Efectos de la Gravedad en los Vuelos Espaciales Lanzamiento Apolo 7
Efectos de la Gravedad en los Vuelos Espaciales Lanzamiento del Apolo 7
Aceleración y sobregravedad:
Si recuerdas el cuento de Julio Verne lanzando a un hombre hacia la Luna disparado con un gran obús (y que ha hecho soñar a generaciones de adolescentes) al despegar, los ocupantes hubiesen muerto aplastados contra las paredes de su extraña nave.
En efecto, los fenómenos de aceleración engendran fuerzas de inercia. Si el astronauta es sometido a una aceleración de 7 g. (g = 9,8 m./s. 2 = unidad práctica de gravedad) esto implica, en virtud de la fuerza de inercia resultante, que su peso normal se ve multiplicado por siete.
Como las grandes aceleraciones son necesarias para los cohetes, era muy importante saber hasta qué límite, en qué posición y durante cuánto tiempo soportaría el organismo el efecto de la sobregravedad.
Los doctores Jean Colm e Yvon Houdos comentan al respecto:
"Se puede considerar el organismo como un conjunto de masas unidas por unos resortes. La importancia de la rapidez de instalación, una experiencia demasiado brutal puede sorprender el organismo.
Los mecanismos reguladores exigen cierto tiempo para acomodarse, puede presentarse una obnubilación o una pérdida del conocimiento transitoria, incluso en un valor de aceleración perfectamente soportable."
Sin duda, teniendo en cuenta la completa automatización de las operaciones de lanzamiento, se podría admitir una breve pérdida de conocimiento de los ocupantes de la cápsula.
De hecho se han realizado esfuerzos para evitar esta desagradable situación.
En primer lugar, el cosmonauta se halla extendido sobre la espalda en el sentido de la trayectoria de la cápsula.
Si hubiese estado de pie o sentado, la aceleración hubiese actuado de la cabeza hacia abajo, y la irrigación sanguínea del cerebro hubiese sido afectada, si no cortada, lo que provocaría un grave estado de inconsciencia. Pero si el astronauta está acostado los especialistas de la N. A. S. A. dicen:
El sistema cardiovascular se transforma en un sistema de bombeo horizontal y la sangre no puede acumularse en una extremidad o en un órgano. No se presentan presiones hemodinámicas, y el corazón puede enviar sangre al cerebro.
De este modo se prolonga el periodo de conciencia útil, para el caso en que las tuerzas de la aceleración se ejerzan por mucho tiempo.
Mientras los cosmonautas se habitúan a la ingravidez dentro de "centrifugadoras", los especialistas se dedican al problema de la vida en el espacio.
Los de una sociedad de Baltimore proponen un modelo de nave donde se ha logrado un equilibrio biológico herméticamente cerrado.
Las plantas crecerán gracias al anhídrido carbónico espirado por los hombres por los animales. Las aguas usadas volverán a repetir su ciclo.
Las experiencias realizadas primero en tierra, en las centrifugadoras, han demostrado que la tolerancia a la aceleración estaba en función de la duración de ésta.
Por ejemplo, un conejo ha podido soportar 23 veces la fuerza de la gravedad durante dos minutos, pero ha muerto al cabo de 11 minutos bajo diez g. tan sólo.
En los Estados Unidos, para estudiar los efectos de la aceleración o de la deceleración brutal, se han utilizado trineos propulsados por cohetes.
El coronel Stapp, jefe de la base aérea de Holloman, que subió a bordo de uno de ellos sin protección alguna, sufrió en el el momento del lanzamiento una fuerza de 40 g.
Lo comentó así: «Perdí el conocimiento desde la salida. Me pareció recibir un formidable puñetazo en el rostro. Con el casco y el traje presurizado, esto no hubiese sido más que un simple paseo»'.
Según las normas actualmente establecidas, los tiempos de tolerancia para el hombre, son del orden de:
2 g. durante 24 h.
8 g. 1,40 m.
12 g. 30 s.
15 g. 10 s.
47 g. 0,25 s.
Como los cohetes utilizados por rusos y americanos tienen varias etapas, los cosmonautas sufren aceleraciones sucesivas correspondientes a cada nuevo encendido.
Durante el primer vuelo americano, el cohete Red Stone, el cosmonauta sufrió las siguientes aceleraciones:
En la primera etapa, de 1 a 6,7 g. en dos minutos diez segundos.
En la segunda etapa, de 1,4 a 7,7 g. en dos minutos cincuenta y dos segundos.
La duración total de la aceleración de salida fue, pues, de 5 minutos 2 segundos.
Aunque la astronáutica progresó a grandes pasos, no por eso dejó de necesitar el apoyo tradicional de los cobayas; después de las ratas y de los monos, fueron enviados los flatos en misión de exploración de la alta atmósfera.
El casco, el vestido presurizado, el asiento abatible, de espuma de plástico amoldado directamente al cuerpo, permiten minimizar y repetir mejor las presiones sufridas por el astronauta.
