Biografia de Domiciano, Emperador Romano

Biografia de Domiciano Emperador Romano

Era hermano del emperador Tito y sucedió a éste. Era alto y de buena figura, vigoroso y sobrio (sólo hacía una comida diaria).

Se ocupaba con regularidad de los asuntos públicos.

Revisaba los juicios, condenando a destierro a los delatores convictos de falsedad. Vigilaba a los gobernadores.

Había conservado los consejeros de su padre y el Imperio siguió bien administrado.

Pero era vanidoso. S

e hizo llamar dueño y hasta dios y que le eligieran cónsul 17 veces.

No le gustaba que se elogiase a su hermano ni a ningún gran personaje.

Se hizo conceder tres triunfos y fue al Senado vestido de triunfador.

Ordenó que al mes de octubre se le cambiase el nombre por mes de Domiciano.

No le gustaban los ejercicios corporales ni la guerra, y aun en campaña hacía que le llevasen en litera.

Hizo, no obstante, varias campañas para contener a los bárbaros, en Bretaña, en el Rhin, en el Danubio.

Por este lado, Domiciano fue vencido e hizo la paz prometiendo al rey de los dacios un presente anual, lo que sus enemigos dijeron comprar la paz mediante un tributo.

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Domiciano había sido siempre frío y egoísta.

Vivía sin amigos, solo en su palacio (se divertía, dícese, matando moscas con un punzón). Recibía a sus invitados de mala manera.

Cuentan que un día se divirtió en atemorizarlos.

Los recibió en un comedor todo cubierto con paños negros, alumbrado con lámparas funerarias, con lechos semejantes a aquellos en que se exponían los cadáveres y en ellos una inscripción fúnebre conteniendo el nombre de cada uno de los convidados.

A los pies de cada cual fue a sentarse un esclavo joven figurando el genio de la muerte que se representaba en las tumbas.

A la mesa se sirvieron platos propios de un banquete funeral.

Acabada la comida, los invitados volvieron a sus casas acompañados de esclavos desconocidos y se les anunció inmediatamente que un enviado del emperador les esperaba.

Los convidados creían encontrar una sentencia de muerte.

Era solamente el lindo esclavo que había desempeñado el papel de genio de la muerte y que el emperador les enviaba como regalo con la estela funeraria y los objetos que habían figurado en la mesa.

La muerte prematura de Tito fue una grave pérdida para la dinastía Flavia y para el Imperio.

Su sucesor, su hermano Domiciano, diez años más joven que él, pues había nacido en Roma el 24 de octubre del 51, no carecía de algunas de las sólidas dotes de la familia, como inteligencia, espíritu de trabajo y sentido de la administración; pero ni había sido sometido a la dureza de la vida del soldado, ni a las excelencias de una educación severa y sistemática que le enseñase a refrenar las pasiones del alma.

La muerte de su madre, Flavia Domicila, y el alejamiento de su padre Vespasiano y de su hermano Tito, le dieron completa libertad para entregarse a sus caprichos en la época más peligrosa de la existencia humana. Sólo a fines del verano del 70 Vespasiano, ya emperador, pudo encargarse de la educación de su segundo hijo.

Pero entonces ya era tarde. Domiciano había crecido autoritario, orgulloso, desconfiado y con una envidia casi enfermiza. Sin embargo, cuando murió Tito el 13 de septiembre del 81, Domiciano fue proclamado emperador sin oposición alguna por el Senado y reconocido por el ejército, quien veía en él al heredero de dos de sus más grandes caudillos.

La política interior de Vespasiano y Tito se había basado en la más estrecha colaboración entre el Senado y la autoridad imperial.

Sin romper de modo brutal con este principio, Domiciano tendió hacia un régimen de centralización administrativa y monarquía absoluta.

En esto seguía las huellas de César y era precursor de los regímenes de Diocleciano y Constantino.

Quiso ser el señor indiscutido e incluso dios, y así se hizo titular Dominus et Deus, Para ello se apoyó en el ejército — aumentó el sueldo a los legionarios —, y en el orden ecuestre confió a los caballeros cargos de responsabilidad en el gobierno.

En cambio, prescindió del Senado, por lo que muy pronto las relaciones entre los dos poderes se hicieron vidriosas.

