Biografia de Carlos V de Francia
Biografia de Carlos V de Francia
Después de Poitiers (19 de septiembre de 1356) Francia se hallaba sin rey, sin ejército, sin gobierno y sin recursos, entregada a la voluntad de la monarquía inglesa y sometida a las más violentas conmociones internas.
Este fue el momento más crítico con que se enfrentó la casa de los Valois.
¿Y quién tenía la responsabilidad de salvar la nave del Estado?.
Un joven de unos veinte años, enfermizo y prematuramente envejecido; un joven que nunca había demostrado veleidades belicistas ni deseado triunfos y aparatosos éxitos, como sus predecesores, sino que amaba la vida sedentaria de los palacios, el rincón agradable de la biblioteca y la oración en la capilla.
Este joven, llamado Carlos, iba a ser el salvador de Francia, el restaurador de la nación empobrecida, el humillador de la monarquía inglesa.
Había nacido en el castillo de Vincennes, el 21 de enero de 1337, primogénito de Juan II y de Bona de Luxemburgo.
Su primera juventud había transcurrido alejada de los asuntos de gobierno.
Sólo poco antes de Poitiers había recibido, con el título, la administración del ducado de Normandía.
Pequeño aprendizaje para hacer frente a la carga que echaba sobre sus hombros la captura de su padre por los ingleses en Poitiers.
Para acudir a lo más perentorio, el delfín, como lugarteniente del reino, convocó los Estados Generales de los países de Lengua de Oil en París.
En las reuniones celebradas por esta asamblea en 1356 y 1357 se puso de relieve el espíritu agresivo de los mercaderes de París, acaudillados por Esteban Marcel y auxiliados por los partidarios de Carlos de Navarra.
La oposición se transformó en sublevación. Marcel fue el verdadero señor de París: dio libertad a Carlos de Navarra y sus hombres asesinaron a destacados servidores del regente en la propia cámara de Carlos V.
A mediados de 1358 la situación parecía desesperada: en París imperaba el terror de los marcelistas; en el campo corrían las bandas de la jacquerie; en las fronteras se aprestaban las tropas de Inglaterra y de Navarra.
Pero la constancia de Carlos V logró superar esta dura prueba: Marcel fue eliminado; la jacquerie, sofocada; los ingleses y los navarros no pudieron lograr ningún éxito positivo.
Por otra parte, gracias a su habilidad diplomática, el regente obtenía de Eduardo III el tratado de Bretigny, ratificado por el de Calais (1360), desde luego ventajoso para Inglaterra, pero no humillante como el firmado por su padre erí Londres el año precedente.
Después de una segunda etapa de gobierno de Juan el Bueno, siempre tan fantástico — pensaba en la Cruzada y no en reparar las ruinas de Francia —, Carlos recibió la corona en Reims el 19 de mayo de 1364.
Desde aquel momento empleó todos sus esfuerzos en restaurar la potencialidad de Francia. Para ello se valió de dos condiciones innegables que poseía: su talento para descubrir servidores aptos y fieles y su habilidad y astucia diplomáticas.
Los hombres de su reinado fueron legistas y capitanes afortunados: un Bureau de la Riviére o un Bertrán du Guesclin, sinceramente afectos a la monarquía y trabajadores honestos e incansables.
Con su ayuda puso orden en la hacienda pública, en particular en el aspecto monetario, y mantuvo a raya al turbulento Carlos el Malo de Navarra y a sus propios hermanos, Felipe, Luis y Juan, que le dieron más de un disgusto.
A la pacificación del reino contribuyó la expulsión de las Compañías blancas, las cuales en 1368 hallaron nuevo campo de actuación en la guerra civil castellana entre Pedro I y Enrique de Trastamara.
Llegaba el momento de tomarse el desquite de Inglaterra. Carlos V dispuso lo oportuno para llegar a la ruptura citando al príncipe de Gales ante el parlamento de París.
En mayo de 1369 se iniciaron las hostilidades.
Pese a sus incursiones en 1369, 1370 y 1373, los ingleses no lograron ningún éxito positivo.
Por el contrario, respaldado con el auxilio de Flandes y de Castilla, Carlos V se apoderaba de Ponthieu, Roerga, el Lemosino, Poitou, Santonja, etc.
En julio de 1380 los ingleses quedaban reducidos a Calais, el Bordelesado y unos pocos territorios más.
Dos años antes, en 1378, habían caído en poder de Francia, por sorpresa, los dominios normandos de Carlos el Malo, acusado de traición a la causa de su monarca.
El gran rey, llamado el Prudente por la Historia, murió prematuramente, en el castillo de Beauté, en el Marne, cerca del bosque de Vincennes, a la edad de 43 años, el 16 de septiembre de 1380, cuando muchos proyectos ambiciosos anidaban en su corazón.
Había establecido en Francia un rudimento de administración coherente, había dado rudos golpes a la nobleza y había favorecido la prosperidad del país. Distinguióse como erudito en astrología, medicina, leyes y filosofía.
Su palacio fue frecuentado por distinguidos escritores, como Felipe de Meziéres y Nicolás Oresme, algunas de cuyas ideas llevó él a la práctica. Sólo le cabe achacar en culpa en el aspecto religioso de su vida —- por lo demás modélica—, la protección dispensada al antipapa Clemente VII con lo que fomentó el Cisma de Occidente , nocivo para los intereses políticos de Francia.
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