Causa de La Basura Espacial-Peligro de los Desechos Abandonados

Causa y Riegos de la Basura Espacial
Riesgos y Peligro Desechos Abandonados en el Espacio

La mayoría de restos espaciales son piezas de cohetes, naves espaciales y demás objetos procedentes de la fragmentación de residuos, provocados por ejemplo debido a explosiones.

Éstas se deben en gran parte a la presencia de combustible residual y de fluidos en cohetes y satélites, que una vez dejan de ser operativos se deterioran hasta provocar fugas que favorecen las explosiones.

INTRODUCCIÓN:

Con el aumento de consumo luego de varias décadas de prosperidad económica, en 1990 hubo 9 mil millones de toneladas métricas de residuos sólidos a "manejar" por parte de los países de la OCDE (Organización para la cooperación y desarrollo económico).

De estos, 420 millones de toneladas métricas fueron residuos municipales y 1.500 millones residuos industriales (incluidos más de 300 millones de toneladas métricas de residuos peligrosos); los 7.000 millones de toneladas métricas incluían residuos derivados de la producción de energía y de la agricultura, la minería, la demolición, dragados y alcantarillados.

Y esto sin mencionar los residuos no sólidos liberados en el aire y el agua.

Mientras los residuos en la Tierra han recibido, al menos, una atención considerable, los residuos en el espacio exterior, en particular los restos espaciales artificiales, han sido descuidados.

Esa forma de polución, aparte de las emisiones causadas al poner satélites en órbita, se está acelerando de manera considerable y rápida.

Muchos satélites con una vida operativa restringida permanecerán en el espacio por cientos de años.

De alrededor de dieciocho mil objetos lanzados hasta 1986, más de seis mil son restos no controlados en libre flotación.

En su estudio The Pollution of Outer Space, in Particular of the Geostationary Orbit, G.C.M. Reijnen y W. de Graff afirman lo que sigue:

Una forma muy grave de residuo espacial se ha formado mediante la práctica de las principales naciones con planes espaciales de lanzar satélites de corta vida (una vida de alrededor de tres meses) con propulsión nuclear, que al completar su misión son llevados a una "órbita de depósito" especial, altamente radiactivos como son. y permanecen ahí. en principio para siempre. ...Por lo tanto, las operaciones espaciales presentes y futuras se ven amenazadas por los restos espaciales de muchas clases.

Suena absurdo hablar de congestión del espacio, pero esta es ahora la realidad al menos en un respecto.

La órbita geosincrónica es la banda de espacio por encima de los países ecuatoriales.

Está ahora densamente ocupada por los satélites de los países tecnológica y económicamente en condiciones de colocarlos.

Están surgiendo sustanciales cuestiones de equidad, pero para el momento en que se las resuelva, o cuando los países hoy en desarrollo adquieran la capacidad para usar la órbita por encima de su cabeza, todos los espacios disponibles habrán sido ocupados por los satélites o los restos de otros.

Ya, como se ve desde el espacio exterior, la órbita sincrónica atestada está produciendo una versión terrestre de los anillos de Saturno, sólo que menos benigna.

LA BASURA ESPACIAL:

Si alunizaran en la Luna visitantes de otra galaxia, sabrían que alguien estuvo allí antes.

Dentro de millones de años, las huellas de los astronautas seguirán incrustadas en el polvo del suelo lunar y las más de veinte toneladas de basura de alta tecnología y alto precio, abandonadas allí por los programas espaciales estadounidense y soviético, seguirán emporcando el paisaje lunar.

Los visitantes de mundos lejanos verán los desechos de los programas espaciales: satélites caídos, fragmentos de cohetes, robots exploradores, buggies lunares apenas utilizados, sismógrafos, reflectores de láseres y un surtido de herramientas y piezas de equipamiento abandonado simplemente para aligerar la carga.

Además, encontrarían varias medallas, una estatua conmemorativa de los astronautas que murieron en el cumplimiento del deber, una bandera de Estados Unidos, tres cámaras fotográficas, dos pelotas de golf, una fotografía en marcada en plástico de la familia de un astronauta, un alfiler y una pluma de halcón.

