La Guerra del Golfo Irak-Kuwait - Causas y Consecuencias
La Guerra del Golfo: Irak, Kuwait - Mundo Globalizado
LA GUERRA DEL GOLFO:
Los Estados Unidos, luego de la caída del Bloque Soviético, quedaron como la única superpotencia.
El estallido de la guerra del golfo en 1991 y su rápida resolución llevaron a algunos analistas a pensar que el orden bipolar de la Guerra Fría dejaba paso a un orden unipolar con los Estados Unidos funcionando como una suerte de gendarme del mundo.
Sin embargo, la evolución de los conflictos en la ex Yugoslavia mostró los límites de la capacidad de intervención norteamericana y de sus aliados europeos e un contexto en el que los principales intereses estratégicos norteamericanos no parecían amenazados y las características del conflicto no permitían una intervención como la de la guerra del golfo.
De cualquier modo, si bien las corrientes dominantes en la economía internacional parecen conducir a una multipolaridad, en el terreno militar la posición norteamericana sigue siendo hegemónica.
La Guerra del Golfo se inscribe dentro de un largo enfrentamiento librado por los norteamericanos y las grandes potencias occidentales por el control político y económico de los países del Oriente Medio, productores de gran parte del petróleo mundial.
En 1979, mientras Jomeini triunfa en Irán, Saddam Hussein se hace cargo de la conducción de Irak.
Aunque coincidían en sus sentimientos antioccidentales, Jomeini y Hussein, por un conflicto fronterizo, comenzaron en 1980 una larga y cruenta guerra que recién finalizó ocho años más tarde.
Estados Unidos consideró conveniente armar a Irak para evitar un triunfo de Jomeini.
El equipamiento militar norteamericano endeudó fuertemente a Irak.
Finalizada la guerra con Irán, Hussein, procuró la recuperación económica de Irak, para ello propuso a Kuwait y otros países árabes elevar el precio del petróleo, pero éstos se negaron porque pensaron que dañaría sus inversiones en los países occidentales.
Hussein denunció a los países árabes productores de petróleo de acordar con los Estados Unidos para mantener bajo el precio del petróleo y perjudicar a Irak.
Acusó a Kuwait de robar petróleo iraquí, y pretendió el perdón de la cuantiosa deuda de 80 mil millones de dólares que su país mantenía con Estados Unidos y con Kuwait.
Hussein, primero exigió el petróleo y dinero kuwaití, luego dijo que Kuwait era un provincia de Irak.
En agosto de 1990 invadió el emirato con 100 mil hombres y 300 tanques.
Hussein esperaba tolerancia de los norteamericanos, ya que éstos habían provisto de armas a Irak durante el conflicto con Irán.
También pensó contar con el apoyo de los países árabes en un eventual enfrentamiento con los países occidentales, o por lo menos su neutralidad.
Nada de esto ocurrió.
Incluso los soviéticos (ahora debilitados por la caída de Muro de Berlín y de los países comunistas de Europa central) aunque tradicionalmente adversos a las políticas norteamericanas, se sumaron al embargo decidido por el presidente estadounidense George Bush.
Por su parte, la Liga Árabe, que reunía a los países de la región, se pronunció por la retirada de las tropas iraquíes.
Durante su presidencia (1989-93), Bush comenzó a referirse a la creación de un nuevo “orden mundial”. El Imperio como lo UNO y los demás como lo OTRO, como lo ajeno.
El ataque de Saddam Hussein le ofreció la posibilidad de convertirlo en realidad.
Por primera vez sin la presencia amenazadora de un gran bloque de países soviéticos opositores y considerablemente armados, los Estados Unidos y las grandes potencias occidentales podrían actuar a su antojo en una zona tan estratégica como el Oriente Medio.
Ante la ocupación de Kuwait por parte de Irak, la ONU adoptó un embargo comercial, económico y militar contra este país, y los generales norteamericanos prepararon una estrategia defensiva, a la que denominaron “Escudo del Desierto”.
Todo cambió cuando los Estados Unidos se aseguraron el apoyo de 32 países, intespestivamente decidió pasar a la ofensiva y la operación fue llamada “Tormenta del Desierto”.
La derrota de Irak permitió que, tanto Kuwait como otros países de la región, volvieran a la situación existente antes del conflicto.
Sin embargo Saddam Hussein no cayó.
Debilitado, debió enfrentar las insurrecciones de la minorías disidentes de su país (los chiítas y los kurdos).
La firma de un tratado de paz no evitó la continuación de acciones violentas.
En 1993, sin autorización de la ONU, los Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia efectuaron nuevos ataques aéreos sobre objetivos militares iraquíes.
Bush, en enero de ese mismo año, antes de abandonar la presidencia, ordenó el disparo de 45 misiles contra un complejo industrial cercano a Bagdad.
Bill Clinton, que lo sucedió, después de comenzar su mandato, en junio de 1993, dispuso el lanzamiento de otros 23 misiles contra objetivos militares.
Con la Guerra del Golfo quedó claro que, en el mundo, con la declinación primero, y la desaparición de la URSS después, los Estados Unidos ejercían una hegemonía militar indiscutible, acompañada de un poder económico formidable, que se manifestaba, también, en su gran capacidad para influir en las decisiones de (FMI los grandes organismos internacionales, como las Naciones Unidas (ONU), el Fondo Monetario Internacional), el Banco Mundial (BM), y el Acuerdo General sobre Aranceles y Tarifas (GATT).
Además, la Guerra del Golfo significó una muestra más de que la supuesta “paz mundial” que vendría luego de la caída del muro y de la “Posmodernidad”, era demasiado endeble y tenía pies de barro.
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