Muerte del Soldado Carrasco: Fin del Servicio Militar Obligatorio
Muerte del Soldado Carrasco: Fin del Servicio Militar Obligatorio
Omar Carrasco: El final de la colimba
Desde la década del noventa, el nombre de Omar Carrasco se convirtió en una suerte de concepto que frecuentemente se lo relacionada con la finalización del servicio militar obligatorio en la Argentina, ya que a raíz de su muerte, ocurrida mientras el joven llevaba a cabo sus actividades como soldado conscripto de una unidad militar, surgieron importantes conflictos que repercutieron en la vida social y política del país.
La historia de Omar, nacido en el año 1976, se remite al día 3 de marzo de 1994, cuando luego de salir sorteado, el joven debe incorporarse al Grupo de Artillería 161 del Ejército Argentino, con sede en la localidad de Zapala, para llevar a cabo allí el servicio militar obligatorio.
Esa mañana, Omar se retiró muy temprano de su casa, aquella que compartía con sus padres, para comenzar a transitar la llamada “colimba”, algo que sería mucho más duro de lo que él esperaba.
Sabía que las cosas en el ejército no eran fáciles para un joven de tamaño pequeño y delgado como él, sobre todo por su personalidad tímida y retraída, pero estaba dispuesto a aceptar todas las órdenes que le dieran sus superiores.
Al fin y al cabo era sólo un año, y después la colimba sería un recuerdo.
Sin embargo, dentro de la mente de Omar estaba la duda.
Incluso le había comentado a sus padres que mientras realizara el servicio militar obligatorio iba a evaluar la posibilidad de seguir adelante con una carrera castrense, ignorando en aquel momento lo que le depararía el destino.
Tres simples días bastaron para que la colimba se transformara en el verdadero infierno para Omar.
Su grupo estaba bajo las órdenes del subteniente Ignacio Rodrigo Canevaro, un joven de 23 años cuyo rápido ascenso en el ejército seguramente le habían generado una soberbia desmedida, por lo que habitualmente se dirigía con gritos fuertes y de muy mala manera a los soldados a su cargo.
Omar había confesado que le tenía mucho miedo a su superior.
Ante sus gritos, el joven siempre sentía correr los nervios por su cuerpo, y esto le provocaba una risa nerviosa que no podía contener, y que era sin dudas lo que produjo que Canevaro se sintiera irritado y ubicara a Omar como el peor del grupo.
Pero la pesadilla duraría sólo tres días.
El 6 de marzo se había encomendado a Omar la tarea de realizar la guardia nocturna, pero aquella misión no pudo ser llevada a cabo por el soldado, ya que algunas horas antes, cuando se dirigió al baño del cuartel para desarrollar la limpieza diaria del mismo, lo estaban esperando.
Bajo la enfermiza luz de un simple tubo de halógeno, Omar recibió la golpiza más fuerte de su vida, y también la que fuera la última.
A partir de allí nada se supo del joven, por lo que fue inmediatamente reportado como desaparecido y considerado desertor.
Los padres se enterarían de la noticia algunos días después, cuando se acercaran a la sede militar para visitar a su hijo en su primer franco.
Pero sus padres lo conocían, y sabían que Omar jamás actuaría de esa manera, por eso se rehusaron a creer en la versión oficial.
Ante la falta de respuesta del sector militar, decidieron publicar una solicitada en el diario regional Río Negro, con el fin de dar con el paradero del joven. Inmediatamente, la opinión pública comenzó a apoyar la causa de los Carrasco, con el fin de conocer la verdad que se ocultaba tras las rejas de la unidad militar de Zapala.
Después de transcurrido un mes, el cuerpo sin vida de Omar fue hallado en el fondo del cuartel.
El extenso juicio condenó como culpables del homicidio a los conscriptos Cristian Suárez y Víctor Salazar, y al subteniente Ignacio Canevaro.
No obstante, uno de los aspectos fundamentales que rodean este caso reside en el hecho de que a partir del crimen de Omar comenzó a ser evaluada la plataforma del servicio militar obligatorio, y el 31 de agosto de 1994 el entonces presidente Carlos Menem derogó la ley Nº 3948, que regía desde 1901 y establecía como obligatorio el servicio militar.
ADIÓS, COLIMBA , ADIÓS: Extendidas leyendas alimentaron durante décadas la teoría de que el servicio militar servía para transformar a los muchachos en hombres. Lo cierto es que hasta los chicos más rudos seguían con nervios propios de película de terror el sorteo anual de su clase, donde se definía quiénes serían los pocos salvados.
Este fue el siglo de la colimba, contracción de tres virtudes esenciales del soldado conscripto: correr, limpiar, barrer.
La ley 3318, promulgada en 1895 durante el gobierno de José Evaristo Uriburu, dispuso la obligatoriedad del reclutamiento, y en 1901, durante la segunda presidencia de Julio A. Roca, se gestó la ley Riccheri que organizó las bases definitivas del Ejército Nacional.
La vida de la colimba terminó en tragedia el 6 de marzo de 1994, cuando en el Grupo de Artillería 161 de Zapala apareció el cuerpo del soldado Omar Carrasco, asesinado a golpes por sus compañeros y superiores.
Las primeras crónicas del caso afirman que a ese muchacho de ojos color café, taciturno, alumno discreto de una escuelita de Cutral-Có, único hijo varón de un obrero desempleado y una ama de casa no le correspondía hacer la colimba porque su talla y peso no alcanzaban las medidas requeridas por el examen médico.
El cuerpo sin vida fue encontrado un mes después de su muerte, en inmediaciones de la unidad, cuando ya estaba en marcha la trama de las complicidades y el encubrimiento.
El crimen refrescó fantasmas recientes de la dictadura militar; puso en jaque a toda la institución y también a la propia Justicia.
Pero la absurda muerte de Omar Carrasco no fue en vano: hoy, el servicio militar es voluntario y, por primera vez en la historia argentina, hay cientos de mujeres en sus filas.
Revista "La Nación", Los WO del Siglo
Fuente Consultadas: Graciela Marker Para Planeta Sedna
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