La Guerra Relampago o BLITZKRIEG del Alemania

Guerra Relámpago: BLITZKRIEG
Invasión a Polonia de Alemania

La invasión de Polonia muestra por primera vez los cambios en la estrategia militar respecto a la Gran Guerra de 1914. En primer lugar, la guerra aérea como factor fundamental. En segundo , los tanques. Si bien estos ya debutaron en la primera guerra, lo hicieron como apoyo de la infantería.

Ahora serán la punta de lanza de la invasión, formando movimientos de pinzas. El rápido avance de las columnas motorizadas y blindadas permiten en un ataque devastador la caída de vía el 29 de septiembre de 1939. (Imagen: Destrucción de Viviendas en Polonia cuando Hitler inicia la guerra)

Ante esta nueva agresión, Inglaterra y Francia declaran la guerra a Alemania, pero poco hacer para evitar el desastre en Polonia. A esta irrupción alemana se suma la ocupación rusa de la zona del este polaco, y en virtud de un pacto firmado entre Stalin y Hitler, se fija la frontera entre las dos potencias restableciendo de hecho los viejos límites anteriores a la Primera Guerra (Rusia ocupa las dos terceras partes de Polonia y los estados de Estonia, Letonia y Lituania).

En abril de 1940 Hitler invade Noruega y Dinamarca. La ofensiva por el Oeste continúa con la ocupación de Bélgica, Holanda y Luxemburgo; estas victorias alemanas aseguran la expansión con una formidable maquinaria bélica.

Los ataques alemanes impusieron la blitzkrieg o “guerra relámpago”, una estrategia rápida y fulminante que consistía en el despliegue simultáneo de fuerzas acorazadas e infantería en distintos puntos, reforzadas por paracaidistas y por la fuerza aérea en acciones rápidas y perfectamente sincronizadas. Se trataba de una guerra de movimientos que caracterizó a la Segunda Guerra; la sorpresa y la rapidez de los avances contrastaban con los frentes estáticos de la guerra de trincheras característica de la primera contienda mundial.

Los ataques contra Dinamarca y Noruega estuvieron seguidos de cerca por otros contra los Países Bajos y luego contra la propia Francia. Esta blitzkrieg o «guerra relámpago» se saldó con derrotas incontestables de las tropas aliadas: 2.000 soldados alemanes entrenados para luchar en invierno forzaron la retirada de un ejército aliado de 13.000 hombres en Troúdheim, Noruega y, aún más importante, el avance alemán requirió la evacuación de 338.226 soldados aliados de las playas septentrionales de Francia en Dunkirk entre el 28 de mayo y el 3 de junio de 1940.

Para invadir Francia —contrariamente a lo que se cree— Alemania no tenía una gran superioridad de material. El arrinconamiento de la esperada contraofensiva aliada por el norte en el Canal de la Mancha —cuyas tropas sometidas a los bombardeos de la Luftwaffe, alcanzan el puerto de Dunkerque donde son evacuados y embarcados 335.000 soldados ingleses, franceses y belgas para huir a Gran Bretaña— y la ocupación alemana de París se suceden mientras los tanques del general alemán Rommel llegan a la frontera sur con España.

Como consecuencia del avance nazi, cae el gobierno francés y Francia queda partida en dos: París es “zona ocupada” y el viejo mariscal Philippe Petain, héroe de la primera guerra, firma la rendición. Proclamado luego como jefe de estado, constituye un régimen autoritario en la zona sur del país, con capital en la pequeña ciudad balnearia de Vichy y colabora con los nazis.

 Entretanto, desde Londres, el general francés Charles De Gaulle convoca desde el exilio a la resistencia de todos los franceses. Sus mensajes emitidos por las señales radiofónicas de la BBC llaman a desconocer la partición del territorio y a seguir luchando contra la ocupación alemana.

Los trascendentales acontecimientos de la prima­vera de 1940 tuvieron profundas repercusiones políticas en Gran Bretaña y en la Europa continental.

Chamberlain fue obligado a dimitir por ser incapaz de evitar la ocupa­ción de grandes zonas de la Europa Occidental y, el 10 de mayo, Winston Churchill lo sustituyó como pri­mer ministro, al frente de un Gobierno de coalición.

También en Londres encuentran refugio los monarcas de los países ocupados por Alemania: la reina Guillermina de Holanda, el rey noruego Haakon y el rey Leopoldo de Bélgica.

