caracas algunos sectores criollos urbanos, que preveían dificultades en sus negocios mercantiles y un sector de los habitantes de la campaña, los llaneros, para los cuales el comienzo de la revolución sólo había significado mayores dificultades económicas.
Entre ambos grupos, el revolucionarlo y el contrarrevolucionario, estalló una sangrienta guerra que duró alrededor de catorce años, hasta 1823.
Miranda y Bolívar volvieron a Caracas en 1811, siendo proclamada la independencia de Venezuela el 5 de julio. Fue ésta la primera República Venezolana que, en diciembre del mismo año, se dio una constitución basada en el modelo de la constitución jeffersoniana de los Estados Unidos.
Bajo la influencia de las órdenes religiosas, que denunciaban al gobierno de Caracas del 26 de marzo de 1812 fue utilizado por si clero para impresionar al pueblo: ¡era un castigo del cielo! El ejército de 5.000 hombres de que disponía Miranda, nombrado dictador de Venezuela, no pudo hacer frente al ejército leal mandado por un oficial de la marina española, llamado Monteverde.
El 30 de julio de 1812, Miranda capituló y trató de huir en un navio inglés. Bajo la acusación de traición y de inteligencia con Inglaterra, Bolívar se apoderó de Miranda y lo entregó a los españoles: el «precursor» murió miserablemente en la cárcel de Cádiz, en 1816. (imagen de abajo)
El General Francisco de Miranda muere, después de una larga agonía, en la madrugada del 14 de julio de 1816, en los calabozos del fuerte.
Bolívar consigue llegar a Cartagena, en Nueva Granada, desgarrada por tres juntas rivales, formó un pequeño ejército y liberó la ciudad sitiada por las fuerzas leales a España en febrero de 1813 . Bajo su influencia, las facciones se reconcilian provisionalmente.
El Virreinato de Nueva Granada comprendía los actuales países de Ecuador, Colombia y Panamá. Su capital era Bogotá, pero fue en Quito donde se estableció, en 1809, una Junta de gobierno, que fue rápidamente reprimida por el ejército enviado desde la capital y desde el virreinato del Perú.
En mayo de 1813, Bolívar partirá a la reconquista de Venezuela, lanzando la famosa proclama de la llanura de Trujillo, entra en Caracas el 6 de agosto, libera la ciudad mediante una victoria sobre Monteverde, y el ayuntamiento le confirió el título de «libertador de Venezuela». Se creó entonces la Segunda República Venezolana.
Habiendo ganado para su causa a los «llaneros» de las llanuras interiores del Orinoco, vaqueros mestizos e indios que explotaban los inmensos rebaños de ganado semi-salvaje, propiedad de los grandes «estancieros», los leales obtuvieron un triunfo decisivo. Extraordinarios jinetes, agrupados bajo las órdenes de José Tomás Boves y profundamente hostiles a la aristocracia criolla de costa (quienes eran grande terratenientes que se beneficiaban del monopolio español) , destrozaron y saquearon las plantaciones costeras.
Bajo su presión, Bolívar hubo de volver, una vez más, a Nueva Granada, donde un Congreso le confió la misión de someter a la Confederación el estado de Cundinamarca, alentado por Nariño. Bolívar entró en Bogotá en diciembre de 1814, pero le fue imposible restablecer el orden.
El Sueño de Simón Bolivar , «La Gran Colombia»
En mayo de 1815, tuvo que embarcar hacia Jamaica inglesa, donde logra con la ayuda británica, un pequeño ejército y una flota, equipada, en su mayor parte, por material inglés. Desembarca en Venezuela, en enero de 1817. Habiendo establecido un campo fortificado en la isla de Angostura, en la desembocadura del Orinoco, trata de liberar el valle del río. La empresa estaba casi totalmente terminada en enero de 1818. Gracias a su nuevo jefe, Páez, conseguía el apoyo de una parte de los «llaneros».
A finales de junio y principios de julio de 1819, Bolívar, a la cabeza de 2.500 hombres, atraviesa los Andes, penetra en Colombia por el valle del Magdalena , devolviendo las esperanzas a los patriotas, que habían sido duramente afectados por la represión. En este momento, se crean los Estados Unidos de Colombia; la constitución se votó en diciembre de 1819. Bolívar fue nombrado presidente y dictador militar.
CONGRESO DE LA ANGOSTURA:A fines de 1819 se reunió un Congreso constituyente en la ciudad de Angostura. Ese congreso estableció las primeras instituciones que rigieron a la naciente república. Se proponía crear un Estado federal donde cada una de las regiones parcialmente liberadas -por entonces Nueva Granada y Venezuela-estaría gobernada por un vicepresidente que tendría a su cargo las tareas administrativas. El poder ejecutivo se completaba con la figura del presidente de la república, cargo conferido a Bolívar, que tendría como tarea más urgente continuar con la guerra de la independencia.
El congreso de Angostura sancionó la división de poderes, la proscripción de la esclavitud, la abolición de la monarquía y de los privilegios de los nobles. No obstante, las dificultades y los temores planteados por la necesidad de elegir a las autoridades a través del voto, característica de los gobiernos republicanos, llevaron a que los integrantes del congreso propusieran la formación de un Senado hereditario en lugar de electivo.
La búsqueda de estabilidad y el temor al enfrentamiento constante de los numerosos grupos dirigentes estuvo presente en esta fórmula donde Bolívar intentaba conjugar lo antiguo del régimen español con lo nuevo del orden revolucionario.
La revolución liberal de 1820 llevada a cabo en España también tuvo su repercusión en Venezuela. Los españoles presentaron un frente dividido entre los que querían entablar negociaciones con los criollos americanos y los que querían continuar la guerra. Esa situación benefició a los revolucionarios. En 1821 Bolívar aseguró la victoria revolucionaria en Venezuela, entrando en la ciudad de Caracas; por su parte Sucre, lugarteniente de Bolívar, liberó a Quito del dominio español, que, con Venezuela y Colombia, forma la Gran Colombia, bajo la dirección del «Libertador».
Fue en este momento, en la célebre entrevista de Guayaquil, a finales de julio de 1822, cuando se produjo el encuentro entre San Martín y Bolívar. Fiel a la línea de conducta que siempre había seguido, San Martín, para evitar rivalidades que habrían sido fatales a la causa nacional, desapareció voluntariamente. Dejó América, se exilió en Europa, y murió, desconocido, en Boulogne (Francia), en 1850.
Después de la partida de San Martín, las tropas españolas, refugiadas en las montañas, se recuperaron y ocuparon Lima. Sucre las aniquiló definitivamente en Ayacucho, el 9 de diciembre de 1824, última batalla de la independencia hispanoamericana contra el imperio español.
En 1825, liberó la región de Charcas, que tomó el nombre de Bolivia. La última guarnición española, el Callao (el puerto de Lima), se entregó en enero de 1826. En esta fecha, la América española era independendiente,a excepción de Cuba y Puerto Rico, en la Antillas.
Para la organización política de larepública, se reunió un nuevo congreso reunido en la ciudad de Cúcuta donde se confirmó las bases institucionales establecidas en Angostura y promulgó una nueva Constitución, en la que se acentuaba el centralismo. Se fundó la República de la Gran Colombia, integrada por Venezuela, Nueva Granada y Quito, que se consideraría como un único territorio dividido en departamentos a cargo de funcionarios designados directamente desde Bogotá.
La centralización en la administración del Estado tenía como objetivo modernizar la sociedad sobre la base de la abolición de la esclavitud y la puesta en práctica de la libertad de comercio. Esas medidas despertaron la resistencia de los grupos favorecidos por la dominación hispánica: los propietarios de esclavos de las haciendas costeras y los grandes mercaderes y artesanos ligados al monopolio español.
