ATILA Rey de los Hunos Biografia y las Invasiones a Occidente
Biografia de Atila Rey de los Hunos: Las Invasiones a Occidente
Fue un cruel y sanguinario guerrero, rey de los hunos, llamado "el azote de Dios" por los cristianos del siglo V. Durante los años 433 a 453, fecha ésta de su muerte, mantuvo bajo su imperio a todos los países del nordeste de Europa y noroeste de Asia, después de matar a su hermano Bleda, con quien compartía el poder.
Atila, de cabeza grande y ojos pequeños, hundidos y codiciosos, condujo a la horda guerrera de los hunos, que entonces ocupaban, desde Hungría a las regiones del Mar Negro.
Venció a Teodosio, emperador del gran Imperio Romano de Oriente, obligándolo a pagar fuertes tributos y a ceder los países de las márgenes del Danubio, sembrando, además, la muerte y el horror por dondequiera que pasaba.
Se atrevió más tarde a invadir la Galia, pero ésta fue bien defendida por el rey de los visigodos, Teodorico, que unido al general romano Aecio venció a Atila en la dura batalla librada en los Campos Cataláunicos, de gran trascendencia en la historia.
Furioso por la derrota, penetra entonces en Italia con tal ímpetu que se dice que "la hierba no crecía donde su caballo pisaba".
Destruyó y quemó ciudades enteras, y cuando se disponía a entrar en Roma, le salió al encuentro una embajada conducida por el papa León I, quien le rogó en nombre de la humanidad que no la profanara.
El feroz Atila se retiró con la promesa exigida de que otorgaría una riquísima dote a Honoria, hermana de Valentiniano III, cuando se celebraran sus bodas con ella; pero como este no llegó a efectuarse, al siguiente año planeó una nueva invasión a Italia, que no pudo realizar, pues la muerte lo sorprendió cuando acababa de casarse con la cautiva Hilda.
La Historia de Atila Como Soldado y Rey
A mediados del siglo V, Roma ya no cuenta con hombres ni medios para proteger sus fronteras y el rey de los hunos aterroriza Europa.
Se dice que a su paso no vuelve a crecer la hierba.
El llamado «azote de Dios» fue Atila, el rey de los hunos, la poderosa y temible tribu bárbara surgida de las estepas del Asia Central.
Los hermanos Atila y Bleda habían gobernado a su pueblo durante más de una década, pero en el año 445, «el azote de Dios», como lo llamaría el papa León I, asesinó a Bleda.
• ►A LAS PUERTAS DE ROMA:
A partir de entonces, Atila, convertido en soberano único de los hunos, emprendió una serie de violentos ataques contra los territorios que conformaban el imperio romano de Oriente.
La capital, Constantinopla, se salvó, ya que su emperador Teodosio pagó al jefe de los hunos un alto tributo.
A partir del año 447, Atila decidió atacar el Imperio de Occidente, para lo cual se alió con los vándalos.
Tras saquear las ciudades de Padua, Mantua, Vicenza, Verona, Brescia y Bérgamo, Italia estaba postrada ante él. Sin embargo, al llegar a Roma Atila detuvo su avance.
Se dice que la ciudad le inspiraba un temor supersticioso y que la presencia de León I, con todos sus ornamentos, le impresionó, aunque probablemente Atila cobró en oro su retirada.
BIOGRAFIA DE ATILA, REY DE LOS HUNOS
Atila, el gran caudillo de los hung-ni o de los hunos, es la encarnación de ese alud mongólico que, expandiondosé desde las profundidades de Asia, iba a arrastrar en su incontenible movimiento a los pueblos germánicos establecidos en los linderos del Imperio romano y a precipitarlos como bandas de destrucción sobre el Oriente y el Occidente.
Para los coetáneos y para la posteridad, Atila es el prototipo del bárbaro, sediento de sangre y de pillaje, sin otra preocupación que la guerra y la conquista, la muerte y el exterminio.
Sin cultura ni formación religiosa, sin otras dotes que su sagacidad natural y su innegable bravura en el combate, el que debía ser llamado «el azote de Dios», fue capaz de crear un imperio bárbaro que se dilataba desde el Danubio al Rin y de amenazar seriamente la subsistencia de la latinidad en la Europa mediterránea.
