Caracteristicas de la Literatura Modernista en Hispanoamerica,Representantes
Caracteristicas de la Literatura Modernista en Hispanoamerica y sus Representantes
El modernismo es el primer movimiento literario originario de Hispanoamérica que se proyecta al exterior.
Coincide con los años de fin del siglo XIX, y puede enmarcárselo cronológicamente entre los años 1880 y 1910, en que se produce su agotamiento y liquidación.
Época histórica. Hasta 1880-1890, aproximadamente, el mundo asistió a una transformación importante en política, religión, costumbres, artes plásticas, ciencias, filosofía y literatura, que de un modo genérico comenzó a denominarse más tarde modernismo, vocablo que en su origen se había aplicado a una forma heterodoxa del catolicismo, condenado luego por el papa Pío X en su encíclica Pascendi domini gregis (1907).
Se trataba, en religión, de uri agnosticismo que negaba la posibilidad de conocer las cosas en sí y limitaba el conocimiento humano al mundo de los fenómenos o apariencias de los seres.
Por extensión, las cosas y las ideas que rompían con la tradición anterior y que por lo tanto eran nuevas, cayeron bajo la denominación de modernismo, y dentro de este rótulo, cayó también la literatura hispanoamericana y española de la época.
Cuando Rubén Darío, a quien se considera el creador del movimiento, publicó su libro Azul (1888), todavía no estaba divulgado el nuevo nombre.
La humanidad entra por esos años en aceleradas transformaciones.
La filosofía transita del positivismo al hegelianismo, al pragmatismo, el neokantismo, el realismo, la filosofía de la ciencia, Nietzsche y Bergson.
La economía comienza a ser trastornada en sus cimientos clásicos, y Marx se convierte en la piedra de toque de las nuevas concepciones económicas y políticas.
Las ciencias están en posibilidad de anunciar la inminente eclosión de la edad de los inventos y la revolución tecnológica, y en todos los ambientes la aparición bullente de lo moderno se siente y presiente.
Era algo que superaba a los viejos esquemas de vida, y estaba más allá de las querellas entre católicos y liberales, entre europeizantes y nacionalistas.
En Hispanoamérica, se produce la guerra de Estados Unidos y España (1898), que termina con la inmediata derrota española y su renuncia a la soberanía sobre Cuba, Puerto Rico y las Filipinas, con lo que se produce la disolución definitiva del antiguo y poderoso imperio español.
Por esos mismos años, las relaciones entre el coloso del Norte y la América latina se tornan difíciles y tirantes, sobre todo durante el gobierno de Theodore Roosevelt, quien sostiene el derecho de los Estados Unidos a ejercer un poder policial sobre los demás países americanos, actitud que es conocida con varios nombres —Manifest Destiny, Big Stick Policy o Bollar Policy—, y que provoca la airada reacción de las grandes figuras literarias de ese momento, los modernistas, entre ellos Rubén Darío, Rufino Blanco Fombona, José Enrique Rodó y Manuel Ugarte.
El sistema panamericano se organiza —1889-1890—, con la creación de la Unión Internacional de Repúblicas Americanas, luego llamada Unión Panamericana, con sede en Washington.
El movimiento literario. En las letras, se crea y se otorga el premio Nobel por primera vez (1896) al parnasiano francés Sully Prudhomme, y las obras de autores con tendencias sociológicas y críticas se leen con asiduidad: Guyau, Nordau, Le Bon, Mantegazza, Darwin y otros.
Una universalidad de influencias confluye en Hispanoamérica, y las capitales culturales de Europa son visitadas por los nuevos artistas.
España, entre todas las naciones, es la que ha perdido, con su decaído prestigio político, la hegemonía intelectual y artística.
Las artes, saturadas de realismo, de ideología o de romanticismo, buscan nuevas fuentes de inspiración y nuevas formas de expresión.
El Parnaso francés (Gautier, Leconte de Lisie, Sully Prudhomme), los simbolistas (Verlaine, Mallarmé, Maeterlinck) se convierten en modelos de la nueva generación, junto con los norteamericanos Poe y Whitman.
Pero esta transición no se produce violentamente ni en un año. Ya desde 1860-1870, más o menos, un grupo de escritores de inspiración romántica ha ido dando cabida en sus temas, en su vocabulario y en su estilo, a la nueva sensibilidad.
Son los pre-modernistas o modernistas de la primera época o precursores: Gutiérrez Nájera (México), Julián del Casal (Cuba), José Asunción Silva (Colombia) y José Martí (Cuba).
El momento del triunfo definitivo lo han fijado los críticos en el año 1888, en que Rubén Darío, el poeta nicaragüense, edita en Valparaíso (Chile), su libro Azul, extraña y novedosa conjunción de prosas y versos, con reminiscencias e influencias románticas, parnasianas, simbolistas, pero sobre todo, exóticas y principalmente francesas.
La revolución literaria ha triunfado, y a partir de ese año, ya saben los escritores de lo moderno, a qué atenerse.
Un crítico español, sutil perspicaz y bien informado, descubre en seguida las bases profundas de este nuevo arte, y lo da a conocer y lo aplaude en el prólogo que escribe para esa obra de Rubén.