EL FRACASO DEL SUEÑO DE SIMÓN BOLIVAR:Para concretar su sueño, Bolívar consideraba que había llegado el momento de concretar un proyecto de federación hispanoamericana basada en acuerdos que nuclearan al conjunto de los países independientes en torno de la República de la Gran Colombia. En ese sentido, en 1824 había enviado una circular a todos los gobiernos independientes, por la que los invitaba a mandar delegados para reunir un congreso en la ciudad de Panamá. También fueron invitados los Estados Unidos, Inglaterra y Holanda para que mandaran delegados en calidad de observadores, es decir, sin voto.
El Congreso abrió sus sesiones el 22 de junio de 1826, en la ciudad de Panamá. El propósito central era formar un bloque de países latinoamericanos que sobre la base de acuerdos de orden político y económico estuviesen en condición de negociar conjuntamente frente a los países europeos y a los Estados Unidos.
La reacción de los países latinoamericanos fue dispar. Sólo estuvieron presentes los delegados de Colombia, el Perú, México y la recientemente proclamada República Centroamericana (integrada por los actuales países de Guatemala, Nicaragua, Costa Rica, Honduras y El Salvador). Ya fuera por la distancia que los separaba, por la desconfianza que inspiraba la pretensión de hegemonía de Bolívar o por los propios conflictos internos que debían resolver, el Brasil, Chile y las Provincias Unidas del Río de la Plata se mostraron poco interesados en incorporarse a la iniciativa bolivariana. La reunión finalizó en México, y se clausuró sin haber podido llegar a cumplir los propósitos convocantes del encuentro.
No sólo fracasó el congreso de Panamá que pretendía confederar las naciones independientes de Latinoamérica, sino que el cuidadoso montaje del sistema político basado en un centralismo republicano que tenía su cúspide en la figura de Bolívar se derrumbó.
En efecto: finalizada la guerra de la independencia, los intereses locales, las distintas fracciones militares, las enormes distancias que debían recorrerse para ejercer el control en la República de Colombia, fueron algunos de los factores que condujeron a su desintegración. De modo que entre 1829 y 1830 se proclamaron sucesivamente las repúblicas independientes de Venezuela, Ecuador y Nueva Granada.
1830: Muerte de Bolívar en el exilio en Santa Marta
Bolívar muere en 1830, desesperado por suponer haber «arado el mar». La admiración cuando joven de Bolívar por Napoleón animó sin duda su energía de general libertador, su audacia de federar pueblos y su tenacidad de querer fundar nuevos estados. Sin embargo, su sueño de una gran coalición hispanoamericana estable, pacífica y dotada de instituciones republicanas quedó inconclusa, a pesar suyo, pues es probable que no haya aquilatado la fuerza de inercia y los hábitos ancestrales de poblaciones que con bastante frecuencia sólo logró tocar débilmente.
Fuentes Consultadas: Historia Universal ESPASA Siglo XXI Independencia de México SOCIEDADES 8° Año Vicens Vives de M. González y M. Massone Sociedad, Espacio y Cultura Kapelusz EGB 3° Ciclo Prislei-Tobio-Geli La Aventura del Hombre en la Historia Tomo II Editorial ATENEO
Trabajo de Colaboración Alumnos de 4° Año Normal – Escuela J.M.Estrada N°1017
6 de mayo de 1827. Combate naval frente a Buenos Aires.
27 de junio. Renuncia de Rivadavia.
12 de agosto. Manuel Dorrego asume como gobernador de Buenos Aires.
1827 521.444 quintales de tasajo salen por el puerto de Buenos Aires.
1828
1828. Fin de la guerra con el Brasil.13 de diciembre de 1828.
Dorrego es fusilado por orden del general Juan Lavalle.
1828. Profundas divisiones entre federales y unitarios.Creación de la Sociedad Filantrópica.
1829
Junio de 1829. Pacto de Cañuelas.
1829. Juan Manuel de Rosas asume el gobierno de Buenos Aires.
1830
1830. Formación de la Liga del Interior.
18 de noviembre de 1830.
Aparece el bisemanario Lo Aljaba.
1831
4 de enero de 1831. Pacto Federal.
1832
1832. Balcarce asume la Gobernación de Buenos Aires.
1833
Noviembre de 1833. Viamonte es nombrado gobernador de Buenos Aires.
1833. Revolución de los restauradores.
1833. En Buenos Aires asisten a las escuelas públicas 994 niñas y 937 niños.
1834
25 de mayo de 1834. Renuncia Viamonte y asume provisionalmente Manuel Vicente Maza.20 de diciembre de 1834. Facundo Quiroga es asesinado.
1835
1835. Rosas es elegido gobernador nuevamente.
1836
1836. Venta de tierras fiscales para paliar el déficit fiscal.
1838
28 de marzo de 1838. Francia declara el bloqueo de Buenos Aires y demás puertos de la Confederación.
1838. Descontento económico entre los hacendados de la provincia de Buenos Aires.
1838. Jóvenes intelectuales forman la Asociación de la joven Generación Argentina.
1840
29 de octubre 1840. Firma del tratado Arana -Mackau.
1841
1844
1844. Los festejos de Carnaval son prohibidos en Buenos Aires.
1845
26 de septiembre de 1845.
Bloqueo anglo francés al puerto de Buenos Aires.
1845Sale en Chile la primera edición de Civilización y barbarie. La vide de Facundo Quiroga, de Domingo F. Sarmiento.
1846
1846Se publica el Dogma Socialista de la Asociación de Mayo.
1849
Mayo de 1849
Fin del bloqueo anglo francés.
1851
1º de mayo de 1851.
Pronunciamiento de Justo José de Urquiza contra Rosas.
1851José Mármol publica Amalia.
1852
3 de febrero 1852. Batalla de Caseros31 de mayo.
Firma del Pacto de San Nicolás.
11 de septiembre. Levantamiento bonaerense contra Urquiza.
19 de febrero 1952Urquiza desfila con sus tropas por la ciudad de Buenos Aires.
10 de abril de 1852. Comienza a publicarse Los Debates Mayo de 1852.
Edición de la primera versión de Las Bases de Juan Bautista Alberdi.
25 de Mayo. Asamblea fundacional del Club del Progreso en Buenos Aires.
1853
1853Sanción de la Constitución de la Confederación.
17 de septiembre de 1853.
Presentación del proyecta para construir el primer ferrocarril de la Argentina.
27 de febrero. Fundación en la ciudad de Santa Fe del Club del Orden.
1854
5 de marzo de 1854.
Justo José de Urquiza asume la presidencia de la Confederación.
1854. Sanción de la Constitución del Estado de Buenos Aires.
25 de mayo de 1854Comienza a publicarse La Confederación, el primer periódico editado en Rosario.
23 de junio de 1855. Aparece el periódico político satírico La Bruja Duende
1855
1856
1856. Ruptura de la alianza entre liberales y federales porteños.
1856. Fundación de la primera colonia agrícola del país.
21 de agosto de 1856. Aparición del primer sello postal argentino.1856. El Congreso de Paraná sanciona la Ley de Derechos Diferenciales.
1857
Mayo de 1857.
Valentín Alsina es electo gobernador del Estado de Buenos Aires.
23 de octubre de 1 859. Batalla de Cepeda.10 de noviembre. Pacto de San José
29 de agosto de 1857.