Caudillo de los hunos. Sucedió a su tío Rúa, junto con Bleda, que fue asesinado. Atila logró extender el dominio de este pueblo mongol, terror de Europa y azote de la Cristiandad, llevando sus fronteras del Danubio al Báltico y del Rin a los Urales.
Tenía su corte en Panonia, desde donde amenazaba de modo constante al Imperio remano de Oriente. En 451 pasó el Kin y llegó hasta el Loira.
Atacado en Mauriaco por Aecio, con el ejército romano, franco'y visigodo, pudo retirarse. Al año siguiente invadió Italia, pero gracias al papa. León I no entró en Roma y firmó la paz con el Imperio.
• ►ANTECEDENTES:
La árida Meseta de Mongolia, ahora escasamente habitada, en el Asia centrooriental, fue durante cientos de años un punto de dinámica actividad humana.
Desde esta vasta región del frío desierto de Gobi, y por razones aún en gran parte desconocidas, surgieron oleadas y oleadas de enérgicos nómadas, contra cuyos despiadados ataques ningún estado en un radio de más de 6.000 kilómetros de Mongolia, por muy fuerte y civilizado que fuera, podía considerarse inmune.
Mucho antes de que el emperador Ch'in construyera su Gran Muralla para defender China en el siglo II a. de J. C, otros gobernantes chinos se habían visto obligados a construir defensas contra los Hsiung Nu.
Este pueblo mongol, más tarde llamado los hunos, extendió su terror por el corazón de Europa en los siglos IV y V de la era cristiana, llegando hasta Francia e Italia.
Hacia el año 1300 después de J. C. el imperio mongol era el más grande que el mundo había conocido. Su construcción y caída es una de las grandes maravillas de la historia.
ESTA ES LA HISTORIA DE ATILA...
En el año 434 heredó junto con su hermano, de su padre Rúa, el Imperio de los hunos, que se extendía desde el Caúcaso hasta el Danubio y el Save.
Atila y Bleda compartieron el reinado durante ocho años.
En ese tiempo extendieron el Imperio bárbaro de los hunos en Asia, llegando a asediar Constantinopla.
Las grandes migraciones empezaron en el siglo V.
Toda Europa estaba amenazada por los hunos de Atila.
Estos temibles jinetes rechazaron hacia el oeste a los pueblos germánicos que se habían extendido por Europa.
El Imperio de Occidente sucumbió, por último, a los ataques e incursiones de los bárbaros.
Atila era un astuto guerrero, orgulloso y combativo, apodado el «azote de Dios», era el prototipo del cabecilla que sabía entusiasmar a las masas de guerreros.
También cruzó el Rin e invadió la Galia. Se apoderó de Tréveris, Metz y Reims y sitió París, que se salvó gracias a la intervención de santa Genoveva. Entonces marchó sobre Orleáns.
Pero en Troyes chocó, en el año 451, con Aecio, el último gran estratego de la Antigüedad, que mandaba un ejército en el que se habían unido romanos y germanos, especialmente los visigodos, francos y burgundios, para luchar contra su enemigo común.
El papa León I salvó la ciudad de Roma al pactar con Atila el pago de un tributo a cambio de su retirada. Poco después de este hecho Atila murió y su Imperio quedó dividido entre sus tres hijos, que se disputarían el trono.
Quedó en la Historia como el conquistador más implacable, incluso con sus ocasionales aliados.
Líder de un pueblo de feroces soldados y jinetes de destreza asombrosa, Atila gobernó algo menos de dos décadas, expandió sus dominios y murió violentamente.
La leyenda que él mismo contribuyó a construir, atravesó intacta los siglos y perdura hoy.
MAS HISTORIA...:
Los Hunos pertenecían a la raza mongólica, procedían de las estepas de Asia y llevaban una vida nómada.
Estas tribus, que en un principio habían estado sometidas a unos príncipes del Asia central, constituyeron más tarde un gran imperio que se extendía desde el Cáucaso hasta el Elba.
Parece ser que alverse empujados por la expansión china, los hunos se retiraronhacia el Oeste y cayeron sobre los alanos y demás pueblosgodos, los cuales, a su vez, huyeron hacia el Oeste.
Un historiador antiguo los describe así:
"Los hunos son de bajaestatura, anchos de hombros, robustos los miembros y grande lacabeza.
Viven como animales.
