Los Shogunes en Japon: Gobierno e Historia del Shogunato Tokugawa

Los Shogunes en Japon: Gobierno e Historia del Shogunato Tokugawa

LOS SHOGUNES EN JAPÓN:

La historia de Japón se caracteriza por la importancia del papel desempeñado, a través de las épocas, por grandes personajes como los emperadores y los shogunes.

Este país siempre ha estado muy influido por corrientes extranjeras.

Se sabe muy poca cosa de los orígenes de Japón.

Del siglo VIII al XIX el poder se hallaba en manos de señores feudales, los sogunes.

El emperador MutsuHito restableció sólidamente la autoridad imperial. En el siglo XX Japón ha pasado a ser una potencia mundial.

Los shogunes eran generales que actuaban como dictadores y los samurais eran caballeros japoneses.

Ambos dominaron Japón durante cerca de siete siglos. Japón sufrió una profunda influencia china que se inició hacia el siglo cuarto.

Cerca de 538 d.C. dicha influencia tomó la forma de conversión religiosa, al adoptar el budismo la corte japonesa y reemplazar los viejos templos por nuevos.

La oscilación del péndulo cultural sólo se invirtió en el siglo octavo, cuando los emperadores japoneses de influencia china perdieron poder ante una clase ascendente de guerreros, cuyos líderes, los samurais, organizados en clanes, lucharon entre sí, sumiendo la isla en la guerra civil durante el siglo doce, y dando lugar al cargo imperial de shogún.

Minamoto Yoritomo se convirtió en shogún en 1192 y empleó a sus partidarios samurais para imponer la ley y el orden. Japón fue gobernado de esta manera durante siglos.

shogunes
Primer Shogun y fundador de la dinastía de los Tokugawa, que dominó Japón hasta 1867.

Los Shogunes:

La familia Fujiwara tuvo el poder en Japón durante trescientos años desde el siglo IX.

Sin embargo, su influencia se desvaneció cuando dejaron de tener hijas, tradicionalmente destinadas a ser las esposas del emperador.

Durante algún tiempo, gobernaron el país algunos de los antiguos emperadores.

Entonces el clan Tairaasumió brevemente el poder hasta que un clan rival, el Minamoto, se reunió bajo el mando de Minamoto Yoritomo y se hizo con el poder.

Yoritomo asumió el título de sei-i dai shogun, que significa «gran general conquistador de bárbaros».

Minamoto Yoritomo (1147-1199) fue un ambicioso noble que encontró su oportunidad en el caos que siguió a la caída del poder de los Fujiwara. Yoritomo aplastó sin piedad a sus enemigos, incluyendo a muchos miembros de su propia familia.

En 1192, fundó el shogunato Kamakura, a través del cual gobernó Japón desde su estado, Kamakura, cerca de Edo (Tokio). Sus poderes eran ilimitados.

A partir de entonces los shogunes gobernaron Japón como dictadores militares hasta 1868.

En el período feudal Kamakura (1185-1333), el culto militar de la clase guerrera mezclaba la práctica del budismo zen con la resistencia espartana y las leyes de la caballería con la veneración a la espada en cuanto símbolo del derecho y del honor, y contaba con un gran ascendiente entre las costumbres japonesas.

Los mismos monjes, al igual que los templarios de la Edad Media, transformaron sus conventos en fortalezas y hacían la guerra con toda naturalidad.

Cuando Minamoto Yoritomo derrotó al clan de los Taira en 1185, se hizo con el trono con ayuda de su imponente fuerza militar integrada por guerreros samurai, soldados profesionales que en un principio fueron campesinos pero que finalmente acabaron formando una casta propia.

Al establecer una dictadura militar, Yoritomo se autoproclamó shogún.

Un shogún era en esencia un cacique militar que gobernaba en nombre del emperador, si bien en realidad los emperadores eran poco más que figuras decorativas y durante este periodo fueron los sogunes quienes realmente dirigieron Japón.

El emperador vivía de las rentas que generaban sus propias propiedades y recibía el respaldo de los sogunes siempre que a cambio este les ofreciera el suyo.

En caso contrario, era depuesto.

