Francisco Hermógenes Ramos Mejía Evangelización de Indios
Francisco Hermógenes Ramos Mejía Evangelización de Indios
LOS INDIOS DE MIRAFLORES:
En 1811 Francismo Hermógenes Ramos Mejía, hijo de un acaudalado comerciante porteño, cruzó el río Salado —límite en ese entonces del mundo civilizado— y portando una Biblia como única arma se internó en territorio de los indios, protagonizando una experiencia inédita en lo que hace a la relación del hombre blanco con los aborígenes.
Nacido en Buenos Aires en 1773, Francisco Ramos Mejía parece haberse sentido muy poco inclinado a la vida mundana y preferir, en cambio, la vasta soledad del desierto.
Sentimientos que empujaron a su padre a encargarle la administración de una pulpería y panadería sita en Los Tapiales.
Fue allí que estableció contacto literario con Manuel Lacunza, un jesuíta chileno autor, bajo el seudónimo de Josefat Ben Ezra, de un tratado sobre religión publicado bajo el título "La venida del Mesías en Gloria y Santidad".
Según han establecido sus biógrafos, la particular interpretación del cristianismo hecha por el religioso impresionó de tal manera al improvisado pulpero que no tardó en experimentar la imperiosa necesidad de llevarlo a la práctica.
Nació así la idea de internarse en tierras dominadas por los pampas para intentar una acción evangelizadora.
Fundó, entonces, en Diez Lomas, o Marilhuincul, un lugar cercano a Kaquelhuincul, la estancia "Miraflores".
Lo acompañaban su mujer, María Antonia Seguróla, y su hijo Matías.
Tenía 38 años.
Pero ganarse la confianza de los indios no fue tarea simple y a su primera actitud —pagar las tierras que ocupó— debió agregar una alta dosis de paciencia, hasta que, convencidos de la honestidad de sus intenciones, los propios pampas se encargaron de difundir su fama hasta más allá de la cordillera.
A partir de ese momento la estancia "Miraflores" se convirtió en refugio obligado de un considerable número de naturales y gauchos —criollos alzados, huidos de la autoridad— que todos los sábados por la tarde se congregaban para escuchar sus sermones.
Y no sólo palabras ofrecía Francisco Ramos Mejía...
Comida, techo y un trato sorpresivamente humano estaban a disposición de indios y perseguidos.
Claro que, también, tenía sus exigencias y había impuesto una forma de vida que no resultaba nada fácil de observar: nadie dentro de los límites de "Miraflores" podía beber, jugar, vivir en concubinato ni mantener relaciones con más de una mujer.
Lo cierto es que si para sorpresa de muchos la estancia prosperaba sin pausa, resultaba más asombrosa, todavía, la armonía que reinaba en la comunidad.
Pero la experiencia debió disgustar a algunos porque mientras Francisco de Paula Castañeda, sacerdote que había adquirido enorme prestigio como periodista, lo criticaba en sus artículos, Bernardino Rivadavia, ministro del gobernador Martín Rodríguez, lo intimó a que se abstuviera de "...promover prácticas contrarias a las de la religión del país".
Finalmente su propiedad fue allanada y el experimento interrumpido definitiva mente.
Con su muerte, acaecida en 1825 a los 52 años, dio fin uno de los escasos intentos de integración pacífica de los indios realizados en el territorio argentino.
Fuente Consultada:
Hombres y Hechos de la República Argentina Editorial Abril
Temas Relacionados:
Evangelizacion de los Aborigenes
Instituciones Religiosas en America Colonial:Obras de la Iglesia
Mita y Yanaconazgo: Explotacion a los Aborigenes Americanos
Crecimiento y Desarrollo de Buenos Aires Desde el Siglo XVIII
Actividad Economica de España en la Colonias Americanas
Historia de los Quilmes Genocidio y Deportacion Destierro Castigo
Autoridades Españolas en América Los Adelantados
Los Billares en Buenos Aires Colonial
Enlace Externo:• Evangelización y educación religiosa en América Colonial