Se alimentan de raíces, plantassilvestres y de carne que maceran entre sus muslos y el lomode sus caballos.
Una túnica de lino o de pieles de rata es suvestidura, que no se quitan hasta que se les pudre sobre elcuerpo.
Se diría que están clavados sobre sus feos peroresistentes caballos. Son crueles y feroces."
El caudillo de los hunos fue un guerrero legendario que vivióa mediados del siglo V, llamado Atila.
De él secuenta que sedirigió hacia Occidente y atravesó el Rin al frente de mediomillón de guerreros, mientras los pueblos huían ante élaterrorizados.
Sin hallar apenas resistencia, llegó a Orleans,donde el "magister militum" Aecio, en unión del rey visigodo Teodorico, habían reunido bajo su mando a las legiones galoromanas, a los visigodos, burgundios y francos.
Librase unagran batalla en los Campos Cataláunicos (o Campos Máuricos),donde los hunos fueron vencidos en la jornada más sangrienta que registran los anales antiguos. Sobre el campo de batalla quedaron más de 180.000 hunos.
Atila volvió a Germania y alaño siguiente invadió Italia, llegando hasta las puertas deRoma.
El papa León salió a su encuentro, le instó a que respetara la ciudad y Atila se retiró, aunque se cree que fue debido a unaplaga mortal que asolaba toda esa zona.
La muerte le sorprendió cuando intentaba realizar un nuevoataque contra Bizancio (453).
No es cierto que Atila fuera unabestia salvaje ni tampoco el "azote de Dios", ni que dondepisaba su caballo no volvía a crecer lahierba.
Tales apelativos le fueron aplicados por el pánico que producían susavances. La capital de su imperio fue Panonia (cerca de lamoderna Tokai).
En esta ciudad se desplegaba tanto lujo ymagnificencia como en Roma, Constantinopla y Ravena.
En los Campos Cataláunicos se libró una corta pero violenta batalla. Tras dos días de lucha, Atila tuvo que batirse en retirada.
Pero al año siguiente volvió a ponerse en marcha, esta vez en dirección al norte de Italia y Roma, que se salvó gracias a la intervención del papa.
En el año 453 murió este guerrero que en pocos años había roto el equilibrio europeo. Y con él murió también su reino.
Las esposas de los poderosos usaban joyas de gran valor hasta elpunto que era cosa corriente llevar incrustadas perlas en loszapatos.
Atila, sin embargo, vestía como un pastor y comía envasija de madera.
Su imperio, basado en la energía y elprestigio de su persona, se disgregó a raíz de su muerte.
Casi al mismo tiempo, desaparecía el Imperio Romano deOccidente.
En el año 476, Odoacro, rey de los hérulos,destronó al último emperador de Occidente, Rómulo (conocidopor el apodo de "Augústulus").
Desde este momento los reyes bárbaros se convirtieron en soberanos de los romanos.
Se supone que Atila haya propiciado, y se haya esforzado no poco en construir, la imagen feroz que lo ha enmarcado: siempre resulta más barato asustar al que se va a invadir, o al que quiere invadir, que guerrear.
El huno parece haber sido una especie de adelantado en el arte del marketing militar.
La mayoría de los pueblos prefirieron huir de Atila y sus hunos, o someterse a ellos y pagar tributo. Roma, la decadente Roma de Occidente, fue alta tributaria de Atila; en palabras menos diplomáticas: pagó mucho.
La Roma debilitada hacía equilibrios como podía; los hunos cobraban por no atacarla, o como circunstanciales aliados contra otros pueblos, cada vez más poderosos y organizados... copiando en mucho las costumbres romanas.
Así fue con los visigodos, por ejemplo. Los hunos fueron contra ellos por influencia (se supone que bien paga) romana.
Luego los visigodos resultaron aliados de Roma, porque ya no había quien pudiera parar a los hunos.
Parece bastante natural que, así, mito y realidad se mezclen vivamente.
Diecinueve años gobernó a los revoltosos hunos: fueron suficientes para pasar a ser una figura central de la Historia.
En el 450 de nuestra era, los hunos eran tanto o más fuertes que los godos, los alanos, los vándalos. ¿Eran realmente los más crueles y más fuertes? Piadoso no fue ninguno.