Bajo el gobierno de los sogunes, las provincias de Japón recuperaron parte de su independencia y sus gobernantes, los daimios, ejercieron derechos feudales sobre sus subditos y rindieron honores a los propios sogunes.

Cuando Yoritomo murió en 1199, la familia Hojo, una rama del clan Taira, se convirtió en regente de los shogunes, y asumió el poder de una forma no oficial hasta que finalizó el shogunato Kamakura en 1333.

Los distintos sogunados establecieron alianzas de poder con clanes diferentes y vincularon su suerte a la de estos.

Así, el primer sogunado, los Kamakura, perdió el poder en 1335 cuando cayó el clan Hojo.

El gobierno de los sogunes se mantuvo como principal estructura política de Japón hasta mediados del siglo XIX, si bien con el tiempo los sogunes dejaron de ser caciques feudales para devenir  príncipes herederos y ejercer de virreyes.

El sistema de gobierno japonés era muy complejo.

El emperador era una figura ceremonial a la cual todos tenían que reverenciar, pero quien tenía el verdadero poder era el shogun.

Los regentes de los emperadores y de los shogunes también tenían influencia, como sucedía con los daimyos (señores), que se enfrentaban por lograr una posición en la corte y que solían luchar por las tierras.

Como resultado de esas enemistades, surgió una clase de guerreros, los llamados samurais, que luchaban al servicio de unos u otros daimyos.

En 1333, el clan Ashikaga derrocó al shoguna Kamakura y al emperador, nombrando a otro eN su lugar.

También nombró shogunes, esta vez eN Kioto.

Sin embargo, los señores provocaban frecuentes luchas de samurais y esta situación empeoró hasta que se desencadenó la guerra civil Onin (1467-1477) y Japón se dividió en cerca de cuatrocientos estados regidos por diversos clanes.

Los emperadores de Kioto se vieron impotentes para impedir la situación y se empobrecieron.

A pesar de estos hechos, crecieron el comercio y la cultura centrados en los estados de los daimyo, aunque para la gente del pueblo las guerras entre señores no generaron más que elevados impuestos, inseguridad y trastornos en su vida.

Los shogunes de la familia Tokugawa, que gobernó entre 1603 y 1868, fueron en esencia dictadores militares sobre todo el país. Tokugawa leyasu, el primer shogún de la familia, subió al poder en 1603, al término de una serie de caóticas guerras civiles.

Tokugawa sospechaba de los extranjeros, en especial de los europeos (con razón, decimos nosotros).

Veía en los misioneros cristianos que los portugueses habían llevado a Japón una amenaza, y le preocupaba que su influencia minara la autoridad del sistema establecido.

Acabando de restaurar el orden en su país, estaba decidido a no permitir que la autoridad se diluyera.

El padre inculcó su disgusto por los cristianos europeos a su hijo y sucesor shogún, Tokugawa Hidetada.

Hidetada pensaba que si los cristianos ganaban muchos adeptos japoneses, disminuiría la capacidad de defensa de Japón contra una invasión europea.

En consecuencia persiguió a los cristianos cada vez con mayor severidad. E

n 1622, sus funcionarios de Nagasaki crucificaron simultáneamente a 55 misioneros.

El siguiente shogún, Tokugawa lemitsu, expulsó de Japón a todos los misioneros y a la mayoría de los mercaderes, durante su reinado que duró de 1623 a 1651.

Prohibió a los japoneses el comercio con el extranjero y a los constructores de barcos el diseño de los grandes navíos necesarios para viajes a grandes distancias.

Llegó hasta prohibir el budismo.

Prefería el énfasis confuciano en la lealtad a los superiores.

Japón continuó comerciando con China, Corea y un pequeño grupo de holandeses a quienes mantenía alejados del territorio la mayor parte del tiempo, confinados en una isla de la bahía de Nagasaki.

La familia Tokugawa logró mantener cerrado Japón al mercado occidental hasta mediados del siglo diecinueve.

CABALLEROS DE JAPÓN

Los samurais eran caballeros que estaban preparados para luchar hasta la muerte por sus señores, a quienes juraban lealtad eterna.

Al igual que los caballeros europeos, los samurais creían en la verdad y el honor, y tenían un estricto código de conducta llamado bushido.

