Los Acolitos:Una Relacion Con Teatro Itinerante
Los Acólitos Una Relación Con Teatro Itinerante
Los acólitos: Una relación con el teatro itinerante El arte debe ser vivido por todos, no como un espectáculo experimentado pasivamente, sino como un juego en el que se arriesga la vida .En las organizaciones libertarias hemos visto en los cuadros filodramáticos, especialmente en los surgidos en las escuelas del movimiento, un esfuerzo colectivo de sacralización que exige del participante una apertura del espíritu y ofrece a cambio el control de sus propios medios de expresión El teatro, aún didáctico, conserva un aspecto de fiesta, pero ésta se convierte pronto en la fiesta de la Revolución.
En la experiencia que ellos intentan... actores y espectadores son los coautores del drama y en estamos en presencia de un verdadero teatro comunitario.
La idea de este teatro aleatorio es favorecer la creación de la “comuna” y reconocer el hecho de que existe un artista creador en cada individuo.
Y aunque el teatro no es más que un evento, conduce a la acción .
Por un breve instante, el arte, la vida, la política, forman una unidad.
Las técnicas aleatorias garantizan que no haya un itinerario preestablecido, que no se establezca ninguna teleología social, que no se imponga, pues, una performatividad. La estética marxista se presenta como guardián de la tradición realista.
La estética anarquista es el guardián del espíritu de ruptura. Y puesto que tiene la mirada fija en el porvenir, interpreta tal vez mejor la aspiración del artista de hoy a la libre expresión de su fe de herético .
Los libertarios rioplatenses desplegaron así un fuerte sentido de lo comunitario que conjugó la lucha económica con una decidida militancia de integración cultural alternativa a la del Estado.
Integración desigual, discontinúa, muchas veces efímera, contradictoria en sus apropiaciones.
En este contexto de crecimiento de los centros portuarios el movimiento libertario adquiere gran relevancia en la organización de la lucha sindical.
La necesidad de mano de obra barata por la expansión de la economía generó situaciones de esclavitud fogoneadas por las patronales, que respondían al modelo hegemónico oligárquico.
Con gran rapidez crecieron locales anarcosindicalistas , junto a centros, círculos y escuelas de orientación ácrata.
La creación artística de estos núcleos es remarcable y se convierten en el sistema de producción más dinámico de la época.
La reacción de los sectores que detentaban el poder político y económico no se hizo esperar y no sólo se dedicó a la represión de huelgas o foquismos puntuales sino que apuntó a toda la actividad del anarquismo en general.
Se clausuraron sus diarios e imprentas, se ningunearon y luego quemaron sus centros y escuelas racionalistas.
Era un vano intento por frenar la ola de concientización de la clase proletaria.
No faltaron recursos al libertario para seguir expresando sus ideas apelando a dos figuras que simbolizaban por su estilo de vida la existencia sin ataduras, los acólitos y los crotos.
Los acólitos utilizaron también las viadas para la enseñanza de las ideas anarcosindicalistas y nunca promovieron foquismos, a pesar de trabajar en solitaria durante meses.
Las bases de la perspectiva anarquista - tanto en términos generales, como en lo específicamente referido a lo artístico - no derivan de un modelo teórico que, una vez establecido por algún “maestro pensador”, quedaron determinados para siempre.
Se trata aquí de un cuerpo conceptual dinámico, cuyos creadores y seguidores han rehusado convertir en canon de obligatoria obediencia, pues siendo su esencia la libertad y el cambio mal podría avenirse con ello.
Por tal motivo, no es sencillo - y hasta resultaría inaceptable para algunos - pretender enumerar los principios estéticos libertarios, más aún cuando ello significa suponer coincidencias plenas entre posturas ideológicas que han puntualizado sus diferencias tanto en la explicación y valoración del hecho artístico como en otros aspectos (por ejemplo, el Anarcosindicalismo, el Anarquismo Individualista, el Anarquismo Cristiano y el Municipalismo Libertario).
No obstante, es posible intentar una presentación que subraye los elementos que unifican a las diversas teorías estéticas libertarias, ámbito donde quizás lo más difícil sea conciliar lo que sostiene el Anarquismo Individualista con lo que afirman las tendencias en pro de lo que cabe llamar el Anarquismo Social.
Explicar estas diferencias excede los objetivos de este trabajo.
