Funcionamiento del Aparato Reproductor Femenino-Resumen y Cuadro

Funcionamiento del Aparato Reproductor Femenino - Resumen y Cuadro Sinoptico

El aparato genital femenino

El aparato genital femenino está alojado dentro del abdomen, en el fondo de la cavidad pelviana.

La pelvis de la mujer está especialmente adaptada por su forma y configuración a la eventualidad del embarazo y del parto.

Las paredes de la pelvis están formadas por los huesos coxales y el sacro, unidos mediante ligamentos y recubiertos a su vez por músculos.

Los músculos que forman el suelo de la pelvis y cierran por abajo la cavidad abdominal son los llamados músculos del periné, que están atravesados de atrás hacia delante por el recto, con el orificio anal, por la vagina y por la uretra.

Naturalmente, en el hombre, y aunque no lo hayamos mencionado específicamente, dada su menor importancia, el periné consta de un orificio menos, estando atravesado solamente por el recto, con el ano, y por la uretra.

Todas las visceras del abdomen, y también los órganos genitales de la mujer están recubiertos por una membrana serosa brillante y lisa, denominada peritoneo.

Funcionamiento del Aparato Reproductor Femenino

El aparato genital femenino tiene dos glándulas importantes denominadas ovarios.

Estos se sitúan en una concavidad denominada foseta ovárica y que se encuentra a los lados de las paredes de la pelvis, uno a la derecha y otro a la izquierda.

Son del tamaño de una almendra con cascara y tienen bastante movilidad, por lo que, cuando se explora a una mujer para diagnosticar cualquier posible enfermedad genital, no se encuentran siempre en el mismo sitio, aunque sus variaciones no sobrepasan lógicamente el área más o menos grande de la foseta ovárica.

El ovario es la glándula productora de las células sexuales femeninas (o sea, los óvulos) y de una secreción interna, que son las hormonas femeninas, principalmente la foliculina y la hormona del cuerpo amarillo o luteína.

El óvulo es, pues, la célula sexual de la mujer.

Se origina en el ovario a partir de células más sencillas, que se van desarrollando hasta alcanzar un tamaño bastante considerable, unas 200 mieras (0,2 mm), siendo por tanto la célula de mayor tamaño en la especie humana.

Tiene los elementos característicos de toda célula (membrana, protoplasma y núcleo), y presenta en su formación y desarrollo diferencias fundamentales con los espermatozoides del hombre.

El proceso de formación de espermatozoides es continuo y se prolonga desde la pubertad hasta la vejez; por el contrario, el proceso de formación de óvulos es cíclico, periódico, madurando, en condiciones de normalidad, un óvulo cada mes.

Se calcula que un ovario de recién nacida contiene unos 400.000 óvulos sin madurar en los llamados folículos primitivos.

Este número sería excesivo si su único destino fuese el de proveer mensualmente a la mujer (durante la época de la fertilidad) de un óvulo maduro, apto para ser fecundado.

En términos generales, desde la pubertad hasta la menopausia, de los 12 a los 47 o 50 años, puede necesitar la mujer unas 450 células ovulares.

Una gran cantidad de óvulos no se dedican, pues, a perpetuar la especie, sino que quedan como encargados de mantener la femineidad, formando parte del complejo mecanismo hormonal.

Cada mes, alrededor de los 12 o 14 días después de la última menstruación, se ha desarrollado un óvulo en una cavidad del ovario llamada quiste folicular, cuyas paredes se adelgazan progresivamente hasta estallar, con lo cual el óvulo es expulsado hacia las trompas; por allí pasa al útero, donde este óvulo será fecundado, con lo cual se establece un embarazo; o bien se destruirá y desaparecerá, repitiéndose periódicamente este ciclo de forma constante.

Pero este ciclo no es tan sencillo como se ha descrito; y desde luego el procese de maduración es mucho más complejo en la mujer que en el hombre.

Para comprenderlo bien es necesario, antes de describir las hormonas del ovario y su mecanismo de actuación, completar la descripción del aparato genital femenino.

A continuación de los ovarios se encuentran las trompas uterinas o trompas de Falopio, que son dos conductos de unos 12 cm de longitud que van a terminar arlos ángulos del útero.

Los extremos de las trompas que se relacionan con los ovarios son anchos y presentan una serie de franjas u hojas que se adaptan al ovario en el momento en que se rompe el quiste folicular; de esta forma evitan que el óvulo expulsado caiga en la cavidad abdominal y le obligan a que siga, por el contrario, por las trompas hasta el útero, que es su destino lógico.