Antes del combate, un samurai gritaba su nombre y el de sus antepasados, y alardeaba de sus hazañas heroicas.

En la batalla, luchaba cuerpo a cuerpo, utilizando a veces dos espadas al mismo tiempo.

Si era derrotado o capturado por sus enemigos, tenía que realizar un suicidio ritual (haraquiri) para salvaguardar su honor.

A veces, la rivalidad entre los samurais era muy destructiva.

Las armaduras de los samurais estaban ricamente decoradas.

No sólo eran guerreros; también estaban formados en las artes, la religión y el bushido, la observación de unas reglas muy estrictas que afectaban a todo lo que hacían.

El feudalismo sobrevivió largos siglos en el Japón y sus últimos vestigios desaparecieron en 1870 con la restauración Meiji.

Su muerte simbólica no se produjo hasta cinco años más tarde, cuando se prohibió llevar espada.

Aunque en Europa había muerto mucho antes, no por eso deja de tener su interés comparar al caballero con el samurai, al Bushido con el código del honor caballeresco.

Durante siglos Japón había practicado una política estrictamente aislacionista.

Sin embargo, en el siglo XIX se mostró dispuesto, sobre todo por motivos económicos, a dar acogida a los extranjeros.

Muchos japoneses reprocharon al sogún este cambio de actitud y convencieron al emperador para que volviera a hacerse con el poder.

Por esta razón, el emperador Mutsu-Hito se abstuvo de nombrar a un nuevo sogún (1867).

Además se decidió a modernizar su país: promulgó una Constitución (1889), estableció la enseñanza obligatoria, hizo construir vías férreas y fomentó la instalación de industrias.

Tokio pasó a ser capital. Japón equipó a un ejército numeroso y a una poderosa flota.

Durante este período se propagó el espíritu imperialista.

En 1895 y en 1905, el imperio del Sol Naciente salió victorioso de las guerras entabladas, una contra China y otra contra Rusia.

En 1910 se anexionó Corea.

Después de la primera guerra mundial adquirió algunas posesiones coloniales de Alemania en el océano Pacífico.

En 1931 conquistó Manchuria, y en 1937, una parte de la costa oriental de China.

En 1941, Japón entró en la segunda guerra mundial al lado de Alemania.

PARA SABER MAS...

AUNQUE los japoneses obtenían beneficios del comercio exterior, consideraban que los europeos que llegaban a sus costas eran groseros y bárbaros y no tardaron mucho en romper sus vínculos comerciales con ellos.

• PROHIBICIÓN DEL CRISTIANISMO

Tokugawa leyasu (1543-1616) sospechaba que con los misioneros cristianos podían llegar los ejércitos europeos y conquistar Japón; por esta razón, él y sus sucesores fueron limitando progresivamente el cristianismo hasta que acabaron prohibiéndolo, expulsaron del país a todos los misioneros y obligaron a los japoneses que se habían convertido a volver a su antigua fe.

Los que se negaron fueron perseguidos y algunos incluso asesinados.

Otros sufrieron torturas con hierros candentes o se les amputó alguno de sus miembros.

En cierta ocasión 25 cristianos fueron quemados en la hoguera y 30 más murieron decapitados.

En 1640 no quedaba ningún cristiano en Japón.

• AISLAMIENTO ABSOLUTO

El gobierno de Tokugawa creyó que acabaría con el contacto con el mundo exterior en Japón si así lo dictaban las leyes.

A partir de 1630 rompieron las relaciones con los otros países y Japón quedó aislado del resto del mundo.

La población no podía abandonar el país bajo pena de muerte y los que vivían fuera no podían volver.

Algunos marineros extranjeros que naufragaron cerca de las costas de Japón fueron asesinados.

• COMERCIO RESTRINGIDO

Todos los comerciantes extranjeros fueron obligados a abandonar el país, a excepción de los holandeses.

El gobierno era más permisivo con ellos porque no habían intentado convertir a los japoneses al cristianismo.

Les autorizó a que establecieran una pequeña zona comercial en una isla en el puerto de Nagasaki y les permitió que enviaran un barco al año a las costas de Japón, aunque tenían prohibido cruzar el puente del barco que les llevaba a tierra firme.

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