La Crisis del Petroleo:Causas Caida Mundial del Crecimiento Economico
La Crisis del Petróleo
La Caída del Crecimiento Económico
RESUMEN HISTÓRICO:
El impacto y la salida de la crisis:
Una combinación de factores marcó el final de un período de notable crecimiento.
La declaración de inconvertibilidad del dólar en 1971 y las devaluaciones del dólar entre 1971 y 1973 pusieron fin al sistema monetario de Bretton Woods.
La decisión de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) de aumentar el precio del crudo en 1973 —y nuevamente en 1979— terminó con el petróleo barato que había lubricado el crecimiento de posguerra.
Como consecuencia de estos cambios se frenó el ritmo del crecimiento económico.
Creció la inflación, se redujeron las tasas de crecimiento y aumentó el desempleo.
Importantes industrias —incluso sectores industriales enteros— se vieron obligados a reconvetirse: debieron introducir innovaciones tecnológicas, ahorrar energía, reducir sus plantas de personal, etc.
Muchas de estas reconversiones contaron con el apoyo de los estados nacionales, que tendieron a privilegiar la mejora de las estructuras productivas por sobre los gastos sociales.
En términos sociales y políticos, la salida de la crisis de la década del ‘70 no fue neutral.
En el terreno político, su rasgo principal fue el cuestionamiento teórico y práctico del estado de bienestar.
Para sus críticos, enrolados en posiciones que suelen denominarse genéricamente neoliberales o neoconservadoras, el propio funcionamiento del estado de bienestar creaba las condiciones para el estancamiento económico, al limitar los beneficios empresariales y reducir en consecuencia las posibilidades de inversión.
A partir de ese momento, la intervención del estado se caracterizó por una menor preocupación por las reivindicaciones sociales.
La ofensiva conservadora tuvo dos líderes principales:
Ronald Reagan, presidente de los Estados Unidos entre 1980 y 1988, y Margaret Thatcher, primera ministra británica entre 1979 y 1990.
En el terreno social, el precio pagado por la contención de la inflación y por la reconversión de las industrias obsoletas fue un importante aumento en la tasa de desempleo, particularmente notable en Europa occidental.
Los límites del crecimiento y la cuestión ambiental.
En 1972 el Club de Roma publicó un informe titulado “Los límites al crecimiento”.
En dicho informe, un conjunto de expertos realizó una evaluación acerca de las posibilidades de continuidad del crecimiento económico en el planeta.
El problema central que planteaba el estudio era, como señala Víctor Urquidi, “el de la capacidad del planeta en que convivimos para hacer frente, más allá del año 2000 y bien entrado el siglo XXI, a las necesidades y modos de vida de una población siempre creciente, que utiliza a tasa acelerada los recursos naturales disponibles, causa daños con frecuencia irreparables al medio ambiente y pone en peligro el equilibrio ecológico global —todo ello en aras de la meta del crecimiento económico, que suele identificarse con bienestar”—.
Las conclusiones del informe eran pesimistas.
Más allá de la certeza en sus previsiones, el informe ejemplifica bien una preocupación y un abordaje global que tuvieron creciente difusión desde la década del ‘70 en adelante.
La preocupación por armonizar el crecimiento económico, el mantenimiento de condiciones ambientales adecuadas y la vigencia de una mayor equidad social tuvo un hito en la realización de la Conferencia de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y el Desarrollo, realizada en Río de Janeiro en 1992.
La necesidad de la cooperación mundial para conseguir un desarrollo sustentable —o sostenible— fue el eje de las discusiones de la conferencia.
Arabia Saudí, que no creía que su economía pudiese desarrollarse exclusivamente sobre la base de las exportaciones de petróleo, se embarcó en un programa de desarrollo masivo que pretendía no sólo construir refinerías de petróleo, sino también otras «industrias más alejadas de la fuente»: las que se basaban en el petróleo o la energía barata.
La zona industrial de Al Jubal constituye un ejemplo de esta estrategia. Petromin, un organismo gubernamental Saudí. y Shell trabajaron conjuntamente en la operación.