Su escasa habilidad y su orgullo le despojaron de las simpatías vinculadas a su dinastía, y pocos quisieron reconocer sus grandes dotes como administrador.

Domiciano, en efecto, veló por la buena gestión de los asuntos provinciales, evitó la prevaricación de gobernadores y legados, concedió a la nobleza provincial el derecho de ciudadanía en escala hasta entonces no vista, y favoreció el desarrollo de los municipios.

También fue un gran constructor.

Reedificó la parte de Roma destruida por el incendio del año 80; construyó templos, fosos y palacios.

En fin, protegió a los poetas como Marcial y Estacio.

Pero la oposición de la clase senatorial crecía y se desarrollaba contra el absolutismo de Domiciano.

Sobre su persona llovían los epigramas y la pullas de los poetas aristocráticos, de los filósofos y de los comerciantes judíos.

Esta oposición de los salones despertó los malos instintos que dormían en el alma del emperador.

De las palabras pasó pronto a los hechos.

Una conspiración de palacio costó la vida a Flavio Sabino, el presunto heredero del poder (83).

Cinco años depués, en 88, se sublevaba Antonio Saturnino, el legado de la Germania Superior.

Domiciano reprimió duramente el alzamiento e hizo ejecutar a muchos miembros del Senado. Desde entonces fué una guerra a muerte, una sucesión de conspiraciones y de castigos terribles.

Domiciano hizo imperar un régimen de terror: muerte de Helvidio Prisco, jefe del partido senatorial; de los filósofos Julio Aruleno Rústico y Herennio Senecio; de Flavio Clemens y Acilio Glabrio, dos de los cristianos de más nota; persecución general contra los fieles de Cristo…

Oleadas de sangre fueron derramadas por orden de Domiciano, quien había perdido todo control de sí mismo, hasta que el 18 de septiembre del 96 fué asesinado por el mayordomo de palacio, Estéfano, copartícipe en una nueva conjura aristocrática.

LECTURA COMPLEMENTARIA DE DOMICIANO

En sus últimos años, Domiciano se tornó cruel por miedo.

No quería a los senadores y los senadores le pagaban con la misma moneda, habiendo algunos que intentaron asesinarle.

Entonces empezaron de nuevo las sentencias de muerte por delitos de lesa majestad. Un senador fue condenado por celebrar el aniversario del emperador

Otón que fue tío suyo, otro por haber colocado en su cámara un mapa del mundo, un tercero porque en vez de proclamarle cónsul, el heraldo le había, equivocadamente, proclamado emperador.

El general del ejército de Bretaña, Lúculo, fue ejecutado por haber permitido que se llamase luculiana una nueva especie de lanza, un retórico por haber pronunciado un discurso contra los tiranos.

Domiciano alentaba las delaciones, aun de los esclavos.

Nadie se atrevía a hablar, ni siquiera dentro de casa, por miedo a que una palabra oída por un esclavo fuera interpretada como alusión al emperador.

Domiciano tenía necesidad de dinero para los soldados, pues había aumentado el sueldo a los legionarios, desde 225 dineros anuales hasta 300. Mandó condenar a personas ricas para confiscar sus bienes, les obligó a legarle una parte de su fortuna.

Domiciano se hizo odioso, se le denominó el Nerón calvo.

Los adivinos caldeos habían dicho que moriría muy pronto.

Los desterró a todos y mandó ejecutar a varios.

Los filósofos censuraban su conducta e hizo condenar a muerte algunos y desterró de Roma a los restantes.

Dejó casi de presentarse en público.

Había hecho poner en los pórticos por donde pasaba losas de piedra pulimentada, que eran como espejos en que podía ver lo que se hacía detrás de él.

Cuando iba embarcado lo hacía solo en una barca y remolcado por otra .para estar lejos de los remeros.

Cuando interrogaba a un acusado hacía que le trajeran cargado de cadenas y en sus manos tenía el extremo de la cadena.

Fue, sin embargo, asesinado.

El intendente de su esposa fue a verle so pretexto de denunciarle una conspiración, le presentó una carta y le hirió en tanto la leía.

Sus servidores acudieron y mataron al asesino (96 a.C).

fuente

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