La Guerra Relámpago en la Invasión de Polonia

En la madrugada del 1 de septiembre, las fuerzas armadas alemanas emprendieron por aire y por tierra el más espantoso ataque que el mundo jamás haya podido contemplar. La blitzkrieg (guerra relámpago) de Hitler sorprendió a los polacos en la más absoluta inadvertencia.

Los cazas y los bombarderos Stuka germanos barrieron con sus caídas en picado la Fuerza Aérea polaca en menos de 48 horas, antes de que la mayoría de los aparatos pudieran despegar del suelo; destruyeron también vías férreas y segaron literalmente las columnas de soldados que avanzaban. Mientras tanto, la armada alemana se apoderaba de Danzig y cortaba el acceso de los polacos al mar; al mismo tiempo, divisiones panzer acorazadas y unidades de infantería motorizada irrumpían en Polonia por tres frentes.

La rapidez e intensidad de la ofensiva germana sumieron a las fuerzas de tierra polacas en la más completa confusión. Sus líneas se fragmentaron de tal modo que numerosas unidades quedaron totalmente incomunicadas. Además, aunque los polacos se batieron denodadamente no podían competir con el enemigo: su armamento y su sistema de combate habían quedado anticuados. (Al parecer, hubo un momento en que la caballería polaca cargó, con lanzas y sables, contra los tanques germanos.) El 5 de septiembre los alemanes controlaban ya el pasillo polaco y tres días más tarde situaban sus primeros tanques a las puertas de Varsovia. En menos de tres semanas habían ocupado la totalidad de Polonia occidental.

Los rusos, desconcertados por el meteórico avance alemán, irrumpieron el 17 de septiembre por la frontera oriental de Polonia. Pretextaron amparar las minorías de rusos blancos y ucranianos del este polaco, aunque en realidad su objetivo era asegurar su parte en el botín. Sin hallar apenas resistencia, las tropas rusas se encontraron con las germanas en Brest-Litovsk el 18 de septiembre. Diez días más tarde, ambas naciones se repartían Polonia. Inglaterra y Francia habían declarado la guerra a Alemania el 3 de septiembre, pero la rapidez germana les impidió acudir en defensa de Polonia. Ahora, con Polonia abatida, el Führer se ofreció públicamente a concertar la paz si Inglaterra y Francia reconocían sus anexiones y entregaban algunas de las colonias que Alemania poseía antes de la Primera Guerra Mundial.

Hitler, sin embargo, tenía ya dispuesta la invasión de Europa occidental para el caso en que fuera rechazada su propuesta. Entendía que, derrotada Francia, Inglaterra accedería a concertar la paz. Una vez cubierto el flanco occidental, atendería a su principal objetivo: la expansión del Reich hacia el este.

El 10 de octubre, Hitler encargó a sus generales preparar un ataque sobre el oeste europeo y llevarlo a cabo con la mayor prontitud. A finales de aquel mes, fijó el 12 de noviembre como fecha de la ofensiva. Hasta entonces el occidente europeo no había sido escenario de duros combates. Dada la relativa calma de la situación, la gente comenzó a calificar el conflicto de «guerra falsa» o Sitzkrieg («guerra de brazos caídos»). Mientras los germanos ultimaban sus planes de invasión, los aliados se hacían fuertes tras sus fronteras.

Con la llegada de noviembre, el mal tiempo forzó a Hitler a aplazar su ofensiva hasta mediados de enero; a principios de este mes, sin embargo, hubo de posponerla de nuevo, pues los belgas tenían ya noticia de parte de sus planes. Así pues, era preciso retrasar la acción hasta que fuera elaborada una nueva estrategia. Mientras tanto, Hitler, alertado por sus almirantes, decidió emprender la conquista de Noruega antes de que Gran Bretaña pudiese ocuparla o bloquear sus aguas territoriales.

Si los aliados controlaban Noruega, Alemania volvería a ser víctima del temido bloqueo, como sucediera en la Primera Guerra Mundial. Se vería privada incluso del mineral de hierro, que desde el norte de Suecia llegaba por ferrocarril hasta el puerto noruego de Narvik y proseguía por mar hasta Alemania, a lo largo de la costa noruega. A mediados de diciembre, el almirante Erich Raeder, jefe de la Armada, hizo llegar hasta Hitler a un noruego nacionalsocialista llamado Vidkun Quisling (nombre que pronto sería sinónimo de traidor), quien se ofreció para organizar un golpe de estado en conjunción con la invasión alemana.

