Biografía de Balzac Honore Novelista Resumen de su Obra Literaria

Biografía de Balzac Honoré
Novelista Resumen de su Obra Literaria

Novelista francés (Tours 1799-París 1850). A pesar de sus pretensiones aristocráticas, Balzac era de familia modesta.

Educado en un colegio de Vendóme, se trasladó, siendo joven, a París, donde llevó, hasta los 30 años, una vida singularmente aventurera, llena de tanteos, de esfuerzos en diversos sentidos y de empresas fracasadas.

Alojado en un desván durante muchos años, entre 1822 y 1828 acumuló infinidad de volúmenes, la mayoría bajo seudónimo, para los que no hallaba editor.

Una voluntad menos sólida que la suya hubiera abandonado, pero Balzac tenía una fe inquebrantable en su propio genio y perseveró de modo infatigable.

Por otra parte, intentó animosamente asegurar su independencia por medio de especulaciones industriales.

Fue editor, impresor, etc. Pero ninguna de sus empresas triunfó, y sólo le dejaron deudas. Ante la falta de éxito volvió con más ahínco a la literatura.

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OBRAS IMPORTANTES DE BALZAC

Luis Lamben.
La piel de zapa,
Jesús en Flandes.
Eugenia Grandet.
Cuentos festivos.
La obra maestra desconocida.
Papá Goriot,
Los campesinos.
El médico de aldea. Serafita.
La misa del ateo.
La hija de Eva.
La prima Bette.
El primo Pons.
Vautrin (drama).
Pamela Giraad (drama).

BIOGRAFIA

Bernard-Francois, padre del escritor, hizo carrera y algo de fortuna durante el período revolucionario y se instaló en Tours en 1797; allí, en 1799, nacía el segundo de los hijos del matrimonio; se le puso el nombre de Honoré.

Mientras su padre se aprovecha de los cambios políticos de la época, Honoré cursa sus primeros estudios en el colegio Le Gay de Tours.

Al parecer, la familia no manifestaba un cariño excesivo para con sus hijos y el niño fue paseado de colegio en colegio, pasando de Tours a Vendóme y de allí a su casa, porque su salud flaqueaba.

La vida de colegial hizo de él un niño regordete y apático, mal estudiante y ávido lector, autor de versos de ripio y dedicado esencialmente, según él mismo dice, a la contemplación.

En medio de una familia más bien desunida que atraviesa períodos difíciles para un oportunista —corren los años 1814-1815, los del primer destierro de Napoleón, los Cien Días y Waterloo—, el joven Honoré hace lo que puede, sigue las tendencias ideológicas de su padre y abandona el colegio parisiense del señor Lapitre —ferviente legitimista—, donde proseguía sus estudios desde que la familia se había trasladado a París.

Los estudios de segunda enseñanza los acabó en otra pensión, la de los señores Beuzelin y Ganser, adscrita al instituto Charlemagne: las notas del futuro novelista seguían siendo poco brillantes.

Por decisión de su padre se matricula para cursar la carrera de Derecho y va a hacer prácticas en el bufete del procurador Jean-Baptiste Guillonnet-Melville, que le serviría más tarde de modelo para el personaje de Derville que aparece repetidas veces en la Comedia Humana.

Hacia abril de 1818, le tenemos en el estudio del notario Victor-Édouard Passez, pero salta a la vista que lo suyo no son las leyes.

Cuando proclama que tiene vocación literaria, su familia se escandaliza, pero el padre se muestra dispuesto a ayudarle, dándole un plazo de dos años para probar sus fuerzas y asignándole una parquísima cantidad que tan sólo le permite sobrevivir.

Años de miseria, de ilusiones, de proyectos inspirados por la falta de experiencia (como la tragedia neoclásica en verso) y que culminan en la redacción de una tragedia histórica en cinco actos y en verso, Cromwell, acabada en marzo de 1820 y cuya lectura, organizada por la familia, fue un fracaso estrepitoso.

No se desanimó el joven autor, y nos consta que empezó entonces a redactar dos novelas, Sténie y Falthurne; no acabó estas obras, en las que manifiesta a la vez su postura liberal y la influencia de la novela negra al estilo inglés.

En sus correrías por la capital había conocido a un foliculario especializado en escándalos y política, Auguste Lepoitevin; tenía montada una fábrica de literatura barata que suministraba a los editores el tipo de texto que mejor se podía vender según la moda del momento.

Balzac colaboró en la elaboración de estos textos que todo lo debían —o casi— a Walter Scott, como Charles Pointel, publicado en noviembre de 1821, y La heredera de Birague, historia basada en los manuscritos de Dom Rago, ex prior de los benedictinos, puesta al día por sus dos sobrinos, el señor A. de Viellerglé y Lord R'hoone (este último nombre es anagrama de Honoré). Con el mismo seudónimo firma Jean-Louis o la expósita (marzo de 1822), dramón con traidor perverso, y, en junio, Clotilde de Lusignan o el apuesto judío.

