Cientificos Perseguidos y Condenados por la Inquisicion o Iglesia

CIENTÍFICOS PERSEGUIDOS POR LA IGLESIA O INQUISICIÓN

1-Nicolás Copérnico   2-Giordano Bruno     3-Galileo Galilei     4-Miguel Servet

JUAN HUSS CONDENADO POR LA IGLESIA

Jan Hus había nacido en 1369 en el sur de Bohemia.

En 1398 pasó a ser profesor en la Universidad de Praga, donde se había ordenado.

Allí daba clases de teología.

Sus clases y sermones a favor de la reforma del clero tenían un fuerte apoyo, en parte porque muchos de quienes lo oían ansiaban liberarse de la dominación de Viena y de la supremacía alemana del Sacro Imperio Romano.

Poco antes, en el siglo XIV, otros sacerdotes de Bohemia habían comenzado a pedir cambios.

La lengua checa y la individualidad del pueblo checo formaban un movimiento nacionalista que pudo expresarse a través del lenguaje de sus sacerdotes.

Huss Jan: Cientificos Perseguidos y Condenados

Hus recibió la influencia del clérigo inglés John Wyclif, quien había comenzado a concebir de otro modo las religiones organizadas.

Ambos nombres acudían directamente a las Escrituras, arguyendo que la Iglesia no debía tener posesiones ni ambicionar riquezas.

La observancia de la religión debía basarse en las enseñanzas de los fundadores cristianos y nada más.

La Iglesia era un cuerpo de miembros predestinados a gozar de la salvación: su señor era Cristo y no el papa.

Las opiniones de Hus ¿armaron a las autoridades eclesiásticas.

El clérigo fue excomulgado en 1411 y un año más tarde debió esconderse para ponerse a salvo.

En ese momento escribió su obra más conocida, De Eclesia.

"La opinión de ningún hombre —decía—, sea cual sea su autoridad y, en consecuencia, la opinión de ningún papa, debe ser tenida en consideración si contiene falsedad o error".

En 1414 el sacro emperador romano Segismundo convocó un concilio en la ciudad alemana de Constanza, a orillas del lago del mismo nombre.

Su principal propósito era poner fin al cisma que había dividido a la Iglesia desde que Gregorio XI había regresado de Aviñón a Roma.

Sabiendo que las opiniones de Hus habían hallado eco en muchos de sus súbditos de Bohemia, el emperador lo invitó al concilio para que explicara sus posturas.

El gobernante le prometió a Huss una estadía segura y este aceptó, contrariando los consejos de algunos cercanos seguidores.

Su excomunión es suspendida; se le entrega un salvoconducto por medio del cual Segismundo le garantiza que, sean cuales fueren los resultados del debate entre el profesor checo y los doctores del concilio, aquél podrá volver incólume a Bohemia.

Huss —quien no desea otra cosa— se pone en camino hacia Constanza. Poco después de su llegada es hecho prisionero.

Le explican que una comisión especial ya ha investigado sus doctrinas —las que fueron refutadas— y que nada le resta sino retractarse.

Conducido a la asamblea del concilio, Huss intenta hablar, pero no puede. Su voz es acallada por la gritería de los presentes.

En la segunda sesión, Huss acepta retractarse en cuanto a un problema puramente teológico, pero se niega a reconocer el principio de que el papa es la cabeza de la Iglesia.

Intimado a hacer una retractación completa, delante del perjuro Segismundo, Huss se niega y oye su condena a muerte. Intenta hablar nuevamente, pero se lo prohíben.

Finalmente, arrodillado, reza silenciosamente y se deja llevar por los guardias, bajo los improperios del público. Pocas horas después —el tiempo para juntar la madera— es quemado vivo.

Cuando las llamas se tornan largas lenguas de fuego que envuelven su cuerpo, se oye al profesor de filosofía entonar el Kyrie Eleison.

Sus cenizas fueron esparcidas al viento o arrojadas al Rhin para que no pudiesen servir de reliquias.

Poco después Jerónimo de Praga, otro profesor que acompañó a Huss hasta Constanza, sufrió el mismo destino.

Terminada esa cuestión, los miembros del concilio volvieron al tema central del cónclave: elegir un nuevo papa, el cual recibió el nombre de Martín V. Segismundo mereció del nuevo pontífice la Rosa de Oro, la mayor condecoración de la monarquía vaticana.

huss juan jerónimo de praga

Juan Huss y Jerónimo de Praga, los dos universitarios martirizados en Constanza.(Pintura anónima, Bibl.Pública y Universitaria de Ginebra.)

EN LA HOGUERA DE ESTE
CLÉRIGO COMIENZA EL INCENDIO DEL REINO

La noticia del martirio de Huss incendió a Bohemia.

En todo el sur del reino, dirigido por curas indignados o por improvisados jefes, el pueblo se rebeló.

Las ciudades mayores de Pilsen, Klatovy y Domalizlice se sublevaron.

El alto clero, los grandes barones alemanes y los checos fieles a Wenceslao fueron expulsados y sus feudos tomados.

En pocas semanas la porción meridional de Bohemia cayó en poder de los husitas.

Los fugitivos corrían a Praga, buscando la protección del rey Wenceslao.

También allí, entretanto, la situación era insostenible.

Los rebeldes desfilaban en desafío por las calles; el rey no confiaba ni en sus propias tropas.

Lo husitas dominaron la Universidad, donde podían organizar procesiones llevando provocativamente un cáliz.

Huss había establecido que los fieles, al igual que los curas, debían recibir la comunión tanto por medio de la hostia como del vino.

De ahí surgió la denominación de calistinos.

El país estaba dividido: de un lado los grandes barones —en su mayoría alemanes— y el alto clero; del otro mercaderes, artesanos, labradores, el bajo clero y la pequeña nobleza.

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