Sin embargo para avanzar en la actividad de los acólitos como vehículos del ideal libertario es necesario precisar si es posible descubrir una genuina estética del movimiento por encima de sus múltiples interpretaciones doctrinarias.
La estética anarquista parte de considerar al arte como expresión indispensable en la vida de los pueblos y los individuos, en tanto se trata de una praxis que fusiona la imaginación con el trabajo - la actividad humana y humanizante por excelencia.
Es en su horizontalidad de criterios y en su multiplicidad de propuestas, que encontramos un rico y destacado material dramatúrgico.
Voy a desarrollar la tarea de dos acólitos que, fieles a esa falta de dogmatismo, se desplazaron por zonas casi despobladas del territorio argentino.
Isaac Berman, un joven maestro partió hacia el norte de Santa Fe y desde allí se internó en la selva chaqueña. Nos cuenta:”Mi familia era alemana y supe del socialismo desde la cuna.
Mi abuelo había participado de las revueltas de 1848 y dos tíos militaron con fervor en el primitivo comunismo marxista. Yo nací en estas tierras, a poco de comenzar el siglo. Viví desde pequeño la agitación obrero por la vinculación de mi padre con los sindicalistas que seguían las ideas reformistas de Justo.
Pero un hecho inesperado cambió mi vida para siempre. La traición de los dirigentes ante una huelga dejó a mi familia sin sustento, por lo que debimos mudarnos a una pequeña finca cerca de Luján. Allí ingresé a la escuela libertaria y aprendí un nuevo camino y la verdad de un ideal puesto al servicio del hombre y que nace del propio hombre.
Quería ser escritor, pero la lucha me llevó a dedicarme a la docencia, llevando a lugares muy lejanos el amor por los principios anarquistas. Para no olvidar mi amor por la escritura, comencé a redactar poemas y pequeños monólogos que utilizaba didácticamente con mis alumnos.
Recuerdo uno especialmente, en mi primera experiencia con los hacheros. Los compañeros locales habían reunido un pequeño grupo y decidí presentarme arremetiendo con “No desesperen”, un breve texto de mi producción. Allí un delegado ácrata se dirigía a los que compartían sus dolores y a aquellos que los explotaban. RAMON: Estoy aquí para debatir los pasos a seguir en la huelga. Tuve muchas presiones. Los dueños de los campos, los capitalistas terratenientes, atentaron contra mi vida y sus esbirros de la policía mataron al pobre Juan. No se puede razonar con el que blande el látigo y nos cree sus esclavos.
Ellos hablan de la civilización que traen, de los adelantos que su presencia significa. Y sólo crean almacenes rústicas, en las que los obreros del hacha, debemos comprar con vales y a precios inalcanzables. Si el turco, que les hace de intermediario, quiso cambiar pieles valiosas por un kilo de yerba. Se dan cuenta, compañeros.
Un engaño tras otro. Pero claro son letrados, tienen la ley del dueño de su lado y se aprovechan de la ignorancia del pobre. Por eso les pido que se acerquen al círculo anarquista, allí aprenderán a leer o a profundizar lo que saben. Y el combate será también en otros campos. No le regalemos el territorio de la razón. El conocimiento es un proceso que se identifica con sus fines: libertad y amor. Para realizar el deseo irresistible de libertad es necesario conocer, y para conocer es necesario amar. El conocimiento, la libertad y el amor no pueden ser concebidos sino en una relación recíproca.
Estos tres términos son el lado de un triángulo que no podría existir sin los otros dos. Y como el amor es a un tiempo instrumento de conocimiento y de liberación, la poesía es amor e iluminación.
La lectura los hará libres; aunque sean dependientes sus cuerpos, su espíritu no tendrá patrón. No renuncien a la belleza. Por más loco que me crean, aún en medio de la selva y perseguidos podemos conectarnos con esa belleza que nos rodea y con la crece en nuestro interior. Pertenecemos a un movimiento social contestatario y somos una opción de rebeldía ante el Estado y las instituciones jerarquizadas y despóticas inherentes al capitalismo.
Se puede constituirse un modelo de organización asentado en prácticas colectivas e igualitarias y en relaciones de solidaridad y cooperación voluntaria, en resumen autogestionario, configurado por grupos auto-administrados, cooperantes y donde no tuviesen cabida el autoritarismo y la dominación.