Entretanto, Balzac se había enamorado de la señora de Berny, que tenía veintidós años más que él, y se había convertido en su amante.

Esta experiencia tiene interés porque es probablemente la fuente de un tema que aparece a menudo en las obras posteriores, el del joven impetuoso y falto de experiencia con la señora casada, generalmente mayor, que hace a la vez los papeles de cicerone social, de madre y de amante.

Se vuelve a encontrar este tema en El vicario de las Ardenas, otra novela negra con agravantes incestuosos y eclesiásticos, escrita en 1822 como El centenario o los dos Beringheld, historia fantástica, lúgubre y terrorífica en el mejor estilo inglés.

Con el nuevo seudónimo de Horace de Saint-Aubin, con que ha firmado las dos anteriores obras, firma también el año siguiente La última hada o la última lámpara maravillosa. Todas estas primeras obras no hacen de él sino un escritor a sueldo, sin originalidad ni porvenir.

Acaso comprendió que por aquel camino no iba a conseguir la fortuna y se lanzó a los negocios editoriales hacia 1825 y luego, como las cosas salían bastante mal, en un rasgo de su carácter del que nunca curaría, a los de imprenta.

Acortemos los detalles diciendo que todo acabó en quiebra y en deudas cuantiosas que pagaron su familia y la señora de Berny.

El último chuan o la Bretaña en 1800, obra publicada en 1829, se puede considerar como la primera piedra de la futura Comedia Humana; aunque sigue debiendo mucho a Walter Scott, Balzac ha logrado escribir una novela original, ambientada en hechos presentes en todas las memorias; pero el éxito dista mucho de ser clamoroso.

Las relaciones que tiene con la viuda de Junot le permiten introducirse en los ambientes literarios y mundanos de la capital, donde a finales de 1829 consigue llamar la atención del público con Fisiología del matrimonio o meditaciones de filosofía ecléctica sobre la dicha y la desdicha conyugales, publicadas por un joven soltero.

El libro, más que profundo, era picante y fue bien recibido. A partir de entonces, Balzac se especializa en narraciones breves, que se publican en los periódicos, como El verdugo (enero de 1830), firmado por primera vez Honorato de Balzac.

De esta época datan numerosos relatos que se recogerían luego en los dos volúmenes de las Escenas de la vida privada: La vendetta, Gobseck, El baile de Sceaux, La paz del hogar, La casa del gato que juega a la pelota, Una doble familia.

Mientras está efectuando un viaje por el valle del Loira, tienen lugar en París los acontecimientos de julio de 1830 que instalan a Luis Felipe de Orleans en el trono: la burguesía acaba de triunfar sobre la reacción monárquica. Balzac, que se inclinaba hacia un vago liberalismo, se orienta ahora hacia unas opiniones legitimistas cada vez más claras, aunque difíciles de justificar.

 La idea de corrupción de los valores sociales, responsable de todos los males de la Francia de la primera mitad del siglo XIX, empieza a imponerse en su pensamiento.

El cuento filosófico titulado Cero, que publica en La Silhoutte el 3 de octubre de 1830, es buena muestra de ello. Al mismo tiempo, apoya al partido legitimista con artículos como Sobre la proyectada destrucción del monumento erigido al duque de Berry o Ensayo sobre la situación del partido monárquico; en estos textos aboga por la participación de los ultras en la vida política, especialmente por medio de la prensa.

En agosto de 1831 se publica La piel de zapa, obra de la que la crítica da valoraciones contradictorias, pero es el primer éxito de masas del autor; le da fama y dinero y así tiene la posibilidad de contraer nuevas deudas.

Su nueva posición le obliga a satisfacer las exigencias del dandy que ha firmado El tratado de la vida elegante (noviembre de 1830).

La verdad es que trabaja mucho, gana bastante dinero porque no para de publicar (Los cuentos grotescos, La señora Firmiani, El mensaje), pero gasta todavía más. Su fama ha llegado hasta la lejana Rusia, donde la literatura francesa encuentra terreno abonado en la aristocracia.

Precisamente recibe cartas entusiasmadas de una condesa ucraniana, la señora Hanska, figura que dominaría los veinte últimos años del autor. Se encontraron por primera vez en Suiza en septiembre de 1833.

Para el escritor son años fundamentales porque al tiempo que concluye Eugenia Grandet y va escribiendo su novela más sublime e ideal (según él), Serafita (en realidad unas bochornosas disposiciones filosófico-metafísicas), firma un contrato ventajoso para sus Estudios de costumbres en el siglo XIX y ya tiene hecho el plan de su obra futura, aunque todavía no le ha dado el título genérico de la Comedia Humana.

