Biografia de San Pablo,Apostol-Historia de su Vida y Viajes
Biografia de San Pablo,Apostol-Historia de su Vida y Viajes
BIOGRAFIA DE SAN PABLO (-10 , 62 d.C.) - Nacido en Tarso, apóstol de los gentiles, su verdadero nombre es Saulo. Del linaje de la tribu de Benjamín, hijo de judíos nacionalizados romanos, pertenece a la secta de los fariseos.
Recibe su instrucción en las sinagogas judías.
De temperamento ardiente y arrebatado, se declaró defensor de la tradición mosaica y enemigo irreconciliable de Jesús y de las nuevas doctrinas.
Se dice que había participado en el martirio de San Esteban.
Allí lee el Antiguo Testamento en griego y estudia de forma amplia la versión del texto sagrado que se conoce como la de los sesenta.
Su padre lo envía a Jerusalén, donde se educa como escriba y pone gran celo en la defensa de las tradiciones judaicas.
Por esta época se le conoce como un implacable perseguidor de Jesús y sus discípulos.
Toma parte en el juicio que termina con el martirio de san Esteban.
Pablo, aunque luego ciudadano romano, era judío, de la tribu de Benjamín y había nacido en Tarso, en el Asia Menor. Estudió en Jerusalén para ser doctor de la Ley.
Se convierte al cristianismo después de una visión que tiene cerca de Damasco, en la que Jesús le comunica su elección como apóstol para predicar entre los gentiles y en todo Israel.
Recibe su bautismo y emprende su misión en Damasco, luego se traslada a Arabia, donde cumple su misterioso retiro.
De regreso a Damasco predica en las sinagogas, üuminado en la interpretación de las Escrituras y convencido de la misión que se le ha asignado.
Por su destacada sabiduría se gana la enemistad de los judíos y se ve obligado a escapar a Jerusalén.
Allí conoce a Pedro y a Santiago, en cuya compañía evangeliza, pero hostigado por los helenistas huye a Cesárea para regresar luego a Tarso.
Evangeliza en Antioquía en compañía de Bernabé, donde funda distintas comunidades cristianas y proyecta su evargelización a Grecia, Italia y todo el Asia Menor.
Comienza de esta forma las tres grandes misiones de su apostolado.
En la primera (45-48), en compañía de Bernabé, predica en Chipre, donde convierte al cristianismo al procónsul romano Sergio Paulo.
Por esta época, cambia su nombre por el de Pablo, el que le distmguirá en adelante.
De Chipre viaja a Antioquía de Pisidia, donde convierte al cristianismo a diversas comunidades paganas, pero el acoso de los judíos lo hace huir de nuevo.
Se traslada a Icono, donde su misión fructifica y convierte a la fe cristiana a un gran número de nativos paganos.
Su vida corre de nuevo peligro y busca refugio en Lystra y Derbe.
Pese a la presión de judíos y paganos, sienta las bases de la nueva Iglesia antes de retornar a Antioquía, al término de su primera misión.
Por esta época se celebra el Concilio de Jerusalén, en el que se debate si los gentiles convertidos al cristianismo deben obedecer las antiguas leyes judaicas.
Pablo se traslada a la Ciudad Santa en compañía de Bernabé, y participa de manera trascendental, asesorando a Pedro, quien teme el cisma de la Iglesia.
El Concilio aclara la no obligatoriedad de la circuncisión entre los cristianos conversos e instituye el Bautismo como nuevo símbolo de unión de todos los cristianos del mundo.
En la segunda misión (49-52) Pablo, en compañía de Silas, pretende evangelizar todo el Asia proconsular, pero en el camino se desvía hacia las tierras del norte y predica el evangelio en Frigia, Galasia y Misia. Aconsejado por una visión divina, toma luego rumbo a Macedonia.
A su peregrinaje se le une Lucas, quien después relataría sus misiones en el libro de Los Hechos.
Predican en Filipos y luego en Tesalónica, donde un gran número de griegos paganos adoptan la fe cristiana gracias a su labor.
Hostigados por los judíos, deciden dirigirse a Atenas, donde llevan el mensaje de Jesús a los filósofos epicúreos y estoicos.
La misión no fructifica y se dirigen a Córinto, donde fundan una sólida Iglesia entre los gentiles. Pasado algún tiempo, Pablo regresa a Antioquía y pasa por Jerusalén, donde reposa antes de dar inicio a su última misión.
En su tercera misión (53-58) recorre el Asia de los procónsules, pero preocupado quizás por consolidar la Iglesia en las tierras ya evangelizadas, hace el mismo recorrido de su segunda misión.
Predica en Efeso, donde existe ya una comunidad cristiana organizada, pero debido a la oposición de los judíos y paganos, decide evangelizar de nuevo en Macedonia, donde permanece cerca de seis meses.
En su estada, escribe las cartas dirigidas a la iglesia de Corinto y su famosa Epístola a los Romanos, que recoge la doctrina de su teología.
Al término de su tercera misión, Pablo regresa a Jerusalén, donde lo llevan a prisión.
Condenado a morir, hace valer su condición de ciudadano romano y pide que lo juzguen en Roma.
