La Oposicion o reacciones al gobierno de Juan Manuel de Rosas
La Oposición o Reacciones al gobierno de Juan Manuel de Rosas
El levantamiento de Corrientes. La primera reacción armada contra la política de Rosas se produjo en Corrientes.
El 20 de enero de 1839, el gobernador, coronel Genaro de Astrada, desligó a su provincia de la Confederación e hizo un llamado — que no tuvo eco— a las demás integrantes de aquélla. De tal manera, emprendió solo la guerra al Restaurador.
Rosas, en tanto, facultó al general Pascual Echagüe —gobernador de Entre Ríos— para dominar la insurrección.
Junto con los generales Justo José de Urquiza y Servando Gómez, Echagüe invadió Corrientes con un ejército de 7.000 efectivos.
El 31 de mayo del mismo año, las fuerzas correntinas cayeron derrotadas en Pago Largo.
Berón de Astrada fue sacrificado en el campo de batalla; los prisioneros, degollados, y la rebelión, refrenada por completo.
La conspiración de Maza.
Simultáneamente, en Buenos Aires se tramaba una conspiración para derrocar el régimen rosista.
Los elementos conjurados, que habían pertenecido a la Asociación de Mayo, se agruparon en el Club de los Cinco y contaron con el apoyo del jefe del Regimiento 3 de Caballería coronel Ramón Maza — cuya familia tenía íntima amistad con Rosas — para realizar el pronunciamiento militar.
En conocimiento de la conjura, Rosas ordenó la detención del coronel Maza el día anterior al del estallido revolucionario.
La situación del Dr. Manuel Maza — padre de Ramón y presidente de la Legislatura de Buenos Aires— se tomó muy delicada.
En homenaje a la antigua amistad, Rosas, por intermedio del cónsul norteamericano Alfredo Slade, le propuso abandonar el país.
Pero Maza no se acogió al exilio y fue asesinado en su despacho de la Legislatura (27 de junio de 1839).
Al día siguiente, fue fusilado su hijo Ramón.
No obstante el rigor, los otros complicados en la conjura recibieron el indulto más adelante.
La Revolución del Sur.
La intriga revolucionaria de Maza no fue un hecho aislado; se vinculaba con una insurrección en la campaña planeada por un núcleo de hacendados del Sur de la provincia de Buenos Aires.
La revolución, cuyos principales jefes eran Pedro Castelli y Ambrosio Crámer, se produciría coincidentemente con una invasión del general Lavalle.
El movimiento estalló en el pueblo de Dolores (29 de octubre de 1839) y tuvo repercusiones de idéntico significado en Monsalvo (Maipú) y Chascomús.
A último momento Lavalle cambió su estrategia y marchó hacia Entre Ríos.
Los sublevados fueron abandonados a su suerte y derrotados por el coronel Prudencio Rosas en Chascomús (7 de noviembre de 1839).
Castelli y Crámer fueron degollados y sus cabezas fueron expuestas en picas en las Plazas de Dolores y Chascomús, respectivamente.
Los sobrevivientes huyeron hacia el Tuyú en donde fueron recogidos por los barcos franceses que bloqueaban el puerto de Buenos Aires.
La Revolución del Sur fue declarada “crimen de alta traición contra el Estado”.
La campaña de Lavalle.
Los exiliados en Montevideo, constituidos en Comisión Argentina, habían proyectado un movimiento armado contra Rosas.
El general Juan Lavalle —cuyo cambio de planes malogró la Revolución del Sur— recabó ayuda a los franceses bloqueadores y organizó una campaña militar con el fin de batir la fuerzas gubernamentales.
Lavalle partió de la isla de Martín García y desembarcó cerca de Gualeguaychú internándose, luego, en territorio entrerriano.
El 20 de setiembre de 1839, derrotó en Yeruá a las tropas del gobernador delegado Vicente Zapata.
Pasó a Corrientes provincia en donde entrevistó al gobernador Pedro Ferré —quien prestó ayuda a si causa— y estableció el campamento de Ombú para la organización del ejército
A principios de 1840, aumentadas sus fuerzas a 4.000 hombres gracias a los contingentes correntinos de Ferré y equipadas aquéllas con armamento y pertrechos franceses, Lavalle se dirigió a Diamante.
El 10 de abril de 1840, sostuvo un encuentro con las tropas de Echagüe en Don Cristóbal, cuyo resultado indeciso le obligó a batirse nuevamente en Sauce Grande (16 de junio de 1840) hasta alcanzar la victoria.