Y más fuerte: es cuestión difícil de dirimir por esas coaliciones inestables. La pintura de los hunos es tan feroz como la de Atila (¿podía ser de otro modo?).
Tenían rasgos orientales, más bien mongoles; hay quienes los suponen provenientes de las fronteras de China.
Los pintan como vehementes centauros de caballos de no mucha alzada. Casi todo lo hacían sobre los caballos: deliberaban, comían, bebían, celebraran acuerdos, hasta dormían siempre montados.
Manejaron la espada y la lanza con destreza, tal como otros pueblos, pero en algo fueron formidables especialistas: fueron los mejores arqueros de su tiempo.
En esta condición pesó una simpleza, podría decirse, tecnológica. Fue bastante decisiva.
ATILA, EL AZOTE DE DIOS!...
"Son compactos y de constitución fuerte, de cuello ancho y repugnantemente feos, como bestias de dos piernas."
Así describió un historiador romano del siglo IV a los hunos, quienes irrumpieron desde sus estepas asiáticas para tomar un enorme territorio al norte del río Danubio.
La amenaza que estos invasores representaron para los romanos fue inicialmente contenida con pagos anuales de oro.
En 433, el mando de los hunos pasó a Atila, un nombre que significa "pequeño padre", y a su hermano Bleda.
Luego de asesinar a su hermano, Atila comandó a la horda asiática a sus mayores victorias, en campañas que le ganaron el sobrenombre Flagellum Dei, "Azote de Dios".
Insatisfecho ya con los sobornos, Aula atacó la región oriental del imperio, pero fue rechazado antes de llegar a Constantinopla.
Luego se concentró en el oeste, invadiendo las Galias en 451. Aunque fue derrotado por el general Aecio en la batalla de Chálons, Atila marchó hacia el sur hasta Italia, donde conquistó Milán al año siguiente.
El papa León I —según la leyenda apoyado por San Pedro y San Pablo— visitó el campamento huno y persuadió a Atila de replegarse al norte.
El "Azote de Dios" murió en 453, seguramente asesinado, aunque se cuenta la romántica historia de que se le reventó una vena en su noche de bodas con una hermosa joven gótica llamada Hilda.
Sin su liderazgo, el reino huno se desintegró rápidamente.
Con su nombre germánico Etzel, Atila aparece en el Nibelungenlied, o Cantar de los Nibelungos.
Se cree que el poeta anónimo tal vez combinó a Atila el huno con Esteban, santo patrón y primer rey de Hungría, quien reinó en la primera mitad del siglo XI.
PARA SABER MAS...
LA PESTE LLEGA EN COMPAÑÍA DEL OBISPO DE ROMA
Cuentan que Máximo, obispo de Turín, afirmó que los bárbaros serían derrotados y que, de acuerdo con las Escrituras, la ciudad donde hubiese diez justos se salvaría. Turín no se salvó.
Aquilea fue destruida. Diez años más tarde era imposible reconocer, en sus ruinas, a aquella que fuera una de las más poderosas ciudades de Italia.
Padua cayó a continuación, fue saqueada e incendiada, y sus habitantes convertidos en esclavos. Siguieron Vicenza, Verona, Brescia, Pavía y Milán. Roma, sin embargo, se salvó.
Cuando, en el verano del 452, los hunos se detuvieron cerca de Mantua, tres representantes de la sociedad romana fueron enviados al encuentro de Atila.
Uno de ellos era el obispo de la ciudad, el Papa León I.
Se ignora el resultado de las conversaciones sostenidas entre el soberano huno y el papa. Empero, después de esa entrevista, Atila resolvió abandonar Italia.
Los cristianos, maravillados, afirmaron que Atila se doblegó ante las palabras de León I.
Otras razones, sin embargo, obligaron a Atila a retirarse: la peste devastaba a la península y amenazaba destruir también a su pueblo.
Además, Aecio constituía una amenaza permanente.
Y Marciano, el emperador de Oriente, había organizado una expedición militar que derrotó a las reservas hunas de Panonia.
Atila regresó a sus tierras sin haber conquistado una victoria definitiva.
Volvía dispuesto a reiniciar su política de intimidación con respecto al Imperio de Oriente, política que había cimentado las bases del poderío huno.
En 453 mandó un ultimátum a Marciano, advirtiéndole que si los tributos atrasados no eran pagados, todo el Oriente sería devastado.
