Biografia de Blas Parera y la Creacion del Himno Nacional Argentino

BLAS PARERA: CREA EL HIMNO NACIONAL

Blas Parera (1776-1840), nació en Murcia de una familia de origen catalán y murió en Mataró cerca de Barcelona.

Arribó muy joven a Buenos Aires en el año 1797 y se desempeñó como organista en la Catedral y en las templos de la Merced y San Ignacio.

También fue director de orquesta del Coliseo Provisional, el único teatro de Buenas Aires en la  época, inaugurado en 1804.

Blas Parera y la Creacion del Himno Nacional

Domingo de Azcuénaga en una mordaz letrilla en que caricaturiza a los personales de nota de la ciudad, escrita hacia 1816, dice refiriéndose a Parera: “Don Blas regañando! a toda la orquesta al paso que toca! del clave las teclas. . .“

Parera vivía en una casa de la calle Belgrano esquina Chacabuco, frente al Sur y daba lecciones de música y canto en casas de distinguidas familias de la sociedad porteña de la época.

Se le conocía como el maestro Blas.

En 1809 se casó con Facunda del Rey, niña que formaba parte del coro en la iglesia de San Nicolás de Bari.

Blas Parera como director de orquesta del Coliseo compuso la música de tonadillas, canciones y después de 1810 de varios himnos y marchas patrióticas con versos de fray Cayetano Rodríguez y otros autores.

La Asamblea de 1813, con fecha 6 de marzo, encargó se escribiera una canción nacional capaz de llenar las aspiraciones del ideal de Mayo.

El 11 de mayo de ese año don Vicente López y Planes (1784-1856), presentó su composición poética que fue aprobada con entusiasmo por los diputados y la barra presentes en la sesión.

Parera compuso la música para estos versos y el 25 de mayo de 1813 en la Plaza de la Victoria, al pie de la Pirámide de Mayo, los alumnos de la escuela de don Rufino Sánchez entonaron por primera vez en público nuestro Himno Nacional, llamado entonces Canción Patriótica. 

El 1 de julio la Asamblea ordenó pagar a Parera 200 pesos por la composición del Himno.

El título de nuestra máxima canción sufrió algunas alteraciones y cambios. En 1813 se lo llamó "Marcha Patriótica", luego "Canción Patriótica Nacional", y más tarde se lo conoció como "Canción Patriótica".

Una copia de 1847 lo tituló como "Himno Nacional Argentino", denominación que recibe en la actualidad.

Pacho O'Donnell, en "El Aguilla Guerrera" nos cuenta: ....la letra era inflamadamente independentista, como correspondía al espíritu de la época.

Tiempo más tarde la Asamblea del Año XIII pide un “arreglo” acorde con los nuevos vientos que soplan: Inglaterra se opone vigorosamente a todo arresto de autonomía en las colonias de España, su aliada en la guerra contra Napoleón.

La Asamblea de 1813, con fecha 6 de mayo, encargó se escribiera una canción nacional capaz de llenar las aspiraciones del ideal de Mayo. El 11 de mayo de ese año don Vicente López y Planes (1784-1856), presentó su composición poética, que fue aprobada con entusiasmo por los diputados y la barra presentes en la sesión.

Parera compuso la música para estos versos y el 25 de mayo de 1813 en la Plaza de la Victoria, al pie de la Pirámide de Mayo, los alumnos de la escuela de don Rufino Sánchez entonaron por primera vez en público nuestro Himno Nacional, llamado entonces. Canción Patriótica.

El embajador británico lord Strangford hace saber al gobierno de Buenos Aires “lo loco y peligroso de toda declaración de independencia prematura”.

Desaparecen entonces estrofas que anunciaban que “se levanta a la faz de la Tierra una nueva y gloriosa Nación”.

Se infiltran, en cambio, conceptos monárquicos tan en boga entonces, cuando nuestros prohombres parecían competir en candidaturas de príncipes europeos para gobernarnos.

Portugués, francés, italiano...

No extraña entonces el “ved en trono a la noble igualdad”, afrancesamiento relacionado con el propósito de coronar al duque de Orleáns. O “sobre alas de gloria alza el pueblo, trono digno a su Gran Majestad”, estrofa desaparecida en la versión definitiva, O “ya su trono dignísimo abrieron, las Provincias Unidas del Sur”, texto del que nos ocuparemos más adelante.

El Himno sufrió en 1860 otra lamentable modificación encomendada a Juan Pablo Esnaola: la marcha vibrante y guerrera se transformó en una pieza pretenciosamente majestuosa, tan estirada que va en camino de convencernos de que nuestra canción patria consta solamente de su introducción, que es lo que habitualmente se ejecuta.

Para colmo de males, por razones diplomáticas, el texto fue mutilado devastadoramente durante la segunda presidencia de Roca, suprimiendo las estrofas denigrantes a España.

Se evaporaron así marciales referencias a “los bravos que unidos juraron su feliz libertad sostener, a esos tigres sedientos de sangre fuertes pechos sabrán oponer”.

Tampoco cantaremos: “son letreros eternos que dicen: aquí el brazo argentino triunfó, aquí el fiero opresor de la Patria su cerviz orgullosa dobló”.

De allí en más los escasos retazos sobrevivientes nos harán repetir absurdamente hasta tres veces “y los libres del mundo responden...”

En 1817, Blas Parera fue padre de  José Manuel, y en 1818 regresó a España con su familia y en Cádiz, donde arribó en agosto de ese año, se ordenó “se vigile su conducta y estén a la mira de sus operaciones".