El 9 de abril de 1940 las fuerzas germanas iniciaron su avance hacia Noruega. Confiaban más en un golpe de audacia que en su aparato militar. Varios destacamentos navales se apoderaron de los más importantes puertos y los paracaidistas, por su parte, ocuparon el aeródromo principal del país. Después de invadir Dinamarca, las tropas alemanas fueron transportadas por mar hasta Noruega.

Los sorprendidos daneses capitularon al instante, pero los noruegos opusieron resistencia aunque no podían sostener indefinidamente el empuje alemán sin ayuda de los aliados. Estos desembarcaron algunas brigadas en la costa noruega, que hubieron de retirarse a comienzos de junio, rechazadas desde aire y tierra por los alemanes.

El día 12 de ese mes, Noruega se rindió. El desacuerdo por la marcha de la guerra había provocado en Inglaterra la dimisión de Chamberlain el 10 de mayo. Le sucedió Winston Churchill, primer lord del Almirantazgo.

PARA SABER MAS...

Explica Carlos De Nápoli en su libro "Científicos NAZI en la Argentina":

La Blitzkrieg

Originada en adelantos técnicos tales como los aviones, los tanques, el automóvil y los camiones, se presentaba ahora como problema el combustible para moverlos. La táctica militar de la Blitzkrieg resultó ser revolucionaria en el contexto histórico empleado, aunque era una cuestión absolutamente racional.

Se trataba de atacar al enemigo en su punto más débil para lanzar allí todo el peso de la parafernalia militar nazi. Se comenzaba con un ataque aéreo y de artillería para debilitar las defensas, rompiéndolas, a su vez, con la aparición de tanques de fuerte blindaje y de la infantería motorizada. Estas irrupciones realizadas en varios sectores del frente de batalla eran seguidas por el envolvimiento de las fuerzas atacadas, las que quedaban aisladas, abrumadas y sin posibilidad de ser abastecidas. Era un concepto de movilidad absoluta totalmente opuesto al antiguo esquema de guerra estática en trincheras.

Pero, para que este mecanismo funcionara correctamente, las fuerzas alemanas debían estar concentradas en las cercanías de los lugares que serían atacados y como elemento vital y fundamental, poseer una reserva de combustible, municiones y raciones alimenticias previamente almacenados, de forma tal que en el tiempo previsto de duración del ataque no faltara absolutamente nada. Todo esto funcionó muy bien cuando los ataques se hicieron en radios geográficos reducidos.

Bajo este rígido esquema se programó también la maquinaria bélica. No se fabricarían bombarderos estratégicos, de gran radio de acción, ya que los mismos resultaban, para el esquema de la Blitzkrieg, innecesarios.

Este pensamiento siempre estuvo ligado al problema del combustible. Al momento de crearse el concepto de Blitzkrieg, los bombardeos estratégicos resultaban imprecisos al instante de arrojar las bombas, y los bombarderos resultaban grandes consumidores de naftas. Así, cualquier proyecto aeronáutico que significara utilización masiva de petróleo fue descartado de plano.

Como contrapartida, se utilizaría el denominado bombardeo en picado, tarea que recayó específicamente en el Junkers 87 (Stuka), un avión robusto y eficaz al comienzo de la guerra que se tornó obsoleto en cuestión de meses. Esta táctica consistía en utilizar al avión mencionado, que soportaba lanzarse en picado sobre su objetivo para soltar la bomba con bastante precisión, y luego retomaba altura. La acción aseguraba que el proyectil caería sobre el blanco o en un lugar muy próximo. Si bien parece una cuestión rústica, los bombarderos estratégicos de los aliados acertaban una bomba sobre el blanco por cada 10.000 que arrojaban.

El ahorro de material y de combustible conseguido por los alemanes resultaba, en términos puramente bélicos, envidiable. Debe observarse atentamente que si esta táctica hubiera sido empleada por los Aliados contra Alemania, la destrucción de las plantas de la I.G. Farbenindustrie donde se producía el petróleo sintético hubiera paralizado a Hitler en cuestión de semanas. Que no se utilizara el esquema resulta por demás llamativo.

Fuente Consultada: Historia Mundial Contemporánea - 1er. Polimodal.


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