Primer viaje ferroviario en la República Argentina,
1857. Fundación de la Asociación Tipográfica.
1859
1860
1860.Instalación de la Municipalidad de la ciudad de Rosario.
1860.Eduarda Mansilla publica El médico de San Luis.
1861
1862
12 de octubre de 1862.Asume la presidencia Bartolomé Mitre.
1862. Levantamiento del “Chacho” Peñaloza.
9 de noviembre de 1862.Exploración del río Salado.
1863
1º de marzo de 1863.
Comienza a publicarse el semanario El artesano.
1864
1864.Mitre organiza el primer ejército regular.
1864 Se funda la Revista Médico Quirúrgica
1865
Mayo de 1865.Firma del tratado de la Triple Alianza.
– Guerra de la Triple Alianza
1865 Juana Gorriti publica Sueños y realidades.
1866
1866. Rebelión política en Mendoza.
12 de octubre de 1868.
Asume la presidencia Domingo F. Sarmiento.
22 de noviembre de 1866.
Gran malón invade Río Cuarto.
1866Crisis económica.
1868
1869
19 de marzo de 1869. Primer caso cólera en la ciudad de Rosario.
1869. Inauguración del telégrafo provincial entre las ciudades de Rosario y Buenos Aires.
Primer Censo Nacional: indica que la cantidad de habitantes es de 1.830.214
25 de abril de 1870. Inauguración de los servicios del ferrocarril entre las ciudades de Santa Fe y Córdoba.
1870
11 de abril de 1870. Asesinato de Justo J. de Urquiza. 12 de abril.
Alzamiento del general Ricardo López Jordán.
20 de junio. Firma del protocolo de paz que dio fin a la Guerra del Paraguay.
1870.
Lucio V. Mansilla publica Una excursión a los indios ranqueles
1871
27 de enero de 1871.
Primer caso registrado de fiebre amarilla en la ciudad de Buenos Aires.
1872
1872.Se crea el Banco Nacional.
1872
Expedición de exploración del río Bermejo
José Hernández comienza a publicar
El gaucho Martín Fierro.
1873
7 de diciembre de 1873.
Combate entre las tropas de López Jordán y el Ejército nacional.
1873.
Comienza un período de crisis económica.
1873.
Se funda el Círculo Médico Argentino.
1874
1874. Revolución mitrista.
12 de octubre de 1874.
Nicolás Avellaneda asume la presidencia.
15 de mayo de 1874.
Inauguración en Buenos Aires de las obras de aguas corrientes y cloacas.
1874.
Las líneas ferroviarias tienen una extensión de 1.331 Km.
1875
1875. Debates parlamentarios sobre la ley de Aduanas.
7 de febrero de 1875.Comienza a editarse La Ondina del Plata.
1876
1876
Finaliza el ciclo de crisis económica.
1876. Francisco Moreno llega al lago Nahuel-Huapi.
18 de noviembre de 1877.
Aparece la revista La Alborada del Plata.
1878
12 abril de 1878
Primera exportación de cereales desde el puerto de Rosario.
1878 Comienza la avanzada militar sobre los territorios indígenas.
1878.José María Ramos Mejía edita La neurosis de los hombres célebres en la historia argentina.
1879
1879.Fundación del Instituto Geográfico Argentino.
1880
12 de octubre de 1880. Julio Argentino Roca asume la presidencia.
21 de septiembre. Se declara a Buenos Aires como capital de la República.
1880. Comienza el boom de las colonias agrícolas.
1881
1881
El Instituto Geográfico Argentino obtiene menciones en el Tercer Congreso y Exposición Internacional de Geografía, celebrado en Venecia.
1882
10 de noviembre 1882. Comienza a funcionar la Municipalidad de la ciudad de Buenos Aires.
1882. Se crea el Club Vorwarts.
15 abril de 1882.Fundación del Jockey Club en Buenos Aires.
1882. Eugenio Cambaceres publica Potpourri. Silbidos de un vago.
1884
23 de abril de 1884. Inauguración de la línea telegráfica Buenos Aires-Asunción.8 de julio. Se aprueba la ley de Educación Común.
1884.Lucio V. López publica La Gran Aldea.
Costumbres bonaerenses.
1886
12 de octubre de 1886.
Miguel Juárez Celman asume la presidencia.
10 de agosto de 1886.
Apertura del Registro Civil en Buenos Aíres.
20 de mayo de 1886.
Aparece el diario La Época, el primero editado en a ciudad de Santa Fe.
1887
1887.
Se crea la Sociedad Cosmopolita de Resistencia y Colocación de Obreros Panaderos.
1889
10 de septiembre de 1889.
Mitin en el Jardín Florida.
1889. Fundación de la Unión Cívica.
12 de febrero de 1889.
Descubrimiento de fósiles en la Patagonia.
1890
26 de julio de 1890.
Revolución del Parque.
7 de agosto. Carlos Pellegrini asume la presidencia.
1890.
Gran Crisis económica.
1890.
Juana Gorriti publica Cocina Ecléctica.
1892
2 de abril de 1892.
Estado de Sitio en Buenos Aires.
12 de octubre. Luis Sáenz Peña asume la presidencia.
1892. Creación de los Círculos Obreros Católicos y del Patronato de la Infancia.
1893
Agosto 1893.
Como consecuencia de la revolución radical, el gobernador bonaerense Julio A. Costa debe presentar su renuncia.
1893. Creación de The Argentine Association of the Football League.
1895
22 de enero de 1895. José Evaristo Uriburu asume la presidencia.
1897
1º de abril de 1897. Comienza a editarse La Montaña.
1898
12 de octubre de 1898. Comienza el segundo mandato presidencial de Julio A. Roca.
1899
31 de mayo de 1899.
Inauguración del Ferrocarril Sur hacia Neuquén.
1º de octubre de 1899.
Se edita El Diaria del Pueblo.
1900
23 de mayo de 1900. Se restablecen vínculos diplomáticos con el Vaticano.
25 de octubre. Arriba a la Argentina el presidente brasileño Manuel J. De Campos Salles.
Enero de 1900. Huelga de estibadores.
25 de septiembre. Fundación del Consejo Nacional de Mujeres de la
1900. Comienza a operar la primera usina eléctrica en Buenos Aires.
1900.
Expedición científica a las Cataratas del Iguazú.- Enrique García Velloso estrena El chiripá rojo en el Teatro La Comedia.
1901
6 de diciembre de 1901.
Sanción de la Ley del Servicio Militar Obligatorio.
15 de septiembre de 1901.
Manifestación masiva a favor de la separación entre la Iglesia y el Estado.
22 de noviembre de 1902. 70.000 huelguistas paralizan Buenos Aires.
1901. Inicia sus clases la Escuela de Arquitectura de Buenos Aires.
1902
28 de mayo de 1902. Comienza la firma del acuerdo con Chile sobre el litigio territorial patagónico.19 de diciembre. El Congreso aprueba una nueva Ley Electoral.
23 de diciembre. Aprobación de la Ley de Residencia.
1902. Estreno de Canillita, de Florencio Sánchez, en el teatro La Comedia.
1903
1903.
Concluye la firma de los Pactos de Mayo con Chile.
1º de mayo de 1903. Masiva concentración anarquista.1903. Socialistas organizan la UGT.
1903.
Nace el club Racing Club en Avellaneda.
1904
12 de octubre de 1904.
Manuel Quintana asume la presidencia.
30 de abril de 1904.
Se conoce el informe sobre la clase obrera confeccionado por Bialet Massé.
1904.
Se fundan los clubes Independiente y Ferrocarril Oeste.
1905
4 de febrero de 1905. Estalla la revolución preparada por Hipólito Yrigoyen.
