Primer Emperador de China: Unificador de China Antigua
Primer Emperador de China - Antigua Muralla China
China se llama China por Chin Shi Huang, que fue su primer emperador.
El fundó a sangre y fuego la nación, hasta entonces despedazada en reinos enemigos, le impuso una lengua común y un común sistema de pesas y medidas, y creo una moneda nacional única, hecha de bronce con un agujerito en el centro.
Y para proteger sus dominios alzó la Gran Muralla, una infinita cresta de piedra que atraviesa el mapa y sigue siendo, dos mil doscientos años después, la defensa militar más visitada del mundo.
Pero estas minucias nunca le quitaron el sueño.
La obra de su vida fue su muerte: su sepultura, su palacio de después.
Comenzó la construcción el día que se sentó en el trono, a los trece años de su edad, y año tras año el mausoleo fue creciendo, hasta ser más grande que una ciudad.
También creció el ejército que iba a custodiarlo, más de siete mil jinetes y soldados de infantería, con sus uniformes del color de la sangre y sus negras corazas. Esos guerreros de barro, que ahora asombran al mundo, habían sido modelados por los mejores escultores.
Nacían a salvo de la vejez y eran incapaces de traición.
El monumento funerario era trabajo de presos, que extenuados morían y eran arrojados al desierto.
El emperador dirigía la obra hasta en los más mínimos detalles y exigía más y más. Estaba muy apurado.
Varias veces sus enemigos habían intentado matarlo, y él tenía pánico de morir sin sepultura. Viajaba disfrazado, y cada noche dormía en un lugar diferente.
Y llegó el día en que la colosal tarea terminó.
El ejército estaba completo.
El gigantesco mausoleo también, y era una obra maestra.
Cualquier cambio ofendería su perfección.
Entonces, cuando el emperador estaba por cumplir medio siglo de vida, vino la muerte a buscarlo y se dejó llevar.
El gran teatro estaba listo, el telón se alzaba, la función comenzaba.
Él no podía faltar a la cita.
Ésa era una ópera para una sola voz.
Fuente Consultada: Espejos de Eduardo Galeano