Biografia de Juan V Paleologo-Emperador Bizantino
Biografia de Juan V Paleologo
Después de la muerte del emperador Miguel VIII en 1282, sesenta años de anarquía, de guerras civiles y de golpes de Estado habían conducido a Bizancio al borde de su ruina. Mientras tanto, se constituía en Asia Menor el formidable poder de los otomanos.
A mediados del siglo XIV el choque entre ambas potencias se hizo inevitable. Mientras los turcos se disponían como un solo hombre detrás de monarcas tan enérgicos como Amurates I y Bayaceto I, Bizancio sólo podía presentar el espectáculo de un soberano incapaz—Juan V—presidiendo el naufragio del milenario Imperio de Oriente.
Cuando murió su padre, Andrónico III, Juan V apenas tenía once años (1341). La regencia había sido confiada a la emperatriz Ana de Saboya; pero contra ella y el consejo que la rodeaba se levantó el general Juan Cantacuzeno, quien al cabo de seis años de lucha agotadora, se apoderó de Constantinopla y se designó coemperador con el nombre de Juan VI y regente de su yerno, puesto que dio a Juan V la mano de su hija Elena (1347).
Esta entronización no mitigó el conflicto, sino que el país continuó devorado por una lucha civil endémica. Juan VI cometió el error de aliarse con los turcos, y a él se debe que éstos pudieran poner pie en Galípoli (1354).
Sus desaciertos y el peso de su tiranía favorecieron la causa de su yerno. Con el auxilio de los genoveses, Juan V impuso la abdicación a su suegro.
En 1354 se inicia el verdadero reinado de Juan V.
No estaba desprovisto de dotes intelectuales; pero la situación a que había de hacer frente era superior a sus fuerzas. Realmente, era desesperada.
Sin ejército, ni autoridad, ni recursos económicos, ¿ cómo podía rechazar el próximo ataque del Islam? Tampoco podía confiar en el auxilio extranjero: venecianos y genoveses, servios y búlgaros, se destrozaban mutuamente; en cuanto al Papado, ya no tenía fuerzas para ordenar una nueva cruzada.
Así se explica que en 1363, después de haber perdido Adrianópolis y Filipópolis, se viera obligado a prestar vasallaje a Amurates I. Confiando tan sólo en los recursos que le podían brindar los católicos, requirió personalmente el auxilio de Hungría en 1365 y el del papa Inocencio VI en 1369.
A su regreso a Bizancio, la situación había empeorado mucho. Los turcos acababan de derrotar a los servios en el Maritza (1371), aislando el Imperio de todo auxilio de Occidente.
Para colmo de males, su hijo Andrónico conspiró contra su autoridad, y en 1376 usurpó la corona y le metió en un calabozo. Habiendo logrado fugarse de su prisión, el emperador recobró el poder en 1379 con el apoyo de los turcos.
En verdad, ya no existía emperador, sino un mero simulacro de tal. Después de una nueva deposición, ésta a cargo de su hijo Juan (1390), Juan V murió en Bizancio el 16 de febrero de 1391. El Imperio había quedado reducido, casi exclusivamente, a su capital.
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