Es de gran importancia también la publicación, en La Revue des Deux Mondes, de Papá Goriot, obra en la que está trabajando en diciembre de 1834, porque es el primer libro en el que empieza a aplicar sistemáticamente el principio de la reaparición de los personajes de una novela a otra. Por aquel entonces trabaja dieciocho horas diarias, es considerado como el más fecundo autor del momento, pero no como el mejor.

Se consuela del desdén de Saínte-Beuve efectuando un viaje con la condesa Hanska, mientras Papá Goriot se reedita dos veces y se adapta para el teatro. Apenas ha dejado a la condesa rusa, le nace una pasión por otra gran dama, la condesa Guidoboni-Visconti, que le ayudó económicamente, tuvo un hijo suyo y sirvió de prototipo para el personaje de lady Dudley.

Sigue ambicionando una carrera política y, para disponer del indispensable trampolín, compra la mayor parte de las acciones de La Chronique de Paris, semanario para el que contrata a un joven autor llamado Théophile Gautier.

A esta revista dedicó gran parte de su tiempo y le debió un fracaso más en sus ambiciones personales. En sus columnas se publicaron La interdicción, La misa del ateo, parte de El lirio del valle y El gabinete de antigüedades.

El secreto de esta extraordinaria capacidad de trabajo lo reveló Balzac a Gautier recomendándole una higiene mental y física drástica, reservando las horas nocturnas para la concepción de la obra; por lo demás, dormir poco, comer menos y alejarse de las mujeres.

Por su cuenta, Balzac hacía caso omiso de muchas de estas piadosas recomendaciones: bebía café en grandes cantidades para poder conservar su lucidez durante las largas sesiones de trabajo que se imponía.

Trabajo cuyo método da idea del genio creador del autor al tiempo que deja suponer que siempre estuvo preocupado por el destino final del texto en curso, como si recordara dolorosamente las primeras experiencias literarias de su juventud.

Después de esbozar esquemáticamente el tema, enviaba el guión a la imprenta y sólo cuando ésta le devolvía las primeras galeradas se ponía a escribir en serio.

Lo que era palabra se convertía en frase, las frases en párrafos, incisos, digresiones, convirtiendo la hoja impresa en la pesadilla de los tipógrafos.

En sintesis, y sin tener en cuenta las clasificaciones que adoptó más tarde, cuando emprendió la labor de ligar todas las partes de su obra bajo el título general de La comedia humana, entre sus principales novelas se destacan: Un episodio bajo el terror, La obra maestra desconocida, El coronel Chabert, El médico rural, Eugenia Grandet, Séraphita, Papá Goriot, Las ilusiones perdidas, El lirio del valle, César Birotteau, Ursule Mirouet, Un asunto tenebroso, Esplendores y miserias de las cortesanas, Modeste Mignon, El primo Pons...

El momento más glorioso de la carrera de Balzac, que en cierto modo marca el florecimiento de su genio, es la época en que publicó los cuentos y novelas que posteriormente clasificaría, en su Comedia humana, en Escenas de la vida privada y Escenas de la vida de provincias. Las principales son La mujer abandonada, La mujer de treinta años, Las solteras, etc.; y, en primer lugar, Eugenia Grandet.

Durante más de quince años mantuvo una correspondencia apasionada con Eveline Hanska,  con la que se casó poco antes de morir.

Su obra novelística aporta una penetrante descripción de la sociedad francesa surgida de la revolución de 1789, cuyas principales características son los temas arquetípicos de Balzac: el declive de la nobleza, la euforia de la burguesía, la omnipotencia del dinero y la ascensión social de los plebeyos ambiciosos y sin escrúpulos.

A partir del año 1849, comienza una etapa de decaimiento, está  agotado; enfermo, sólo piensa en reunirse con la condesa Hanska, el matrimonio se ha convertido en su obsesión.

Es un hombre prematuramente envejecido el que parte para Ucrania en septiembre.

En enero de 1849 escribe a la administración del zar para conseguir la autorización de casarse; una vez concedida ésta, se puede fijar la fecha y el tan deseado matrimonio se celebra el 14 de marzo de 1850 en la iglesia de Santa Bárbara de Berdichev.

Los novios cincuentones emprenden el viaje a Francia el 25 de abril. Él con su corazón gastado, ella con su ataque de gota.

Al llegar a la capital francesa, Balzac tiene que guardar cama. En pocos meses, sus últimas fuerzas le abandonan y muere el 18 de agosto.

Fuente Consultada:
Forjadores del Mundo Contemporáneo - Tomo I- Entrada: Honoré Balzac, "El Gran Novelsita Francés del Siglo XIX" - Editorial Planeta
Enciclopedia Temática Ilustrada - Tomo de Biografías - Editorial GR.U.P.O. S.A.


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