Biografia de Antonino Pio Emperador Romano

Biografia de Antonino Pio Emperador Romano

Adriano había adoptado a un senador rico nacido en la ciudad romana de Nimes en la Galia, Antonino Pio, que fue reconocido emperador (137 a.C.) cuando ya contaba cincuenta y dos años.

Era hombre sencillo y económico. No aceptó el dinero que era costumbre ofrecer a los emperadores y aún pagó el donativum a los soldados de sus propios bienes. Vivió sin lujo y economizó tanto los bienes del Estado que al cabo de veinte años dejó en el Tesoro más de quinientos millones.

De carácter dulce, un poco tímido, no se movió de Roma. Trataba al Senado con respeto y asistía regularmente a sus sesiones. Votaba, por lo común, en favor de las penas menos rigurosas, y con gusto indultaba a los condenados. Como se conspirase contra él, impidió que el Senado persiguiera a los cómplices.

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Con las figuras de Trajano, Adriano y Marco Aurelio, Antonino Pio señala la etapa de mayor prosperidad del Imperio romano, en ese siglo u en que parece haberse llegado a una normalidad plena en el funcionamiento de las instituciones y a la consolidación absoluta del poder imperial.

Como sus dos predecesores, Antonino Pio no es romano, sino que procede de la aristocracia provincial, prudente y activa, a la que los Flavios habían abierto las puertas del Senado.

Tito Aurelio Fulvio Boyonio Arrio Antonino, que así se llamaba el futuro emperador, nació el 19 de septiembre de 86 en una quinta próxima a Lanuvio, en las inmediaciones de Roma.

Su familia procedía de Nimes, en la provincia Narbonense (Galia).

Su abuelo paterno, Tito Aurelio Fulvio, después de una afortunada carrera administrativa y de dos consulados, había sido elevado al grado más alto de la carrera senatorial: la prefectura de Roma.

Su abuelo materno, Arrio Antonino, había sido también dos veces cónsul, y procónsul de Asia bajo Trajano. Su padre, Aurelio Fulvio, murió muy pronto, por lo que la formación intelectual de Antonino corrió a cargo de sus dos abuelos.

Desde su juventud reveló sus destacadas dotes en la administración. En 112 fué nombrado cuestor, en 117 pretor y en 120 cónsul.

En esta época Adriano empezó a prestar atención a su persona, y le nombró uno de los cuatro consulares encargados de la administración de Italia.

Entre el 130 y el 137 fué designado para ocupar el cargo de procónsul de Asia. Al regresar a Roma entró a formar parte del Consejo Imperial, y vivió desde entonces en íntimo contacto con Adriano, quien, apreciando sus dotes, le adoptó como hijo y le nombró sucesor (1° de enero de 138). A la muerte de Adriano, y sin ningún incidente, quedó proclamado Antonino con el nombre de César Aelio Adriano Antonino Augusto Pío (10 de julio de 138).

Nada menos aventurero que esta carrera. Su reinado, largo y provechoso, se caracterizó por la misma placidez.

Antonino Pio no poseía la rica naturaleza de un Trajano q de un Adriano; ni el talento militar y administrativo del primero, ni el espíritu curioso, selecto e innovador del último.

Pero, en cambio, era honesto, recto, bondadoso, ponderado, cumplidor de sus deberes, paternal y vigilante. En una palabra, el perfecto funcionario elevado a la dignidad imperial.

Los comienzos de su gobierno fueron algo perturbados por la antipatía que el Senado profesaba a Adriano.

Los senadores querían negarle la apoteosis y anular todos sus actos. Pero Antonino se opuso a ello tanto por reconocimiento a Adriano como en defensa de la autoridad imperial.

El Senado tuvo que inclinarse y aceptar su voluntad. Por lo demás, Antonino, conservador y tradicionalista, procuró mantener una estrecha colaboración con aquella asamblea. Anuló los consulares creados por Adriano; pero conservó el Consejo Imperial y los órganos administrativos tal cual los había dejado su predecesor.

El conjunto de su administración se caracteriza por su parsimonia, bondad y eficacia.

La justicia fue distribuída con cuidado y rectitud; la hacienda aumentó aun más sus recursos, y se desarrollaron las institucio nes alimenticias.

También fomentó la prosperidad de las provincias, y en cuanto al aspecto religioso, a pesar de la defensa de las instituciones paganas, mostró gran tolerancia para con los cristianos. Murió el 7 de marzo de 161 en su quinta de Lórium.

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