Biografia de Horatio Nelson Marino Británico
Biografia de Horatio Nelson-Héroe de Trafalgar
Trafalgar, 1805. Se libra un violento combate naval entre fuerzas francoespañolas y británicas.
Al mando de las últimas está un capitán que ese día escribe la última página de su historia.
El almirante británico que murió heroicamente en Trafalgar fue Horacio (Horatio) Nelson, nacido en Inglaterra en 1758.
Durante más de tres décadas surcó el Atlántico, el Mediterráneo y el Ártico, combatiendo a todos los adversarios de su patria.
Por su valentía y coraje, fue nombrado almirante y elevado a categoría de héroe nacional por el imperio británico.
Tras su muerte, consecuencia de una herida de bala recibida en el pecho y el hombro en la batalla de Trafalgar, los ingleses colocaron su estatua en una alta columna en Londres, para que siguiera vigilando desde allí el horizonte.
El brillante militar, que había destruido las flotas francesa y española frente a Cádiz, no pudo disfrutar de su mayor victoria.
BIOGRAFIA DE HORATIO NELSON
HORATIO NELSON: Como almirante, el más famoso de la historia de Inglaterra y uno de los más célebres de todos los tiempos y países.
Resuelto, frío, bravo, dominando a placer el arte de navegar y la estrategia naval, del Imperio Británico del siglo XIX.
Porque sin Nelson quizá no habrían sido ni Abukir ni Trafalgar, las dos grandes victorias que hicieron estériles los triunfos de Napoleón en el continente.
Los ingleses pueden, con legítimo orgullo, venerar la figura del almirante entre las páginas de oro de sus guerras en el mar.
Hijo de Edmundo Nelson y de Catalina Suckling, emparentada con los Walpole, Horatio nació en Burnhm Thorpe (Norfolk) el 29 de septiembre de 1.758.
Su padre era rector de aquella parroquia y proporcionó a su hijo una buena, aunque sumaria educación en Norwich, Downham y North Walsham.
Sin embargo, quien desempeñó el papel más importante en la vida de Horatio fue su tío, el capitán Mauricio Suckling, oficial de intendencia de la armada.
Debido a la intervención de éste, Horatio entró a los doce años de edad en calidad de grumete en el navio Raisonnable.
Pero habiéndose solventado las diferencias que a la sazón existían entre Inglaterra y España, el capitán Suckling le embarcó en un velero mercante que navegaba a la India, y, a su regreso, le ejercitó en la dura escuela de la navegación de cabotaje, entre las brumas, los vientos, las rocas y los escollos de los mares del Norte.
En 1772 tomó parte en la expedición ártica del capitán Phippo y luego se embarcó de nuevo para la India.
Su prolongada vida en el mar despertó en él la ambición del heroísmo.
El 9 de abril de 1777, después de servir en la fragata Worcester, fue admitido en la flota real inglesa como teniente. A causa de sus conocimientos navales y de su habilidad para atraerse simpatías, en 1779 le fué confiado el mando de la fragata Hinchinbrook.
Tenía entonces veintiún años.
Combatiendo por los mares: Nelson navegó con los buques de la Armada Británica en la época de la Revolución Francesa y el imperio napoleónico, cuando Francia y España competían con Inglaterra por hacerse con el dominio de los océanos.
Y el célebre almirante se enfrentó con ambos países a lo largo de toda su carrera. En 1797, por ejemplo, hundió la flota francesa y detuvo así el avance de Napoleón en Egipto.
Nelson no se distinguió mucho en las operaciones de la guerra de Independencia norteamericana, aunque sus jefes, como el almirante Hood, ya le consideraban como gran experto en la táctica naval.
Acabada la lucha en 1783, se trasladó a Francia para estudiar la marina de sus adversarios.
Poco después recibía el mando de la fragata Bóreas, con la que prestó servicio en las Indias Occidentales.
Aquí se casó con Francés Nisbet (1787).
Sus informes sobre el contrabando llamaron frecuentemente la atención del Almirantazgo, el cual, en 1793, al estallar la guerra con Francia, le adscribió a la flota del almirante Hood como capitán del Agamemnon (30 de noviembre).
Al mando de este buque participó en la toma de Tolón, en la conquista de Córcega y en otras operaciones en el Mediterráneo occidental, donde demostró su iniciativa personal.
Ante Calvi, en 1794, fue herido en el ojo derecho, que le quedó inutilizado para la visión.
Su figura se iluminó repentinamente para el público inglés por su destacadísima intervención en la victoria obtenida por el almirante Jervis sobre la flota española en el cabo de San Vicente (14 de febrero de 1797).
Sin embargo, la satisfacción que podía experimentar Nelson, nombrado ya contraalmirante, se truncó cuando fue herido de gravedad en el fracasado intento de desembarco en Santa Cruz de Tenerife (24 de julio de 1797).
En esta acción perdió el brazo derecho.
Repuesto de sus heridas e incorporado de nuevo a servicio activo el 10 de abril de 1798, fue designado por el gobierno para vigilar el destino de la flota que Francia concentraba en Tolón.
Pasó al Mediterráneo con tres navios de batalla y cinco fragatas. La escuadra francesa burló el bloqueo de Nelson, a causa de un incidente fortuito, y se dirigió a Egipto.
Nelson la persiguió a lo largo del Mediterráneo y el 1.° de agosto la destrozaba en la gran batalla de Abukir.
Esta victoria, decisiva para la suerte de la expedición napoleónica, le valió el título de barón (del Nilo) y la consolidación definitiva de su fama como gran marino.
Entre 1798 y 1800 intervino en los asuntos del reino de Nápoles, retenido por su misión y por sus amores con lady Hamilton, esposa del embajador inglés, a quien había conocido en 1793.
Esta parte de su vida es sumamente novelesca.
En 1800 regresó a Inglaterra y el 1° de enero de 1801 fue ascendido a vicealmirante.
Meses más tarde recibía la misión de forzar el bloqueo de los neutrales, lo que logró después de la batalla y bombardeo de Copenhague (2 de abril de 1801).
Continuó prestando algunos servicios de flotilla, hasta que al firmarse la paz de Amiens (1802) se retiró a su finca de Merton, en el Surrey.
La segunda ruptura de hostilidades entre Francia y su país le hizo entrar de nuevo en liza.
En 1803 tomó el mando de la flota del Mediterráneo, con la que bloqueó la escuadra francesa.
Pero, he aquí que ésta logró burlar su vigilancia y pasar al Atlántico.
Por pura intuición, Nelson supuso que Villeneuve, el almirante adversario, había preparado una diversión hacia las Antillas, a cuyos mares marchó persiguiéndole.
De regreso las dos flotas a Europa sin haber trabado combate, la francoespa-ñola se encerró en Cádiz.
Nelson, quien había tomado un breve descanso en Merton, partió de esta localidad el 13 de septiembre de 1805. El 29 se hallaba al frente de su escuadra.
La batalla de Trafalgar, obra maestra del genio naval de Nelson, terminó con un triunfo innegable de la flota británica (21 de octubre).
El gran almirante, que al iniciarse la refriega había comunicado: «Inglaterra espera que cada hombre cumplirá su deber», no pudo recoger los laureles del triunfo.
Una bala, disparada desde el navio francés Redoutable, le quitó la vida en el puente del Victory.
Murió exclamando: «Gracias a Dios, he cumplido con mi deber.»