Batallas Pirricas:Las victorias mas duras de la Historia-Pirro Rey
Batallas Pírricas:Las Victorias Mas Duras
PENINSULA ITALICA (280-275 a.d.C)
A principios del siglo III a. de O., el belicoso territorio del Epiro, al oeste de Grecia, era gobernado por Pirro, un rey guerrero en cuerpo y alma del que se decía que tenía el talante de Alejandro Magno y había heredado la fuerza de Aquiles.
Hoy, Pirro es considerado uno de los generales más sagaces de la Antigüedad, pero a él le corresponde también el dudoso honor de dar origen al término “victoria pirrica”.
Y es que, para Pirro, sus triunfos distaban mucho de serlo.
En 280 a. de C., los ciudadanos de Tarento, una antiguacolonia griega del sur de la península Itálica, solicitaron ayuda a los epirotas, ya que temían ser víctimas del expansionismo de Roma.
Pirro vio la oportunidad de llevar su influencia al otro lado del Adriático y fue allí con un formidable ejército de 20.000 infantes, 3.000 caballeros, 2.000 arqueros, 500 honderos y 20 elefantes de guerra.
La primera batalla importante tuvo lugar en Heraclea, al norte de Tarento. Aunque los elefantes atemorizaron a los 35.000 romanos que se les oponían, éstos se mantuvieron firmes.
Aun así, y a un alto precio —7.000 bajas romanas por 4.000 epirotas—, se impusieron las huestes de Pirro.
Un año más tarde, éste decidió asediar Asculum. Entonces, un contingente romano de 45.000 hombres intentó romper el sitio.
En el enfrentamiento murieron 6.000 de ellos, pero también 3.000 epirotas. Después de la retirada de los contendientes, un personaje del círculo de Pirro se presentó para felicitar por la victoria.
Y el estratega le contestó: “sí, otra victoria y estamos perdidos”. De hecho, en 275 a.deC., en Beneventum, cerca de Nápoles, los del Epiro y sus aliados fracasaron estrepitosamente y poco después abandonaron la península Itálica.
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GUERRA DE FLANDES (1567-1648)
La guerra de Flandes, librada por España y sus aliados durante 81 años , fue un inútil intento de someter las provincias protestantes holandesas.
Estas, apoyadas en ciertas ocasiones por las otras potencias, se habían rebelado contra la ocupación española que, entre otras cuestiones, había impuesto la inquisición en aquel territorio.
El pobre resultado de este enfrentamiento convirtió las primeras victorias en pírricos triunfos.
Así, la batalla de Ostende (1601-1604), en la que los ejércitos católicos perdieron hasta 70.000 hombres en los asaltos a la plaza o la toma de Breda (1.625), que salo resistió 12 años en manos españolas, eclipsaron los éxitos iniciales del Duque de Alba.
Al final, toda la campaña terminó enquistándose y aquel ingente número de hombres y recursos se convirtió, en buena parte, en el responsable de la bancarrota en la que se sumió el estado español en 1627.
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Los Héroes de Bunker Hill (EE.UU. 17-6-1775)
En los primeros compases de la Guerra de Independencia Americana se produjo un acontecimiento que convirtió aquella revolución en un conflicto muy real para los británicos.
No muy lejos de Boston, los rebeldes se habían hecho fuertes en Breed y Bunker Hill, dos lugares donde se habían atrincherado a la espera de la acometida de los 2.000 soldados británicos que mandaba el general Howe.
Después de bombardear toda la zona, los ingleses cargaron sus bayonetas y entraron en combate cerrado con los americanos.
Fue entonces cuando los defensores, por entonces poco preparados para este tipo de enfrentamiento, fueron desalojados de sus posiciones, aunque a un elevado precio.
De hecho, la mayoría de las bajas entre los rebeldes se dieron cuando trataban de alejarse de las colinas. Sin embargo, vendieron cara la derrota.
Todos los altos mandos a excepción del propio Howe y un gran número de oficiales—en total 1.054 británicos— se vieron alcanzados por los disparos. Más de 800 soldados resultaron heridos de consideración y 226 murieron.
Los americanos, en su mayoría granjeros dirigidos por comandantes veteranos de las guerras contra los franceses, perdieron 140 hombres y 30 fueron capturados.
Luego de constatar los problemas que había encontrado su ejército, considerado el más potente de la época, el general Thomas Gage, comandante en jefe de las tropas británicas en Norteamérica, no pudo sino hacerse eco de las palabras de Pirrro: “otra victoria así nos destruirá”.