Ciertamente que esa organización voluntaria y no jerarquizada exige empeño personal, participación y conciencia, al contrario de las instituciones autoritarias que recurren a chantajes, propinas y fraudes. Por esa razón es más difícil y más tardía la creación y desarrollo de formas de organización cooperativas, incluso porque la resistencia a los cambios, la huella de los valores dominantes y la rutina tiende a apartarnos de modos de organización que implican un trabajo arduo y permanente de renovación y compromiso solidario.
No aflojen, podemos y debemos dar una repuesta rotunda y ella será la organización en torno al ideal. Y no responderemos con violencia, porque eso esperan, para exterminarnos y adocenar a los que sobrevivan. Lo haremos con el amor que surge de nuestra comunión de intereses, de nuestra humanidad plena, de nuestra libertad sin rejas teóricas.” Vincenzo Matiori, discípulo de Malatesta, decidió abandonar la ortodoxia del movimiento y lanzarse a una labor educativa en la actual provincia de Misiones. Recuerda:”Después de muchos desencuentros, me di cuenta que las posiciones irreductibles eran contrarias a nuestra doctrina. Para evitar caer en disputas de bando, me alejé de los centros urbanos y me trasladé por el Litoral, llegando a Misiones.
El movimiento contaba con una incipiente organización en la región y en muchos lados ni rastros había de él. Conocedor del valor del teatro como vehículo de ideas, escribí seis monólogos y junto a tres cartillas, (también de mi producción), inicié la complicada, casi utópica gesta de llevar socialismo a quien apenas leía castellano.
Acompañaba mis improvisadas piezas con el acordeón, que aprendí a tocar de niño. Además me gustaba mucho la sonoridad del guaraní, lo fui conociendo en sus matices y hasta compuse alguna polka. Ante las represiones en el cercano Paraguay, contra anarcosindicalistas y obreros en general, organicé una reunión de boteros, hacheros, pequeños campesinos de los yerbatales simpatizantes de las ideas ácratas y lanzamos un documento.
Ese día estrené un breve monólogo llamado “Gritos de los pobres”. Javier, el obrero libertario esclarecido se dirigía a las autoridades oligarcas, los grandes usurpadores de la tierra y la vil policía. JAVIER: No tengo miedo, ni siquiera inquietud. Me pregunto si sus argumentos serán siempre el maltrato, el abuso y el asesinato a escondidas. Nunca enfrentaron con ideas, no las tienen.
Son indignos de la condición humana. Dado que quiero sinceramente acabar con toda dominación y explotación y empezar a abrir las posibilidades para crear un mundo donde no haya ni explotados ni explotadores, ni esclavos ni amos, elijo aprovechar toda mi inteligencia apasionadamente, usando toda arma mental -junto con las físicas- para atacar al presente orden social.
No pido disculpas por esto, ni me dirigiré a aquellos que por pereza o por la concepción ideológica de los límites intelectuales de las clases explotadas rechazan usar su inteligencia. No es sólo un proyecto anarquista revolucionario lo que está en juego en esta lucha; es mi realización como individuo y la plenitud de la vida que deseo. Y no la voy a construir solo, ya que la salvación es colectiva. Y por eso les hablo, poderosos a la cara. Carecen del concepto de moral y se inclinan frente a un Dios, sin creer en El. No aplican ni siquiera su misericordia, sólo llaman a los curas para que bendigan sus atrocidades.
Pero quiero explicarles, que aunque esté atado y vejado, soy el futuro. Ustedes son piezas de museo, que caerán con la rapidez de un rayo sobre el árbol. Son sombras, de las que no quedarán rastros y sus nombres sólo llenarán espacios en la lista de los traidores. Me hablan de patria, y martirizan a sus habitantes. Hipocresía, señores. Y dejo mi capítulo final, para los compañeros policías.
Quiero comprenderlos, lo intento diariamente. Son los perros guardianes de la patronal. Han nacido en las mismas moradas del obrero, comido su alimento, sufrido la falta de escuelas y la instrucción. Y se inclinan por unos miserables pesos. Son la escoria del sistema, los que acuñarán el olvido de los desiertos yermos.” La actividad de los acólitos libertarios se fue diluyendo cualitativa y cuantitativamente desde fines de 1930. Si bien la concepción de libertad experimentada por los maestros normales volantes siguió a lo largo de por lo menos dos décadas relacionándola con el ideario ácrata, esta percepción es errónea. Pero sus interminables esfuerzos, más allá de persecuciones y asesinatos, aún registran productos culturales (en especial bibliotecas populares) en muchos parajes del país.
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