Primeros Pueblos Que Habitaron en Japón: La Cultura Jomon

Primeros Pueblos Que Habitaron en Japón Cultura Jomon

¿De dónde provienen los japoneses?

Numerosas controversias no han resuelto todavía el problema; los primeros ocupantes parecen ser los ainu, de raza blanca, progresivamente rechazados hacia el norte de Hondo y a la isla de Hokkaido donde actualmente no viven más que en algunas reservas.

Después vendrían los pueblos altaicos por Manchuria y Corea, y los malayo-polinesios por el sur.

Los filólogos, a quienes la lengua japonesa plantea arduos problemas, han distinguido, efectivamente, en esta lengua elementos altaicos y austronesios.

En cuanto a los arqueólogos, no han hecho más que volver a colocar el mundo de los sabios ante nuevos problemas, sin que ninguno de los elementos descubiertos por ellos pueda iluminar a sus colegas antropólogos.

Pero la hipótesis que supone al Japón colonizado primeramente por elementos de los que descenderían los ainu y que fueron después rechazados hacia el norte por pueblos procedentes del sur de China, continúa teniendo numerosos defensores.

El Japón tuvo una industria neolítica llamada Jomon, fruto de una civilización de cazadores seminómadas que no conocían la agricultura.

Caracterizada fundamentalmente por por una alfarería decorada con improntas de fibra o de valvas, con una orla en forma de corazón y motivos con aletas de peces.

Esta alfarería evolucionó, en el Jomon medio, bajo nuevas influencias que llegaban por la cadena de islas de la Indochina septentrional.

En su época reciente, el Jomon señaló grandes progresos técnicos: el barro de la cerámica es más fino y está mejor cocido, la industria lítica es testimonio de innovaciones y los parajes de asentamiento humano se multiplicaron, atestiguando una vida colectiva intensa.

Esta cultura neolítica se esparció sobre toda la superficie del Japón.

En una fase final de esta cultura aparece el empleo de una panoplia completa de armas de madera (lanzas, arcos, flechas).

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La primera civilización importante fue la de los Jomon (en japonés, “huella de cuerdas”, c. 10000-300 a.C.).

Se caracteriza por la fabricación de figuritas de arcilla llamadas dogu y vasijas decoradas con motivos que recuerdan a una cuerda, lo que dio origen a su nombre.

Era una cultura de cazadores y agricultores que vivían en pequeñas comunidades en casas de madera o de paja, construidas en hoyos poco profundos para aprovechar el calor del suelo.

Hacia esta época, se introdujo el caballo en el Japón, acompañando, sin duda, a nuevos grupos étnicos invasores.

La cultura Yayoi, que, según unos, no fue más que la prolongación del Jomon pero de civilización agrícola sedentaria, y, según otros, una cultura diferente aportada por conquistadores, sucedió a la era Jomon.

Esta larga evolución neolítica terminó con el empleo del bronce en ciertas comarcas, mientras que en el norte del Japón la civilización de la piedra se prolongó hasta los alrededores del siglo X de nuestra era.

La historia política del Japón es la de la mayor parte de los países de Oriente y se resume en la metamorfosis de un pueblo fraccionado en múltiples comunidades, cada una de ellas ferozmente celosa de su independencia, en una nación fuerte y poderosa.

Para esto, el Japón siguió, en el plano interior, las mismas etapas que llevaron a la formación del Imperio chino o el de los Maurya en la India.

En el plano exterior, el Japón practicó, hasta el siglo XIX de nuestra era, una política particular de repliegue sobre sí mismo, pero no de un aislamiento negativo como se ha escrito demasiado frecuentemente...

el Japón acogió en todos los tiempos las influencias extranjeras.

Las asimiló y mezcló con su propio espíritu y sacó una síntesis que fue siempre específicamente nipona.

Pero cuando una influencia nefasta trataba de subyugar al Japón, los japoneses la rechazaban sin escrúpulos.

LOS PRIMEROS EMPERADORES:
El clan del Yamato

Los jefes de clan ostentaban los poderes políticos y religiosos, y dominaban, además de sus familias muy extendidas a causa de la poligamia, las corporaciones de artesanos, pescadores, agricultores, tejedores, obreros especializados en trabajos en laca.

El culto shinto unía los hombres a todos los elementos de la naturaleza: sol, tempestades, ríos, árboles, etc., poblados de espíritus vagos e influyentes, los Kami.

Muy cerca ya de la era cristiana, treinta clanes de cada cien mantenían relaciones con los emperadores chinos de la dinastía Han que les concedieron el título de príncipes.

Los emigrados chinos y coreanos ayudaron al desarrollo económico y cultural.

En la pequeña planicie de Yamato, al sur del actual Kioto, iba a prosperar la clase de la cual saldría la familia imperial. Su origen divino está rodeado de leyendas, cuidadosamente conservadas para mantener el prestigio de la dinastía.

En los cielos del Sol Naciente, en el seno de un Panteón muy bien equipado, Izanagi, «el Hombre que Invita», e Izanami, «la Mujer que Invita», se unieron, y de sus amores nacieron las islas del Japón y el mar por el cual se diseminaron estas islas.

He aquí que Izanami da a luz nuevamente: en un centelleo de llamas, aparece el Dios del Fuego; este parto aterrador arrebata la vida a la madre.

Su esposo, abrumado de tristeza, vaga en busca del cadáver de su bienamada.