El útero es un órgano impar, muscular, situado en la porción inferior del abdomen, entre la vejiga de la orina y el recto, y en forma de pera aplastada de delante atrás.

Presenta un cuerpo, un istmo y un cuello.

El cuerpo y el istmo son intraabdominales, el cuello lo veremos asomar a la vagina, y todo el útero se mantiene en posición mediante una serie de ligamentos que le permiten, no obstante, cierta movilidad.

Si se observa detenidamente el útero o matriz, se verá también que tiene la forma de un triángulo, con la base arriba, a cuyos extremos llegan las trompas, y con el vértice abajo, que representa al cuello que se continúa con la vagina.

Forma el lecho y envoltura del huevo cuando existe embarazo y lo protege hasta su completo desarrollo, siendo en el momento del parto el elemento más eficaz para la expulsión del nuevo ser.

La musculatura de sus paredes es, pues, sumamente extensible, lo que le permite aumentar en varias veces su tamaño para dar cabida al feto; también es excitable, lo que facilita las contracciones del parto en el momento de la expulsión.

El último tramo del conducto genital está representado por la vagina, conducto músculo membranoso muy extensible, como se requiere para el acto del parto, ya que permite el paso de la cabeza fetal.

También es el órgano de la cópula, pues en la vagina se introduce el pene del hombre quedando depositado allí, en el primer momento, después del orgasmo masculino, el líquido seminal con los espermatozoides.

La vagina se adhiere, por su extremidad superior o profunda, al útero, concretamente al cuello del útero, y por su extremidad inferior, anterior o superficial, se abre en el orificio que forma la vulva.

La vulva es el orificio terminal de la vagina y comprende diversas formaciones, todas ellas superficiales y accesibles visualmente con la mujer en posición ginecológica, que consiste en colocar a la mujer echada sobre la mesa de exploración y con los muslos separados.

Rodeando al orificio vulvar están los labios menores, dos repliegues cutáneos que se juntan inferiormente formando la horquilla y superiormente resguardando la terminación de la uretra femenina.

La uretra en la mujer tiene una misión exclusivamente urinaria y sólo comprende la parte membranosa, careciendo de la parte prostática y de pene, que son atributos exclusivos del hombre.

Por encima de la vulva y del orificio de la uretra, existe un órgano eréctil llamado clítoris que está formado por cuerpos cavernosos, a semejanza del pene del hombre en cuanto a su constitución y funcionamiento, pero muy distinto si se relaciona por el tamaño.

El clítoris, por afluencia de sangre durante las caricias que preceden al coito y en el coito mismo, aumenta de tamaño; incluso por su sola estimulación puede llegar a producirse el orgasmo de la mujer.

Alrededor de los labios menores existen una serie de glándulas cuya secreción aumenta mediante el estímulo erótico para facilitar la cópula.

La zona externa de la vulva está limitada por los labios mayores, que siendo cutáneos y cubiertos de pelo son más o menos prominentes, según el tejido grasoso que encierran.

La porción de piel que recubre los huesos pubianos recibe el nombre de Monte de Venus: está cubierta por pelos abundantes cuya distribución, más o menos femenina, puede ayudar a catalogar a la mujer en normal, hipoplásica (si son escasos) o viriloide (cuando aumentan y son de distribución masculina).

Si se considera todo lo descrito sobre la anatomía del aparato genital femenino se observará que la posibilidad de una cópula fecundante y de la expulsión del fruto exige la existencia de un orificio que comunique los ovarios con el exterior.

Esta comunicación es filiforme en las zonas profundas, ya que sólo ha de permitir e; paso del huevo en sus primeras fases, y va aumentando hacia el exterior para permitir el paso del feto a través de la vagina en el momento del parto.

La existencia de este orificio en la parte inferior del cuerpo de la mujer plantea la posibilidad de una infección.

Los pelos que recubren los grandes labios y el Monte de Venus son el primer elemento protector de una epidermis sensible, ayudándoles en esa protección los músculos de la vagina, de la vulva y del periné, que normalmente mantiene, cerrado el orificio vulvo vaginal.

En la niña, y también en la mujer virgen adulta, existe una membrana llamada himen que solamente tiene un pequeño orificio y que cierra el vestíbulo vulvar, resultando la cavidad vaginal puramente virtual, por contactar las paredes de la vagina; la protección del himen hace que la entrada de líquidos, por ejemplo en el baño, sea prácticamente nula.

En la mujer con vida sexual activa o que ha tenido hijos, la vagina se comunica con el exterior, y por lo tanto la entrada de gérmenes es constante, no obstante lo cual las infecciones son raras mediante la acción defensiva de la secreción vaginal.

