La Paciencia como Valor Humano: Importancia Como Virtud

La Paciencia como Valor Humano: Importancia Como Virtud

Actualmente, nuestras vidas se desarrollan a un ritmo acelerado.

A tal punto que todo pasa por hacer y llegar con prisa, también para resolver nuestros asuntos personales y del trabajo, surgiendo muchas veces roces con personas que a lo mejor pudiéramos evitar.

Lo que ocurre es que todo lo que queremos tiene que ser “ya”, ocasionando que nuestra vida cotidiana no tenga sensatez y uno sea menos amable hacia los demás.

Tal es así, que todos estamos inmersos en una época denominada “prisa”.

Aquí debemos detenernos y pensar un poco sobre el valor de la paciencia, ya que sino nos sentiremos cada vez más molestos con esa carrera que llevamos, y que es nuestra propia vida, y que es única.

Valor Humano: la paciencia
Valor Humano: la paciencia

Por lo tanto, podemos definir a la paciencia como el valor que nos hace como personas: tolerar, comprender, padecer y soportar los contratiempos y las advertencias con fortaleza y por ende sin lamentos; esto es posible porque uno aprende a actuar acorde a cada circunstancia, moderando las palabras y la conducta en esos momentos.

De igual manera no debemos confundir lo que se llama indiferencia e insensibilidad con las actitudes de paciencia.

Esto siempre ocurre cuando nos encontramos con personas que a nuestro criterio son molestas y fastidiosas, y escuchamos aparentando tener una actitud paciente y efectivamente lo que buscamos es evadir de esa situación lo más rápido posible.

Y obviamente tratando de que no se den cuenta, para no herir sus sentimientos.

Por otra parte, el no detenerse a considerar las posibilidades reales de éxito, tiempo y esfuerzo que se necesitan para alcanzar un determinado fin, es el principal obstáculo del desarrollo de este valor y se denomina impaciencia.

Tal es así, que uno debe moderarse y entender de nuestros alcances para evitar cargarse de demasiados compromisos que posiblemente no los podrán efectuar.

Por ejemplo, el ahorrar puede ser una forma de medir nuestra paciencia, pero si quitamos de vista nuestro objetivo, nuestra meta será cada vez más inalcanzable y lejana.

O bien la paciencia para educar a nuestros hijos, ya que son más traviesos de lo que uno muchas veces se espera, pero el verdadero reto es tener la habilidad para educarlos tolerantemente y de la mejor manera posible.

Sin embargo, podríamos decir que el hecho de soportar y tolerar las contrariedades más inesperadas, también constituyen retos, aunque de menor importancia pero que hacen al desarrollo de la paciencia.

Tal es el caso de sobrellevar inclemencias del tiempo, ser comprensivos en la realización de tareas junto a otras personas, ante la falta de sus experiencias, conocimientos para realizarlas efectivamente, entre otras.

Si en cualquiera de ellos nos obsesionamos, el resultado puede ser totalmente el opuesto al deseado, por lo que se recomienda ser pacientes, ya que ella nos enseña la manera por la cual debemos hacer las cosas.

Recuerda, ten buena predisposición para acudir a aquellos lugares donde siempre para ti son perdidas de tiempo, porque ello puede disgustarnos innecesariamente.

Otra cuestión es no mostrar impaciencia y hacer cosas de mala gana, ante el pedido de favores.

Ante ello se recomienda que esa actividad se cuente como fija, dentro de nuestro tiempo y quehaceres, ya que de esa manera será posible realizarla de manera agradable.

la paciencia como valor humano

Las reacciones espontáneas no tienen una finalidad precisa, por lo cual se recomienda tomarse un tiempo para escuchar, razonar y en el momento más indicado actuar o emitir la opinión más acertada a la circunstancia.

Si nos olvidamos de esto, nos ganará la desesperación.

Pero, ¿cuáles son los verdaderos estímulos que ganamos de ser pacientes?

La verdad es que son múltiples, desde el mantenimiento y mejora relacional con nuestra pareja, hijos y compañeros de trabajo; hasta las amistades más duraderas.

Así la persona que vive pacientemente, logra comprender mejor la naturaleza de los sucesos, creando paz y armonía a su alrededor.

Es decir, que posee la sensibilidad para afrontar todas aquellas contrariedades conservando la calma y por ende, su equilibrio interior.

Tal es así, que una vez conocida o presentida una dificultad que es preciso superar o algún bien deseado que tarda en llegar, soportaremos las molestias presentes con serenidad.

Y nos ayudará a moderar los excesos de tristeza y a esperar con calma el bien deseado.