30 de julio de 1905. Se funda la cooperativa El Hogar Obrero.
31 de agosto. Sanción de la Ley de Descanso Dominical
1905. Florencio Sánchez estrena Barranca Abajo en familia y Mono Santa.
Biografia de Quinquela Martín Artista Plástico Argentino
El 20 de Marzo de 1890 fue dejando en la Casa de Expósitos un niño que se suponía había nacido tres semanas antes, es por eso que el día de nacimiento de Benito ha sido consignado como el 1º de marzo.
Fue bautizado con los nombres de Benito Juan y se le asignó el apellido Martín.
Su primer nombre fue en razón de ser bautizado el día de San Benito Abad, el 21 de marzo.
Casi ocho años después, el 16 de noviembre de 1897 es adoptado por el matrimonio formado por Manuel Chinchella y Justina Molina, quienes vivían en la Boca del Riachuelo, donde vivió toda su vida el maestro.
Cursó tan solo los dos primeros grados de la primaria, y luego se dedicó a repartir el carbón que sus padres vendían a los vecinos del barrio.
Cuando cumplió 15 años su padre que descargaba carbón en el puerto, lo convocó a trabajar con él, pese a su físico poco adecuado para la tarea, pero su empeño y rapidez le hicieron ganar el apodo de «EL MOSQUITO».
Al poco tiempo, cuando cuenta 17 años, se inscribió en una academia para cursar dibujo y pintura, con le maestro italiano Alfredo Lázzari, quien fue su único maestro.
Completó su formación autodidacta a través de lecturas en la biblioteca del Sindicato de Caldereros, y allí descubrió el libro «El Arte» del escultor francés, Auguste Rodin, que lo llevó a dedicar su vida a la creación artística.
Cuando cumple 20 años expone por primera vez sus trabajos en la Sociedad Ligure de Mutuo Socorro.
En 1912 se le diagnostica un principio de tuberculosis y busca los purificadores aires de Córdoba para curar su enfermedad.
Allí realiza una serie de paisajes acompañado al maestro Walter de Navazio.
Retorna a los seis meses milagrosamente curado y convencido que debe reflejar, como decía Rodin, únicamente su vida y su ambiente, es decir pintar su aldea: La Boca del Riachuelo.
Miembro Honorario de la Universidad
El 14 de enero de 1972 se firmó en el Consejo Superior de la UBA la resolución por la cual se designaba a Benito Quinquela como miembro honorario de esa alta casa de estudios.
En los considerandos de la resolución se expresa que el artista ha honrado y honra con su obra a la cultura argentina y al hombre de nuestro país, y que a ello se agrega «el ejemplo de toda una vida dedicada al arte, a la promoción de la cultura y a la misión de servicio por su generosidad para la comunidad y a través del fomento de la educación».
«Pero la resolución de la Universidad de Buenos Aires no es meramente eso, sino una expresión vocacional de reconocer públicamente, y sobre todo ante los jóvenes, lo que constituye un ejemplo capaz de alentar una meta.
Cuando reciba usted el diploma y la medalla que lo acompaña, podrá apreciar todo esto y su aceptación será un bien para la Universidad».
Por último expresa:
«Con el tiempo, maestro, la herrumbre cubrirá esa medalla produciendo el más antiguo de los pigmentos: ese mismo que crustifica los hierros de los barcos envejecidos o moribundos, que podrán desaparecer de la boca del Riachuelo, pero nunca de la imagen de sus cuadros».
LOS PRIMEROS AÑOS DE BENITO:
Al viejo Manuel [padre de Benito] lo que menos le gustaba era la decisión de su hijo de dedicarse intensamente a la actividad artística, porque estaba descuidando su trabajo en el puerto.
Las discusiones eran constantes y tantos fueron los enfrentamientos entre Benito y su padre que un día, contra la voluntad de Justina, que apoyaba al joven en todos su proyectos, el joven pintor empacó sus bártulos y abandonó el hogar paterno.
No fue Justina la única en lamentar ese alejamiento.
El estómago de Benito también lo sufrió bastante.
Aunque siguió trabajando en el puerto para ganarse el sustento, ya libre de la tiranía paterna dedicaba muchas más horas a la pintura que al carbón, y vivía de mate cocido y galletas marineras.
• Tiempos Vagabundos
La vida de Benito se convirtió casi en un vagabundeo.
Vivió un tiempo en la Isla Maciel; allí frecuentó ladrones y malandras, entre los cuales se sentía perfectamente cómodo, según contaría años después.
En sus memorias dice que llegó a conocer una «academia del punguismo» con base en esa isla y que le ofrecieron formar parte de ella, pero no le interesó.
En cambio, llenó varias telas con imágenes de la Isla Maciel y aprendió mucho de los punguistas; porque, además del arte del robo disimulado, cultivaban una serie de códigos de honor y hermandad que despertaron mucha admiración en el joven artista.
Todas estas experiencias abrieron su mente y enriquecieron su pintura. Pasaron meses de errancia en los que Benito montó su taller en los lugares menos pensados, desde altillos hasta barcos (tuvo un estudio de pintura a bordo del «Hércules», un navío anclado que descansaba en el cementerio de embarcaciones de la Vuelta de Rocha).
Sin embargo, este peregrinaje no duró mucho.
Podría decirse que la ley familiar fue más fuerte que la ley de la calle; pero, en realidad, no fue el respeto al padre lo que indujo a Benito a retornar al hogar, sino la nostalgia de la caricia materna y los ruegos de Justina que no vivía en paz sin él.
Fue ella quien le dio un sabio consejo: «Si no te gusta el carbón, búscate un empleo del gobierno».
Siguiendo la recomendación materna, Benito consiguió un trabajo como ordenanza en la Oficina de Muestras y Encomiendas de la Aduana, en la Dársena Sur, no tan lejos de su querido puerto.
Allí desarrollaba funciones «fundamentales» para el buen desempeño de cualquier oficina, como limpiar las ventanas y cebar mate; pero lo importante era que le quedaba tiempo para pintar a gusto.
De todos modos no duró mucho como empleado estatal.
Comenzaron a pedirle labores de mensajero, y debía andar de aquí para allá transportando caudales.
Un día pensó lo que podría pasar si le robaban una encomienda —había aprendido bastante de punguismo— y presentó su renuncia indeclinable.
Pero ese tiempo de poco trabajo y mucha pintura dio sus frutos.
A los pocos meses el pintor del puerto participó por primera vez de una exposición.
Se trató de una muestra colectiva de todos los alumnos del taller de Alfredo Lazzari, y tuvo lugar en la Sociedad Ligur de Socorro Mutuo de La Boca.
Esta sociedad celebraba su aniversario número veinticinco, y qué mejor forma de conmemorar el nacimiento de una mutual boquense que con la exhibición de las creaciones de sus hijos, los artistas de La Boca.
Participaron Santiago Stagnaro, Arturo Maresca, Vicente Vento y Leónidas Magnolo, todos principiantes y aficionados.
Para cada uno de ellos fue un evento bello y memorable, pero para Chinchella fue especial: se trataba de su debut.
Expuso cinco obras: un óleo titulado Vista de Venecia, dos dibujos a pluma que formaban parte de su Estudio de cabezas y dos coloridos paisajes pintados con tempera.
Las obras oran algo torpes, las manos del artista no habían adquierido ido aún la maestría que las caracterizaría mas adelante.
Lamentablemente las mayor parte de estas primeras obras ed Quinquella se han perdido y es imposible recuperarlas.