Sin embargo, Lavalle no sacaba partido de su triunfo y, dirigiéndose a Buenos Aires, desembarcó eh San Pedro conel auxilio de la escuadra francesa.
Esa misma noche (5 de agosto de 1840) dispersó a las fuerzas federales del general Angel Pacheco en el arroyo Tala y, en su marchó hacia Buenos Aires, se demoró inexplicablemente en Merlo.
Su tardanza dio ocasiór a Rosas para alistar sus fuerzas en combinación con Manuel Oribe y Juan PabloLópez, quienes lo hostigaron obligándole a internarse en Santa Fe.
Allí, Lavalle tomó por asalto la ciudad a pesar de la resistencia opuesta por el general Eugenio Garzon.
La coalición del Norte.
Durante la administración de Bernabé Piedrabuena en la provincia de Tucumán (1838), su ministro de gobierno Marco M. Avellaneda —imbuído por el ideario de la Asociación de Mayo— inició un movimiento para derrocar el régimen rosista.
El proyecto, alentado por el gobernador, se extendió también a las provincias de Salta, Jujuy, Catamarca y La Rioja, que se pronunciaron contra Rosas. Advertido de los detalles del hecho, el gobernador de Santiago del Estero, Felipe Ibarra, lo comunicó a Buenos Aires.
Rosas, entonces, comisionó al general La Madrid para que retirase de Tucumán las armas que habían quedado en la provincia después de la guerra contra la Confederación Peruanoboliviana; pero, a poco de llegar, La Madrid se rebeló y se plegó a la revolución.
El 24 de setiembre de 1840 las provincias adheridas al pronunciamiento constituyeron la Liga del Norte.
La Madrid, nombrado jefe de las tropas rebeldes, tomó la ciudad de Córdoba y esperó allí la incorporación de Lavalle.
Pero Oribe —que había salido de Buenos Aires con 10.000 efectivos— alcanzó a Lavalle en Quebracho Herrado (28 de noviembre de 1840) lo derrotó y, prácticamente, destruyó su ejército.
La provincia de Córdoba fue evacuada y, en diciembre, tomada por Oribe.
La Madrid retrocedió hasta Tucumán y Lavalle estableció su cuartel general en Sinsacate (Córdoba).
Desde allí desprendió dos destacamentos, hacia Mendoza y 7/8 de enero de 1841) por las fuerzas del general Angel Pacheco; el segundo, sorprendido y destrozado en Machigasta (La Rioja, 20 de marzo de 1841) por el gobernador de Mendoza, José Félix Aldao.
La situación del ejército unitario se tomó crítica, pues mientras Lavalle marchaba rumbo a Tucumán, Aldao invadía La Rioja y derrotaba en Sañogasta (20 de junio de 1841 al gobernador de la provincia y jefe de la Liga del Norte, general Tomás Brizuela, quien fue asesinado por sus propios soldados.
El 16 de agosto del mismo año, Acha penetró en San Juan y obtuvo una victoria sobre las fuerzas del gobernador Nazario Benavídez en Angaco; pero con tan poca suerte que, al mes siguiente, cayó vencido en el mismo sitio.
Fusilado junto al río Desaguadero, su cabeza fue expuesta en una pica.
La Madrid, a su vez, entró en Mendoza con el resto de sus tropas; allí fue derrotado por Pacheco en la batalla de Rodeo del Medio (24 de setiembre de 1841). Los sobrevivientes huyeron a Chile.
En medio del desconcierto de la guerra, Lavalle se reunió con Marco Avellaneda —ahora gobernador de la provincia— en Tucumán; su propósito era no perder el dominio de Salta y Jujuy.
No obstante, Oribe invadió Tucumán y derrotó a Lavalle en Famaillá (19 de setiembre de 1841) donde aniquiló sus fuerzas.
Avellaneda, Vilela y otros fugitivos del desastre, traicionados por el capitán Sandoval, cayeron prisioneros.
Sometidos a un Consejo de Guerra por Oribe, fueron degollados en Metán (Salta, 3 de octubre de 1841) y sus cabezas expuestas en la plaza mayor de la ciudad de Tucumán.
Lavalle, por su parte, inició la retirada hacia el Norte con los restos de su ejército —200 hombres—.
Una partida federal lo alcanzó en Jujuy y le dio muerte el 9 de octubre de 1841