PARA SABER MAS....
La respuesta a la OPEP
Sin embargo, incluso esa solidaridad no fue suficiente para mantener los altos precios del petróleo.
La recesión en Occidente redujo la demanda de petróleo; entonces empezaron a realizarse esfuerzos por ahorrar el consumo de petróleo, ya fuera substituyéndolo por otros combustibles o utilizando técnicas más eficientes en el consumo de energía.
El carbón y la energía nuclear proporcionaban una fuente alternativa de energía que generó una creciente proporción de electricidad durante la década de los 70.
Se exigían y producían coches con motores más pequeños y más económicos, lo que favoreció las importaciones japonesas a Estados Unidos.
Se introdujeron límites de velocidad para ahorrar petróleo, e incidentalmente, salvar vidas.
Las fuentes de petróleo que no pertenecían a la OPEP empezaron a ampliarse.
El desarrollo más espectacular se produjo en el mar del Norte, donde los altos precios del petróleo y la nueva tecnología hicieron posible la extracción de tal cantidad de petróleo que, a principios de la década de los 80, Gran Bretaña era autosu-ficiente en cuanto al petróleo.
En un intento de evitar la repetición de los sucesos de 1973-1974, 16 Estados formaron el Organismo Internacional de Energía (IEA) a finales de 1974.
La organización tenía como objetivo supervisar un sistema para compartir petróleo en futuras emergencias y reducir la posibilidad de tales emergencias estimulando una mayor autosuficiencia en la producción de petróleo.
A cambio de compartir el petróleo de los países miembros productores de petróleo —Estados Unidos, Canadá y el Reino Unido— durante las emergencias, los países no productores de petróleo aceptaron en 1976 un precio mínimo de venta de 7 dólares por barril a fin de proteger su inversión en las fuentes petrolíferas.
Ninguna de estas respuestas convenció al mundo de que se había solucionado el problema del petróleo.
En 1978, Paul Erdman publicó su novela The Crash of '79 en la que predecía una gran guerra originada en Oriente Medio, precipitada por el sha de Persia y la lucha por el petróleo.
La ficción demostró ser más exacta que muchas previsiones menos entretenidas, dado que 1979 señaló el comienzo de la segunda crisis del petróleo, iniciada por el derrocamiento del sha de Persia y la interrupción de los suministros de petróleo de Irán.
El precio del petróleo se dobló, pese a que la escasez de petróleo mundial nunca excedió el 4 por ciento y la producción de la OPEP para aquel año llegó de nuevo a un punto cumbre.
Durante la primera crisis, las compañías petroleras habían racionado los suministros de petróleo y limitado así las consecuencias que la carrera por el petróleo podía tener.
En la segunda crisis controlaban sólo la mitad del petróleo en el comercio internacional y no podían ser tan eficaces.
Estados Unidos tan sólo cesó de acumular petróleo en marzo de 1979 y a continuación no pudo tener acceso a las reservas puesto que no se habían instalado las bombas.
El sistema de reparto de emergencia del IEA no fue activado, pese a la solicitud de Suecia, por la dudosa razón de que la activación podría aumentar el pánico.
Una segunda oportunidad para que el IEA demostrara su valía surgió en septiembre de 1980, cuando se declaró la guerra entre Irán e Irak.
Hacia principios de noviembre, cesaron las exportaciones de petróleo de ambos países, reduciendo las reservas mundiales algo más que en la crisis de 1979.
Sin embargo, el precio del petróleo aumentó de 31 a 40 dólares, volviendo a descender a 35,5 dólares a final de año.
Los mercados estaban más calmados porque Arabia Saudí aumentó la producción y el IEA alentó a sus miembros a disminuir sus reservas.
La utilización de los ingresos procedentes del petróleo: Los ingresos de la OPEP aumentaron hasta un máximo de 287.000 millones de dólares en 1980, pero la nueva ronda de aumentos de precios estimuló nuevas reducciones en la demanda.