• ►UN TESTIMONIO DE LA ÉPOCA:
Un pintor en la lluvia
Una mañana opaca en que la lluvia estaba al caer, peregrinando por La Boca nos detuvimos a contemplar a un pintor que, sentado en la proa de un velero, indiferente al mercante ir y venir de un barco en descarga, pintaba.
Es decir, aquello no era pintar, era un afiebrado arrojar colores y más colores sobre el cartón.
En manos de nuestro hombre el pincel iba, venía, describía giros, volvía y revolvía con amplitud majestuosa y segura; a su paso, dejaba gruesas huellas que parecían desordenadas e incongruentes en un principio, pero que bien pronto adquirían forma y cierta concordancia inarmónica, grotesca casi, para formar enseguida un cuadro de una belleza sorprendente; insospechable en un rincón gris y sucio del Riachuelo.
Cuando hubo terminado su tarea, abordamos al raro pintor y fácilmente entablamos charla.
Se trataba de un buen muchacho, dulce y humilde, que pinta de pura afición, como siente la pintura, instintivamente.
Avanzando en nuestra conversación, no nos costó obtener que nos invitara a ir hasta su casa, una de esas modestas casas típicas de La Boca.
Allí nos contó su historia, triste como pocas.
Quinquela Martín es huérfano, pero aun es inclusero: hijo del amor, como él mismo se llama.
Adoptado a los cinco años por sus actuales padres, un matrimonio de sencillos hijos de Italia, su infancia fue dura.
Hasta los veinte años fue descargador y repartidor de carbón.
Aún recuerda riendo sus primeros pujos en el diseño, carbón en mano, y haciendo víctima de sus inclinaciones a cuanta pared halló a su paso.
A los veintiún años sintió la necesidad de instruirse sólo, sin ayudas externas, empezó febrilmente a aprender, comenzando casi por las primeras letras.
Con tanto ardor se inició en esa nueva fase de su vida, que su físico, hecho a las rudas tareas materiales, fue incapaz de resistir, y el bravo muchacho se enfermó.
Pasó una temporada en Córdoba y San Luis y de regreso adoptó la resolución definitiva que habría de cambiar fundamentalmente su vida.
Atacó la pintura abandonándolo todo.
Solo, sin apoyo moral ninguno; sin un maestro que guiara sus primeros pasos, se dedicó por entero a la pintura.
Cruenta fue la lucha que sostuvo. […] Desde su iniciación, supo comprender que lo que convenía a su modo de ver la pintura era hacerse solo, sin aceptar las restricciones y las pautas que para los temperamentos fuertes significan las academias, los procedimientos de «receta» y las normas inmutables.
Libre como el potro, que si nunca saboreó los sibaritismos del box mullido, jamás conoció la esclavitud del freno que al guiar anula e inferioriza; así se hizo este pintor, íntegro, sincero y fuerte.
J. Márchese ( Fray Mocho, 1918)
Fuente Consultada: Benito Quinquela El Maestro del Color Protagonistas de la Cultura Argentina – La Nación –
Capítulo 5 (II):Causas Pronunciamiento de Urquiza contra Rosas Antecedentes y Desarrollo de los Acontecimientos
El 5 de abril, Urquiza envió una circular a las provincias instándolas a romper los vínculos con el gobernador de Buenos Aires, «quien —decía la nota— pretende prolongar indefinidamente su dictadura». El 1º de mayo de 1851, Urquiza concretó su pronunciamiento contra Rosas. En el documento redactado al efecto, se decía que la situación física de Juan Manuel de Rosas —aludía a las réiteradas manifestaciones del gobernador porteño sobre su precaria salud— «no le permite por más tiempo continuar al frente de los negocios públicos dirigiendo las relaciones exteriores y los asuntos generales de paz y guerra de la Confederación».
Concluía afirmando que el pueblo entrerriano reasumía su soberanía delegada por el Pacto Federal, en el gobernador de Buenos Aires y que «la provincia de Entre Ríos queda en actitud de entenderse directamente con los demás gobiernos del mundo, hasta tanto… sea definitivamente constituída la república».
ANTECEDENTES:Por 1851, ya algunos diarios de la época ya lo anunciaban, se debía organizar definitivamente el país, para que ordenado pudiera insertarse en el mundo e iniciar un verdadero despegue econonomico y social para todos los ciudadanos. Lamentablemente era por demas evidente que el país debía organizar politicamente sus instituciones, pero Juan Manuel Rosas no estaba de acuerdo con una medida de esa importancia. El artículo produjo sensación en los medios políticos, y varios personajes influyentes comunicaron a Urquiza que desagraviara al gobernador de Buenos Aires, aurtejüje en realidad la publicación río contenía una sola palabra ofensiva.
Urquiza sostuvo que la prensa de Entre Ríos no dependía de su gobierno aunque participaba «del deseo de ver la República definitivamente arreglada«. Mientras en los círculos allegados a Rosas ya se hablaba de «traición», Urquiza dirigió el 5 de abril una circular a los gobernadores de las provincias, exhortándolos a aceptar la renuncia que periódicamente presentaba el gobernador de Buenos Aires, y que era costumbre rechazar.
El 1º de mayo de 1851, Urquiza anunció su ruptura con Rosas por medio de un decreto conocido históricamente como «el pronunciamiento». Después de aceptar la renuncia presentada repetidas veces por el último, declaraba que la provincia de Entre Ríos reasumía el ejercicio» de las Relaciones Exteriores —que habían sido otorgadas a Rosas por el Pacto Federal de 1831— y también el derecho a «entenderse directamente con los demás gobiernos del mundo«. En consecuencia, la provincia de Entre Ríos quedaba separada del resto de la Confederación.
Por otro decreto de la misma fecha, Urquiza dispuso abolir el lema «¡Mueran los salvajes unitarios!» reemplazándolo por ‘¡Mueran los enemigos de la Organización Nacional!«.
La adhesión solicitada por Urquiza a los demás gobernadores de la Confederación no halló eco favorable y —con excepción de Corrientes— esos mandatarios se mantuvieron obedientes a Rosas.
Era evidente que el Restaurador esgrimía el federalismo como bandera, pero en la práctica su gobierno era unitario de hecho, por cuanto desde Buenos Aires dominaba el país entero. A pesar de la negativa de los mandatarios provinciales a apoyar el pronunciamiento, la actitud de Urquiza significó la expresión de un movimiento federalista —encabezado por las provincias del litoral— destinado a superar el periodo de inconstitución y organizar definitivamente el país sobre las bases de los acuerdos interprovinciales.
Historia del Pronunciamiento de Urquiza: La política de gobierno llevada por Justo J. De Urquiza, hizo que la provincia tenga cierto progreso y solidez económica, pero algunas medidas tomadas por el poder centralista de Rosas, a veces iban en contra de su progreso, hecho que fue provocando oposición hacia este dictador.
Las diferencias entre ambos gobernantes básicamente fueron:
El Tratado de Alcaraz entre Madariaga y Urquiza que resolvió en forma pacífica el conflicto correntino, pero Rosas se enteró que a pesar de que entraba en la confederación Madariaga no iba a apoyar rotundamente a Rosas, situación que generó la ruptura del pacto entre Urquiza y Madariaga.
Rosas había sido reelegido por tercera vez en 1850, y como lo hacía habitualmente renuncia de al cargo de gobernador y a la facultad de comandar las relaciones exteriores. Entre Ríos y Corrientes aceptan la renuncia y recuperaron la facultad del ejercicio de las relaciones exteriores.(Pronunciamiento de Urquiza)
Entre Ríos comienza una política de abrir sus puertas a emigrados o exiliados políticos, medida que generó la protesta de Rosas.