Si visitaran Venus o Marte encontrarían en esos lugares parecidas señales hechas con piezas de deshecho de tecnología terrestre.

Y además está la basura en órbita.

Durante el primer paseo espacial estadounidense el astronauta Ed White dejó caer un guante en la eternidad.

En 1966 Mike Collins perdió una cámara Hasselblad durante un paseo espacial; y durante una misión Apolo de 1971 salió aspirado al espacio un cepillo de dientes.

Hubo un peine y un destornillador dando vueltas alrededor de la Tierra, y las estaciones espaciales soviéticas lanzan a menudo bolsas de desperdicios.

Como otros muchos objetos puestos en órbita desde que se inició la era espacial en 1957, la mayoría de estos objetos han regresado a la atmósfera y han resultado incinerados.

Pero literalmente miles de satélites y de naves espaciales, operativas y de otros tipos, enteras o fragmentariamente, siguen rotando alrededor de la Tierra, entre otros objetos motores auxiliares del tamaño de pequeños edificios de vecinos y la parte del módulo lunar del Apolo 10 que tiene el tamaño de un camión.

El 30 de septiembre de 1988 un mínimo de 7.122 objetos, lanzados por Estados Unidos, Unión Soviética, la Agencia Espacial Europea, China, Japón e Israel, seguían allí arriba, constituyendo un peligro para otros vuelos.

Y aún están los fragmentos, diminutos cascotes de los programas espaciales, ninguno mayor de un centímetro pero lo bastante grandes para causar daños: como el trocito de pintura que chocó con el Challenger en un vuelo de 1983 e hizo un cráter de 6,35 milímetros en una ventana. Los dos telescopios de 31 pulgadas que rastrean el cielo desde el MIT en pos de restos en órbita han descubierto casi 48.000 satélites adolescentes [de entre 13 y 19 años] mayores de un centímetro.

A la velocidad correcta, los objetos de este tipo que chocaran con una fase apagada de cohete, o bien, pongamos por caso, contra un traje espacial, podrían pulverizarlo.

«La resultante nube de detritos, que se desperdigara por nuevas órbitas, podría fácilmente constar de 40.000 objetos del tamaño de un centímetro y 10 millones del tamaño de un milímetro —escribe el proyectista de la NASA Donald J. Kessler—.

Estos trozos podrían colisionar luego con otras naves espaciales, produciendo aún más fragmentos según un crecimiento exponencial.»

En cuanto a los fragmentos menores de un milímetro, los hay en el espacio en unas cifras demasiado grandes para imaginarlas.

Los pequeños impactos descubiertos en los satélites recuperados hacen pensar que «hemos creado un número comprendido entre 10.000 millones y cientos de billones de objetos orbitantes cuyo tamaño oscila entre 1 y 100 micras», cree el doctor Kessler.

Las partículas, testimonio de nuestras tentativas de explorar el universo, envuelven nuestro planeta azul en un halo de basura.

Un primer paso hacia la solución del problema ha sido el monitoreo permanente de desechos, usando principalmente radiotelescopios.

Algunas medidas prácticas se han tomado también para evitar la generación de mas basura espacial.

Una de las primeras fue hecha en 1982 por la NASA, al implementar un mayor control en sus combustibles con el fin de evitar en lo posible explosiones en el espacio.

Otra medida es el enviar a órbitas mas altas satélites que han dejado de funcionar, para evitar su colisión con otros satélites.

Por otro lado, muchos cohetes lanzadores pueden ser diseñados hoy en día de manera que sus etapas se desprendan antes de alcanzar una órbita, cayendo en la Tierra sin generar basura espacial.

Otras variaciones de este esquema involucran el principio de mantener la basura en la Tierra.

El remover objetos grandes del ambiente espacial ha sido planteado, y de hecho el trasbordador espacial ha demostrado que puede hacerse, pero en la práctica el costo parece ser demasiado alto.

El problema de como deshacerse de los objetos pequeños, muchísimo mas numerosos, parece aun mas difícil de resolver.

Como sea, todo indica que por lo pronto tendremos que aprender a guardar nuestra basura en nuestro planeta.

Fuente Consultada:
El Universo Para Curiosos Nancy Hathaway
Nuestro Hogar, el Planeta Shridath Ramphal


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