Los países de la OCDE redujeron su demanda de petróleo de la OPEP en un 20 por ciento entre 1979 y 1985.
En esta última fecha, la OPEP suministraba sólo el 40 por ciento de la demanda de petróleo en el mundo no comunista, lo cual suponía ganancias de 132.000 millones de dólares.
Al año siguiente, el precio del petróleo descendió en casi un 70 por ciento en seis meses.
Hacia 1988, los ingresos eran de cerca de 90.000 millones de dólares.
Deseosa de reducir la dependencia de su economía del petróleo, Arabia Saudí se embarcó en una inversión masiva en nuevas industrias, como las industrias químicas, mientras en algunas de ellas ya existía un exceso de capacidad mundial.
Al ser un país geográficamente grande con una pequeña población y un monarca tradicional, que limitaba con Estados muy poblados con gobiernos radicales, Arabia Saudí también se sintió obligada a adquirir el equipo de defensa más moderno posible.
Mientras el precio del petróleo seguía aumentando, los ingresos procedentes del petróleo permitían al gobiernos saudí financiar estos planes.
Cuando el precio del petróleo volvió a caer en 1986, la estrategia económica nacional saudí se hizo insostenible.
El deseo de Arabia Saudí de ajustar su suministro de petróleo a fin de mantener los precios acordados, se evaporó gradualmente cuando aumentaron las dificultades presupuestarias.
Con el hundimiento de este pilar de la OPEP, la perspectiva del cártel con un poder de mercado casi desapareció.
La Unión Soviética se podría haber beneficiado de este aumento en los precios, pero la delicada relación con sus mercados petroleros en Europa del Este lo hacía problemático.
La Unión Soviética subsidiaba a sus Estados tapón suministrando petróleo por debajo de los precios mundiales.
Pero los malos resultados de la economía soviética y de las economías satélite convirtieron este subsidio en una carga cada vez mayor.
Los efectos de la crisis
Las naciones industrializadas de Occidente reaccionaron al boicot y al alza de precios (de 2,59 a 11,65 dólares por barril) con consternación, pero inmediatamente adoptaron sus medidas.
Holanda fue la primera en promover el ahorro de energía mediante la prohibición de la circulación automovilística en domingo.
Bélgica y Alemania Federal siguieron su ejemplo poco después e impusieron también —como otros países— limitaciones de velocidad.
Estas y otras medidas de ahorro demostraron su eficacia.
Aunque al boicot petrolífero había seguido una conmoción en cierto modo beneficiosa, los altos precios de los crudos podían conllevar peligros más graves.
Se iba a acelerar la inflación, y en consecuencia el paro y las tensiones sociales.
El sistema monetario se vería afectado a nivel internacional cuando los países productores de petróleo invirtieran en el mercado internacional las elevadísimas ganancias obtenidas de la noche a la mañana con igual celeridad.
Finalmente, se desequilibraron las balanzas de pagos de muchos países, puesto que tuvieron que emplear volúmenes de divisas mucho más elevados para hacer frente a las importaciones de petróleo.
En 1973 los países del Mercado Común destinaron 16.000 millones de dólares para hacer frente a dichas importaciones, y un año después se elevaban ya a 40.000 millones de dólares.
Especialmente afectados resultaron los países en vías de desarrollo que no poseían petróleo.
En conjunto se aceleró la recesión de la economía mundial, independientemente de las demás causas que la habían determinado.
Los países industriales no iban a poder seguir aumentando su prosperidad tan rápidamente y a tan bajo precio, a expensas de otras naciones.
Las compañías petrolíferas multinacionales obtuvieron buenos beneficios del embargo y del alza de precios impuestos por los árabes.
Habían demostrado ser imprescindibles a la hora de abastecer a los países industriales, y habían invertido ingentes sumas de dinero en nuevas prospecciones, pero el explosivo incremento de sus ganancias suscitó la indignación general.
La tierra oculta todavía más de 90.000 millones de toneladas de petróleo (y los expertos calculan otros 200.000 millones más), pero un consumo anual medio de 3.000 millones de toneladas permite calcular fácilmente que estas reservas se agotarán a principios del siglo XXI, aunque sin duda antes se producirán situaciones de difícil superación.