Se publica en Entre Ríos un artículo mostrando lo necesario que es dictar definitivamente una Constitución que organizara la Nación. Rosas le exigió una rectificación y Urquiza le contestó que no interfiriera con el ejercicio de la Libertad de Prensa y exhortó a las provincias para que cortaran sus vínculos con este gobernador autocrático.
La Legislatura Porteña acusó a Urquiza como «traidor y loco».
Como enfrentar a Rosas?:
Tuvo el apoyo de Brasil que había roto relaciones con Rosas y de la Banda Oriental, que estaba oprimida por el sitio de Montevideo.
Corrientes aceptó el pedido de Urquiza y cortó los vínculos con el poder central.
Se formó así una Triple Alianza, ya que vieron conveniente la libre navegación de los ríos Paraná y Uruguay para alentar y mejorar las economía regionales que habían sido castigadas por el centralismo porteño.
En 1851 cae el ejército sitiador de Oribe y el ejército oriental pasa a manos de Urquiza.
Luego el Ejército Grande pasa el río Paraná y se enfrenta el 3 de Febrero de 1852 en Caseros en un breve encuentro, donde Rosas es derrotado.
Rosas envía su renuncia a la Legislatura y pide asilo al encargado de negocios británicos, trasladándose e Inglaterra con su familia, donde vivirá hasta su muerte en 1877.
Urquiza entra en Buenos Aires y asume el poder nacional con el propósito de organizar definitivamente al país bajo una Constitución republicana, representativa y federal.
Vicente López y Planes es nombrado gobernador interino de la provincia de Buenos Aires.
Urquiza se reúne en Palermo con otros gobernadores para firmar un protocolo por el cual se encargaba a Urquiza para el manejo de las relaciones exteriores y se invitaba a todas las provincias a una convención para organizar jurídicamente la Nación Argentina.
El principal opositor de Urquiza fue Valentín Alsina porque se pensaba que Urquiza era otro tirano igual que Rosas, ya que se rehusaba a destituir los gobernadores rosistas, pues planteaba una política de reconciliación.
Los gobernadores se reunieron en San Nicolás y el 31 de mayo de 1852 firmaron el Acuerdo de San Nicolás por el cual establece que el pacto federal era la ley fundamental de la República.
Urquiza fue nombrado Director Provisorio de la Confederación, encargado de las relaciones exteriores y jefe de los ejércitos.
A partir de este acuerdo las provincias solventaron los gastos nacionales en función del producto de sus aduanas exteriores.
Buenos Aires rechazó este acuerdo pues no estaba dispuesta a perder el control de su puerto y aduana, que justamente era lo que le permitía progresar y por otro lado arruinaba a las provincias interiores. Tampoco aceptaban la libre navegación de los ríos Paraná y Uruguay.
Urquiza trasladó el Congreso a Santa Fe donde se sancionaría la Constitución Nacional en 1853.
En Santa Fe se reúnen todos los gobernadores (eran 13 provincias) y el 1 de mayo de 1853 se sanciona la Constitución Nacional, sin la presencia de Buenos Aires. Todos los intentos de incorporar Bs. As. A la confederación fueron nulos, y finalmente Urquiza decide levantar el sitiamiento militar a la provincia.
La nueva constitución de orientación liberal, basada según un libro escrito por Juan Bautista Alberdi, llamado Bases y puntos de partida para la organización constitucional de la república argentina y se basaron también en la constitución de EE.UU. . Se tomo como modelo la forma: representativa, republicana y federal.
A partir de este momento comienza una separación (secesión) dentro de un mismo territorio, la Confederación por un lado y la provincia de Bs. As. Por otro, trabajando en forma independiente como otro estado más. Dictó su propia constitución y buscó legitimación o reconocimiento en Francia.
La Confederación siempre buscó un acercamiento a Buenos Aires, y se fueron estableciendo Pactos de Convivencia, para garantizar la defensa en todo el territorio y luchar contra el avance de indio.
La economía de la Confederación fue siempre muy pobre y estancada, pues la economía regionales estaban por el piso, como salida se sanciona la Ley de Derechos Diferenciales, donde se trataba de que los barcos descarguen directamente sus mercaderías en los puerto internos, como Rosario, para aumentar así los ingresos aduaneros.
Como respuesta el gobernador Alsina prohibió el tránsito de mercaderías del interior por el territorio de su provincia, hacia el puerto de Bs. As., generándose una fricción entre ambos gobiernos que desembocó en la batalla de Cepeda en donde las fuerza porteñas al mando de Mitre fueron abatidas en Octubre de 1859.
Se firma entonces el tratado de San José de las Flores, donde se estipula de que manera Buenos Aires se incorporaría a la Confederación Argentina. Buenos Aires nacionalizaría la Aduana y Puerto, pero recibiría por el termino de 5 años una suma equivalente al presupuesto provincial de 1859, para que pueda cumplir con sus compromisos de pagos por deudas contraídas.
Algunos políticos como Sarmiento y Mitre sabían que era necesario la unidad política y que no podían convivir dos estado dentro de uno, por lo que vieron correcto este pacto, pero no estaban de acuerdo en la metodología aplicada. Para los comerciantes esta unión era importante porque se ampliaban sus mercados.
Se debía reformar la Constitución según lo exigía Bs. As. , pero no hubo acuerdos rápidos, además por otro lado se sucedieron hechos violentos en algunas provincias de la Confederación, todo esto hizo que produzca un enfrentamiento armado en septiembre de 1861 en Pavón. En esta batalla no hubo una definición clara de victoria, ya que Urquiza de retiró del combate otorgándole cierto predominio a Bs. As., que luego de una negociación entre Mitre y Urquiza se consolidó el triunfo de Buenos Aires.
La federalización de la provincia se solucionó temporariamente, permitiendo residir en calidad de invitados por el termino de 5 años a las autoridades nacionales hasta tanto se elija la capital definitiva de la república.(Ley de compromiso)
Mitre asume en 1862 como presidente de la Nación Argentina.
Confederación Nacional Vs. Buenos Aires:
La Constitución Nacional sancionada por todas las provincias debía cuanto antes lograr:
a) La unidad política, es decir unirse todas las provincias.
b) La unidad económica, para promover el desarrollo económico, integrar las economía locales y estimular el comercio nacional e internacional,
Pero la confederación no tenía los recursos económicos para hacer frente a estas necesidades. La falta de disponibilidad económica hizo que:
No se formaran ejércitos.
No se realicen obras públicas, tales como caminos, puertos, vías ferroviarias, etc.
No se paguen en término los sueldos del estado.
Creció la deuda pública.
Se intentó fomentar la inmigración europea, y fue el caso de algunas colonias en Santa Fe, Entre Ríos y Misiones.
Se abrió los ríos Paraná y Uruguay para el comercio exterior y se eliminaron algunos impuestos.
Por el contrario Bs. As. Vivió una etapa muy próspera económicamente, desarrollando la actividad ganadera y agrícola, y pasó a ser el centro comercial, cultural y financiero del país. En 1853 había 2000 negocios y 700 talleres. Triplicó en comercio exterior, en pocos años, exportando cuero, lanas y sebo.
Buenos Aires era la París de América del Sur, en 1857:
Se inauguraron los primeros 10 km. De vías férreas, desde el Teatro Colón hasta Floresta. Se utilizaba una máquina usada llamada La Porteña, que había sido utilizada en la Guerra de Crimea.
Alumbrado público a gas en todas las calles
Línea telegráfica.
Mejoras en el transporte pasajero.
Apertura de escuelas rurales y urbanas.