Por encantamiento, lo descubre bajo la forma de un montón inmundo de materias putrefactas.

Horrorizado, Izanagi se precipita en un torrente y se purifica bajo una cascada de agua clara.

Su cuerpo entero se transforma súbitamente; de sus miembros nacen multitud de dioses, de su ojo izquierdo surge el Sol, del derecho la Luna, y de su nariz, la tempestad, el tifón.

Amaterasu, diosa del sol, hija de la pareja divina Izanagi e Izanami, envió a su nieto Jimmu Tenno a la isla de Kiushu; después de haber cruzado el mar interior, desembarcó en la llanura del Yamato y fundó, hacia el año 660 a. de J. C, el Imperio japonés.

En realidad, los historiadores desmienten la tradición y sitúan los comienzos de la expansión del clan de Yamato a principio de la era cristiana; los cuatro primeros siglos permanecen, además, en la oscuridad.

Los sucesores de Jimmu, Suinin, Seimu y Chue, ayudados por otras familias más o menos ligadas a su dinastía, acometieron la empresa de rechazar a los ainus hacia el norte, y a los Kumaso, tribu de filiación indochina, hacia el sureste.

De esta forma, el dominio de los Tenno pudo extenderse hasta convertirse en el más importante y más poderoso del Japón.

Sus relaciones con Corea y China le aseguraron el apoyo de estos dos países, al tiempo que favorecían el comercio que enriqueció a los emperadores nipones.

La familia imperial, cuyos miembros estaban considerados como «seres superiores», de origen divino, consiguió imponer a los otros clanes su autoridad espiritual.

Hacia el siglo ni, las buenas relaciones con el reino Shiragi de Corea (Costa Este) se envenenaron, y los Tenno de Yamato, aliados a los Kudara, hermanos y rivales de los Shiragi, se empeñaron en una guerra de tres siglos, que terminó con la derrota de los coreanos orientales.

Poco antes de terminar las hostilidades, Keite Tenno, preconizando la unidad nacional frente a los peligros coreanos consiguió extender su poder político sobre todas las islas niponas.

Inmediatamente después de la victoria, los coreanos vencidos enviaron al archipiélago monjes budistas encargados de hacer negociaciones; en esta ocasión, propagaron las enseñanzas de Buda, que iban a transformar profundamente la cultura y la historia japonesas.

• El Periodo Heian

Con la llegada de la dinastía Heian en 794 y un periodo de una paz y una prosperidad relativas, la cultura japonesa pudo al ñn florecer al margen de las influencias chinas.

La corte imperial se trasladó a una nueva capital llamada Heiankyo, la «Ciudad de la Paz», que sería conocida posteriormente como Kioto.

En ella, los japoneses desarrollaron su caligrafía y sus propios e intricados rituales, por lo general centrados en las damas cortesanas.

Hasta el año 1192, el Imperio Japonés mantuvo la estabilidad, sobre todo gracias a la influencia de la familia Fujiwara, una dinastía de asesores imperiales que lograron conservar su influencia en el trono entablando lazos matrimoniales con la línea imperial.

Asegurándose de ser los padres de las consortes imperiales y los abuelos de los futuros emperadores, pudieron manipular la política de la corte.

El gobierno por debajo del emperador estaba organizado según el patrón chino, con un Consejo de Estado regido por los clanes más poderosos de Japón, el cual se ocupaba de los asuntos cotidianos.

Estos clanes solían enzarzarse en disputas entre sí y, poco a poco, dos de ellos se perfilaron como dominantes: los Taira y los Minamoto.

En el ocaso del Periodo Heian, ambos rivalizaban por el control del imperio.

El estallido de la guerra civil marcó el fin del Primer Imperio Japonés.

• Los Sogunes (o Shogunes)

Cuando Minamoto no Yoritomo derrotó al clan de los Taira en 1185, se hizo con el trono con ayuda de su imponente fuerza militar integrada por guerreros samurai.

Eran soldados profesionales que en un principio fueron campesinos pero que finalmente acabaron formando una casta propia.

Al establecer una dictadura militar, Yoritomo se autoproclamó shogún.

Un sogún era en esencia un cacique militar que gobernaba en nombre del emperador, si bien en realidad los emperadores eran poco más que figuras decorativas y durante este periodo fueron los sogunes quienes realmente dirigieron Japón.

El emperador vivía de las rentas que generaban sus propias propiedades y recibía el respaldo de los, sogunes siempre que a cambio este les ofreciera el suyo.

En caso contrario, era depuesto.

Bajo el gobierno de los sogunes, las provincias de Japón recuperaron parte de su independencia y sus gobernantes, los daimios, ejercieron derechos feudales sobre sus súbditos y rindieron honores a los propios sogunes.

Los distintos sogunados establecieron alianzas de poder con clanes diferentes y vincularon su suerte a la de estos.

Así, el primer shogunado, los Kamakura, perdió el poder en 1335 cuando cayó el clan Hojo.

El gobierno de los sogunes se mantuvo como principal estructura política de Japón hasta mediados del siglo XIX, si bien con el tiempo los sogunes dejaron de ser caciques feudales para devenir príncipes herederos y ejercer de virreyes.

Fuente Consultada
HISTORAMA La Gran Aventura del Hombre Tomo III Los Orígenes de Japón
Atlas de la Historia Universal Desde los orígenes de la humanidad hasta nuestros días

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Enlace Externo:• Origen del pueblo ainu


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