Aunque los países más dependientes del petróleo tratan de aprovechar otras fuentes de energía, no resulta fácil sustituirlo a medio plazo.
En tal caso, es muy probable que la crisis de 1973 no haya sido más que el preludio de otra crisis energética futura, mucho más grave y de alcance mundial.
SÍNTESIS DE LA ÉPOCA
ORIENTE MEDIO se convirtió en un área crucial de la política mundial a partir de la década de 1950.
Ello se debió a que los países de Europa occidental, Japón y Estados Unidos se hicieron cada vez nías dependientes de los grandes yacimientos petrolíferos de Oriente Medio.
Los mayores depósitos se hallan en las inmediaciones del golfo Pérsico —Arabia Saudí, Kuwait, Irak e Irán— y en Libia (norte de África).
PETRÓLEO Y OPEP
En un principio, estos depósitos de petróleo eran explotados por compañías occidentales.
Más tarde, los gobiernos de Oriente Medio se hicieron con el control de sus propias riquezas, ya que estaban en condiciones económicas para hacerlo.
En 1960 muchos países productores de petróleo se unieron para fundar la OPEP (Organización de países exportadores de petróleo). Los precios empezaron a ser más altos.
LA CRISIS DEL PETRÓLEO
En 1973, los países occidentales apoyaron a Israel en la guerra del Yom Kippur contra Egipto y Siria.
Los productores árabes de petróleo, unidos en la OPEP, intentaron terminar con ese apoyo cortando los suministros de petróleo. Los precios del crudo se dispararon.
Ello causó una grave crisis energética y una inflación (alza general de los precios) que dañó seriamente las economías occidentales, aunque multiplicó la riqueza de muchos productores de petróleo.
NACIONES RICAS Y NACIONES POBRES
Los países árabes productores de petróleo han tenido gobiernos muy diferentes.
Algunos, como Kuwait, Arabia Saudí o Libia, tienen poblaciones pequeñas, de modo que la riqueza proveniente del petróleo puede emplearse en educación, sanidad y bienestar social.
Otros, como Irak e Irán, están superpoblados.
Muchos de sus habitantes son pobres, entre otras cosas porque gran parte de las riquezas generadas por el petróleo se invierten en gastos de guerra.
GOBERNANTES ÁRABES
Algunos de los mayores productores de petróleo, como Arabia Saudí y Kuwait, cuyos gobiernos son conservadores, están dirigidos por jeques (los jefes hereditarios de los árabes) prooccidentales.
Otros, como Libia, Irak e Irán, están regidos por gobiernos que se autoproclaman revolucionarios. Como rasgo común, atacan el imperialismo estadounidense y la ingerencia de Estados Unidos en los asuntos extranjeros.
RELIGIÓN ISLÁMICA
En el mundo islámico se ha extendido un malestar general por la consideración que el Islam ha tenido en Occidente.
Muchos pueblos de Oriente Medio exigen una modernización a la occidental, con el Islam en un segundo término.
Éste fue el camino de Turquía y de su líder Kemal Atatürk (1881-1938) y la de Irán antes de 1979.
Otros quieren preservar la religión y las costumbres islámicas, como Arabia Saudí, donde, por ejemplo, el alcohol está prohibido.
FUNDAMENTALÍSIMO ISLÁMICO
Una tercera opción es dinamizar el Islam haciendo de él una religión revolucionaria y opuesta a cualquier influencia extranjera.
En 1979 el sha de Persia (1919-80) fue derrocado por los fundamentalistas shiís en Irán, quienes tomaron rellenes estadounidenses, desafiaron a Occidente y establecieron la estricta observancia islámica.
En 1981, los fundamentalistas asesinaron al presidente egipcio Anwar el-Sadat (1918-81).
Fuente Consultada: Los Cambios Económicos del Siglo XX Sidney Pollard
Enlace Externo: Crisis del Petroleo