MANERA PERSONAL DE VIVIR LA PACIENCIA

1Hago esfuerzos para dominar mis inquietudes presentes con el fin de esperar la llegada de los momentos buenos.(La vida nos presenta un sinfín de acontecimientos que son difíciles de asimilar. Por ejemplo, un hijo que tarda en aprobar sus exámenes, otro que no aprende a ordenar su dormitorio, u otro que no aprende a pensar en los demás. Pero los padres necesitamos esperar el momento en que haya aprobado, en que ordene su dormitorio regularmente o en que deje de ser tan egoísta).
2Sé aguantar y sufrir las consecuencias de una decisión buscando lo mejor para un hijo/alumno.(No es fácil aguantar la mala cara, o incluso un comportamiento hostil, de un joven como consecuencia de haberle prohibido algo que quería, pero que en nuestra opinión, podría haber presentado un peligro físico o moral inadecuado).
3Huyo de la indiferencia o de la pasividad frente a las cosas negativas en la vida.(A veces se confunde la indiferencia con la paciencia. La persona indiferente no reacciona, no sabe lo que está bien ni lo que está mal o, por lo menos, no le interesa vivir de acuerdo con su conocimiento).
4Distingo entre aquellas cosas que realmente compensa esperar y las que no merecen el esfuerzo correspondiente.(La paciencia tiene sus límites, como todas las virtudes. No nos olvidemos de que se trata del justo medio. En algunas cuestiones puede ser más adecuado intentar cambiar la situación o evitarla más que esperar pacientemente su modificación).
5Distingo entre aquellas cosas que realmente se pueden esperar y aquellas otras que no es razonable.(Falsear la realidad de la vida y traducirla en un ejercicio de «paciencia» no es valioso. La paciencia no es ingenuidad ni se basa en la terquedad en torno a posturas irreales).
6Habitualmente considero los sucesos con serenidad, evitando el activismo, con el fin de reflexionar sobre lo que es importante en cada momento.(El activismo no permite ser paciente, ya que se quieren los resultados para mañana, y si no, para pasado mañana).
7Entiendo que, para esperar la llegada de las cosas buenas y para superar las dificultades implícitas en aguantar un mal para evitar otro superior, no hay más remedio que sufrir. Acepto este sufrimiento con serenidad.(El sufrimiento es parte de la realidad. Se trata de aprender a asumirlo con una sonrisa en la cara sabiendo que vale la pena esperar o que vale la pena aguantar un mal para evitar otro mayor).
Fuente Consultada: La Educación de Virtudes Humanas y su Evaluación David Isaacs

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Complemento de Lectura

Un intersante libro de Demian Sterman (Editorial PAIDOS) que se llama HISTORIA DE FRACASOS Y FRACASADOS QUE CAMBIARON AL MUNDO, habla sobre la paciencia, y nos cuenta los siguiente:

Los persas decían: "La paciencia es un árbol de raíz amarga, pero de frutos muy dulces".

En la misma línea Benjamín Franklin dijo: "Quien tiene paciencia, tendrá lo que desea".

Isaac Newton reflexionó sobre el mismo tema: "Si he hecho descubrimientos invaluables ha sido más por tener más paciencia que cualquier otro talento".

La paciencia es un factor fundamental y en muchos casos es determinante a la hora de poder afrontar y superar exitosamente la angustia que se genera cuando las cosas no están saliendo como uno quiere o tal y como uno lo había planeado.

Pero no todas las mentes geniales tuvieron o tienen la virtud de la paciencia.

Y en casos como la literatura, por ejemplo, ha habido muchos autores que hoy son clásicos indiscutidos que no tuvieron las herramientas necesarias para poder superar el rechazo o simplemente carecieron de la paciencia que se requiere para transitar esta incómoda situación.

La paciencia está intrínsecamente ligada al tiempo.

Y con la paciencia y el tiempo, también está relacionada la maduración.

Por lo general cuando las cosas salen como uno quiere es porque el tiempo, la paciencia y la maduración del proyecto logran encajar de manera natural.

Pero no siempre estas tres características logran complementarse de manera sincronizada.

Lamentablemente por esta falta de sincronía, muchos autores de obras que en un principio fueron rechazadas no se enteraron de que, al tiempo, sí lograron concretarse y ser exitosas.

En muchos casos gracias a la acción de familiares o personas directas que siguieron insistiendo a pesar de que sus propios autores ya habían bajado los brazos.

La conjura de los necios de John Kennedy Toóle, por ejemplo, recibió la negativa de todas las editoriales a las que mandó el manuscrito.

Incluso una de las respuestas que obtuvo llegó a decir que la obra no trataba de nada en concreto.

Años después de su suicidio, la madre de Toóle encontró entre las cosas guardadas de su hijo el original olvidado y decidió honrar su memoria haciendo todo lo posible y lo imposible también, para lograr que alguien publicara esa obra.

Se lo envió al escritor Walker Percy, que aceptó leerla solo después de mucha insistencia.

En 1980, La conjura de los necios fue publicada y se convirtió en un inmediato éxito de ventas.

Al año de su publicación recibió el premio Pulitzer.

Cien años de soledad y de paciencia tuvieron que tener el autor Gabriel García Márquez y su mujer Mercedes Barcha hasta ver la maravillosa obra de Gabo publicada.

Corría 1966, y como no tenían el dinero suficiente para mandar desde México las 590 páginas escritas a máquina por correo, García Márquez y su esposa armaron dos paquetes separados, dividieron el libro en primera y segunda parte para mandar solo una en un primer envío y luego la segunda parte del paquete con el final de la historia.

Pero, en un descuido, traicionados por la ansiedad y la amargura de no tener la posibilidad de mandar todo en una sola encomienda, enviaron a su editor en Buenos Aires no la primera, sino la segunda parte del libro.

Por suerte para el autor, el director editorial Paco Porrúa quedó encandilado con lo que estaba leyendo y le giró el dinero para poder leer la obra completa.

Quince días le llevó a la novela agotar su primera edición. Hoy lleva vendidas más de 30 millones de copias y se lee en más de 40 lenguas.

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