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Borodino, el fiasco de Napoleón (RUSIA 5-09-1812):
Los historiadores de la antigua Unión Soviética celebraron Borodino como una victoria. A pesar de haber ganado la batalla, las pérdidas fueron desastrosas para los franceses, que no pudieron conservar Moscú.
En su avance hacia Moscú, y después de haberse adentrado unos 1.000 kilómetros en el territorio enemigo, Napoleón se encontró con que los rusos, enviados por Kutuzov, se habían detenido en su retirada y habían logrado agrupar unos 120.000 hombres alrededor de tres colinas.
En una de ellas, conocida como Gran Reducto, habían colocado 27 piezas de artillería. A pesar de la oposición, los franceses consiguieron tomarla y devastaron Borodino.
Eso sí, a costa de numerosas bajas y, de hecho, no pudieron impedir que los rusos la retomaran poco después. Las pérdidas fueron enormes para ambas partes.
Los rusos, luego de una carga desesperada de los coraceros de Murat y de la infantería, y presionados por el martilleo constante de la artillería pesada francesa, se retiraron. La victoria de Napoleón tuvo un costo excesivo para los magros resultados que le reportó: perdió 43 generales, 110 coroneles y 30.000 soldados.
Los rusos perdieron 60.000 hombres. Los mariscales de Napoleón criticaron la forma de dirigir la batalla y el fiasco que representó, ya que aquel enfrentamiento aumentó las bajas francesas que antes del combate ya ascendían a más de 150.000.
A pesar del desastre, Napoléon logró entrar en Moscú. Sin embargo, un impresionante incendio, que poco después devoró la ciudad, obligó a las tropas francesas a retirarse. Sólo 10.000 soldados del medio millón que iniciaron la campaña volvieron para contarlo.
Quizá por eso, los historiadores de la antigua Unión Soviética consideraron Borodino una rotunda victoria rusa.
Esta operación inspiró la película Un Puente Demasiado Lejos
El escaso avance logrado por los aliados no compensó las bajas sufridas
Market-Garden o un puente demasiado lejos: Holanda 16-9-1944: En las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial y luego de lograr desembarcar en Normandía e irrumpir en el continente, los ejércitos aliados tuvieron que detenerse en su avance hacia Berlín, a pesar de que ningún ejército alemán se les oponía.
Una serie de errores en el reparto de los suministros mantenía detenidas las columnas blindadas angloamericanas frente a las puertas de Holanda. Para superar la situación y dar un impulso a la ofensiva, Bernard Law Montgomry, comandante en jefe de las tropas británicas del frente occidental, propuso un lanzamiento masivo de paracaidistas y tropas aerotransportadas. Su objetivo era conquistar cinco puentes sobre los canales y ríos holandeses.
El general estadounidense Omar Bradley comentaría más tarde que se habría sorprendido menos de haber visto a Montgomery entrar ebrio en el cuartel general aliado que escuchar de su boca aquel plan.
A pesar del enorme despliegue de medios —en el primer día participaron más de 35.000 soldados, 1.113 bombarderos, 1.240 cazas, 212 cazabombarderos, 500 planeadores y 1.073 naves e transporte— la operación fue completada en seis días. En ese tiempo, los estadounidenses tomaron los puentes de Son, Vegel y Grave, pero fueron detenidos en Nimega.
Por su parte, los británicos se lanzaron sobre el de Arnheim, donde los esperaba una feroz resistencia alemana. De los 10.000 británicos que participaron en aquel ataque —incluida una división polaca— sólo sobrevivieron unos 2.000.
Y aunque el de Nimega fue tomado, cuando los alemanes rechazaron la ofensiva sobre Arnheim, todo lo que ingleses y americanos habían logrado se redujo a un saliente de terreno que había costado 17.000 bajas, entre muertos, heridos y desaparecidos, es decir, un número mayor al que se produjo durante el desembarco de Normandía.
Las bajas alemanas, bastante inferiores, oscilaron entre los 12.000 y 15.000 hombres.
Al parecer, las pérdidas civiles holandesas también fueron cuantiosas, sobre todo a consecuencia de las evacuaciones y del cruento invierno que sobrevino aquel año. Muchas fueron las críticas a Montgomery, que a pesar de contar con una fuerza nada desdeñable, achacó su pírrico éxito a la falta de medios.
El Príncipe Bernardo de Holanda seguramente debió haber tenido estos hechos en mente cuando manifestó que su país “no podía permitirse el lujo de otra victoria de Montgomery”.