Los hunos, no obstante, estaban debilitados y no fueron capaces de cumplir su amenaza.
Atila no consiguió destruir los dominios visigodos en Galia, y fue derrotado por la alianza entre éstos y las tropas romanas comandadas por Aecio.
Combatidos siempre por la Iglesia Católica, a causa de su arrianismo, los visigodos permanecieron al frente del reino de Tolosa hasta 507, cuando, en la batalla de Vouillé, el rey franco Clodoveo derrotó a los soldados de Alarico II, y puso fin al Estado visigodo en Aquitania.
TRES FÉRETROS ENTIERRAN LOS SUEÑOS DE LAS TRIBUS HUNAS
Siguiendo la costumbre de su pueblo, Atila se unió a incontables mujeres. Su último casamiento fue con una joven bellísima, llamada Ildico.
La fiesta de esponsales duró toda la noche. A la mañana no se oía ruido alguno en la tienda del jefe.
Las rudas diversiones de los soldados fueron reemplazadas por una inquietud creciente.
Finalmente forzaron la puerta, y encontraron a Atila en el suelo, bañado en sangre.
Junto al cuerpo, su joven esposa lloraba.
La muerte de un guerrero no- era lamentada a través de las lágrimas, sino a través de la sangre de otros guerreros.
Fieles a esa tradición, los hunos se raparon sus cabelleras y se infligieron en los rostros profundas incisiones, de las que brotaba la sangre.
El cadáver de Atila fue colocado sobre una plataforma y bajo una tienda hecha con seda de la China.
Allí se lo expuso a la vista de todos. Jinetes escogidos montaban guardia y, según Jordanes, cantaban en su honor:
"El más grande de los reyes hunos, Adía, hijo de Mundziuch, señor de los pueblos más valientes, quien, solo, con un poderío nunca visto, poseyó la realeza sobre los escitas y germanos, amedrentó al doble Imperio Universal tomando sus ciudades y, para que el resto no fuese saqueado, atendiendo a las súplicas, pidió solamente un tributo anual.
Habiendo hecho todo esto con ayuda de la suerte, murió sin dolor, no de una herida de sus enemigos, ni de la traición de sus amigos. ¿Quién podría llamar a esto muerte, allá donde nadie puede reclamar venganza?"
Después, sobre la sepultura, se celebró el "Strava" —ritual huno de despedida—, en que se mezclaba la tristeza y la alegría.
El soberano fue enterrado secretamente durante la noche.
Tres féretros —de oro, de plata y de hierro, simbolizando su fuerza y los tributos pagados por las naciones vencidas—, guardaron su cuerpo. Armas capturadas en combates fueron colocadas a su lado, junto con la silla de montar, sus insignias y máscaras.
Con la muerte de Atila desapareció la unidad que transformó a las tribus aisladas en una fuerza superior a la de dos imperios mundiales.
Después de la batalla de los Campos Cataláunicos, los hunos habían perdido su aura de invencibilidad.
Los ostrogodos, percibiendo esa debilidad, resolvieron reconquistar su libertad y las tierras que los hunos les habían arrebatado, superponiéndose a ellos.
Los gépidos —pueblo germano que había sido dominado y asimilado por los hunos— se unieron a los rebeldes, y lucharon por la libertad de las tribus germánicas sometidas.
La última batalla (454) marcó el fin del poderío de los antiguos señores del mundo. Los hunos perdieron 30.000 hombres, entre los cuales estaba Ernac, el hijo mayor de Atila.
Los restos de las tribus retornaron a su sede anterior, junto al Mar Negro.
Ernac, el hijo menor de Atila y su preferido, procuró establecerse en la boca del Danubio, y los hunos bajo su mando formaron una unidad al servicio del Imperio Romano de Oriente.
El mismo Ernac fue investido con el mando de esa tropa. Debían defender al Imperio que Atila tantas veces amenazó con sus guerreros.
Con el correr de los años, los arqueros nómades se transformaron en pastores y agricultores.
Los últimos remanentes del pueblo huno, los kutigures y utigures, que habitaban en las cercanías de los ríos Danubio y Don, fueron exterminados por los avaros en 560, durante el reinado del emperador Justiniano.
Fuente Consultada:
Enciclopedia Consultora - Tomo 7 - los Hunos