La autodefensa de la vagina se ejerce gracias al bacilo de Doderlein, que se halla en el medio vaginal en condiciones de normalidad y que tiene eficaz acción microbicida por la acidez que comunica a las secreciones; cuando existe una infección, el bacilo de Doderlein tiende a desaparecer y a variar la acidez del medio vaginal.

vagina, aparato reproducto femenino
Conjunto de los órganos genitales externos de la mujer que constituyen la vulva.En el grabado se hallan separados los labios mayores y menores que normalmente están en contacto


Al tratar del aparato genital de la mujer es necesario mencionar las mamas.

Éstas son habitualmente dos, pero en algunos casos raros se pueden describir mamas aberrantes situadas en el mismo tórax, e incluso existe un caso en que se veía una mama en la cara interna del muslo izquierdo.

Descansan sobre los músculos pectorales y en su cara anterior se encuentran la aréola, de piel más oscura, y el pezón, en el vértice del cual se abren los conductos galactóforos.

 

El atractivo que ejercen las mamas como órgano sexual es debido, entre otras causas, a que son el indicio corporal más evidente de la normalidad endocrina y juvenil de la mujer.

Hay que tener en cuenta que la seducción se ejerce a través de los sentidos, primeramente por la vista, después por el tacto, perdiendo importancia en el hombre el papel del olfato.

La belleza es un poderoso excitante sexual para el hombre, pero en la mujer ejerce más atracción la inteligencia del varón.

Cuanto más culta es, más se amplía en ella este concepto de inteligencia.

Por esta causa, la juventud no es tan importante en el hombre; en cambio, el hombre busca en la mujer cualidades más plásticas.

Quizás es una confirmación de lo anterior el hecho de que las mamas pierden su valor sexual cuando cumplen su verdadera función de lactar, aunque sean perfectas; no obstante, con la tendencia actual de abandono de la lactancia materna, adquiere más auge el valor erótico de las mamas.

Esta estructura genital de la mujer tiene como finalidad la procreación de un nuevo ser y su perfecto desarrollo; pero también tiene como misión ser el órgano de la cópula.

El coito se logra por la introducción del pene en erección en la cavidad vaginal, lo cual estimula las terminaciones sensoriales de los genitales externos, primordialmente del clitoris, provocando todo ello una complicada respuesta refleja de los centros nerviosos que ocasionan el orgasmo.

El orgasmo de la mujer es más complejo que el del hombre.

Decíamos que en éste existía una congestión venosa y una respuesta, que era la erección, seguida de orgasmo y eyaculación.

En la mujer, su orgasmo va precedido de una fase de excitación de duración muy variable; después viene una fase de respuesta, que culmina con el orgasmo, y, finalmente, va seguida de la fase de resolución sexual.

En la fase de excitación se produce una erección de los pezones y congestión venosa en toda la mama; congestión venosa y erección del clitoris, que puede llegar a aumentar hasta tres veces su tamaño: congestión de labios mayores y menores y aumento de las secreciones vaginales, de su pared y de sus glándulas.

En el orgasmo, se contrae la vagina en su tercio externo, unas 4 a 10 veces en el intervalo de medio segundo a un segundo; se contrae el útero fuertemente y en grandes excitaciones pueden contraerse el esfínter rectal y la musculatura pelviana o del resto del cuerpo en convulsiones espásticas.

En la fase de resolución, cede rápidamente la congestión sexual, se acorta la vagina y desciende el útero, siendo el clitoris el órgano que más tarda en volver a su estado de reposo.

A semejanza de lo que ya hemos dicho sobre la producción de hormonas en el testículo, en la mujer los ovarios son los principales productores de hormonas que controlan el ciclo sexual.

Fue demostrado en 1896 por primera vez por Knauer que logró restablecer el ciclo femenino, en animales previamente castrados, mediante el trasplante de ovario.

Y Marshall y Jolly obtenían en 1906 los mismos resultados mediante la inyección de extractos ováricos acuosos.

Una contribución fundamental a solucionar el problema de las hormonas femeninas fue proporcionada por Aschheim y Zondeck en 1927, al descubrir que la orina de las mujeres embarazadas contiene gran cantidad de estas hormonas; a partir de esta orina.

Doisy y Thayer consiguieron en 1929 la obtención de hormona pura y cristalizada.

Cuadro Sinoptico Aparato Reproductor Femenino

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Fuente Consultada: El Libro de Vida Sexual López Ibor

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