Era un español sospechoso para el gobierno del rey.

Durante mucho tiempo se ignoró todo sobre sus últimos años hasta que en 1972 el doctor Javier Ciavell Borrás, investigó en los archivos de Mataró, una localidad vecina a Barcelona y pudo establecer que Parera se desempeñaba allí como “interventor del Correo”, un oscuro cargo provincial, que allí murió su hija Dolores Parera y del Rey y que finalmente él murió en ese ciudad el 7 de enero de 1840 a la edad de 64 años.

• VICENTE LÓPEZ Y PLANES

Vicente López y PlanesSu vida tiene el valor de un documento, abarca medio siglo de historia argentina y escala la grandeza del símbolo, merced al Himno Nacional, cuyas inmortales estrofas compuso.

En la tormenta de la liberación, este solo hecho se proyecta como un brevísimo relámpago de talento, trazado en homenaje al temple de los argentinos, uno de cuyos preclaros exponentes fuera él mismo, como hombre-símbolo de su tiempo.

Desempeñó algunos cargos ilustres (secretario de la Asamblea del año 13 y del Directorio) y llegó a presidente de la República después de la renuncia de Rivadavia; fue luego ministro de Dorrego, más tarde consejero de Rosas y, derrotado éste, gobernador de Buenos Aires y signatario del Acuerdo de San Nicolás.

Su madre, doña Catalina Planes, porteña, se había casado con un buen asturiano, don Domingo, burgués emprendedor, comerciante honesto, hombre, en fin, respetado y querido.

Vicente trajo de su madre un principio de asimilación espiritual a la tierra nativa y heredó de su padre la hidalguía y el señorío.

Su carrera pública le dejó una foja brillante: en 1806 y 1807, capitán de Patricios en la defensa de Buenos Aires; en 1810, secretario de la expedición libertadora al interior (junto con Castelli llegó al Desaguadero, límite del virreinato); en 1813, diputado por Buenos Aires a la Asamblea; en 1816, secretario de Balcarce, director interino del Estado; en 1817, secretario de Pueyrredón, que había sucedido a Balcarce por voto del Congreso de Tucumán; en 1827, sucesor de Rivadavia en la presidencia unitaria hasta que, en 1828, Dorrego, gobernador federal, lo nombró ministro.

Después de 1852, aceptó de los repatriados la gobernación de Buenos Aires y suscribió en San Nicolás el pacto de gobernadores que prohijó la Constitución. No caló demasiado hondo en el surco de la historia, pero sus actos y su vida toda lo presentan a la consideración de la posteridad, por la rectitud que puso en ella.

Vicente López y Planes nació en Buenos Aires el 3 de mayo de 1785 y murió en la misma ciudad el 10 de octubre de 1856.

UNA CURIOSIDAD HISTÓRICA SOBRE EL HIMNO NACIONAL
Fuente: Cuadernillo N°12 Vicente Fidel López -
El Hermano del Himno Nacional-
Universidad Nacional del Litoral

Vicente López y Planes, hoy es el prócer que escribió el Himno Nacional Argentino.

El bronce ha enfriado sus virtudes y disimulado sus defectos.

Que haya participado en las invasiones inglesas, que haya estado presente en las jornadas de mayo de 1810, que haya sido diputado en la Asamblea del año XIII, presidente provisional, ministro o gobernador, son datos menores, datos que algunos ignoran y muchos no les otorgan ninguna importancia al lado de su condición de autor de las estrofas que nos reconocen como argentinos.

Vicente López Planes fue el autor del Himno Nacional, pero no ha faltado el historiador que señale que la letra es un plagio del "Canto guerrero", escrito unos años antes por Gaspar Melchor de Jovellanos, un liberal español, valiente, talentoso y patriota.

De todos modos, la noticia no es para ponerla en tapa de los diarios o armar un escándalo o iniciar un juicio por plagio.

Es apenas un dato a tener en cuenta para saber cómo se resuelven a veces ciertas cuestiones que después quedan incorporadas para siempre a las efemérides patrias.

Es muy probable que a don Vicente le hayan dicho que hacía falta un himno y que no había mucho tiempo disponible para escribirlo.

Es muy probable que haya tomado como referencia el texto de Jovellanos y lo haya adaptado a las circunstancias locales.

Estos procesos de adaptación o traducción son los que modelan lo que se conoce como una cultura nacional.

Hoy a nadie le importa que Jovellanos haya sido la fuente inspiradora del Himno, del mismo modo que a ningún hincha de fútbol le interesa que el origen del deporte sea inglés.

A los nacionalistas con "zeta" se les ponen los pelos de punta cuando se enteran de que el símbolo más caro de nuestra identidad, el Himno Nacional, es una copia.

Lo que no están dispuestos a admitir, en definitiva, es que todos los procesos culturales que configuran a una nación son producto de copias, mezclas, adaptaciones.

O sea que, sin proponérselo, don Vicente nos estaba dando una lección de cultura nacional, más allá de que su poema fuese aprobado a duras penas porque, ya que estamos en confidencias, existía un texto de Cayetano Rodríguez que tuvo muchas posibilidades de ser nuestro himno y que, por esas cosas de la política y, tal vez, de las influencias y los caprichos, quedó recluido en el anonimato.

Fuente Consultada:
Enciclopedia Estudiantil Tomo VIII CODEX


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