Creación de colonia de inmigrantes.
El Congreso confederado, por otra parte, dictó una ley que facultaba al presidente a procurar la incorporación de Buenos Aires en forma pacífica o ‘por la fuerza de las armas’. El gobierno porteño interpretó esto como una declaración de guerra y nombró a Bartolomé Mitre jefe del ejército provincial.
Luego de la batalla de Pavón quedó acéfalo el gobierno de la nación al renunciar las autoridades ejecutivas y legislativas residentes en Paraná. Mitre asumió entonces el gobierno nacional y el de la provincia de Buenos Aires y convocó a los representantes de todas las provincias a una asamblea para elegir autoridades nacionales y resolver sobre el lugar de residencia y financiamiento del ejecutivo. Los aspectos más importantes por resolver durante su gobierno fueron alcanzar la unidad nacional controlando los alzamientos del interior que se oponían al centralismo.
La población de la provincia de Buenos Aires se agrupaba en torno de dos partidos políticos; loschupandinos o cocidos, porque se decían que habían sido cocidos por las calderas de Urquiza (partidarios de la anexión de la provincia al resto de la Confederación) y los pandilleros (liberales, enemigos de Urquiza y partidarios de una política autonomista).
Mitre pertenecía al partido liberal, pero nacionalista, es decir que deseaba fervientemente la anexión definitiva de Bs.As. a la Confederación, y lograr la unidad política definitiva, en cambio Valentín Alsina, era autonomista, ultraporteñista, y quería subordinar el interior al poder de Bs. As. Se oponían a la federalización de la provincia y a la nacionalización de la aduana. Una salida para la residencia de la capital de la nación en Bs.As. fue la ley de compromiso, donde se permitía residir durante 5 años a las autoridades nacionales hasta tanto se resuelva esta situación.
El Mundo De Esa Época:
1855 Guerra de Crimea entre Inglaterra, Francia, Rusia, Turquía, Italia.
1860 Guerra de Secesión en EE.UU. entre el norte industrial y el sur feudal
1870 Guerra Franco-Prusiana donde Francia es derrotada, el imperio de Napoleón III cae, y se forma el imperio alemán de Guillermo II.
Inventos:
Luz a gas en el interior de las casas, ya se utilizaba en el alumbrado publico.
El acero para la construcción.
Se detectaron microbios que eran desconocidos.
En el campo se utilizó el alambre para cercos y el molino de viento.
El frío artificial para el trasporte de carnes en barcos
Nuevos barcos con pasajes mas económicos.
PARA SABER MAS…
En la colección El Bicentenario Fasc. N°3 Período 1850-1869 la historiadora Marcela Ternavasio se pregunta: ¿Como se explica este pronunciamiento de un hombre identificado con el federalismo y que siempre había sido leal a Juan M. Rosas?.
El viraje de Urquiza tiene, sin duda, una historia que lo explica y hunde sus raíces en las tensiones creadas entre Buenos Aires y el resto de las provincias -especialmente las del Litoral- desde tiempo atrás. Tales tensiones derivaban del monopolio ejercido por la provincia de Buenos Aires respecto del comercio ultramarino, la aduana y la libre navegación de los ríos. Gracias a ese monopolio y a las condiciones naturales de las que gozaba, la provincia más rica de la Confederación pudo experimentar un exitoso proceso de expansión ganadera desde la década de 1820.
Durante los años 40, Entre Ríos logró recuperarse económicamente de la devastación sufrida luego de las guerras de independencia y de las guerras civiles, estimulada por la llamada «guerra grande» en Uruguay y el bloqueo anglo-francés en Buenos Aires. Los estancieros entrerrianos -entre los que se encontraba el propio Urquiza- se convirtieron en los proveedores de la sitiada ciudad de Montevideo y por ello tenían sumo interés en mantener el tráfico costero con la capital uruguaya.
Por otro lado, Rosas mantenía con Brasil una situación conflictiva desde tiempo atrás. Luego de la firma de los tratados que culminaron con el bloqueo anglo-francés, Buenos Aires y el imperio brasileño quedaron con las manos libres para enfrentarse en el escenario siempre disputado: la Banda Oriental. La pretensión de Brasil era mantener asegurada su provincia más meridional -Río Grande do Sul- y lograr la libre navegación del río Paraná, mientras Rosas evaluaba esta pretensión como una muestra más de laH apetencias del imperio brasileño y de su ancestral deseo expansionista sobre el Río de la Plata.
La recuperación económica de Entre Ríos actualizó los viejos temas de disputa entre Buenos Aires y las provincias del Litoral. Si bien Rosas había logrado acallar estas disputas durante largos años, su latente presencia terminó por estallar en conflicto abierto este año. Al rompimiento de relaciones entre la Confederación Argentina y el Brasil se sumó el «pronunciamiento» de Urquiza por el cual se hizo explícita su aspiración de ver constituido el país.
Al suprimir en los documentos públicos la fórmula impuesta por Rosas «¡Viva la Confederación Argentina! ¡Mueran los salvajes unitarios!» y reemplazarla por la de «¡Viva la Confederación Argentina! ¡Mueran los enemigos de la organización nacional!», el gobernador de Entre Ríos puso de manifiesto aquella aspiración.
Consciente de que este gesto significaba una declaración de guerra al régimen rosista, Urquiza esperaba que el resto de las provincias se unieran a su desafío. Pero sólo Corrientes adhirió al pronunciamiento, mientras en Buenos Aires el hecho fue aprovechado, como tantas otras veces en el pasado reciente, para polarizar aún más el espacio político. Urquiza fue tildado de «loco» y la ex capital volvió a vivir las ya conocidas muestras de adhesión federal. Pero el pacto firmado a fines de mayo entre el gobierno de Entre Ríos, Uruguay y el Imperio del Brasil dejó sellada la alianza del bloque antirrosista y dio lugar a la movilización de tropas que no tardarán en enfrentarse en el campo de batalla.
Origen del Voto Femenino Argentina Reforma de la Constitución en el Gobierno de Perón
El 8 de setiembre de 1948 se sancionó la ley del voto femenino.
Con ella las mujeres obtuvieron los mismos derechos y obligaciones políticas que los hombres, rigiéndoles la misma ley electoral. Se les entregó como documento de identidad la libreta cívica.
• Votan las Mujeres:
En 1951 la mujer argentina concurrió por primera vez a las urnas como votante y como candidata.
La ley 13.018, largamente esperada por el movimiento sufragista, se había aprobado por fin en un contexto bien diferente del que soñaron sus promotoras: Alicia Moreau de Justo, Elvira Rawson, Julieta Lanteri, Victoria Ocampo y María Rosa Oliver, para citar a algunas de las pioneras de esa lucha secular.
La ley, votada por unanimidad en 1947, fue publicitada como un logro exclusivo del peronismo y de Evita.
Eva comenzó entonces la selección de mujeres líderes con el objetivo de formar la rama femenina del Partido Justicialista.
Las eligió por su capacidad de trabajo y de entrega, más que por sus antecedentes profesionales y así, con el impulso de las “chicas”, se organizó la rama femenina.
En los comicios nacionales de 1951, votó el 90% del padrón femenino.
Por cierto que estos votos favorecieron al peronismo por encima del sufragio masculino y le permitieron ganar en la capital, el distrito más opositor.
En el Congreso de 1952 hubo un 25% de representación femenina, la más alta en la historia del siglo.
Pero ninguna de las pioneras feministas ingresó a las Cámaras.
Una de éstas, Alicia Moreau de Justo, la infatigable viuda del fundador del Partido Socialista, ni siquiera pudo acudir a los comicios: había orden de detención contra ella.