Los mandos que deberán provocar la separación de la cápsula y del cohete, en caso de accidente, pueden ser manejados con un solo movimiento de los dedos, no siendo posible los movimientos del antebrazo con aceleraciones tan fuertes.
EL PRIMER VUELO DE LA CAPSULA APOLO CON HUMANOS:
Después de los primeros vuelos de las cápsulas Mercury con un hombre a bordo y de los apasionantes experimentos con las Gemini, que llevaron al espacio parejas de astronautas, comenzó el proyecto Apollo, que había de llevar dos hombres a la Luna en 1969.
El proyecto Apollo debía coronar los esfuerzos iniciados con los primeros lanzamientos Mercury: enviar un hombre a la Luna.
Los preliminares se vieron ensombrecidos por un gravísimo accidente en el cual murieron tres astronautas.
Pero su sacrificio incitó a hallar una serie de soluciones que hicieran los viajes espaciales más seguros de lo que habían sido hasta aquel momento.
EL APOLLO-7:
El primer vuelo de una cápsula Apollo con hombres a bordo tuvo lugar en 1968 con el Apollo-7.
Las misiones Apollo-1, Apollo-2 y Apollo-3, sin tripulantes a bordo, tenían por objeto controlar el funcionamiento del módulo de mando y el cohete de la fase S-IVB.
Los tres lanzamientos tuvieron lugar en 1966 con cohetes Saturno I-B.
Los números de las misiones se asignaron al ser cumplimentadas.
Esto ha provocado cierta confusión, porque la mayor parte de los informes relativos al incendio que acabó con la vida de Grissom, White y Chaffee se refieren al que habría sido su vuelo como Apollo 1.
De hecho, el primer vuelo al que se reconoció un número antes de la partida fue el Apollo 4 que, junto con el Apollo-5 y el Apollo-6, tenía la misión de probar, entre otras cosas, el módulo de servicio y el lunar.
A medida que se acercaba el 11 de octubre de 1968, día del lanzamiento del Apollo 7, Cabo Kennedy parecía volver a un fervor que recordaba los tiempos del primer Gemini.
El cohete era el Saturno I-B, no tan potente como el gran Saturno-5, pero suficiente para enviar a la órbita terrestre el módulo de mando y el anexo módulo de servicio con tres hombres a bordo. Se había previsto una misión de 11 días.
«Es como un sueño», anunció Walter Schirra, el comandante, poco después del lanzamiento, efectuado a las 11.03.
Sobre las islas Hawai, después de haber cumplido casi dos órbitas alrededor de la Tierra, los tres astronautas separaron de la segunda fase del Saturno I-B los módulos de mando y de servicio.
Era la misma bifase S-IV-B que en el modelo mayor, Saturno-5,habría dado a los hombres el último empuje para hacerlos salir de la órbita terrestre baja y enviarlos al encuentro de la Luna.
En los dos primeros días, siguieron sin tregua las pruebas de las instalaciones eléctricas, de navegación, de propulsión y de control de la cápsula.
Utilizando la fase del cohete extinguido como objetivo, Schirra efectuó diversas maniobras de aproximación en órbita para probar los módulos de mando y de servicio.
Entre los principales objetivos de la misión, figuraban el de efectuar ocho reencendidos del motor principal.
Todo funcionó a la perfección; en algunos casos, los astronautas alcanzaron una órbita de 445 Km., siempre con gran precisión y potencia.
Largos meses de estudio y preparación física precedían a cada lanzamiento de lasmisiones estadounidenses del proyecto Apollo
Cuando el Apollo-7 entró en la rutina de su largo vuelo, las conexiones televisivas se convirtieron, para los participantes en la misión, en el momento culminante de cada jornada.
Tenían una duración de 7 a 11 minutos. Gracias a estas transmisiones (los tres astronautas nunca perdieron el buen humor), el mundo pudo tener una pequeña idea de la vida a bordo de un vehículo espacial en órbita.
El 22 de octubre, después de haber efectuado 163 órbitas extremadamente regulares alrededor de la Tierra -casi seis millones y medio de kilómetros- y de tomar centenares de fotografías del planeta -entre ellas la del ojo de un huracán-, los astronautas del Apollo-7 guiaron el módulo de mando hasta hacerlo amerizar en las aguas agitadas al sur de las Bermudas.
Un fuerte oleaje hizo zozobrar la cápsula espacial, pero la tripulación hinchó rápidamente los sacos de flotación para enderezar el vehículo de manera que el vértice, con su antena, pronto volvió a apuntar hacia arriba.
Los astronautas se encontraron muy pronto a bordo del buque de recuperación: habían conseguido todos los objetivos previstos.
Donn Eisle; Walter Schirn y Walter Cunnungham, los tres astronautas del Apollo-7. Por primera vez, tres estadounidenses volaban juntos por el espacio. Con el Apollo-7 se abrió realmente la carrera hacia la Luna,
Fuente Consultada:
Maravillas del Siglo XX
El Universo Enciclopedia de la Astronomía y el Espacio Tomo V