En pocos años, los escritores modernistas son legión en la América latina, y sobre todo, constituyen históricamente el grupo más valioso de escritores que se haya dado en un momento histórico en Hispanoamérica: Leopoldo Lugones y Enrique Larreta (Argentina), Amado Nervo (México), José Enrique Rodó y Julio Herrera y Reissig (Uruguay), José Santos Chocano (Perú), Manuel Díaz Rodríguez y Rufino Blanco Fombona (Venezuela), Ricardo Jaimes Freyre (Bolivia), aparte de los ya citados precursores y otras figuras de menor relevancia.
Proliferan las revistas literarias de jerarquía y difusión continental, bellamente editadas y con colaboraciones de gran valor: la Revista Azul (1894-1896, México), de Gutiérrez Nájera; la Revista Moderna (1898-1911, México), de Amado Nervo y un colaborador; El Cojo Ilustrado (1892-1915, Caracas), y Cosmópolis (1894-1895, Caracas); Pluma y Lápiz (Santiago de Chile); La Neblina (1896-1897, Lima); la Revista de América (1894-Buenos Aires), de Paul Groussac, entre otras.
Asimismo, es valiosa la acogida que en sus secciones literarias dispensan a los nuevos escritores los grandes diarios y periódicos de toda América.
Por supuesto, no faltaron tampoco las polémicas y debates entre los partidarios de las antiguas formas y estos revolucionarios sin pudor, que se atrevían a romper los moldes aceptados hasta entonces.
En España, donde también se contagió este movimiento, el estremecimiento literario que produjo el modernismo fue igualmente singular.
La estética modernista. Dentro de la estética modernista, el crítico Torres-Rioseco ha diferenciado dos tendencias, la americanista y la sincretista, o como él las denomina, el mundonovismo y la torre de marfil.
Efectivamente, para algunos modernistas fue primordial americanizar la materia literaria, mientras que para otros, el arte no debía tener compromisos con la regional o vernáculo, y por tanto, debía trabajar el artista con su sola inspiración y voluntad, como encerrado en su torre ebúrnea, sin importarle de dónde procedía esta inspiración ni si era nacional o extraña.
Así, Darío fue cosmopolita, Lugones argentinista en su última manera, Chocano peruanista y americanista casi siempre, Evaristo Carriego porteñista.
El cosmopolitismo suponía adquirir los préstamos de inspiración en cualquier fuente, antigua o moderna, nacional o extranjera.
Hubo, además, una reacción contra el españolismo dogmático y clasicista en literatura, una postergación voluntaria del romanticismo, y con menos fobia, del clasicismo y del naturalismo.
En los demás, los caracteres generales del modernismo pueden sintetizarse así:
a) arte de minorías: , la literatura es una actividad artística de elevados espíritus y no una mercancía de consumo popular; la literatura no es social sino personal;
b) refinamiento y exquisitez; las obras deben reflejar una exquisitez y refinamiento de gusto, no sólo en los temas sino en la expresión;
c) la razón no es un elemento de la creación literaria: las fuentes de conocimiento y creación poética son la intuición ,y las facultades subconscientes del artista, y por ello, las obras revelan un mundo fantástico, quimérico, sutil, caprichoso, melancólico; el mundo meta-científico es interesante (magia, ocultismo, teosofía, magnetismo, parapsicología, escatologia, satanismo, etc.): los "raros" son objeto de especial interés y al mismo tiempo aptos para el arte.
d) las sensaciones se corresponden entre sí: cada objeto del mundo exterior produce en el individuo y en el artista un conjunto de sensaciones correlativas; los perfumes, los sonidos y los colores se equivalen, y por eso puede hablarse de audición coloreada (la a es negra; blanco horror) y otras correlaciones; el la poesía debe expresar las impresiones que nos producen las cosas y no las cosas mismas (procedimiento impresionista de describir la naturaleza): una nube empequeñecía el firmamento, por una nube me dejaba ver sólo una parte pequeña del universo;
f) sentimentalidad: los artistas de la nueva estétics no pueden dejarla de lado:
g) el matiz: el arte debe expresar el matiz difuso de la realidad, los estados de ánimo indefinibles, lo que no es lógica ni psicológicamente claro y distinto.
h) musicalidad: los versos, además de tener un contenido significativo, deben ser musicalmente atractivos por su mismo sonido, aun cuando esta selección de sonidos no encierre un significado comprensible o preciso (De la musique avant toute chose, ha dicho el maestro Verlaine);
i) transposiciones de arte: , este recurso tomado del paniasiaiiismo, consiste en tomar técnicas de una arte y proyectarla a otra: pintura-literatura (descripciones de obras plásticas y cuadros); teatro-literatura (descripción de gestos, actitudes y ademanes como si los personajes actuaran en un escenario), etc.;
j) preferencia por los temas exquisitos, decorativos, pintorescos y exóticos (Escandinavia, Oriente, Edad Media, Grecia antigua, Francia versallesca, mitología, colonia virreinal, etc.; flora y fauna llamativa y exótica, etc.)
k) renovación del vocabulario y de la sintaxis, neologismos (liróforo, faunalias, crisoelefantismo, etc.); arcaísmos, (ansina, rempujar, etc.).; barbarismos (sportwoman, gin, baccarat, etc.); latinismos (Pro nobis ora, gran señor, etc.);
l) renovación de la versificación: actualización de antiguos versos olvidados, como los eneasílabos, los tercetos monorrimos y los cuartetos monorrimos, y combinaciones estróficas nuevas.
Fuente Consultada:Literatura Española, Hispanoamericana y Argentina de Carlos Alberto Loprete Editorial Plus Ultra - Capítulo XVIII El Modernismo