Antes de ser trasladado a la capital del Imperio, sufre un período de cautiverio en Cesárea.
En Roma recobra su libertad y continúa la predicación del evangelio en distintos viajes, uno de los cuales lo lleva hasta España.
En tiempos de Nerón, lo condenan a morir en la cruz, pero a petición suya y aduciendo su nacionalidad romana, muere degollado.
Los documentos que dan memoria de la doctrina de San Pablo son 14 epístolas, una a los romanos, dos a los corintos, una a los gálatas, una a los efesios, una a los filipenses, una a los colo-senses, dos a Timoteo, una a Tito, una a Filemón y una a los Hebreos.
La Iglesia conmemora su fiesta el 29 de junio, su conversión el 25 de enero y la dedicación de la Basílica Ostiense el 18 de noviembre.
La Conversión de Saulo:
Saulo en su juventud, defendía su creencia judía y devastaba la Iglesia, entraba en las casas y arrastraba a las prisiones a cuantos fieles encontraba.
Su odio le movió a dirigirse a Damasco, en Siria, provisto de una carta del Sumo Sacerdote, por la que se le autorizaba para traer cargados de cadenas a cuantos judíos se hubiesen hecho cristianos.
Mas la gracia divina le aguardaba en el camino y cerca de Damasco una luz vivísima le derribó en tierra, y oyó una voz poderosa que le decía:
«¡Saulo, Saulo! ¿Por qué me persigues?»
Saulo se levantó, pero tuvo que ser conducido por los que le acompañaban, pues estaba ciego y pasó tres días sin comer ni beber cosa alguna.
Había en Damasco un cristiano llamado Ananías, a quien el Señor se le apareció y le dijo:
«Vete al barrio que se llama Recto y pregunta por un hombre de nombre Saulo de Tarso y dile que es el instrumento escogido para llevar mi nombre a las naciones, a los reyes y a los hijos de Israel.»
Ananías obedeció; encontró a Saulo, le impuso las manos, le devolvió la vista y le bautizó. Estos hechos ocurrían hacia el año 34 d. de J.C.
El nuevo discípulo, Pablo, lleno de un celo ardiente se puso a predicar en las sinagogas de Damasco y a declarar que Jesús era el Mesías.
Pero los judíos, exasperados, quisieron darle muerte, y Pablo se retiró a Arabia, donde vivió tres años en el retiro y en la oración antes de emprender sus famosos viajes.
El cristianismo continuaba progresando en Judea, Samaria y Galilea. Pedro, como vicario de Jesucristo, empezó a visitar las nuevas misiones establecidas por todas partes.
Los cristianos de Jerusalén, a quienes la persecución había obligado a dispersarse, habían llegado hasta la isla de Chipre, Fenicia y la lejana ciudad de Antioquía, que era entonces la capital de Siria.
Los apóstoles enviaron a esta ciudad a Bernabé, cristiano celoso e inteligente.
Allí fue donde se dio por primera vez a los fieles el nombre de cristianos.
La Palestina estaba entonces administrada por Herodes Agripa.
Los emperadores romanos le habían devuelto el título de rey y, para hacerse agradable a los judíos, decretó una persecución de la que el apóstol Santiago el Mayor, hermano de San Juan Evangelista, fue su primera víctima, haciéndole decapitar, y encarceló a Pedro, en Jerusalén, para darle muerte después de la fiesta de Pascua, pero un ángel le liberó y se refugió en la casa de Juan Marcos, el futuro evangelista, donde se hallaban reunidos numerosos cristianos.
Los grandes perseguidores de la Iglesia naciente en los primeros tiempos, fueron los judíos. Uno de los problemas más graves que se suscitó en el seno de las cristiandades formadas en pueblos gentiles, era la de si éstos debían someterse también a la ley mosaica al hacerse cristianos.
Muchos judíos entendían que sí, pero esto repugnaba a los nuevos conversos.
Pedro decidió en sentido negativo con estas palabras:
«¿Por qué tentáis a Dios queriendo imponerles un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar?» Entonces la asamblea decidió que no debía molestarse a los paganos que se convertían al cristianismo, ni exigir de ellos la práctica de los ritos exteriores de la ley mosaica.
El cristianismo se extendía, y maravilla comprobar cuánto viajó Pablo en su apostolado.
Despues de haber atravesado la Siria del norte, se dirigió hacia el noroeste del Asia Menor, a través de la meseta central, y llegó a la pequeña ciudad del Tróades, situada a orillas del Mediterráneo.
Luego estuvo en Macedonia y en Atenas, donde sintió una profunda tristeza, viendo hasta qué punto estaba sum'ergida en la idolatría.
«Atenienses —les habló en la plaza pública— veo que s,ois los más religiosos de los hombres, porque examinando vuestros objetos sagrados he encontrado entre tantos dioses un altar sobre el que está escrito: Al Dios desconocido. Ese a quien adoráis sin conocerle, yo os lo vengo anunciando. Es Cristo.»
Fuente Consultada:
Enciclopedia Temática Ilustrada - CONSULTORA Tomo IV, pag. 62 - La Cultura - Editorial LECTUM EDITORES
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