(Fuente Consultada: Argentina, Historia del país y de su gente María Saenz Quesada)
Se crearon nuevos organismos, dependientes del Ministerio de Economía y Finanzas, que se ocuparon de todo lo referente a la comercialización de las cosechas, al ordenamiento de las importaciones, a la fijación de los precios internacionales y a las atribuciones correspondientes al Banco Central de la República Argentina.
En ese año se repatrió la deuda externa y se adquirieron grandes empresas, como las de teléfonos, gas y ferrocarriles, pero no hubo mayormente inversión en nuevos bienes ni creación de riqueza, lo que motivé, según muchos, la progresiva descapitalización del agro en beneficio de la incipiente industrialización urbana.
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El año 1914 fue importante pan quienes reclamaban la igualdad entre hombres y mujeres.
Dos factores contribuyeron a este proceso La guerra europea fomentó la incorporación de las mujeres al mundo del trabajo y les otorgó nueva responsabilidades sociales como sustitutas de los hombres que se hallaban en los frentes de batalla.
Sin embargo, antes del estallido de la guerra en Gran Bretaña, las sufragistas, que reclamaban el derecho del voto para las mujeres, abandonaron el carácter pacifista de sus campañas y realizaron una serie de actos que violaban las leyes.
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• REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN:
Continuando un esquema definido de poder, al gobierno decidió la reforma de la Carta Magna para adaptarla a las nuevas circunstancias por las que atravesaba el país.
El Congreso dictó la ley de reformas de la Constitución, de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 30 de la misma.
El 5 de diciembre de 1948 se efectuaron en todo el país las elecciones constituyentes, en las que el peronismo obtuvo la mayoría.
La convención nacional de 1949 aprobó, entre otras, las siguientes reformas a la Constitución: los derechos del trabajador, la familia y la ancianidad, la estatización de los servicios públicos, la reelección presidencial, la constitución de la Suprema Corte de Justicia como tribunal de casación, el derecho de propiedad como función social y la propiedad imprescriptible e inalienable de la Nación sobre sus yacimientos petrolíferos, gasíferos, carboníferos y mineros.
Video Sobre La Discusión del Tema en el Congreso
UN POCO DE HISTORIA SOBRE EL SUFRAGIO FEMENINO:
En 1890, trece años antes de que Emmeline Pankhurst formara la organización, a veces violenta, que la hizo mundialmente famosa, su marido, Richard, le hizo una pregunta que recordaría el resto de su vida: «¿Por qué no nos obligáis a daros el voto?. ¿Por qué no nos sacáis los ojos?».
Aunque Pankhurst, madre dedicada exclusivamente a sus cuatro hijos, ya era conocida en los círculos feministas de Londres como fundadora (junto a su marido) de la Bga a favor del sufragio de las mujeres, no fue hasta 1903, 111 años después de la publicación de la Reivindicación de los derechos de la mujer de Mary Wollstonecraft, cuando formó la Unión Social y Política de Mujeres, la más conocida organización sufragista de Gran Bretaña.
La USPM nació del desacuerdo de Pankhurst con el control, exclusivamente masculino, del movimiento laborista.
Se presentó como candidata de la izquierda y fue elegida tutora de asistencia pública en su Manchester natal en 1894.
Tras la muerte de Richard en 1898, trabajó en el registro civil de nacimientos y defunciones.
Estas experiencias aumentaron su simpatía por las mujeres de clase trabajadora y la convencieron a ella y a su hija mayor, Christabel (como Emmeline, una elocuente oradora a favor del socialismo y del feminismo), de que «los hombres de clase trabajadora eran tan injustos con las mujeres como los de las demás clases».
Con Christabel, Emmeline fundó el USPM para presionar a las asociaciones comerciales y al Partido Laborista en favor del derecho a voto de las mujeres.
Pronto, Emmeline y Christabel cambiaron de estrategia.
Decidieron que mientras en Gran Bretaña el derecho al voto estuviera vinculado a la posesión de propiedades —el 40 % de los hombres tampoco podía ejercer ese derecho—, el sufragio de las mujeres solo sería posible en las clases adineradas.
Así el USPM renunció a sus intereses proletarios y empezó a reclutar matronas de la buena sociedad para interrumpir a los oradores liberales que no apoyaban los derechos de las mujeres, dando así lugar a espectaculares situaciones en las que señoras de la alta sociedad fueron expulsadas y abucheadas en los salones públicos.
Una vez que los liberales llegaron al poder, las Pankhurst (otra hija, Sylvia, se había unido a ellas) pasaron a la acción violenta: sus acaudaladas seguidoras empezaron a quemar los cables del telégrafo y algunas pinturas valiosas, casas vacías y las gradas de campos de criquet.
«Todo hombre con voto será considerado como un enemigo, a menos que decida aliarse con nosotras», escribió Christabel.
• ¡POR FIN, LA LEY!
Instalado el Congreso afluyeron numerosos proyectos.
En la primera sesión de la Cámara Baja el diputado radical Ernesto Sanmartino —que en 1932 había sido autor de una iniciativa similar en su provincia, Entre Ríos— presentó su propuesta con la anuencia total del bloque partidario.
Presentaron igualmente proyectos los diputados laboristas Eduardo Colom, Miguel Petruzzi y José Emilio Visca, así como el conservador correntino Justo Díaz Colodrero.
Ese mismo año, el senador Lorenzo Soler, representante por Mendoza —de origen radical y uno de los fundadores de la Junta Renovadora de la UCR que luego se sumó al Partido Laborista—, presentó el suyo en el que expresaba:
«Las mujeres argentinas tendrán los mismos derechos políticos y estarán sujetas a las mismas obligaciones que les acuerda o impone las leyes a los varones argentinos».
Con la primera sanción producida en- Senadores, el proyecto pasó a la Cámara de Diputados, donde fue tratado el 9 de septiembre de 1947.
Allí todavía el representante del Partido Demócrata, Reynaldo Pastor, autor de un despacho por la minoría, recordó algunas de las objeciones clásicas para limitar los alcances de la norma, proponiendo quitarle el carácter de obligatoria.
Pero los tiempos eran otros.
Más de medio siglo de luchas feministas y casi cuatro décadas de trabajo legislativo—reconocido entonces en el recinto parlamentario por el miembro informante del justicialismo—concluyeron con la sanción de la Ley 13.010.
Fue anunciada solemnemente el 23 de septiembre de 1947 desde los balcones de la Casa de Gobierno, por el presidente de la república general Perón y su Ministro del Interior, haciéndole entrega simbólica del texto a su esposa, Eva Duarte.
Ella impulsó, a partir de entonces, la creación de la rama femenina del partido peronista, cuyos estatutos se modificaron para promover la incorporación de mujeres, lo que se vio reflejado en las elecciones siguientes.
Con la promulgación de esta ley, el sufragio se convirtió en universal para todos los ciudadanos mayores de edad y dueños de los requisitos mínimos para ejercer sus derechos cívicos en la Argentina.
Todas las provincias adoptaron una legislación semejante en su jurisdicción.
Las mujeres se sumaron entusiastas y numerosas y buscaron paulatinamente, una mayor participación cívica.
Pero quedaba todavía otro largo camino para su incorporación efectiva a la vida política y para lograr el reconocimiento de su tarea y de su militancia mediante el acceso al ejercicio de responsabilidades partidarias y gubernamentales que le dieran cauce a su protagonismo.
Esa lucha todavía continúa en el terreno de la legislación y sobre todo en el de la cultura y de las prácticas políticas.